jueves, 9 de enero de 2025

¿Camino de redescubrimiento de qué?

 


Encontrado en la red.

 

Los loros neocatecumenales bien adiestrados dicen y repiten que el camino de Kiko es un camino de conversión a través del redescubrimiento del bautismo y sostienen que ese redescubrimiento, fundamental e imprescindible para todo cristiano, es algo que solo se puede vivir en el Camino Neocatecumenal.

No solo es falso, es que además los pobres loros neocatecumenales no deben de ser conscientes de que con tal afirmación niegan la eficacia de los Sacramentos y denigran a la Iglesia, cuerpo de Cristo y depositaria de sus promesas.

Dado que la conversión es necesaria a todos, seguirán diciendo los loros, se desprende que el neocatecumenalismo no es solo para los que nunca han sido parte de la Iglesia, también es para los alejados y para quienes quieran profundizar y madurar su fe. Es más, los loros aseguran que no se trata de que el CNC sea aconsejable, sino que todo bautizado necesita de la evangelización neocatecumenal para que en él se produzca el desarrollo de la Gracia bautismal, que a su vez produce el crecimiento cristiano de la persona hasta alcanzar la adultez de la fe.

Un cúmulo de falsedades.

¿Por qué falsedades? Porque en la Iglesia Católica, gracias a la redención de Jesucristo, hemos recibido de Él los Sacramentos que son dones gratuitos que Jesús nos dio para alcanzar la santidad. Por tanto, los Sacramentos pertenecen a Jesucristo y a su Iglesia, no a Kiko, no al Camino, no a la comunidad.

Pero los loros bien adiestrados buscan usurpar el lugar de los sacerdotes católicos,  puesto que pretenden ser ellos quienes, en virtud de lo memorizado en su condición de loros, tienen encomendada la tarea de evangelizar a su generación. En el kikismo, el sacerdocio ministerial es necesario para proporcionar sacramentos, pero siempre sometido a la autoridad del loro evangelizador laico. Esta es una gran mortificación para la Santa Iglesia Católica de Jesucristo.

El loro bien adiestrado sostiene también que el Espíritu Santo obra el crecimiento y maduración de la fe, y permite al neocatecúmeno redescubrir la riqueza del Bautismo recibido. De nuevo, esto es falso. El Espíritu Santo no nos hace redescubrir el Bautismo, sino que preserva en la Iglesia Católica todo lo que Jesús dijo e hizo, de modo que nos conduce a la Verdad plena, es decir, a la totalidad de Cristo.

El bautismo es, entonces, un sacramento que debe ser vivido y no algo a redescubrir, como América. Y el itinerario para vivir el bautismo no es un secreto arcano que solo conozcan unos cuantos gurús que solo son loros de su amo, sino que ese camino es la Iglesia, su Magisterio y su Liturgia.

Impertérritos a la verdad, los loros dicen que en la última fase del camino, a de “la elección”, el Espíritu Santo otorga el discernimiento que ilumina la historia de cada uno. Falso una vez más, porque el discernimiento es algo mucho más serio que aceptar la historia personal, cosa para la que basta un buen psicólogo, el discernimiento es reconocer y distinguir el bien del mal.

Y concluyen los loros que solo después del último escrutinio, si se supera, se está preparado para renovar las promesas bautismales. Falso, basta con declarar a Dios cada día la voluntad de ser fiel para renovar las promesas bautismales.

Hablando del Bautismo, alguien que abandonó el camino de Kiko después de muchos años, sostiene que para Kiko el bautismo católico es un rito edulcorado, privado de significado profundo. Para él el valor procede de la cantidad de agua y de la cantidad de neófito en contacto con el agua, del tal modo que para alcanzar su verdadero significado, según el neocatecumenado, es preciso sumergir por entero el cuerpo del niño, para representar el paso de la muerte a la vida.

Queda un tema por tratar. El loro dice que en el camino de Kiko hay una invitación a reconocerse pecadores y a acoger el amor y el perdón de Dios sellados con una celebración penitencial. Sin embargo, se olvida de mencionar la presión que ejercen los kikotistas para que la confesión de los pecados sea, antes que sacramental, un espectáculo público.

Los loros revestidos de kikotistas emplean los escruticidios para invadir la privacidad y el fuero interno de los neocatecúmenos de tal modo que se diría que quien tiene la última palabra sobre la absolución de los pecados es el loro, puesto que es el kikotista quien juzga y decide, en función de lo confesado en el escruticio, si el neocatecúmeno recibe la absolución y puede pasar a la siguiente etapa o si se le retienen los pecados y se le hace repetir etapa.

Los loros kikotistas son ignorantes en materia teológica, no están preparados, pero dicen tener discernimiento sobre la historia, la vida y las circunstancias de aquellos a quienes escrutan, y que en ese cometido son infalibles. Hay gente que depende completamente de los kikotistas. Muchachos que les piden permiso para comprometerse, ir a la universidad o trabajar. Y los kikotistas, que no obedecen ni a Dios ni a la Iglesia, exigen obediencia a los neocatecúmenos con el argumento de que solo así podrán salvarse.

¿Qué tiene esto que ver con un camino para redescubrir el bautismo? Es el camino que conduce a la esclavitud, a la pérdida del razonamiento crítico, a la pérdida de la dignidad y la libertad, que son dones preciosos que Dios ha dado a cada hombre.

 

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