Carmen inventó el CNC (y así salió)

 

La difunta Carmen siempre reconoció que el tinglado del CNC era, mayormente, cosa suya, no de Dios.

Los iniciadores en una pascua

 

Ya sabéis, declaraciones como la de «A veces le digo yo a Kiko resumiendo: Dios te sirvió en bandeja el Concilio a través de Carmen» o esta otra: «Dentro de mis dudas y de las luchas que he tenido con Kiko diciéndole: ya no hago nada más contigo, y me unía a un grupo que había de cubanos y con ellos hacia yo las celebraciones, y estaba un mes o dos sin ver a Kiko, hasta que aparecía por allí. Recuerdo que esto que aparece en el Segundo Escrutinio de las tres tentaciones, fue algo que yo hice con los cubanos».

En suma, Carmen, según cuenta ella con el propósito de irse a misionar por el mundo, tomó el barrio de Palomeras como laboratorio de experimentación en donde, picoteando con unos y con otros, iba dando forma a sus discursos, ideas y teorías.

También es ella la que cuenta que no se fiaba de Kiko, que era un cursillista insoportable («Yo he peleado con Kiko desde que lo conocí por el cursillismo») y que lo que la hizo cambiar, no de opinión sino de actitud, fue que a quien visitó el arzobispo de Madrid, don Casimiro Morcillo, fue a Kiko: «Morcillo fue importantísimo; sin él, ni yo ni Kiko hubiéramos ido nunca a las parroquias».

A partir de ese momento, puesto que don Casimiro era quien tenía las llaves de las parroquias, Carmen abandona a los cubanos y se alía con Kiko para que sus teorías, de ella, penetren en las estructuras parroquiales.

Dios no está ni se le espera en todo lo precedente, pero puede decirse que Carmen se salió con la suya, logró lo que quería… Aunque también es correcto decir que fue consciente de que la criatura fabricada entre ellos dos, los iniciadores del CNC, estaba contrahecha y deforme:

«Siempre la estabilidad, la seguridad, produce la idolatría: esta obra que estamos viendo no viene de Dios, esto nos lo hemos hecho nosotros». Sí, aquí habla de su criatura. Lo dijo allá por el inicio de curso de 1985.

Y en la reunión de inicio de curso de 1978, insiste en que lo que han hecho entre ellos dos, Kiko y Carmen no sirve de nada: «O sea, que yo veo el peligro, a esta altura, de convertir todo esto, convertirlo en un método, y convertirnos nosotros, no en hombres que vivís de la Palabra y que os embarcáis en la aventura de la cruz, que eso es a lo que nos está llamando el Señor, sino en repetidores absurdos de un disco de mamotreto, no sé si me entendéis. .... 

Y quería decir que yo veo el peligro de que toda esta serie de andamiajes los convirtamos en lo necesario, en lo permanente, y olvidar todo lo otro. O sea, las cosas que son transitorias, que son las que yo quiero remover, que caigan, porque además son una cosa pobrísima ... O sea que eso, el mamotreto, es una cosa de un día allí, en Conde de Peñalver, que no refleja ni siquiera una potencia»

 ¿Veis? Una cosa de ellos dos, de sus neuras, sus filias, sus fobias y sus traumas, no de Dios, una cosa pobrísima que habría que haber eliminado.

Y sigue diciendo Carmen:  «Os digo que el Espíritu Santo no se deja encasillar jamás ni por los magnetófonos, ni siquiera por este libro, ¿Eh? Este libro (la biblia) sin el Espíritu Santo, es un ladrillo, no sé si me entendéis. ... El Espíritu Santo tiene la genialidad de que no se deja jamás institucionalizar. En cuanto le han hecho una buena jaula, tiene el arte de escaparse».

Y eso es lo que le ha pasado al CNC: Kiko ha pretendido transformar los andamios en lo fundamental y el Espíritu Santo, si alguna vez estuvo allí, escapó.