Cuando el caducado Mario da por terminada su intervención, toca el canto del Pregón pascual y a continuación se levanta la también caducada Ascen, se supone que para monitar la lectura, pero no, es su turno de soltar kuentos kikos.
Empieza Ascen por señalar lo que Mario se ha olvidado de mencionar: y es que toda ayuda es poca en el esfuerzo por hacer pasar por categóricos santos a Carmen y a Kiko, y ya que milagros no hacen, a alguien se le ha ocurrido disfrazarlos de profetas; oye, si cuela, cuela.
Ascensión:
«Antes de escuchar la palabra, una reflexión. Cuando Mario ha citado al cardenal Cantalamessa, que ha dicho que la causa de la “mundanización” (sic) de la Iglesia es la crisis de fe, yo le he dicho a Mario que para nosotros ésta es la primera lección de la escuela: es lo que escuchamos nada más entrar en el camino. En la 3ª y 4ª katekesis iniciales, proféticamente, hace 60 años, Kiko y Carmen ya hablaban de este peligro para la Iglesia».
Una de dos, o a la caducada Ascen hay que mandarla a repetir las kikotesis iniciales porque las ha olvidado o bien hay que recordarle que mentir es pecado.
Porque en las kikotesis se afirma que ya entonces, hace sesenta años, la sociedad vive una crisis de fe, desacralización y descristianización, es decir, no se profetiza nada, solo se dice lo que hay. Y además porque se cuenta como si ello solo afectase a la sociedad, no a la Iglesia jerárquica, que sigue anclada, se dice en las kikotesis, en pastorales sacramentales. Así que no solo no son profetas, sino que además no dieron una en sus comentarios sobre la situación de la Iglesia.
Inmune a la verdad, la caducada Ascen aprovecha la falsa profecía para mandar un recado a los kikotistas poco amaestrados, que algunos hay:
«Y a veces algunos katekistas dicen: “Estas katekesis ya están caducas...”, pero ya veis que no es así: estas katekesis, precisamente, dan la respuesta a lo que estamos viviendo ahora. ¡Ahora hemos visto que Kiko y Carmen eran verdaderos profetas! Por eso es importante que sobre todo los katekistas -y hay muchos katekistas nuevos que, gracias a Dios, nos ayudan a renovar los equipos- preparen bien las katekesis.
También es importante que los katekistas que están formando a los nuevos enseñen a preparar bien la katekesis».
En suma, nada de reconocer errores y fallos, al contrario, insistir en que la misión del kikotista es la de loro y nada más. Y al que no le guste, que se fastidie, que Kiko es muy sensible y no soporta que se le lleve la contraria.
Pero aún hay más y Ascen se permite hacer ciertas observaciones que solo son posibles desde la ignorancia teológica:
«Esto es fundamental porque de lo contrario estas katekesis no se entenderán: tienen una riqueza teológica que hay que descubrir, pero si no se preparan bien no se puede descubrir».
Si es que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.
En las kikotesis iniciales, además de sostener que la pastoral parroquial es inútil, trasnochada, anticuada e inválida para la época moderna, Kiko también asegura que, en cambio, su pico de oro llega a la gente precisamente por su lenguaje actual y por ser eminentemente existencialista. Pues bien, ahora Ascen dice lo contrario: no se entiende nada ni se descubre nada a menos que se memoricen las frases y se vomiten tal cual, sin quitar ni añadir nada.
Típico del narcisismo del sensible.
Y de repente, como si se acordase de que los farikikos, digo, los fariseos de antaño se sabían la torá de maravilla pero no la practicaban, a Ascen se le ocurre que “un katekista transmite sobre todo con su vida”, pero a continuación repite, recalca y machaca que aunque los viejos del lugar estén cansados de repasar cienes y cienes de veces los mamotretos, es precepto kiko que siempre relean y repasen antes de una kikotesis, no sea que alteren una frase y ya no se entienda nada.
Es más, viene a insinuar que solo la suma fidelidad a los mamotreto obra el prodigio de convertir a los kikotistas en una suerte de “profetas de la historia de los demás”, que es el término que emplean cuando escarban lo que no deben en la privacidad ajena y dan remedios que ellos no se aplican a sí mismos.
Tras este rollo publicitario para amonestar a los kikotistas díscolos que ven, con razón, que los rollos kikos están tan caducados como Ascen, la secre se acuerda de que su cometido era monitar una lectura:
«Para este anuncio [publicitario, n. d. r.] hemos elegido una palabra de los Gálatas. Pensamos que era bueno para la Pascua porque recibimos una promesa cuando iniciamos el Camino: nos presentaron a este hombre nuevo del Sermón de la Montaña, y a todos nos gustó mucho esta forma de amor y todos nos adherimos a este hombre nuevo. Vemos que este hombre nuevo se va construyendo a lo largo del camino y que, aunque tengamos muchos años de camino, el hombre viejo que habita dentro de nosotros sigue siendo fuerte, siempre tiene fuerza».
Esta es la realidad del CNC: de nada sirve tanto camino, tanto trípode, tanta bolsa, tanto esfuerzo, tanto abandonar a los hijos por la comunidad… No se han apoyado en la roca que es Cristo sino en un invento humano y el hombre viejo sigue boyante.
Sigue Ascen con una explicación de los hechos concretos que demuestran que todos ellos siguen en el hombre viejo (y eso que no saca a relucir la abundancia de dependientes de uno u otro tipo en las filas del CNC):
«Lo vemos con las divisiones, con los pecados, con las divisiones que quizás tenemos en la comunidad, con la murmuración contra los hermanos, con los celos, con todo lo que divide, este es nuestro hombre viejo que no soporta la humillación, que por dentro guarda resentimiento cuando no se nos tiene en consideración y el momento más propicio para destruir a este hombre viejo es la Vigilia Pascual».
Aquí hay un detalle importante. El tiempo de Cuaresma, todo él, es el momento más propicio para la conversión, pero año tras año los neocatecumenales, entretenidos con sus jueguecitos sectarios, lo dejan pasar y luego lo fían todo a la Vigilia Pascual, pero no es que lo fíen al grandísimo acontecimiento que se renueva y se realiza en la noche de Pascua, lo fían a obedecer a Kiko, a no ir a la Vigilia de la parroquia, a no juntarse con la familia sino con la comunidad para pasar toda la noche en un kikolarre que no respeta los libros litúrgicos que deberían ser seguidos fielmente.
Y eso es lo que les está diciendo la caducada Ascen: que mágikikamente habrá hombre nuevo para los que se sometan a los dictados de Kiko y se junten en un kikolarre nocturno:
«Esto es lo que el Señor quiere darnos en esta Pascua, por eso no es posible perder las riquezas de la Vigilia Pascual, no es posible no agradecer a Dios que nos invita de nuevo, este año, a vivir la Pascua, que viene a nuestro encuentro para que podamos experimentar el poder de su resurrección».
Por eso, porque ni Kiko ni
los kikolarres tienen poder, sucede que año tras año todos salen tan
viejos como entraron. O incluso un poco más.
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