Bueno, ya terminó la octava de Pascua, ya he puesto por escrito lo que tenía que decir sobre la presunta beatitud de categoría superior, y ya no queda otra que pasar a comentar el soporífero anuncio publicitario de Pascua.
La publicidad neokika de Pascua arranca por los derroteros habituales: Primero Kiko se pone en plan místico y hace una especie de oración colecta en plan sumo sacerdote, después hay algunos comentarios sobre fallecimientos recientes, como el del cardenal Cordes, a continuación pasan lista, que es el momento en que los responsables de las komunidades presentes rinden cuentas sobre quien no ha acudido a la llamada de su señor, y se cierra este espectáculo de infantilismo con otra pseudo oración colecta también a cargo del sumo Kiko.
Hasta aquí, es lo de siempre, salvo que los fallecimientos y las enfermedades que alcanzan a unos u otros cambian de reunión publicitaria a reunión publicitaria.
A continuación, Kiko llama al caducadísimo padrecito Mario.
P. Mario:
«Queridos hermanos, mi cometido es prepararos para escuchar el anuncio -publicitario, n. d r.- de Pascua. Espero que tengáis paciencia, que el Señor nos ayude a mí y a vosotros con esta palabra o reflexiones que he pensado exponer. Primero daré algunas pinceladas sobre la situación social en la que vivimos, la situación de la Iglesia y después entramos en el terreno del plan de Dios y del plan del hombre».
El caducado Mario no debió de estudiar lógica y si la estudió, no le aprovechó nada.
Punto 1. No hay ni puede haber mejor preparación para la Pascua que la Cuaresma, pero aquí de lo que se trata es de preparar a la audiencia para el inminente anuncio publicitario del sumo gurú y por eso la Cuaresma no aplica.
Punto 2. Lo que Mario da a entender es que la publicidad que se le viene encima a la audiencia es tan aburrida, estrafalaria, fuera de la realidad o todo ello junto que considera preciso y conveniente preparar y suavizar los oídos con algo que primero llama “palabra” para en seguida corregirse y dejarlo en reflexiones.
Es que hay rangos y niveles y “dar una palabra”, en el CNC, no está al alcance de cualquiera (Tengo un ejemplo estupendo para ilustrar este aserto, pero tendrá que esperar a que acabe la exposición del tostón publicitario).
Punto 3. Es típico del caducado Mario exponer al principio el índice o guion de lo que va a contar. Es una forma de perder el tiempo, de repetir lo mismo varias veces, pero permite valorar de un vistazo que se dirige a una audiencia inmadura e ignorante, pues una audiencia adulta y con discernimiento no necesitaría ser informada sobre “la situación social en que vivimos”.
Punto 4. La pretensión del caducado Mario de explicar a la audiencia, por inmadura e ignorarte que sea, la situación de la Iglesia es de risa, o quizá Mario la ha leído en los periódicos, porque experiencia personal de Iglesia dejó de tenerla hace más de cincuenta años.
Punto 5. Lo de exponer a los demás el plan de Dios es lo mejor de todo. Casi seguro que llamó a Dios la tarde de antes para conocer las últimas novedades y poder transmitirlas.
En cuanto a los planes de los hombres, no es nada que con un par de vistazos a la bola de cristal no pueda descubrir Mario.
Bien. Pues expuesto el planteamiento, Mario se lanza a detallar su noticiero para inmaduros e ignorantes de la vida real.
En el punto que el caducado Mario titula “Situación social y cultural de la nueva era”, podría haber mencionado los signos y señales evidentes de que, al menos en Europa, se acaba la época de las vacas gordas. En una sociedad acostumbrada a que se abre el grifo y sale agua, se da a un interruptor y hay luz, si hace frío hay calefacción, con supermercados abastecidos, modas efímeras porque la ropa se compra elaborada y no se hace en casa, una enorme oferta cultural y de ocio, etc. el golpe va a ser duro cuando lleguen las restricciones.
Pero en lugar de eso, Mario solo menciona la guerra, como si fuese una novedad, como si no fuese una más de las señales, porque se diría que solo ahora se ha dado cuenta de que la guerra no es algo que solo afecte a otros, sino que también les puede alcanzar a ellos. Y, por lo visto, según la prédica de Mario, no era tan malo si solo fastidiaba a otros, pero si se acerca a ellos…
Mario también podía haber mencionado el lío que ha organizado el Vaticano con el asunto de las bendiciones, pero no, para él lo grave es que el aborto se meta en la Constitución francesa.
Para mí que lo grave es el aborto en sí, porque lo grave es considerar derecho una condena a muerte, que lo pongan por escrito en un papel, no es el punto.
A partir de ahí sigue una perorata demagógica acerca de que van a obligar a todos los médicos del mundo mundial a practicar abortos. Un poco de seriedad. ¿Acaso no existe la libertad de culto? ¿Acaso no son los europeos muy respetuosos con los que no comen cerdo ni lo tocan por no incurrir en impureza? ¿Y hay que creerse que la libertad de culto no va a amparar al médico que diga que él no está para matar ni a un reo ni a un nonato?
Pues Mario, que lo habrá consultado con Enmanuel Macron, sostiene que al médico que no se sume con alegría a hacer lo que se le diga, se le suspenderá de empleo y sueldo, o algo así. Y además esto se va a extender por toda Europa, que lo sabe él.
Y a continuación salta a un tema que nada tiene que ver y que, sinceramente, no entiendo qué peligro o amenaza supone para la kikandad:
«La disposición de mejorar nuestras casas para adecuarlas a las leyes ecológicas ha salido de Bruselas. Por el momento se trata de una propuesta de ley del Parlamento Europeo que deja la decisión en manos de cada país».¿Qué es lo terrible aquí? ¿Mejorar las casas, las “leyes ecológicas” esas, la decisión soberana de cada nación?
Sin aclarar nada sobre esas amenazantes decisiones de Bruselas, sean las que sean, el caducado Mario esgrime otro peligro que ya cae sobre las familias neocatecumenales:
«El rápido desarrollo de la Inteligencia Artificial está publicitando nuevos sueños futuristas de bienestar, de igualdad y de paz universal para todos, que fascinan cada vez más a nuestros hijos y nietos».
Mario debería informarse un poco antes de contar cuentos futuristas. Por el momento, la IA tiene poco de I y todo de A, es decir, no razona, no piensa, solo calcula y responde a las pautas de su programación. Y si da el pego es por la innata tendencia humana a “humanizar” las herramientas: se le pone nombre a los vehículos, se viste a las mascotas, en los cuentos los animales hablan… Así, lo que es una respuesta programada y condicionada por las intenciones del diseñador, se convierte para el usuario final iluso en verdad verdadera de una “conciencia electrónica”. Pero el problema no es la IA, sino las intenciones de los diseñadores de la IA.
Y con esto Mario da por cerradas las explicaciones sobre la situación social actual… Me da que no aprobaría un examen de sociología: ni una mención al envejecimiento de la población, al fenómeno de la inmigración y el rechazo social que provoca, a las dificultades de los jóvenes para emanciparse, al cada vez más precoz despertar sexual de los chicos, a la dificilísima conciliación entre vida familiar y laboral... Quizá sea que Mario no vive en la sociedad real.
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