Diarrea por vía bucal (III)

 

Hemos sido creados -dice San Pablo- por Dios, en Cristo, para realizar aquellas buenas obras que Dios predestinó de antemano que realizásemos.

¿Comprendes? Déjate de moralismos y de intentar ser bueno cuando no toca, que cuando te toque realizar obras buenas te saldrán tanto si quieres como si no, que para eso has sido predestinado y para eso has sido creado. Aunque… ¿también tus obras malas estarán predestinadas?

Dios ha predestinado que yo un día estuviera aquí anunciándoos a Jesucristo. Lo ha pensado desde el cielo y a través mío, a través nuestro, os está llamando a vosotros.

Y a través de este blog, pensado por Dios desde el cielo, muchos abrís los ojos a la verdad.

¡Algo inmenso! Con Cristo salvar a la humanidad, con Él, en Él, para que ya no vivamos para nosotros mismos, dice San Pablo.

Y ¿por qué murió? Murió por todos. Caritas christi nos urge dentro, y murió para que los hombres no vivan más para sí mismos.

Murió para pagar el precio del pecado, saldar la deuda y que pudiéramos reconciliarnos con Dios. Pudiéramos. Si queremos. Nadie es obligado -salvo Kiko el doliente- a aceptar la reconciliación y la salvación.

Es más, pretender que murió para que los hombre son vivan más para sí mismos va en contra de todos los dogmas del kikismo que tanto se ciscan en el moralismo, la afectividad, los justicieros y los buenecitos que se esfuerzan por practicar la misericordia.

Este aspecto del kerigma es importantísimo: los hombres están condenados a vivir todo para sí,  en todo se buscan a sí mismos, en todo buscan su felicidad, en todos buscan pasado bien, con las chicas, con los chicos, en el trabajo, con la televisión, pasarlo bien, todo bien para sí. Pero esto, aunque uno está distraído en estas cosas, viendo pornografía o yo qué sé, o la televisión o va quedando los amigos para jugar a las cartas o lo que sea, o para ir a la playa, lo que te dé la gana, no satisface profundamente, porque no vivimos en la verdad.

La verdad. ¿Qué es la verdad? Es Dios mismo, es su gloria, con la que ha hecho este universo, su gloria. Y la gloria de Dios, ¿cuál es? Su amor, que ha manifestado en Cristo crucificado. Esta es la verdad, hermanos, este amor.

¿Y qué es esto? Dice la epístola a los hebreos que Cristo crucificado es impronta de la sustancia divina.

No. Dice que el Hijo es impronta de su sustancia. No se mencionan si crucificado, resucitado o recién nacido en Belén. Quien quiera comprobarlo que mire en Hb 1, 2-3.El matiz es importante por lo que sigue.

La palabra sustancia es una palabra filosófica, porque a Dios nadie lo ha visto. ¿Dónde está Dios? ¿Cómo es? ¿Es grande, es pequeño, es azul, de qué color? ¿tiene barba? ¿quién es? ¿cómo es? Dios lo ha mostrado en Cristo. Se ha querido mostrar en Él. Entonces viendo a Cristo crucificado podemos entender la sustancia de Dios mismo y ¿qué es lo que vemos en esta impronta, en este muñequito de bronce? ¿qué vemos? ¿qué es lo que se ve ahí? Es una representación, es una imagencita, es un muñeco que reproduce a Cristo crucificado. Allí lo tenéis más realístico, en aquella cruz de allí, allí también lo tenéis con la Virgen y San Juan.

Ya está el trilero con sus mañas. Un muñequito hecho por uno muy sensible que se las da de artista nada tiene que ver con la impronta de la sustancia de Dios, por tanto, asemejar ambas es un engaño. La impronta de la sustancia de Dios está en los Evangelios, no en las representaciones cutres del sensible.

Y ¿qué es lo que muestra? ¿por qué está crucificado? Pues quiso tomar sobre sí el ser tratado como si él fuese el pecador más grande del mundo. Dice la Biblia: Maldito el que cuelga de un madero. ¡Maldito! Quiso ser ese maldito.

Lo interesante es que la no-cita  (Maldito por Dios es el colgado, es la cita correcta) es del Deuteronomio, lo que significa que los judíos conocían esa práctica mucho antes que los romanos, porque el Deuteronomio se escribió allá como catorce siglos antes de Cristo y los romanos llegaron más de un milenio después.

Tomó sobre sí la maldición de todos los asesinos. Las cárceles están llenas de gente monstruosa, de asesinos, de pederastas… Él quiso… Dios mismo se hace el último de la tierra, maldito, porque quiere ocupar el lugar nuestro y morir. La consecuencia del pecado es la muerte, el castigo del pecado es la muerte.

No quiere morir, no es masoquista, pero acepta recibir sobre sí la consecuencia del pecado de los demás.

Dios ha creado la humanidad en un paraíso y le dio Dios lo que se llaman los dones -en el catecismo- preternaturales, uno de ellos era la inmortalidad. Dios no creó la muerte; nos dice el libro de la Sabiduría que la muerte entró en el mundo por la envidia del demonio. Y nos creó en un paraíso y creó al hombre para el bien y uno de los dones más importantes era la relación de amor con Dios, pero el hombre -como sabéis- cometió un pecado infinito, de valor infinito, inmenso, una de las cosas, hermanos, más impresionantes es como Dios ha permitido que tú le pegues una patada a Dios y lo mandes como la basura, lo eches fuera de tu casa, como se saca la basura fuera. Así ha hecho la humanidad con Dios.

Y ¿cómo Dios ha permitido esto? Qué grande, qué inmenso, qué amor infinito. Ha dado al hombre la posibilidad de que el hombre escupa a Dios en la cara: No te necesito, imbécil.

Así es como Kiko habla con Dios. De lo que abunda en el corazón habla la boca.

Me impresionó en Cuenca… Una vez que fui a la procesión del alba, que hay una procesión en que permiten… sacan un Cristo en la cruz y permiten que sea insultado, y vienen de todo el mundo y de toda España para insultar la imagen de Cristo y, te emociona ver como lo insultan: Hijoputaaaa, como si fuera el demonio.

A saber qué confundió este tipo tan sensible con una procesión. En Cuenca, en la procesión de las turbas, los llamados turberos representan a los judíos que se regocijaron con el espectáculo, pero no lanzan insultos ni burlas -incluso si los judíos de tiempos de Jesús sí lo hicieron-, sino que para simular estos tocan unos instrumentos que suenan… peculiar tirando a peor.

Sí, así, porque Cristo fue insultado, insultado, escupido al rostro… Fíjate qué grande es Dios que permite que le saques como una basura que le eches de tu casa: ¡No creo en Dios! No me da la gana. ¿Qué te parece? y que no te quite de en medio, no, sino que… porque a la luz de esto que estoy diciendo podéis entender que se asesine a la gente: Auschwitz, millones de muertos; Camboya, el genocidio. Podéis entender que un hombre abuse de una chavala, una chica, los incestos, podemos entender el mal, el mal, el mal, ¡el daño!

Claro, a “la luz” de que Kiko decida inventarse una procesión en la que se maldice a Dios y a su santa Madre, poco cuesta entender que quién insulta, maldice y miente también puede asesinar.

Por eso, dice el catecismo que no es lo mismo dar un tortazo a un niño que dar un tortazo a un policía, que dar un tortazo, un puñetazo, al jefe de una nación, te matan; en Asia, condenado a muerte si tú ofendes al jefe de la nación. ¿Y si ofendes a Dios? No es lo mismo. Por eso, dice la teología que el pecado original tiene un valor infinito. El hombre no podía jamás perdonarlo, solamente Dios mismo, que tiene valor infinito, su mérito -el mérito de Cristo, cuando Cristo es Dios mismo y sus méritos son infinitos, tienen valor infinito- podría redimir la humanidad, subsanar toda la humanidad, hacer una humanidad nueva.

Alcanzo a entender que está fuera de la capacidad del ser humano hacer algo de valor infinito…. Pero entonces, ¿cómo es posible que incurriese en un pecado de valor infinito si no está en su naturaleza el ser capaz de hacer NADA de valor infinito? Me lo tendría que explicar alguien que sepa de teología, que no es el caso de Kiko.