domingo, 27 de febrero de 2022

Traditio symboli (CXXIII)

 

Kiko: ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te ha abierto los ojos el Señor?

O.: A través de la Palabra de Dios. He podido experimentar que soy un envidioso, celoso, un idólatra, un burgués.

Uno de los graves problemas del pensamiento kikótico es que solo se valora lo malo, lo negativo, lo destructivo, lo peor. A través de la palabra de Dios yo he experimentado amor, consuelo, alegría, apoyo… Me ha sostenido, me ha alentado, me ha alegrado; lo que no he experimentado jamás es que la Palabra de Dios me echase en cara mis pecados.

Kiko: ¿En tus pecados, Dios te ha mostrado su misericordia?

O.: Sí, yo lo he visto, lo he experimentado muchas veces. Veo que soy un pecador, he visto a través de mis pecados el amor de Dios en mi vida.

¡Qué raros son los kikos! En serio, yo no he encontrado el amor de Dios a través de mis pecados, sino que lo he experimentado cuando me ha sostenido y cuando se ha hecho el encontradizo conmigo, cuando me ha mimado y cuando me ha rescatado.

Kiko: ¿Estás convencido de que Jesucristo ha muerto por tus pecados y que Dios lo ha resucitado para que después tú puedas pedirle perdón? ¿Has experimentado este perdón?

O.: Sí. Por supuesto.

Kiko: ¿Estás dispuesto a decírselo a la gente aunque se rían de ti, aunque te cueste?

O.: Si, además he visto un milagro.

Kiko: Háblame de ese milagro que has visto.

O.: Terminamos la convivencia de la Traditio. El lunes fui a la fábrica (el jefe de la fábrica es mi hermano, que sabía que había ido a Madrid a una convivencia; mi hermano me ataca constantemente y esto repercute incluso en mi salario y con los compañeros de trabajo ante quienes me deja en ridículo). Ese día tenía que ir a Inglaterra por unos asuntos impostergables con un cliente muy importante, y veía que ni el martes ni el miércoles iba a poder estar en Barcelona. Empecé a orar con angustia y tomé la decisión de jugarme el empleo. Estaba decidido a hablar con los gerentes cuando llamó por teléfono un cliente mucho más importante que el otro: mi hermano me llamó con urgencia y me dijo que no podía irme de viaje y que cancelase todas las citas. Fui al baño y lloré de emoción porque el Señor, de la manera más sencilla, cuando no había solución… Vi el poder de Dios, vi que existe verdaderamente.

Esto es idolatría al CNC: valorar en más el poder acudir por las noches a enterarse de temas privados y personales de los “amados hermanos” estrujados, digo, escrutados, que el cumplimiento del contrato laboral que impone viajar a las instalaciones del cliente.

Kiko: El Señor te lo ha concedido no porque hayas orado sino porque viene muchas veces a buscar un fruto; te pone a prueba para ver si te juegas el puesto de trabajo, y si estás dispuesto a jugarlo ya no es necesario probarte ahí. El Señor hace con nosotros lo que hizo con Abraham: “Ve, toma a tu hijo y sacrifícamelo” y cuando ve que Abraham es capaz de esto envía a un ángel para que detenga la mano con el cuchillo. Dios no quiere que te quedes sin trabajo, lo que quiere es que lo ames a Él sobre todas las cosas.

Dios no quiere que vivas para la comunidad, no quiere que pongas a la comunidad por encima de tu familia, de tu trabajo, de ti mismo. A lo mejor por eso la comunidad es una jaula de leones devoradores, para que te des cuenta de dónde te has metido.

 

viernes, 25 de febrero de 2022

Presunción y realidad del Camino Neocatecumenal

 

Hace poco he comentado que aquellos que se suponía eran los más cercanos a Carmen Hernández, en realidad tenían un profundo desconocimiento de ella, hasta el punto de no tener ni idea de cuáles eran sus pensamientos ni de la terrible intensidad de sus sufrimientos.

Esto no es que lo diga yo, es que, en nombre de todos, lo ha dicho Kiko, y no una, sino en numerosas ocasiones. Por ejemplo, en agosto de 2017, dijo:  «No sabíamos nosotros el sufrimiento tan grande de Carmen, con el cual ha vivido Carmen todos estos años conmigo, nunca lo ha mostrado por fuera, ni me ha dicho a mí nada. Nos hemos quedado sobrecogidos cuando hemos leído… pues… no sé, puedo leer cualquier cosa…».

Es que previamente había hecho propaganda de los diarios de Carmen -una serie de notitas breves de ella desde no sé qué fecha a no sé qué otra fecha-, publicados en forma de librito, y que según Kiko era fundamental que todos adquirieran y leyeran para remediar el insalvable desconocimiento de cómo había sido realmente Carmen.

Así que ni corto ni perezoso, sabedor de que da igual por qué página de dicho diario se abra porque en todas ellas hay pruebas sobradas de su sufrimiento y su tiniebla interior, abre el libro y lee al azar: «Es de noche. Fantasmas mortíferos, noche terrible, se yerguen fantasmas que me consumen en la impotencia, en la culpa, en el dolor. Jesús mío, como si fuera culpable yo de todo a ti grito en la noche, sin respuesta. Y el amanecer ¿para qué? Jesús mío, me consumo en la tristeza, en la nada. Jesús, muero esperándote, tú, mi vida».

Así un día y otro día, un apunte y otro apunte, un año y otro año… Una adicta a la nicotina, una persona carente de habilidad social que discutía y trataba con aspereza a todo el mundo y también una depresiva crónica. Y nada de ello estaba oculto, todo estaba a la vista y, sin embargo, Kiko asegura en nombre de todos que no tenían ni idea y fue una gran sorpresa descubrirlo al leer sus notas, a las que tratan de dar categoría de diario.

Por otra parte, en el CNC son defensores de la teoría de que es IM-PO-SI-BLE amar lo que no se conoce. Por eso en la comunidad han de salir todos los trapos sucios y las intimidades de los hermanos: se necesario conocer todo aquello que no querrías que nadie supiera, lo que te guardarías solo para ti, lo que jamás sacarías a la luz, pues de otro modo tus hermanos de comunidad no podrán amarte. Y ya se sabe que el objetivo de la comunidad es que todos se amen mogollón y que sean uno, como el Padre y el Hijo son uno.

La conclusión infalible y evidente es que nadie en el CNC quiso a Carmen jamás, puesto que no la conocieron. Por eso, a título post mortem, les invitan a leer sus notitas para ver si se desarrolla en los neocatecúmenos el afecto o, al menos, que tomen nota de los fantasmas que la acosaban, las tinieblas que la rodeaban, el dolor y la culpa que la oprimían.

Están tan ciegos que no se dan cuenta de que todo ello demuestra lo alejada que Carmen estaba de la paz y la alegría que el Espíritu Santo regala a sus amigos.

Pero hay en todo esto una incoherencia que me conturba. A saber: nadie ignora que tanto Kiko como los grandes lorokistas están dotados por un carisma especial: la visión ultra-supra-sideral que permite conocer hasta las profundidades más inconscientes del otro; de tal modo que no es infrecuente que un lorokista bien entrenado sepa de los demás más que los propios interesados.

No solo eso, como Kiko advierte de vez en cuando, no hay misterios y enigmas para ellos, que lo saben todo sobre lo que hay en el interior escondido -menos para ellos, claro- del ser humano: «Nosotros sabemos profundamente, somos profetas, conocemos el conocimiento profundo de la realidad. ¡LA REALIDAD!» (de una deposición oral de 2013).

Entonces, ¿cómo es posible que la realidad -¡LA REALIDAD!- interior de Carmen fuese un misterio para ellos, que son poseedores -porque ellos lo valen- del conocimiento profundo, abisal, de todos los nacidos de mujer?

No me diréis que la paradoja no es para preocupar a cualquiera.

Hay pruebas abrumadoras de que la ultra-visión es un carisma extendido a todos los neocatecumenales de cierto pedigrí. Por ejemplo, por aportar una prueba, pego un par de comentarios sacados de una de esas redes sociales que tanto picor y malestar provocan a Kiko.

La cosa fue como sigue. Primero alguien publicó esto:


El que soltó la patochada muestra lo poco que sabe de lo que es la humildad, de hecho muestra un inmenso ego que considera que todo gira a su alrededor y que todo lo que pasa le tiene a él como centro del universo. Pero lo interesante está en los comentarios.

Alguien aporta su experiencia concreta y -aunque no se expresa bien- concluye que es un error manifiesto hacer uso de violencia verbal contra el otro con la excusa de hacer humilde a ese otro. 


Desde la administración de la página recibe una respuesta que demuestra fehacientemente la visión ultra sideral del que contesta, pues de otro modo le sería imposible saber del masoquismo, el rencor y el juicio que pregona existe en su amada hermana. Y, sin embargo, el que contesta sabe del tema un poco más que el mismísimo Kiko, por lo menos acierta al razonar que la humildad no es someterse a las vejaciones.

Pero entendéis mi desconcierto, ¿no? Los kikos solo necesitan olfatear un comentario para ser capaces -en virtud de su carisma y de su visión prodigiosa- detectar masoquismo, rencor y juicios a tutiplén. Y, sin embargo, ni uno de ellos conoció a Carmen en vida.

¿Cómo puede ser?

Bien. Tras meditarlo sesudamente he llegado a una conclusión que quiero compartir con todos: La kikotina ciega.

 

miércoles, 23 de febrero de 2022

El itinerario neocatecumenal de María

 

Mi nombre es María, soy ex neocatecumenal y quiero contar mis vivencias como víctima de abusos en la secta de Kiko Argüello.

Voy directa al grano, sin preámbulos.

El que firma lo que no pinta, el pézzimo y una señora que está ahí para rellenar

 

He sido víctima de violencia psicológica (y no solo psicológica), he sido literalmente explotada -ya que me inducían, con insistente prepotencia, a realizar tareas fatigosas y exigentes-, en cometidos que solo eran de utilidad para el círculo cerrado de las comunidades, y he sido objeto de chantaje moral y espiritual. Todo ello me llevó al único camino de salvación que concluí como el más idóneo: abandonar el Camino Neocatecumenal.

No fue una decisión fácil ya que por estar completamente enredada en el Camino, he tenido que renunciar a muchos costumbres y amistades, que desaparecieron al instante. Después consideré que perder a semejantes “amigos” era lo mejor que me podía pasar, eran amistades ligadas al Camino y no a mi persona, pero en su momento fue fuente de agudo sufrimiento y gran desolación.

 Durante nuestra relación, mi exnovio, todavía hoy en el Camino, puso la figura de los katekistas y de los hermanos de comunidad por encima de mí y de nuestro vínculo -esta es una actitud típica de los miembros de la secta- y dejó que me menospreciaran y les `permitió que me dominaran en un mecanismo que estaba aplastando mi alma y mi psique.

También él me hacía violencia. Atrapado por la visión prevaricadora y prepotente del Camino, no se resistió a aplicar la teoría inherente a la katekesis del grupo según la cual el más fuerte debe dominar y escarnecer al más débil. Y yo, entonces, era muy frágil.

Lo he mencionado antes: las "amorosas hermanas" de la comunidad me indujeron a limpiar las salas sin compensación ni agradecimiento, simplemente explotaban mi incapacidad para escapar de sus requerimientos. Los individuos más destacados de la comunidad me manipulaban y sus órdenes debían ser cumplidas de inmediato.

Después de la celebración eucarística, me instigaban a hacer algo que me dolía porque afectaba mi espiritualidad: tenía que ordenar la habitación y también barrer los Fragmentos desmenuzados y caídos del Pan que usan como reemplazo de las hostias. Estaba tan condicionada que no podía contradecir a aquellos a quienes el entorno identificaba como iluminados.

Querían que hiciera mío su lenguaje, reproduciendo sus términos y sus razonamientos, haciéndome perder cada vez más mi identidad y toda capacidad de autonomía.

En el tiempo que estuve en el Camino tuve que poner cantidades enormes de dinero en manos del grupo, porque se estableció un vínculo de causa-efecto entre la entrega del dinero y la maduración en la fe: un engaño que no se reconocer con facilidad cuando todavía se está ahí dentro.

Pero lo que es más grave, las experiencias vividas en este contexto, aún hoy que he salido de él, han impreso en mi alma una sensación de inquietud y angustia, una verdadera depresión; esta "enfermedad oscura" se agrava cuando afronto ciertos recuerdos que me hacen revivir sentimientos de angustia e impotencia.

Las reminiscencias de los años vividos en el Camino aún hoy, pocos años después de mi "ruptura" con la comunidad, me causan malestar a tal punto que se ha diagnosticado como un verdadero daño biológico.

Esto proviene también del hecho de que algunos de mis ex "hermanos" todavía tienen influencia sobre mí porque son de mi familia, y no es fácil lidiar con esta situación, sobre todo porque tengo que soportar sus continuas y cínicas provocaciones en pro de la paz familiar. Estos parientes son los mismos que, junto con otros adeptos, trataron de convencerme de que fuera del Camino no había nada y que sólo encontraría problemas.

Hoy, después de años de triste silencio, he decidido tener el coraje de hablar y dar a conocer los golpes, materiales y espirituales, que he sufrido. Me guía la chispa del deseo de justicia. ¡Un gran salto adelante para mí que soporté todo el acoso con sumisión!

Aún acuso, con toda razón, un fuerte rencor hacia mi anterior pareja, quien nunca me ha pedido perdón por haberme infligido abusos psíquicos y físicos; pero es evidente que no está arrepentido. Con certeza se ve reforzado en su postura por el hecho de que, según la “lógica” neocatecumenal, es la víctima quien debe implorar el perdón por haber inducido al otro a pecar. ¡Una paradoja trágica, digna del camino neocatecumenal!

¡La secta me ha devastado pero ahora estoy lista para levantarme y exigir justicia! Como les pasa a muchos, entré en el Camino con la esperanza de encontrar la ayuda que la secta publicita. Se identifica con un camino de salvación que soluciona todo tipo de problemas, sin embargo encontré justo lo puesto: acoso y esclavitud, ya que fui subyugada y obligada a ceñirme a las exigencias no solo de los katekistas, sino incluso de los propios miembros de mi comunidad quienes, conociendo mis límites y mi sensibilidad, con arrogancia y presunción me ordenaban realizar trabajos fatigosos y extenuantes, mortificándome a cada momento.

Después de un tiempo logré liberarme de ese encarcelamiento, pero no sin dolor. Mi novio me dejó, al igual que todos los demás "amorosos hermanos", y me encontré aislada y sola.. 

Ahora me doy cuenta de que pisé Camino en un tiempo en que necesitaba encontrar apoyos firmes y respuestas a mis interrogantes existenciales y espirituales; me fie de esa publicidad que los neocatecumenales cuelgan por todas partes para reclutar gente nueva, que solo después descubres que son publicidad engañosa, mentiras.

 Ahora sé que el "¡Venid y veréis!" que destaca en letras grandes en esas invitaciones no se adhiere a la realidad cristiana sino que se relaciona con las obscenidades inherentes al ambiente ideado por Kiko Argüello y Carmen Hernández.

Es difícil atinar a describir de forma adecuada todo el mal que la secta es capaz de infligir a los que se unen de buena fe. En este momento estoy en tratamiento con un psicólogo para poder curar las heridas. Siento el deseo de denunciar el mal y agradezco a quienes me han ayudado a expresar una historia que aún me atormenta, con la esperanza de que mi testimonio pueda evitar sufrimientos y frustraciones inútiles a otros o les pueda brindar consuelo en su propio camino de rescate.

 

(Testimonio procedente de neocatecumenali).