martes, 18 de febrero de 2025

Leer antes de entrar en el Camino (II)

 


LA VIDA EN LA COMUNIDAD (por Marina)

...Como miembros del Camino debíamos estar preparados para la venida de Cristo en cualquier momento. Por eso no podíamos faltar a nada, catequesis, preparaciones, celebraciones y reuniones varias. En cada una de tales ocasiones, ¡el “señor” nos hablaba! Una palabra, un signo, un canto podía ser el detonante de la conversión de alguno de nosotros. Para subrayar la necesidad de conversión, se nos insistía incesantemente en que éramos pecadores. Todos éramos siervos inútiles y solo por nuestra voluntad jamás lograríamos nada, pero por la sola gracia nos salvaríamos siempre que perseveráramos en la comunidad.

Así arraigó en nuestra mente la idea de no poder hacer nada sin ayuda del Camino, en particular de los kikotistas. Cada vez que teníamos que tomar una decisión importante pedíamos ayuda a los kikotistas. Toda nuestra vida pasaba por sus manos, desde lo más banal hasta lo más serio. Los kikotistas tenían la obligación de no ser nuestros amigos (nos lo dijeron en la cara). Su relación con nosotros era solo por la kikotización y la desorientación espiritual. En todo lo demás, estaban completamente desapegados. Por ejemplo, en las cenas se sentaban en una mesa aislada.

Debido al distanciamiento con los kikotistas y con la gente de las comunidades más avanzadas en el Camino, imaginábamos a estos hermanos como ejemplos a seguir y esperábamos que algún día nosotros también podríamos hacer lo que ellos hacían. Los miembros de las comunidades más antiguas, los ejemplos a imitar, también se comportaban con desapego y se apartaban de los demás, como en el ágape del domingo de Resurrección. A las 5.30 todos los días de Cuaresma (excepto sábado y domingo) se reunían en la parroquia a la que pertenecía su comunidad, para rezar Laudes. Los mirábamos con admiración y esperábamos que algún día nosotros también pudiéramos llegar a tanto.

A quien entraba en el Camino se le “recomendaba” encarecidamente que no se uniera a otras asociaciones o grupos religiosos. Un día mi marido les dijo a los kikotistas que había decidido ser Ministro Extraordinario de la Eucaristía. Dudaron pero no pudiendo impedirlo le dijeron: "...pero procede con moderación, que no sea causa de que desatiendas la comunidad". No les gustaba que mi marido frecuentase esas misas llenas de religiosos naturales. Ni que yo le acompañase a ellas.

Dentro de la comunidad nunca se hablaba de la Iglesia, el Camino era un mundo aparte. Teníamos nuestros ritos, nuestras imágenes, nuestros cantos, nuestros seminarios, nuestros presbíteros, nuestra forma de orar. Cuando participamos en encuentros no organizados por nosotros (como la visita del Papa a Catania) teníamos que distinguirnos de los demás llevando nuestras imágenes y cantando nuestros cantos. Todo lo que nos distinguía era obra de Kiko Argüello: la Virgen pintada por él, el Cristo pintado por él, los cantos que se decían compuestos por él... ¡Todo era gracias a él!

En los encuentros de carácter nacional o regional, Kiko convocaba al escenario a todos aquellos que querían ser “misioneros”, presbíteros o monjas de clausura. Dentro del Camino, cada uno de sus escritos, cada una de sus obras era ley y nadie tuvo jamás la osadía de rebatir sus pensamientos. Todos teníamos consciencia de que podíamos ser críticos con la Iglesia, pero no con los “responsables” del Camino.

En toda celebración del Camino hay cantos, todos ellos con un ritmo monótono que se intercala con los "crescendos" del coro. Las guitarras, tambores y demás instrumentos repiten las notas con ritmo martilleante y todos han de acompañar cantando y dando palmas. Éramos invitados a cantar con todo el ser. En pocos minutos se desconectaba la mente, pero creíamos que así alabábamos a Dios. La inconsciencia que me asaltaba mientras cantaba y bailaba era la misma que muchos jóvenes experimentan en la discoteca. A veces durante el baile que se hace al final de la uka, me sentía un poco mareada debido a la atmósfera de irrealidad.

Otra característica es que todos los encuentros y celebraciones tienen lugar tarde y muchos, pese a estar físicamente presentes, llegan tan agotados que no se enteran de nada. A menudo, las cosas que nos decían las dábamos por buenas sin razonar ni cuestionar nada. Incluso cuando nos asaltaba alguna duda, estábamos persuadidos de que los kikotistas probablemente tenían razón. Esta forma de vivir en comunidad nos impulsó a aceptar todo lo que nos "sugerían". En las kikotesis y en las resonancias había una "inspiración divina".

Un amigo kikotista que me explicó que en las kikotesis debía atenerse fielmente a las pautas que le daban. También yo, que fui kikotista, recibí el mamotreto y “lecciones” sobre cómo dar kikotesis a los recién llegados.

Cuando se confiaban documentos de este tipo a kikotistas y responsables se explicaba el "método" a seguir y se recomendaba el máximo secreto. ¡Estábamos vinculados a este secreto como a un "secreto de familia"!

En las kikotesis todo estaba bien organizado. La "inspiración divina" tenía como objetivo aturdir la mente que, dados el horario y el ritmo desordenado y repetitivo, no permitían más que confiar en que todo lo que se decía estuviera bien, tanto más cuando si alguien pedía una aclaración, siempre se respondía que callase y escuchase, que lo entendería más adelante.

Al fin y al cabo todo lo que se escuchaba en las kikotesis tenía que ser correcto, ya que los kikotistas sostenían ser "ángeles enviados por la Iglesia".

3 comentarios:

  1. Luego de varios años de caminantes descubri que hay una frase que compendia la vida en el kikoismo
    "Todo lo que digas podrá y será usado en tu contra"
    Por eso es que te sonsacan cosas en escrutes y convivencias para que todo lo que digas y lo que hagas sea culpa de "tu historia".
    O de tu relacion con tus papas o con tus hermanos de sangre.
    Estas dañado. Solo el kikocat te salvará.
    Manipulacion extrema

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    1. Mi historia para ellos no era normal. Me sentía querida por mi familia, no tenía nada que contar en contra de ella y nos queríamos. Tampoco podían soportar que yo hubiera estado siempre en la Iglesia, eso era como una mancha(creo que después han rectificado sobre eso)
      En fin, o habías entrado con ellos,o no valías pa ná! La humildad relucía por su ausencia.

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    2. La humildad catecumenal kika es una falacia. Se dicen los "peores" pero proclaman que su "movimiento" es el mejor. "los beatorros de la misa de 12" o sea dicen una cosa y luego otra. Parroquia que van, parroquia que quiere convertir a su antojo. Los demas movimientos son de "religiosidad natural", solo ellos son los "super y ultra y verdaderos" cristianos, los otros no.

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