miércoles, 12 de febrero de 2025

Ningún kikotista quiere eso para su hijo

 

¿En qué pensaría quien decoró esto?

Hay en el CNC una figura, carisma le dicen ellos, que son muy finos, que es un estamento en sí mismo.

Me refiero a la figura del ostiario, el hermano portero, para que se entienda, salvo que en el CNC se carga al ostiario con muchísimas más funciones de las que corresponderían a una ocupación de portero.

El ostiario es quien primero ha de llegar a la sala de usos múltiples y el último en marcharse. Tiene que asegurarse de que todo esté dispuesto e impecable cuando empiecen a aparecer hermanitos: el suelo barrido, las alfombras limpias y bien situadas, las sillas (la asamblea, de nuevo jerga kikil) colocadas, el atril, el cubre atril, las flores, los libros, la mesa, los manteles, los paños e instrumentos litúrgicos, el vino…

Todo es cometido suyo. Es quien guarda las cosas y quien las saca, quien se preocupa de su limpieza y mantenimiento, es responsable de que no falte el vino ni el pan y cuando hay convivencia también es cosa suya hacer el equipaje de las cositas de la comunidad (la patena, el cáliz, el cirio, los manteles, el candelabro, las botellas…).

Así que el ostiario llega antes para “hacer el servicio” de tenerlo todo preparado y al terminar el akikolarre es también quien tiene el cometido de recogerlo todo, guardar bajo llave las cositas y llevarse las que requieran ser lavadas y planchadas.

Y ha de hacerlo todo sonriente y feliz, agradecido de poder servir a sus hermanos. Pobre de él si poner mala cara porque nadie le ayuda o porque en lugar de apartarse se quedan en medio de cháchara y le dificultan la tarea de guardar las cosas. Se requiere del ostiario que sea eficaz e invisible, que jamás pretenda que su labor sea reconocida, no hay agradecimientos para el ostiario, solo críticas cuando se produce algún fallo.

Voy a relatar cómo se hacía en mi comunidad.

Tras varios intentos fallidos, es decir, tras quemar a más de un hermano, fue elegida ostiaria una señora viuda muy dispuesta y capaz.

La comunidad no disponía de una sala de usos múltiples dedicada en exclusiva, es decir, la sala era compartida con otros grupos de la parroquia, de modo que había que acondikikonarla antes de cada akikolarre: extender las alfombras y aspirarlas, distribuir las sillas, que no eran de metacrilato, sacar todos los adminículos precisos, asegurarse de que estaban limpios. Y al terminar recogerlo todo, todo y todo, las sillas se amontonaban unas sobre otras y se retiraban, las alfombras se enrollaban e incluso la mesa, si se había montado, se dejaba plegada en un rincón.

De forma “oficial”, por así decir, esa viuda era la única ostiaria de la comunidad, pero obviamente ella pedía ayuda a las demás viudas. Entre las cuatro que había se ocupaban de la limpieza y planchado de manteles, purificadores y corporales, la adquisición de flores y la decoración con ellas, la adquisición del vino y, más de una vez, la elaboración del pan.

Solo recibían ayuda con la elaboración del pan, que a veces traía alguna otra persona. Esto tenía dos facetas, por un lado, quitaba algo de trabajo a la ostiaria, pero por otro había que esperar a que llegase el pan para poder dar comienzo a la uka. Y un defecto muy muy extendido en el Camino es la impuntualidad, era de los más habitual que la uka empezase 45 o 50 minutos después de la hora prevista. Esta impuntualidad, entre otros motivos, era tal que ningún cura no kiko quería celebrar con mi comunidad.

Había otro aspecto en que la ostiaria no era autosuficiente: cada vez que la comunidad salía, ella preparaba la maleta, pero no tenía coche. De modo que el responsable encargaba a alguien que acudiese a por la maleta.

Y luego estaba el delicado asunto del dinero, porque las flores y el vino no salían gratis; y si había que llevar la alfombra al tinte, tampoco. La ostiaria tuvo que imponerse para que la comunidad le adelantase el dinero, en lugar de adelantarlo ella y echar cuentas después.

Jamás se le reconoció a esta mujer su dedicación a la comunidad, al contrario, recibía miradas despectivas cuando apartaba a quienes se plantaban a charlar encima de la alfombra que había que recoger.

Esta es la realidad de la figura del ostiario: se le carga con mucho trabajo que nadie quiere ver y, para asegurarse de no verlo, jamás se le reconoce el trabajo callado que realiza, es más, el ostiario que ose pedir a su comunidad que corrija las conductas, como pueda ser el deshojar flores encima de la moqueta o el fumar en la sala, será acusado de soberbio o de engañado por el demonio o de murmurar contra los hermanos.

No veréis al hijo de un kikotista en el papelón de ostiario, ningún kikotista quiere eso para uno de sus hijos.

 

8 comentarios:

  1. Ciertamente el de ostiario es un trabajo muy poco valorado dentro de la komunidad. No puede compararse con el de ser salmista (aunque berreen sin compasión para los oídos de los escuchantes), y mucho menos con el de ser equipo responsable y katekistas. En el CNC hay "galones", como en una estructura militar, y no se te ocurra saltártelos que "serás puesto en la verdad" muy pronto. Los ostiarios son soldados rasos y les dan por todos lados. Lo de la sencillez, la humildad y la alabanza mejor lo dejamos para más adelante, que los egos tienen que ocupar un buen lugar en el bankete.

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    1. Si de verdad alguno de ellos se considerase el último de todos, debería pedir ser ostiario, pero no sucede.

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  2. Quisiera preguntaros sobre un tema que he observado con el paso de los años en las komunidades. Cuando alguien enferma, se hace mayor, y ya no puede acudir a tripodear como antaño lo hacían, se van haciendo invisibles y prácticamente nadie se acuerda de ellos. Dejas de ser útil y de aportar pasta y simplemente vas desapareciendo a los ojos de tu amorosos hermanos, que siguen con su vida muy ocupada en mil cosas. ¿Lo habéis visto o vivido, o es una percepción mía únicamente?

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    1. Lo he visto.
      Contaré un hecho concreto: había una hermana en la comunidad con cierto grado de parálisis cerebral; se defendía bastante bien, pero al envejecer y quedarse limitada también físicamente acabó en una residencia.
      Su comunidad pasó de ella, jamás fue a visitarla. Es más, enfermó y no acudieron a hacer el paripé de rezar en corro, revestidos de fantasmas, en torno a la enferma, no lo hicieron porque no se enteraron hasta meses después de que ella muriese.
      Así es como funcionan.

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    2. Yo lo estoy viendo en la actualidad, con una familiar que se dedicó en cuerpo y alma a Kikónides durante décadas y ahora, ya mayor y con limitaciones de movilidad, ha sido condenada al olvido y al ostracismo.

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  3. Perdón por mi ignorancia, ¿ exactamente es así? ¿ rezan el corro en el momento en que un hermano va a morir?

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    1. Como no tienen presciencia no será usual que acierten con el momento de la agonía, pero como son teatreros, aunque no hayan visitado al moribundo durante años, cuando se enteran de que está en las últimas se organizan para acudir todos juntos a fin de distribuirse alrededor del lecho del enfermo, más o menos en corro, y cantar a grito pelao el Credo.

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  4. En mi komunidad pasó eso con un matrimonio que su hijo, kiko kikísimo, metió en una residencia. Nadie les visitó, pero cuando ella murió, todos allí. Hubo una sorpresa: la difunta estaba cerrada y no pudieron hacer el paripé.
    Otra hermana estuvo muy malita durante la pandemia, no la visitaron salvo para recoger el diezmo. Cuando agonizaba querían ir a visitarla, pero sus hijos no lo permitieron. Eso sí, llegaron al tanatorio, hicieron el paripé en la Euca que celebraron y al día siguiente fueron a cantar hasta su entierro, donde cantaron el Credo.
    Otras dos mayores dejaron la komunidad por enfermedad, ellos ni las llamaron, pero cada mes, pasaba una a recoger el diezmo, y decía el responsable: estas sí son hermanas.
    Lo de los ostiarios aquí igual, sufren (ahora no lo sé porque decidí hace dos años no ir más) como animales, las viudas sobre todo. Había una que pagaba todo y no la pagaban.

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