Inicio de curso 2024-25 (XIX)

 

Sucede que para contar con el “apoyo” contable y legal de la parroquia a fin de mantener sumergida la contabilidad del CNC es necesario, muchas veces, llegar a esferas más altas, aunque estén llenas de demonios y aunque ello implique proyectarse -no te proyectes, hermano- y sangrar a los sufridos neocatecúmenos para costear viajecitos y estancias en el hotel Galilaeae. Por eso, el último aviso de Ascen es la orden perentoria de hacer proselitismo publicitario en los obispados:

«En muchas zonas hay nuevos obispos que no conocen el Camino o lo conocen poco. …el Señor nos ayudará a hacer una convivencia con los obispos, para que ellos puedan conocer bien el Camino y no las cosas que se oyen o se leen sobre nosotros, que muchas veces son incorrectas. Es mejor, si podemos, explicar nosotros qué es el Camino. Entonces hemos pensado hacer una convivencia en la semana in albis, en Israel. Estamos seguros de que la guerra terminará pronto. Así que debéis invitar a los obispos de vuestra zona y en la convivencia de enero debéis decirnos cuántos están pensando en venir. Será de martes a domingo. Debéis ir a visitar a los obispos con la confianza de que habrá paz. …Para los obispos será maravilloso… es un regalo para ellos. Les hemos escrito una carta de invitación, que debéis entregarles personalmente, en mano».

Jamás se podría considerar que meterse en una zona en guerra sea un regalo, pero los neocatecumenales son muy de consultar la bola de cristal, que les augura una paz que los hechos concretos desmienten (en los mentideros neocatecumenales cruzaban los dedos para que ganase Trump, convencidos de que con él la guerra desaparecería magikikamente). O quizá sea otra la urgencia de atrapar obispos en una “encerrona padre”. Pero tener visitas de postín implica que antes han de viajar otros, pues las reservas de la domus no se reponen solas:

«Sabéis también que las comunidades han retomado las peregrinaciones a Israel. Es cierto que todavía es un tiempo un poco difícil debido a la guerra, pero con la debida atención es posible retomar estas peregrinaciones. Una cosa es cierta: todos los hermanos que fueron a Tierra Santa este año estaban contentísimos, felices de poder estar tranquilos en los lugares santos solos, sin colas... Y muchos hermanos que no fueron con su comunidad, después se han arrepentido. Por eso os decimos: ¡Ánimo! Sigamos con las peregrinaciones a Israel».

No es que Ascen conozca o haya hablado ni con todos los que han ido ni con los arrepentidos que no fueron, es que la bola de cristal es utilísima.

La verdad verdadera es que hay comunidades que tras pagar todo el viajecito -con el sobrecosto de los kikotistas, que van de gratis- no han podido viajar, porque las autoridades de su país de origen no han dado permiso. Los hermanos de estas comunidades están arrepentidísimos, cierto, arrepentidísimos de haber pagado, arrepentidísimos de haberse fiado de unos que aseguraron que no habría ningún problema y que diosito les llevaría sobre alas de águila, porque la organización del frustrado viaje no les ha devuelto nada de nada.

Han perdido todo el dinero, un dineral para muchos. Y algunos han vendido bienes y contraído deudas que ellos sí tienen que pagar, pese a haberse quedado sin viaje.

Pero hay más.

En el mamotreto italiano, Ascen le cede la palabra a Rino, para que él, que ejerce de gerente del hotel Galilaeae, cuente lo bien que se está en zona militarizada, con el peligro de la guerra en la puerta de la casa.

Pero Rino, nada sorprendente, se va por las ramas. Lo primero que cuenta es que han inventado un “año de inmersión en la geografía de la salvación”, que es un remedo de un erasmus estudiantil, solo que los que van a pasar un curso en Israel tienen el cometido de hacer de camareros y asistentes en las kikoreuniones.

«A pesar de la guerra y de muchas dificultades, el Señor nos ha permitido comenzar este año de inmersión en la tierra del Señor, y la experiencia del primer año ha superado todas nuestras expectativas: un verdadero don que ha ayudado a los presbíteros que lo han visitado, que se fueron todos contentísimos, renovados en el ministerio y en la misión de la Iglesia y del Camino».

Lo de siempre, todos contentísimos, todo pájaros y flores. La traducción es: no saben que hacer para evitar que muchos presbikikos, tras darse cuenta de su falta de vocación, sean honestos consigo mismos y con Dios y reconduzcan su vida.

Luego Rino repite lo dicho por Ascen, pero con un tono más fatalista: desde hace algunos años los acontecimientos, queridos por Dios, han impedido las “encerronas padres” de obispos. Y esto no puede seguir así. Cada vez son menos los obispos “amigos”, cada vez son más las dificultades para mangonear en las parroquias; es imperativo volver a llenar el hotel Galilaeae de obispos, incluso de nuncios, aunque vengan acompañados de demonios.

«El equipo ha visto claramente que es muy importante que retomemos estas invitaciones que damos a todos los Obispos. Esta vez incluimos también a los nuncios, como alguien nos pidió. Sin embargo, si los nuncios quieren venir, deberán pedir permiso a la Santa Sede.

Es importantísimo para nosotros retomar esta experiencia que tanto fruto ha dado, con la posibilidad de que los obispos vivan un poco de nuestra experiencia litúrgica, particularmente la Eucaristía, que les explicaremos. Muchos no saben qué es el Camino, por eso es importante que realmente sepan qué es el Camino, que lo experimenten, que sientan el carisma, que escuchen la predicación, la confesión en una asamblea, la celebración de la Eucaristía con resonancias».

Ahí queda eso. Para un kikotizado, nadie de fuera es cristiano y, por tanto, no sabe lo que es la Eucaristía, aunque sea obispo.

Y ante tales aberraciones, la Iglesia, por desgracia, mira para otro lado.

Antes de repartir las invitaciones para los obispos, Rino suelta lo que él debe de pensar que es un mensaje de ánimo a quienes tienen la penosa tarea de vender al obispo la idoneidad de dejarse llevar a una encerrona padre en una zona en guerra:

«En los veinticinco años que llevo allí yo he sido testigo de cinco guerras y no pasa nada; es parte de nuestra vida en Tierra Santa».

Esta es la empatía neokika para con el otro, que es Cristo, este es el carisma neocatecumenal. ¿Qué la población sufre y muere? A ellos plim mientras la bodega de la domus esté llena.