"Sacerdote" sin formación cristiana

 

El domingo 20 de marzo de 2022, Mario Pezzi fue entrevistado por Mónica Mondo para una cadena de TV italiana. 

Recuerda: Dios te ama pecador, pero a las cosas de la comu se va bien vestido

Empieza Mario mostrando preferencia por ser llamado “padre” porque dice que sigue siendo “comboniano de corazón”, desde luego de facto no lo es,  es más, dejó de serlo a los pocos meses de su ordenación, al poco de cruzarse en su camino un par de españoles afincados en Roma.

Cuenta Mario que ya durante su formación en el seminario entró en crisis, crisis que se agravó recién ordenado -con veintisiete o veintiocho años-, cuando le mandaron a seguir formándose a una universidad pontificia. Mario achaca el agravamiento al ambiente estudiantil de 1969 y asegura que lo que le preocupaba en esos tiempos era «encontrar una forma de ministerio sacerdotal más cercana e inteligible para la gente».

Quizá el núcleo central y profundo de esa preocupación es que no debería haber sido ordenado. Porque sucede que los combonianos son una orden misionera, no se dedican a la repostería ni a la elaboración de corporales en el retiro de un monasterio, son misioneros. Es decir, practican día a día el trato directo y cercano con la gente y han de ser muy muy inteligibles para la gente de las misiones.

En una misión no se pueden soltar rollazos en los que se entremezcla lo que dijo tal Papa hace cuarenta años con lo que dice la doctrina de la Iglesia y lo que soltó una depresiva de categoría superior un día que le dio por hablar. En una misión no se escriben tochos ilegibles, se pone en práctica la palabra de Dios, todos los días, a todas horas y con todos lo que se acerquen por allí.

Tras treinta años de estudios para ser cirujano...

Lo que sucede es que Mario, el “comboniano de corazón” ausente, jamás puso en práctica la misión de su orden y prefirió la comodidad de un pisito con un despachito donde escribir esos rollos intragables que año tras año reparte por las comunidades.

Como sea, el caso es que el pobre Mario estaba en crisis, muy perdido y sin discernimiento para darse cuenta de que lo que buscaba estaba en la orden de los combonianos. Y entonces aparecieron los dos españoles.

Estos españoles proponían un sistema en el que el sacerdote solo era un figurón decorativo, como un jarrón, a quien no correspondían las tareas de guía espiritual ni de formación de nadie, tareas que eran exclusivas de unos presuntos katekistas que eran los únicos preparados para realizarlas con éxito. De forma que Mario reconoce que su papel tan solo fue el de «estar presente en las diversas etapas con las que nació el Camino Neocatecumenal».

Él fue -y sigue siendo- el mascarón de proa para dar la impresión de que la Iglesia estaba detrás de los inventos de la pareja de españoles.

Peor aún. La entrevistadora le pregunta por su formación católica y la respuesta de Mario es: «La tuve después, en el Camino».

Dice que su familia era católica, pasó años en un seminario, fue ordenado sacerdote comboniano y también asegura que su “formación católica” la adquirió posteriormente en el Camino. 

Jamás debió ser ordenado.

Ingeniero tras veinte años de estudios

Y lo ratifica con lo que sigue. La entrevistadora pregunta qué es el CNC. La respuesta del que no debió ser ordenado es que se trata de «un don de Dios para la Iglesia de hoy». Es un tic muy usual en los adictos a la kikotina el usar en vano el nombre de Dios, pero lo mejor es cuando trata de explicar en qué consiste ese presunto don divino: «Kiko como artista... es pintor, musico, arquitecto y... muchas cosas más... Carmen es más investigadora porque era química capacitada para investigar e hizo esta investigación en los libros y en la Sagrada Escritura y le traspasó esta sabiduría a Kiko».

Es decir, un cúmulo de mentiras, lo que en el fondo describe bien lo que es el CNC.

Luego viene la pregunta de cuánto dura el Camino o si no acaba nunca. Y Mario asegura que no dura toda la vida, que se acaba en apenas unas décadas. Lo que no dice es que después de ser revestido de blanco y de ser remojado en el Jordán (un re-baño que no sirve para nada porque el Bautismo no puede repetirse) te dicen que debes vivir para la comunidad, como siempre, y bajo la ilegítima autoridad de los loros de Kiko, también como siempre.

El recto sentido del catecumenado es formar y guiar a los catecúmenos, y una vez que han completado la formación dejan de ser catecúmenos, ya son cristianos adultos. En el CNC todo se retuerce, así que el catecúmeno sigue siendo catecúmeno toda su vida, jamás llega a la meta. Jamás.

Mario insiste: «Estamos acostumbrados a que para ser ingeniero se necesita un curso de muchos años, para ser cirujano… y para hacerse cristianos… Por eso el Camino es un regalo para esta sociedad».

¡Todo lo contrario! Yo no me fiaría de ningún ingeniero que haya necesitado veinticinco años para sacarse el título o de un cirujano que haya requerido treinta años para ejercer, y tampoco de un “cristiano” que tres décadas después todavía necesite que alguien como Mario le explique la doctrina, sobre todo porque en doctrina Mario patina mucho.

Por ejemplo, durante la entrevista recurre a la manida historia de Dios que te ama tal como eres y no te pide que cambies. Y de repente, pasa del pecado a tener dentro el Espíritu sin ninguna contrición por el pecado, sin confesión, sin conversión… sin esas cositas de beatorros de misa de 12. Mario quizá ignore que en la carta a los Gálatas, que él cita, San Pablo escribe a personas que han terminado el catecumenado y se han bautizado y, no obstante, les advierte que huyan de las rencillas, las envidias, los celos, etc. Es decir, San Pablo bien sabía que no tenían el Espíritu Santo de modo automático ni magikiko, por lo que les recordaba la necesidad de cambiar de vida para estar en gracia.

Quizá lo más lamentable después de su reconocida ignorancia de la doctrina católica, puesto que la formación que tiene la adquirió en el CNC, se produce cuando la presentadora advierte un olor judaizante en las prácticas del Camino. Entonces Mario levita y asegura muy ufano que lo que se hace con los jóvenes en el CNC es similar a la acogida de un prosélito judío, que solo es admitido si está dispuesto a morir.

Pues será muerte por desangramiento si hay algún problema en la circuncisión, ya que ese es el requisito fundamental y no otro.

Dicho lo cual, malo es si se trata de una burla, y peor si lo dice en serio.