Segundo escrutinio (LXXI)

«Una cosa importante: no se trata, referido a la Palabra, de ser exhaustivo. No queremos que te acerques a las Escrituras con una mente griega: en el sentido de aprender cosas. Esto no lo haces para aprender mucho, para saber mucho. Esto no se trata de saber cosas. Digo esto para aquellos que tienen menos formación: no se hace esto para daros una formación.»

Desde luego que no, para dar formación habría que respetar el magisterio de la Iglesia. Y eso no se hace.

«Las Escrituras contienen la Palabra de Dios. Sólo con el hecho de que os sentéis con la Palabra, de abrirla y leerla, Dios ya está hablando, estáis en contacto con el Señor. Yo siempre pongo un ejemplo. ¿Cómo debemos acercarnos a la Palabra? Dos novios no se reúnen el domingo para verse y decirse cosas. Si les grabásemos con un magnetófono y pudiéramos escuchar la conversación, ciertamente no sería: "Estoy felicísimo de estar contigo, ahora te voy a explicar la teoría de la relatividad". Y el otro le contesta sobre lo que está estudiando. No, no es así. No es para aprender, no es para enseñar cosas. Si ponemos una grabadora, no escuchas nada porque se están dando besos. Porque ya el hecho de estar juntos es importante: estar juntos. Tomados de la mano, mirándose, estando. Lo mismo sucede con la Palabra. Te acercas a la Palabra, que es una presencia muy importante: si Cristo está presente en los pobres, antes está presente en la Palabra. Quienes se acercan a la Palabra se acercan a Cristo. Cuando os reunís para leer las Escrituras, se cumple esta Palabra: "Donde dos o más se reúnen en Mi Nombre, Yo estoy allí". "Escruta las Escrituras -dice Jesús en el Evangelio- porque hablan de mí". Así que allí se está apareciendo Jesucristo.»

La primera cita es más o menos ajustada. En la segunda se retoma la costumbre de tergiversar. La cita correcta es: “Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha enviado. Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida”. (Jn 5, 37-40)

«Si la figura que toca esa noche es muy larga y ya se ha hecho muy tarde, entonces la rompéis. No es necesario que la reunión dure más de dos horas. Podéis hacer una hora de lectura y la siguiente de puesta en común. Lo primero es leer. Algunas figuras son muy largas, entonces las dividís. Por ejemplo, Moisés es muy largo, también David, lo podéis hacer en tres veces. Quiero decir que comienzas a leer a Moisés y cuando has leído lo suficiente, te detienes y comienzas a leer los paralelos. Cuando termines, pasas a la segunda parte: "¿Cómo se cumple en Jesucristo?". Si se divide la figura, los equipos son los mismos. ¿Entiendes? Quiero decir que no se trata de entender qué significa Moisés, si es un profeta o qué es... Es suficiente leer las Escrituras, hermanos, que están llenas del Señor.»

Supongamos que sí. Si lo que Dios te dice es sólo para ti, ¿por qué se pone en común? ¿Será que no se trata de lo que Dios te diga, sino de lo que tú cuentes de ti mismo?

«Dios os está hablando y vosotros estáis escuchando a Dios. Adán se hace una vez en las casas y, la siguiente vez, en la comunidad. La misma figura. Esto os durará más de un año; continuaréis así el segundo año también. El primer miércoles, entonces, habéis visto Adán y habéis hecho puesta en común. Para el miércoles siguiente, el responsable habrá formado un equipo diferente al de las casas, que se reunirá para preparar una celebración de la Palabra sobre Adán. Esta será una celebración de la Palabra normal, con cuatro lecturas: una de los libros históricos, una de los Profetas, una de las Epístolas y la última de los Evangelios. ¿Entiendes?

Ahora elegiremos al responsable de la comunidad.

Esta votación será más seria, hablando humanamente, en el sentido de que os conocéis más y conocéis también al hermano que tiene más condiciones en el sentido de la fe, de la dedicación, que verdaderamente creáis que el responsable funcione; hoy tal vez creas que hay otro hermano que se ha distinguido y quizás pueda hacerlo mejor: podéis votar a otro hermano, sin ningún problema. Escribes solo un nombre, no se puede votar a sacerdotes y monjas. Hagamos una breve oración.

Invocación cantada al Espíritu Santo

(Se distribuye una hoja y cada uno escribe un nombre, los catequistas también votan, luego se eligen tres corresponsables con tres votaciones diferentes y un solo nombre cada vez).»

En esto como en todo, las votaciones suelen estar muy dirigidas por los kikotistas. En la última el kikotista directamente señaló a quien quería. En la de los segundos escruticidios se insistió mucho en que votásemos a un matrimonio para el puesto, que no carisma, de responsable, así quedó descartada más de media comunidad.

«Ahora también elegiremos un ostiario. Es un carisma muy importante. Su misión es preparar la sala para las celebraciones: abrir la puerta, barrer, colocar las sillas, el ambón, la mesa, todo lo que se necesita tanto para la Palabra como para la Eucaristía. Este hermano, sin esfuerzo y sin murmurar en su corazón, juzgando a los otros que no le ayudan, representa a Cristo siervo de todos que hace los trabajos más humildes. Prepara la sala y, al final, vuelve a colocar todo en su lugar. Es el primero que llega y el último que se va. También se encarga de presentar al responsable a las personas nuevas o de ayudar a quienes llegan sin saber bien qué hacer. Otros hermanos de la comunidad lo ayudarán a colocar las sillas o arreglar las flores, pero él es responsable de todo esto. También se preocupa de escribir a los itinerantes y a los hermanos ausentes. Si no tiene el carisma de escribir, puede hacerlo el responsable u otro hermano. Hace el pan, aunque lo puede hacer otro. Si en alguna ocasión el responsable se da cuenta de que este hermano hace las cosas con esfuerzo, se le releva de sus deberes y se elige a otro. 

Levantad la mano aquellos que estén dispuestos a hacer este servicio. (Levantan la mano y se hace una votación entre todos los voluntarios).

También tendréis que elegir, más adelante, un solo salmista.  

 
No quiere decir que los otros no sean salmistas, sino que la comunidad reconoce el carisma, que no es uno que rompe los tímpanos cantando para sí mismo. Este será, por así decir, el maestro de salmistas y puede ser ayudado por otros hermanos que lo ayuden a cantar, y así la comunidad será más rica, no tendrá un solo salmista. Pero él es el responsable de los cantos. Por esto debéis elegir a uno que sea el responsable de esto. De hecho, si se elige a más de uno, comienza la competencia. Los artistas somos muy vanidosos e insoportables y luego comienza la envidia: de repente nadie quiere cantar y de repente todos quieren cantar. Teniendo un responsable de los cantos puede cantar un día uno y un día otro... En cualquier caso, la comunidad debe expresar su opinión en este sentido. No son leyes.»

Ni idea de a qué se refiere. En mi comunidad, al responsable de los salmistas lo eligieron los kikotistas por decreto-dedo y jamás se nos ha pedido expresar nuestra opinión.

También elegís tres lectores que tengan el carisma de proclamar la Palabra. Lo cual no significa que nadie más pueda leer. Estos pueden educar a otros para que lean para que la comunidad no se canse de escuchar siempre a los mismos. Pero si un día lee otro, no puede ser uno que no tenga la menor idea. Por esto los tres lectores tienen la responsabilidad en este sentido. Es necesario leer despacio, con voz fuerte, pronunciando todas las sílabas y con Espíritu. Las moniciones a los cantos normalmente las hace el salmista, pero también pueden ser uno que haya preparado la celebración. Vosotros veréis cómo hacerlo.

Como catequistas seguís siendo los que ya erais. Más tarde os confirmaremos o no. Preocupaos mucho por los signos. Que haya mucha luz en la celebración, alfombras (si es necesario poned moqueta). Todos los signos con mucho celo.»