Segundo escrutinio (LXVII)

Pasen y vean a la ignorancia dando clase de economía sumergida, submarina y subterránea.

«Además, esto significa que el hombre no puede acumular y pone al hombre en una situación que le hace pensar en la economía de manera diferente. No vive pensando en ahorrar, sino que aprovecha más la vida y tiene todo en abundancia porque lo que empobrece es el ahorro, la acumulación de capital.»

Ojalá los corruptos creyesen que lo mejor para nadar en la abundancia es no ahorrar, así no abrirían cuentas en paraísos fiscales.

«Es tremendo pensar que la mayoría de las obras y bienes más ricos del arte están en las cajas fuertes de los bancos. Quien tiene un Velásquez no lo tiene en casa, lo guarda en la caja fuerte, en el banco, bien vigilado; quien tiene un magnífico collar no lo guarda en casa, lo conserva, controlado, en el banco y lo saca muy raramente, si hay una gran fiesta muy importante. Las personas importantes que tienen diamantes muy preciosos hacen copias falsas que son las que muestran y llevan. Todo esto empobrece. Al final todo estará en la caja fuerte, todo estará oculto: la belleza, el arte, el dinero, el amor. Todo será enterrado bajo cemento, bajo metros y metros de acero. Esta es la verdad. Es algo terrible.»

Eso debe ser lo que les pasa a los amorosos hermanos kikos, que han enterrado el amor para que nadie se lo robe y por eso son como son.

«Menos mal que los ladrones vienen de vez en cuando, menos mal. Me reí mucho cuando escuché lo que sucedió en Niza, cuando los ladrones llegaron a esas cajas de seguridad, las reventaron y robaron todo. Todos tenían su cajita con sus joyas, pinturas, todo. Y tal vez viven pobremente en su casa pensando que tiene la seguridad allí, en el banco. Y tal vez sucede que les viene un infarto y toda esta seguridad ellos nunca la han disfrutado y se la queda un primo que apenas pone sus manos sobre los bienes (mal acumulados y malgastados) como no los ha sudado, no le importan nada: lo vende al primero que encuentra y lo gasta en cinco días. Si lo viese el tipo que ha pasado toda su vida pensando en esa joya, esa estatua, esa cosita... ¡Ironías de la vida, hermano! Pero esta es la vida.»

No sólo un derroche de juicios sobre las intenciones de los demás; lo anterior también es un derroche de mala baba riéndose mucho del mal ajeno.

«Carmen me recordó un cuento hindú. Os cuento una parábola hindú que es muy interesante para lo que concierne a la avaricia, el afán por las riquezas. Dice que hubo un hombre más o menos feliz como todos nosotros. Era sastre y vivía tranquilamente. Entonces, un día, le sucede una cosa: encuentra un tesoro. Era un hombre pobre, pero podía mantenerse con su trabajo, él, su esposa y sus hijos. No era un hombre que tuviese muchos sufrimientos o muchos problemas y tampoco era excesivamente feliz. Un día que el negocio iba un poco mal, estaba sentado bajo un árbol y un espíritu como el demonio le dijo: "¿Quieres ser rico?". Él respondió: "¡Por supuesto que quiero ser rico, me gustaría ser rico!"; "Bien: aquí hay siete tinajas llenas de oro, siete tinajas llenas de monedas de oro, todo para ti". Pero a una de estas cubas le faltaba un poco de oro. El hecho es que este hombre no podía entender por qué había seis llenas y una en la que faltaba un poco de oro. Entonces pensó: "Lo que tengo que hacer es terminar de llenar esta última tinaja de oro, así seré el hombre más rico del mundo, el más rico del país". Y pasó toda su vida trabajando y trabajando para llenar la tinaja sin tocar las otras. Empezó a adelgazar, a ser intratable con su esposa, a ser un avaro, un tipo tal que en su casa no se podía comer, no había alegría en su casa. Hasta que un hombre, viendo cuánto sufría y cómo se había vuelto avaro, dijo: "Ciertamente alguien te ha engañado con las tinajas: ¿no es verdad que tienes siete tinajas?". Lo mismo le había sucedido a él y se había deshecho de las tinajas. Y el otro venga a decir que no era cierto, que nada era cierto. Era una enfermedad. El dinero desencadena en el hombre tal corriente de egoísmo que lo puede transformar. Este es el cuento hindú. El hombre le dijo al otro que lo que tenía que hacer era liberarse rápidamente de todo aquello: para volver a ser libre de nuevo. Y efectivamente volvió la alegría a su casa, volvió a ser un tipo normal nuevamente y si se desperdiciaba la luz o se consumía la vela o se gastaba un poco de más, aunque al día siguiente no hubiese tanta luz, no le importaba. Vivía con lo que había hoy y, mañana, con lo que hubiese mañana: porque hoy es hoy y mañana es mañana.»

No como su sensibilidad, que reclama hoy las bolsas que gastó ayer (y dejó a deber) y las que gastará mañana (dejando más deudas sin pagar).

«Esto de vivir el hoy es algo que tenéis que aprender todos vosotros. Yo, por ejemplo, pienso que lo estoy aprendiendo ahora un poco. Precisamente porque tengo tantísimos escrutinios, tantos y tantos escrutinios, no me hago ilusiones sobre nada y estoy cansado. Lo único que me ayuda es vivir en el hoy, vivir el ahora; porque si pienso en después, realmente no me gusta mucho humanamente... Entonces lo mejor es vivir el ahora. Y este hecho me ha dado el mejor modo de vivir, completamente en paz. Esto me lo ha concedido el Señor recientemente, y también a Carmen. Vivir verdaderamente el hoy.»

Sí, sí, en el hoy de proyectar un viaje por unos cuantos países, una encerrona de obispos a continuación, un mega-encuentro para que le hagan la ola…

«No vivo pensando que me iré a Roma o que este año iré de vacaciones todo el verano o lo que quieras. Como no tengo vacaciones... me es imposible vivir pensando en lo que viene después.»

Supongo que lo que quiere decir es que como no sabe lo que es el trabajo, tampoco sabe lo que son las vacaciones de quienes cotizamos.

«Dentro de poco el próximo escrutinio, el hecho de que tengo que quedarme todos los días hasta las dos o tres de la mañana con todos estos problemas: uno que se rebela, un responsable que se ha rebelado y se ha ido y no quiere regresar... Esta es una forma de vivir el ahora, vivir este escrutinio sin querer quitármelo de encima, sino viviendo el hoy, la realidad: vivir hoy sabiendo que aquí está Dios. Esto es algo que incluso si puedes decirlo de palabra, es muy difícil vivirlo. Pero si el Señor te lo concede, es algo maravilloso.»

¡Pobrecito! ¡Qué sufrimiento quedarse todos los días hasta las dos o las tres no teniendo que poner el despertador a las seis y media para ir a currar! No como los escrutados, que además de ser intimidados y acosados sí suelen tener un despertador que va a sonar tanto si duermen como si no lo hacen.

«Es desagradable hablar de dinero, pero debemos aprender a no tenerle miedo. Hay hombres que son muy neuróticos con respecto al dinero: lo digo porque también yo soy uno de ellos. Debemos aprender a no tenerle miedo al dinero, hay gente que lo tiran y hay gente que lo acumula, lo guarda: no sabemos utilizar el dinero, le tenemos miedo, pánico. Esto se debe a que tiene valor como signo de afecto.»

¿? Debe ser parte de su neura eso del afecto desordenado por el dinero.

«Pero hay una cosa que os dije antes: que ahora, en el camino neocatecumenal tendrás que dar las primicias y el diezmo. Este hecho ya está presente en los mandamientos de la Iglesia.»

Se acabó la farsa. Se acabó tu libertad, o lo das o lo das. Y además te sacudirán con mentiras como esa del mandamiento de la Iglesia.