Tostón de Cuaresma 2021 (I)

 

Me da una enoooooorme pereza esto de destripar el tostón que ha tenido lugar con motivo de la Cuaresma del 2021 (año de gloria para ti, para tu familia, tu comunidad y el Camino, como bien sabes). Pero como el destripamiento les viene muy bien a los tres del trípode, para que vean que siguen sin poder salirse con la suya de ocultar y silenciar los merequetengues del CNC, voy a ello.

Si bien, primero quiero aclarar que lo siguiente no es transcripción del tostón emitido por las cuerdas vocales de Kiko con el añadido de una pequeña participación del padre Mario -Ascen solo está para acercarles las gafas, los papeles o la botellita de agua-, sino la repetición “loril” de unos kikotistas que “recibieron” personalmente el tostón del mismísimo triunvirato.

Declarado lo cual, da comienzo el tostón de Cuaresma 2021.

Pues bien. Como es tradición, la cosa empezó tarde y arrancó con “las presentaciones”. Es decir, lo primero siempre es saber quién ha obedecido y está de cuerpo presente y quien se ha escaqueado. Para ello, el kikotista, desde el atril, leía de una cuartilla qué comunidades y de qué parroquias habían sido convocados. Por ejemplo: «De la parroquia de San Eutiquio, la primera comunidad. ¿Dónde estáis? Levantaos, que os veamos a todos».

Y se levantaban tres.

Aclaro que solo habían sido convocados el presbi de la parroquia y los kikotistas de la comunidad, pero se dio la circunstancia de que casi la mitad de los convocados no acudió. Y una y otra vez el convocante, desde el atril, interrogó por los motivos de las ausencias. En muchos casos, se le contestó que los ausentes estaban confinados o enfermos de covid-19. Pero lo especialmente notable fue que la gran mayoría de presbis invitados no acudieron, sin causa de enfermedad ni de confinamiento, lo que me alegró bastante, porque demuestra que su implicación con el CNC es escasita.

También es reseñable que los convocantes no esperaban una gran asistencia y, por ello, en lugar de emplear el templo como salón de usos múltiples, la reunión tuvo lugar en una sala tan fea y deslavazada como todas las que han sido remozadas según la estetikika rampante.

Antes de “las presentaciones” propiamente dichas, el kikoloro transmisor dijo que la pandemia con sus más de dos millones de muertos -ignoro si la cifra es correcta, lo que sé es que esa fue la cifra que dio- nos recuerda adonde vamos: a vivir con Cristo. Porque nuestra vida es muy precaria y esta pandemia nos recuerda esta realidad y nos hace ver toda nuestra historia, nuestra vida. La pandemia hace presente esta realidad. Y aunque no hubiese pandemia los cristianos siempre tienen presente esta realidad.

¿Os ha quedado claro? 

En mi opinión hay gente que ya no está para tratar de repetir consignas sin leerlas al pie de la letra, porque el cerebro también envejece y se lían y empiezan asegurando que la pandemia no es un mal -puesto que es su diosito quien la permite-, sino un medio para descubrir la precariedad de la vida, y a continuación afirma que en realidad ninguno de ellos necesita tal recordatorio, puesto que los cristianos tienen presente a diario su precariedad y también su anhelo de ver a Dios cara a cara.

En fin.

La primera noticia propiamente dicha del primer tostón publicitario del 2021 -año de gloria y tal y tal-, fue la explosión habida en el catecumenium de La Paloma. Aseguraron que es la parroquia más antigua en Madrid en la que se instaló el Camino [En realidad, la primera parroquia de Madrid en la que estuvo el Camino fue Sagrados Corazones, pero duraron poco allí], por lo que se ha decidido que el acontecimiento es para todos. El caso es que en el tostón de Madrid “dio su experiencia” el párroco de la Paloma. Y dijo el loro al contarlo: “dio su experiencia, que es muy importante porque es un acontecimiento que ha hecho el señor para poner en el candelero a esta parroquia”. Como no sé de qué señor habla, lo dejo en minúsculas.

Se leyó lo que contó el presbi de la Paloma que dijo que el señor le preparó a él para todo este follón con el capítulo 48 de Isaías ("pueblo de dura cerviz sordo para oír" etc.), pues el señor le decía que él no entraba en la historia, en los acontecimientos. Resulta que el día de Reyes dio positivo en la covid-19, por lo que tuvo que confinarse. Nueve días después, volvió a dar positivo. Y el señor le mete en esta palabra: tú nunca aceptas mi voluntad. Tú haces lo que te apetece, pero quiero que estés aquí y canceles todo y te olvides de la agenda. También leyó un libro sobre el triduo pascual y se dio cuenta de que no sabe que pamplinas están anunciando ellos y se lo dijo a sus papis y a los misioneros de su comunidad y a una familia en misión. El 20 enero se hace otra prueba PCR a las 11… Pero no cuenta cual fue el resultado esta vez. Lo que cuenta es que cuando vuelve a la parroquia se pone a quitar nieve. Al subir a su casa, le llama el carpintero por el tema de un armario al que quería hacer altillos. No quería bajar a hablar con él, pero el carpintero insistía, y se acordó el presbi de que era de dura cerviz, así que bajó. Se encontró con Rubén y David en el bajo. El párroco les comenta que acababa de apagar su caldera y de abrir la ventana porque "notó una anomalía". Va a la iglesia, sube al coro y mientras está llegando se produce la explosión.

Creían que era en el colegio.

De repente llama Matías, el presbi atrapado en la 5º planta. El párroco no se entera de donde ha sido la explosión hasta que atraviesa el patio y llega a la puerta del otro edificio. Llevaba 14 días sin salir del edificio que ha explotado.

Sin ser experto, gracias a su visión sideral, cuenta también que el problema estuvo en la acometida del gas, no a las calderas, basado en que olía a gas en la calle (pero lo que explotó fue el edificio).

Recuerda entonces a los cuatro muertos y cuenta que se acordaba de Carmen, de experimentar la kenosis, el padecer, la caída libre donde no tocas fondo porque vas al sinsentido. La policía era quien le decía que diera gracias a Dios porque no había habido más muertos. Pero él solo sentía vacío y no podía rezar. Cuando supo la muerte de David, se fueron a la casa de los padres de Sara, a una uka -con la PCR recién hecha-.

Cuando vieron a Rubén fallecido sintió paz y agradecimiento a Dios por haber vivido este tiempo en la parroquia como una familia. Dice que el señor le ha dado fuerza para vivir estos acontecimientos tan dolorosos de pie, en paz, con aceptación, sin preguntar por qué, solo ha sucedido.

En el entierro ha visto los frutos de la predicación de tantos años. Iban a celebrar en julio los 50 años del CNC en la parroquia, pero la pandemia lo impidió, así que, dice, lo celebraron en el cementerio, es decir, celebrando que la predicación -no diosito- les permite pasar por encima de la muerte. Y decidió convencerse de que se aman mogollón unos a otros. Y que la experiencia va a marcar una nueva etapa para la parroquia y que les va a ayudar el señor a volver a empezar.

Luego se lee una nota de Antonio, el responsable del CNC de La Paloma, que lo único que tiene que contar es que les han dejado lugares donde juntarse para seguir las kikadas en otros edificios, que se quieren mucho, que hay gente que les ha dicho que en cuanto empiecen las kikotesis quieren ir a ellas y que el cardenal ha dicho que les va a ayudar a reconstruir el kikokumenium porque es necesario que funcione (Pues sí, sería genial que empezase a funcionar después de 50 años, pero yo no me haría muchas ilusiones).