domingo, 15 de septiembre de 2024

Palabra versus Escritura en argot carmelitano

 

Tanto que aseguran los neocatecumenales abducidos que Carmen era una gran intelectual con un cerebro privilegiado y no sé cuantas cosas más sobre su sapiencia, pues resulta que en el argumento carmelitano que lo que vale es la vivencia, no la razón.

Dice ella que para quien no ha pasado por la experiencia que se narra, tanto la letra escrita como proclamada (y por lo tanto transformada en palabra) solo es un entretenimiento intelectual incapaz de provocar una reacción visceral en quien lee o en quien escucha. Es decir, sin la experiencia personal, solo hay Escritura, de modo que la narración del mar haciendo muralla a uno y otro lado para que el pueblo pase a pie enjuto solo es eso, una narración, una historia curiosa, algo que se mira desde fuera porque no tiene nada que ver con la vida real del que escucha. Y si el oyente no ha muerto ni resucitado, las peripecias de Jesús solo son peripecias entretenidas sin ninguna relación con la vida personal de quien escucha.

Eso sostiene Carmen.

Pero mira tú por donde, en el momento en que el que escucha se monte una película en la que él, personalmente él, estaba en una situación de vida o muerte, angustiosa, atrapado por las circunstancias, los imponderables y el otro, que es el enemigo que te destruye, y de repente se produjo un vuelco en los acontecimientos y escapó indemne, entonces, según Carmen, la escritura para esa persona se hace carne y se convierte en palabra de Dios en su vida.

La clave, para ella, es que solo es palabra de Dios lo que cada quien aterriza en su vida, sin atender, ni considerar la recta interpretación que solo da la Iglesia.

Lo que el kikismo quiere que quede claro es que la Palabra no es algo aprendido ni racional, sino algo experimentado sin el menor esfuerzo por parte del oyente. Nada de procurar tener una vida virtuosa, que eso es para moralistas que lo pasan todo por la razón y pretenden vencer los vicios para agradar a Dios, lo que hay que hacer es reconocer ser los últimos y los peores de todos, abrirse en canal y contar los pecados ante la comunidad y dejar que la letra muerta de la escritura se convierta magikikamente en carne gloriosa.

Por eso grita Kiko: «LA ESCRITURA, SIN UN PUEBLO QUE ES TESTIMONIO DE ELLA, ES LETRA MUERTA».

Por eso dice Carmen: «la gente entra en la Palabra a través de las celebraciones, cuando la Palabra se hace acontecimiento y el Espíritu actúa. Es decir, los acontecimientos que para Israel son la Palabra, no están contenidos en los escritos».

Y agrega: «LA PALABRA DE DIOS, QUE ES LA QUE INTERVIENE, EL ACONTECIMIENTO, LA ACCIÓN DE DIOS, PRECEDE A LA ESCRITURA».

Entiende bien cómo deforman la realidad para que sirva a sus propósitos coercitivos:

La escritura es letra muerta, cuentitos para beatos, dicen, un intento de contener el mar en un vaso. Porque lo que vale, lo que es Palabra de Dios, es la vivencia, que no puede ser contenida en un texto y que solo se puede recibir “gratis” en el CNC, porque a los que se van se los carga en Faraón y su ejército.

En palabras de Carmen: «El libro [se refiere a la biblia] no es lo importante, por más que se empeñe la Iglesia. Porque lo escrito es menos que la vida. Es en la asamblea donde el libro cobra vida».

Y el colmo es cuando Carmen proclama: «Israel no es una escritura, sino una palabra de Dios, un evento viviente». De los apóstoles no lo dice, de ninguno de ellos, de la Iglesia, tampoco, solo lo dice de Israel.

Menuda vista.

 

viernes, 13 de septiembre de 2024

Palabra versus Escritura en argot kikil

 

Conviene recordar que según Kiko Dios no ha escrito jamás nada, es decir, no es autor de nada, y además la biblia, ese texto que no ha escrito Dios, no contiene verdades intelectuales, dicho de otro modo, lo que contiene son cuentos, historietas, mitos, leyendas, chismes… pero nada de verdades intelectuales. Es palabra de Kiko.

Y también mencionó Kiko que es usual caer en el error de confundir Palabra de Dios con Escritura, que para nada son lo mismo, según él.

Es bastante obvio: si se parte de la tesis de que Dios no ha escrito nada ni es el autor de ningún texto y además en la biblia no hay ni rastro de verdades intelectuales, la consecuencia obvia es que la Escritura no es Palabra de Dios, sino historietas tradicionales que se transmiten los creyentes con propósitos edificantes, y nada más.

En consecuencia, sería un error manifiesto declarar que se ha proclamado la palabra de Dios cada vez que se lee un fragmento de la biblia. Pero puesto que no hay error en tal declaración, es decir, dado que es correcto recordar a la audiencia que lo proclamado es la palabra de Dios, se deduce que el equivocado es Kiko.

De hecho, sería muy fácil distinguir que la Palabra de Dios es el contenido y la Escritura el continente, pero en el mamotreto de las kikotesis iniciales (día 14), Kiko se hace un lío mayúsculo al intentar sostener una cosa y su contraria para convencer a los sufridos oyentes de que en la biblia está Dios, pero lo que se lee no es palabra de Dios ni contiene verdad intelectual que valga.

«Muchos no creen en esta Palabra y quieren destruir a sus enemigos por sí mismos. Así que abandonan el camino, dejan a Moisés y la vanguardia del Faraón, que los persigue de cerca, cae sobre ellos y los destruye.

En aquel que cree en esta Palabra, esta liberación se cumple. El Bautismo es precisamente esto: ver que Dios ha precipitado en el mar caballo y caballero, que tus enemigos son destruidos sin ningún esfuerzo por tu parte, para que tú tengas vida plena.

Esta Palabra no son razonamientos o cosas aprendidas. El Cristianismo es para los sencillos, como sencilla era la Virgen María, que recibió esta Palabra que le daba la buena noticia de Dios y la acogió: regocíjate, María, porque de ti nacerá en el Mesías, el Príncipe de la Paz, el salvador de todos los hombres.

Es la misma palabra que has recibido tú: Alégrate, porque en ti nacerá una nueva criatura que salvará a la humanidad. Pero ¿cómo será esto si yo soy un egoísta? No te preocupes, lo hará en ti el Espíritu Santo. Que se cumpla en mí según tú has dicho, AMEN. Y el Espíritu Santo desciende y fecunda».

Tan incomprensible resulta la perorata kikil con su pretensión de que solo si no te vas del CNC alcanzas la categoría de criatura nueva salvadora de humanidades que al final es Carmen, con su categoría superior, la que se pone a aclarar la diferencia entre escritura y palabra.

Y su argumento, como no podía ser de otra manera, es de traca.

Pero lo dejo para otra entrada. Para esta solo voy a subrayar lo incoherente que es que a los neocatecumenales se les anime a entronizar la biblia, la escritura, en su casa, con su cubierta plateada y decorada con pedruscos, sus cirios, su tapetito, sus flores... como si no se hubiesen enterado de que los iniciadores sostienen que la escritura es mucho menos que la palabra.

 

miércoles, 11 de septiembre de 2024

La historia imaginaria de Kiko (II)

 

Antes de nada otro par de frases kikiles del mismo kikotreto (14º día de las kikotesis iniciales, subrayado y mayúsculas en el original, el resaltado en amarillo es mío):

«Nosotros creemos que Dios dictó la Biblia porque quiere hablar y decir cosas a la gente. … Por lo tanto, lo primero que debes aclarar: Dios no ha escrito nada, como Jesucristo no dejó nada por escrito. …

DIOS NO HA ESCRITO NADA, LO QUE DIOS HA HECHO FUNDAMENTALMENTE ES ACTUAR, DARSE A CONOCER OPERANDO. Este libro no contiene verdades intelectuales, sino que se refiere sobre todo a las maravillas que Dios ha hecho en la historia de la humanidad para salvar a los hombres».

Patinazo sobre patinazo se le llama a esto.

El “nosotros” inicial debe referirse al triunvirato y sus amigos, pero no representa a la Iglesia. La Iglesia Católica sostiene desde sus inicios que DIOS ES EL AUTOR DE LA BIBLIA.

AUTOR.

Porque la mano material que escribía no actuaba por su cuenta, sino bajo la inspiración del mismo Dios.

Sostiene también la Iglesia que, en consecuencia, todo lo que está escrito en la Biblia es verdad, verdad intelectual, verdad inteligible. De ahí el tesón de la Iglesia en sostener que el ser humano procede de una única pareja primigenia, Adán y Eva, por más que la teoría de la evolución de las especies no contemple esa posibilidad. Pero la Biblia, cuyo autor es Dios, dice que la humanidad procede de un solo varón y una sola hembra. Y Dios no se equivoca ni miente ni engaña.

Es más, la Iglesia sostiene de siempre que todo lo que pone la Biblia es verdad histórica cuando refiere hechos históricos.

Por eso, para la Iglesia era de importancia vital determinar, con la ayuda del Espíritu Santo, qué textos eran los que tenían a Dios por autor. Es decir, los canonistas, quienes determinaron el canon bíblico, se tomaron muy muy en serio su tarea. Ni despreciaron libros solo por que estuvieran escritos en griego ni aceptaron cualquier texto escrito en arameo o hebreo, sino que el criterio más importante para determinar si un texto entraba o no en el canon era la vida de Jesús.

Aquellos textos que Jesús emplea para enseñar, para contestar a fariseos, escribas o doctores, para oponerse a Satanás (que también conoce la escritura, como Kiko), para demostrar que las profecías hablan de Él… Esos son los primeros textos que entran en el canon. Y, por supuesto, entran en el canon, como libros históricos, los Evangelios y los hechos de los apóstoles. Y las cartas escritas por los discípulos directos de Jesús, y las de Pablo porque éste fue reconocido por Pedro como apóstol.

Ahora bien, la Iglesia dice que toda la Biblia habla de Dios y que de toda ella es autor Dios, por lo que su contenido es Palabra de Dios, lo que nunca jamás ha dicho ni dirá es que la biblia sea Dios. Un cristiano no adora la biblia, no se postra ante ella, no la pone sobre el sagrario.

Kiko, que siempre confunde, lía y trastoca de mala forma, tira del comienzo del Evangelio de san Juan: «La Palabra era Dios», para sostener que en la biblia está Dios: «son libros que Israel mismo ha escrito y ha conservado porque los ha reconocido inspirados, porque ha visto que Dios está en esos libros».

Y en otro sitio del mismo mamotreto grita a voz en cuello: «ESTA ES LA PALABRA, ESTO ES EL MISMO CRISTO JESÚS».

Dios está en el Sagrario. Y no precisamente en forma de piedra, como se burlaba Carmen: «si Jesucristo hubiera querido la Eucaristía para alojarse allí, se hubiera hecho presente en una piedra que no se estropea». La Biblia es obra de Dios, que es su autor, pero no es Dios, la Biblia no es su cuerpo ni su persona, es su mensaje, su voz. Es su palabra, sí, pero Dios es más que su palabra. Dios no está contenido en la Biblia.

Es tan obvio... Y sin embargo, Kiko lía a los neocatecumenales de tal forma que algunos acaban prosternándose ante un libro. No tiene nada de raro, puesto que Kiko les dice que es la palabra leída o, mejor, escuchada, la que obra milagros:

«ESTA PALABRA TIENE EL PODER DE GENERAR UNA NUEVA CRIATURA EN QUIEN LA ACOGE Y LA GUARDA. TIENE EL PODER DE CUMPLIR Y HACER REALIDAD LO QUE ANUNCIA EN QUIENES CREEN EN ELLA.

Esta es la misma palabra que dice el ángel a María. María aceptó la palabra y la palabra tenía el poder para llevar a su cumplimiento lo que prometía».

NO.

Dios es el único que tiene poder para generar una criatura nueva. María concibió por obra del Espíritu Santo, no por el poder del mensaje transmitido por el arcángel.

A los pobres neocatecúmenos Kiko les hace los sesos agua. Tanto que algunos parecen pensar que los libros sagrados de los judíos son exactamente iguales a la Biblia cristiana, parecen desconocer las apabullantes diferencias.