Dice el estatuto del Camino (ECN) en su art. 2:
«El Camino Neocatecumenal, dotado de personalidad jurídica pública, consta de un conjunto de bienes espirituales:
1°. el “Neocatecumenado”, o catecumenado postbautismal, según la modalidad de que se trata en el Título II;
2°. la educación permanente de la fe, según la modalidad de que se trata en el Título III;
3°. el catecumenado, según la modalidad de que se trata en el Título IV;
4°. el servicio de la catequesis, de que se trata en el Título V, realizado según las modalidades y por las personas allí indicadas».
Ya se ha comentado que una fundación no puede disponer de bienes que no sean propiedad personal de los fundadores y que en el caso del CNC no existen tales fundadores. En suma un despropósito.
Aquí me voy a centrar en la redacción. Lo primero que salta a la vista es que los bienes espirituales que dice poseer la fundación se escriben en minúsculas, salvo el nombre que se le da a uno de ellos.
Es decir, el nombre asignado a ese bien es catecumenado postbautismal, pero el CNC se ha fabricado otro nombre distintivo que solo aplica a la modalidad de que se trata en el Título II del ECN. Por lo demás, nada justifica que ese nombre se escriba con mayúscula inicial.
Los cuatro bienes espirituales vienen a ser la oferta de servicios que el equipo responsable internacional, que no es dueño de ellos, hace a los obispos (art. 3.1).
¡Menudo tinglado! El equipo responsable se arroga el discutible derecho a disponer de los presuntos bienes de una fundación para ofrecerlos en las diócesis, que son, por su naturaleza, depositarias naturales y privilegiadas de los mismos bienes que se les ofertan.
No tiene sentido, lógica, fundamento ni sustento.
Habrá que colegir que el ECN está mal redactado y que lo que en realidad se oferta a los obispos son modalidades específicas de catecumenado postbautismal, de educación permanente en la fe, de catecumenado y de servicio de catequesis.
Esto es todo: el CNC no lleva el catecumenado a las diócesis ni a las parroquias, como mucho lleva una modalidad concreta de catecumenado. Y lo mismo para los demás bienes espirituales.
El ECN no indica si un obispo (art. 26) puede aceptar parte de la oferta y rechazar otra parte, por ejemplo, aceptar el catecumenado y nada más, pero me puedo imaginar cómo sería la humildísima y sensibilísima respuesta del CNC en semejante situación.
Y puesto que el objetivo de una fundación es dedicar su patrimonio a la consecución de una meta preestablecida, se deduce de la redacción del ECN que el objetivo de la fundación CNC es introducirse en las diócesis.
Conviene resaltar que es necesario que se mantenga la voluntad de ambas partes en el tiempo para que el Camino continúe en la diócesis. Es decir, es perfectamente legítimo hacer una prueba por tiempo limitado, comprobar que el CNC no funciona en la diócesis y deshacer el acuerdo. Los neocatecumenales lo llamarían persecución, engaño del demonio y tal, pero es que son muy sensibles.
Otro detalle importante está en el artículo 5.1 que dice que los destinatarios del catecumenado postbautismal en la modalidad CNC son los adultos bautizados. Adultos, no chavales adolescentes. Y además señala cuatro clases concretas de adultos bautizados como receptores adecuados de la modalidad CNC del catecumenado postbautismal:
1. «los que se han alejado de la Iglesia»
2. «los que no han sido suficientemente evangelizados y catequizados»
3. «los que desean profundizar y madurar su fe»
4. «los que provienen de confesiones cristianas no en plena comunión con la Iglesia católica»
Hay varias incoherencias en esta enumeración.
Primera. El punto 3 se refiere a adultos creyentes, que viven con coherencia su opción de fe y desean profundizar en ella, por lo que a tales adultos lo que debería ofertárseles es la educación permanente en la fe, no el catecumenado postbautismal.
El origen de la incoherencia es, de nuevo, la suma sensibilidad y humildad del equipo responsable internacional, que consideran que nadie que no haya recorrido el CNC está en situación de ser considerado un verdadero cristiano adulto.
Segunda. El punto 4 deja fuera a quienes pertenecen a otras confesiones cristianas. Y de hecho cuando han intentado kikotizar a anglicanos u ortodoxos se han metido en un jardín que no les corresponde y les queda muy muy grande.
Tercera. Las necesidades, la metodología, los recursos y el tiempo requerido deberían adaptarse a los destinatarios y no al revés. Es decir, se debería dar un trato diferenciado en función de la clase de cada adulto bautizado, pero para el CNC y su ECN todos son hijos de demonio hasta que los kikotistas los kikoticen. Y por tanto el camino es el mismo para todos.
En la próxima entrada más.
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