Hoy quiero deciros
que este libro, la Biblia, es un papel escrito; aunque está bien encuadernado con
una portada maravillosa, es una envoltura. Lo importante de este envoltorio es
que contiene el misterio, el talismán de la vida, es decir, que Dios ha querido
manifestarse con un sonido y con una luz que están impresos. ¿Dónde? ¡En el
corazón del hombre! En un pueblo, en el que Dios ha insertado acontecimientos a
través de los cuales ha percibido la vida. Y esto no lo ha hecho de una vez para
siempre: hoy nosotros somos este material, no de papel, el material de la
actualización de este talismán que es la presencia de Dios.
No le veo ningún sentido a lo que
dice Carmen, salvo que pretenda con ello estar legitimada a practicar la
biblomancia. Total, ya puestos, entre talismanes y prácticas mágicas, que menos
que un poquito de bliblomancia esotérica.
Este envoltorio
contiene una revelación. La revelación es una manifestación de Dios en la cual
se hace presente este Dios al que no podemos dar forma, pero sí podemos
percibir su presencia: podemos escucharlo, nuestros ojos pueden ser iluminados
con su luz. Por eso San Pablo dirá -y todas las Escrituras y la Palabra que
proclamaremos aquí- que esta revelación se hará Palabra, Presencia de Dios. El
Espíritu Santo permanecerá en nuestro corazón, haciendo que resuene.
Últimamente estoy
experimentando una cosa muy importante (de la que no me había dado cuenta y que
está en esta Palabra) que es la artrosis cervical, una de las enfermedades de
nuestra época. Ya sabéis que en nuestra era del bienestar, de lo que es
estático, resulta que uno se levanta por la mañana y toma el ascensor; baja en
el ascensor y se sube al coche o al autobús; sale del coche, llega a su lugar
de trabajo y se sienta en una silla, está sentado en una silla toda la mañana y
después regresa para tomar el ascensor y el autobús. Y lo que parece ser la
cosa más hermosa del mundo para el hombre es volver a casa, hundirse en un
sillón y ver la televisión.
¡Qué visión tan reducida de la
vida tienen los falsos profetas! Lo que les pasa es que ellos se levantan y se
pasan el día calentando metacrilato entre tostones pedantes y cantos fúnebres y
no tienen otra perspectiva.
Yo tengo artrosis
cervical, y el otro día un hermano de una comunidad me explicó que tenemos 600
músculos diferentes en el cuerpo: cada uno tiene su nombre y su función, y
estos músculos trabajan para caminar. Sabéis que lo que diferencia a los
hombres de los animales es el hecho de estar de pie, de saber sostenerse sobre
dos pies. La esencia del hombre es caminar porque, como decía, la Tierra se
está moviendo, todo el universo se está moviendo, nada es estático, nada está
sentado. Para Israel es lo mismo: cuando percibe la presencia de Dios en el
Sinaí, dice la Escritura que el pueblo se puso en pie.
¿Cómo ven los
apóstoles la resurrección de Cristo? No ven a Cristo resucitado como un
fantasma, sino como un hombre que caminaba, no buscaba sentarse; lo más que
hizo fue darles de comer, pero después desaparecía y seguía caminando: "Id
a Galilea y allí me veréis" y los instaba a caminar, a caminar, a caminar.
Por tanto, no los instó a hacer
konvivencias, escrutididios ni pasos que no llevan a ninguna parte porque
consisten en pasarse los días muertos, sentados sobre metacrilato, mientras
unos tipos con ínfulas de sabios sueltan trolas.
Estamos en una
sociedad donde ya no se camina, la sociedad del bienestar, una sociedad estática.
Entonces, resulta que si no caminamos estos seiscientos músculos que tenemos -que
están hechos para caminar y hacer ejercicio-, ya no pueden mantener en tensión
el esqueleto, los huesos de la columna vertebral; y como están flojos de estar
siempre sentados, resulta que ya no sostienen el esqueleto en pie y en tensión,
y las vértebras comienzan a unirse. Y dado que la alimentación también está
completamente plastificada, resulta que la artrosis (que en otros tiempos era
cosa de gente de noventa años) se encuentra ahora incluso en los jóvenes.
Qué raro que los médicos no lo
sepan y no recomienden a todos los kikos cambiar las convivencias sedentarias
por maratones.
En todas las cosas
que dice el Evangelio, que nos han llegado como milagros sorprendentes y
mágicos, hay muchas cosas que no comprendemos: la esencia de la existencia
humana. Y aquí hoy veremos a un paralítico que, como los sordos y los ciegos,
tenemos dentro: un espíritu paralizado.
Es maravilloso, habéis
visto, cómo habla el Papa sobre el camino. Nosotros siempre estamos afirmando
que no somos un movimiento, un grupo, sino un camino. Esto no es algo que Kiko
creó en las barracas. La Escritura presenta el Cristianismo como el
"camino, los hombres del camino"; el Cristianismo es un camino a seguir,
y veréis que al mismo San Pablo, Jesús le dice: "Levántate y camina",
pero ya no a caballo.
Resulta que lo del caballo es un
añadido popular, pero no figura en la Biblia.
Por eso digo de salir
de esta civilización de máquinas e instalaciones, que es un principio de
parálisis y muerte, y de levantarnos y caminar.