Otro
problema bastante frecuente es la pérdida de concentración y de memoria. Antes
de unirme a los Moonies, solía leerme un libro de una sentada, y leía unos tres
libros por semana. Recuerdo la frustración que sentía cuando, después de
abandonar el grupo, intentaba leer cualquier cosa que no fuera literatura
Moonie. Al principio, conseguir acabar un párrafo era algo imposible. Por
fortuna, la mente es como un músculo. A pesar de que tiende a atrofiarse por
falta de uso, con un esfuerzo puede recuperar su poder.
Tenía una pesadilla: me dejabas solo |
Otro
tema muy importante para algunos ex miembros son los sentimientos de culpa por cosas que hicieron en la
secta. La mayor parte debe enfrentarse con la culpa que sienten por
la forma en que trataron a sus amigos y familiares durante su etapa en la
secta. Por ejemplo, algunas personas, cuando su padre o su madre cayeron
enfermos, obedecieron las órdenes de los líderes del grupo y se negaron a ir a
visitarlos al hospital. Hubo casos en que falleció uno de los padres y el
miembro no fue autorizado a ir al funeral, a pesar de que a veces se celebraba
a menos de treinta kilómetros de distancia. Puede resultar muy doloroso para
una persona abandonar una secta y tener que enfrentarse con todo el caos y el
daño emocional causado por su afiliación al grupo.
Otra
cuestión está relacionada con los sentimientos que se tienen por los amigos que
continúan en la secta. Cuando yo me marché, deseaba con desesperación poder
rescatar a los que había reclutado personalmente. El remordimiento que experimentan
cuando se deja el grupo no debe volverse contra sí mismo en forma de
acusaciones o culpa: Tienen
que comprender que ellos también han sido víctimas y que hicieron lo que creían
correcto en aquel momento.
Otros
han tenido que enfrentarse con la ira y el resentimiento de sus hijos, que en
algunos casos han sido golpeados o abandonados, al tiempo que se les privaba de
una educación y una infancia normales.
Otro
problema que afecta a algunos ex miembros consiste en acosos, amenazas,
intromisiones, chantaje, en particular si la persona decide salir a la luz
pública para denunciar a la secta. Dado que algunos grupos creen que todo el
que abandona la secta es un enemigo, siempre existe el riesgo de ser víctima de
un ataque. Si bien la violencia contra los ex miembros es poco frecuente, el
factor miedo ha impedido a muchas personas salir a la luz pública para narrar
sus experiencias. No se dan cuenta de que, una vez contada su historia junto
con otras muchas, sería estúpido por parte de la secta tomar represalias,
porque sólo serviría para desprestigiarse todavía más.
Los ex
miembros necesitan aprender a confiar de nuevo en sí mismos. Se tienen que
convertir en el mejor amigo de sí mismos, como también en su propio terapeuta. Tienen que comprender que no
escogieron que se les mintiera y que se abusara de ellos. La culpa no es de
ellos.
Aprender
la manera de ponerse en contacto con sus emociones y canalizarlas de forma
eficaz es otro proceso de importancia para los ex adeptos. A menudo, cuando la
persona acaba de abandonar la secta, muchas de sus emociones continúan
reprimidas. Pero a medida que la persona se ajusta, comienza a sentir vergüenza
y desconcierto, después ira e indignación. La persona pasa del «¿Qué anda mal
en mí?» a «¡Como se han atrevido a hacerme esto!».
¿Qué tecla mental hace que un kiko dibuje algo así? |
En un momento dado, la persona tal vez comience una búsqueda desesperada para averiguar todo lo que pueda sobre la secta y obtener, de esta manera, todas las respuestas a las preguntas que se plantea. Este un paso muy positivo desde el punto de vista terapéutico.
A
menudo, la cuestión prioritaria para la persona que acaba de abandonar el grupo
consiste en ayudar a rescatar a los amigos que todavía continúan en la secta.
Para los adeptos, lo más lamentable de su abandono es perder el contacto con
las personas que han llegado conocer y a estimar dentro del grupo. Les resulta
muy difícil aceptar, cuando se dan cuenta de ello, que las amistades que consideraban
tan firmes estaban condicionadas por su permanencia en el grupo. Un ex miembro
puede darse cuenta enseguida de la fortaleza de los lazos del control mental
cuando su mejor amigo dentro del grupo se niega a reunirse con él a menos que
esté en compañía de otro adepto.
Con el
tiempo, cuando todas las preguntas han sido respondidas y todos los problemas
vinculados a la secta están resueltos, el ex miembro alcanza un punto de
saturación. Ha llegado el momento en que afirma: «¡No van a disponer de lo que
me queda de vida!» y comienza a trazar planes para el futuro.
Han
sufrido abusos y vejaciones y, a través de la información y la reflexión, son
capaces de superar la adversidad. Un exadepto ya no es la misma persona qué fue
engañada y adoctrinada por una secta. Ahora es mayor, es más listo y más sabio.
Sabe que en un nivel personal muy íntimo, es capaz de reconocer y evitar
cualquier situación en la cual puedan manipularía o utilizarla. Puede tener
absoluta confianza en sí misma, y si necesita ayuda, está en condiciones de
saber dónde buscarla. Además, no tiene por qué sentir miedo ante los
compromisos. Ya sabe cómo formular preguntas y seguir preguntando hasta quedar satisfecha,
y sabe también desconfiar de cualquier trabajo o relación donde tenga que hacer
algo que viola sus valores o su ética.
Los ex
miembros de las sectas destructivas son supervivientes. Deben aprender a
reconocer su propia fuerza y poder. Si han sido capaces de superar la
experiencia de la secta, entonces ya pueden hacer frente a todo lo que les
depare la vida.
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