EXTRAÑA NO DEVOCIÓN NEOCATECUMENAL POR EL CORPUS CHRISTI

En la madrugada del lunes al martes mi madre tuvo la "vigilia del Corpus Christi" con su comunidad.

¿De qué vigilia se trata, cuando la Iglesia no ha celebrado ninguna vigilia del Corpus Christi el día 13 de junio de 2017? Comprobado con el calendario, la fiesta del Corpus se celebra el jueves 15 de junio. Estos catecúmenos van a su aire y totalmente por libre, como siempre.

Me gustaría comentar algunas cosas que he aprendido hoy sobre dicha fiesta, mientras preparaba una entrada para el blog Jungle Watch, desde donde se está haciendo un trabajo muy duro -como sabrán muchos lectores- para desmontar el chiringuito de Kiko Argüello y su fraudulento carisma. 

Es bastante triste reconocer que en el Camino Neocatecumenal nunca aprendí nada del Corpus ni de otras tradiciones centenarias de la Iglesia católica. Ni siquiera lo aprendí en el colegio, ya que siempre estudié en centros educativos no religiosos y la asignatura de religión me parecía soporífera (estudiaba todo de memorieta y luego lo olvidaba). 

Así que soy el digno ejemplo de persona sin cultura religiosa que entró en el Camino Neocatecumenal con apenas 13 años y que salió del mismo veintitantos años después e igual de ignorante en la materia. Es muy triste decirlo, incluso indignante.

En el Camino aprendí a proclamar el Shemá Israel cada día, leía misdrás y me pasaba la vida en la parroquia. Sin embargo, nunca aprendí oraciones ni himnos en latín, patrimonio de los católicos del mundo entero, y por tanto no pude rezarlas en esas contadas ocasiones, solemnes todas, en que era necesario saberlas. Por ejemplo, el Salve Regina. 

Pues bien, hoy he aprendido que a finales del siglo XIII, en torno a una abadía en Lieja, Bélgica, surgió un movimiento de adoración eucarística de donde proceden varios usos que después se convertirían en tradiciones, como el tintineo de las campanillas durante la consagración de la eucaristía. 

En dicha abadía se encontraba como priora la que luego sería conocida como Santa Juliana de Cornillon o de Lieja. Desde jovencita Santa Juliana era muy devota del Santísimo Sacramento. En sus visiones siempre había una luna llena, representación de la Iglesia, con una franja o mancha oscura, que significaba la afrenta que suponía que en el calendario litúrgico no existiera una festividad dedicada al Santísimo. 

Comunicó sus visiones a diversos obispos, quienes por la época disponían de autonomía para establecer las festividades en sus respectivas diócesis. Uno de los obispos con quien Santa Juliana compartió sus visiones llegaría a ser un poco más tarde el Papa Urbano IV. 

Nos trasladamos ahora a Bolsena/Orvieto, 1264, una región italiana al norte de Roma, cuna de otros tantos santos y santas, había un sacerdote que dudaba de la presencia real de Cristo en la eucaristía. No creía en la transubstanciación. Un día, durante la consagración, observó que la Sagrada Forma había empezado a sangrar impregnando el corporal. Se había producido el conocido como milagro de Bolsena/Orvieto.

Pues bien, en Orvieto era donde estaba entonces la corte pontificia. La reliquia del milagro de Bolsena fue trasladada en procesión pública para que Urbano IV pudiera admirarla. Quedó tan impresionado que publicó la bula Transiturus (1264) para instituir la nueva festividad, concediendo indulgencia a todos los fieles que asistiesen al oficio y la misa celebrados en honor del Corpus Christi el jueves siguiente a la festividad de la Santísima Trinidad. 

Por cierto, Santo Tomás de Aquino fue el encargado de escribir los textos litúrgicos del Corpus Christi, a petición del Papa Urbano IV. El himno Pange Lingua, maravilloso, fue compuesto por él. Aquí os dejo un enlace a un vídeo con la letra, un recurso válido para aprenderlo si aún no os lo sabéis. 

Apenas aprobada su bula, Urbano IV falleció y los trámites burocráticos -por así decirlo- para institucionalizar la festividad del Corpus fueron pospuestos. Entre unas cosas y otras, sucesivos pontífices y complicaciones históricas, saltamos hasta el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563. Es entonces cuando se ordena que la festividad del Corpus sea celebrada con especial y singular piedad y el Santísimo Sacramento sea trasladado en procesión por calles y lugares públicos, todo en un ambiente de gran magnificencia y solemnidad, como homenaje y gratitud por el milagro de la transubstanciación que cada día, en la Eucaristía, nos hace presente el triunfo de Cristo sobre la muerte. 

Fue un elemento fundamental de la Contrarreforma, que recordemos fue la respuesta de la Iglesia católica a la Reforma de Lutero. Es decir, la solemne festividad del Corpus fue decisiva para combatir la expansión del protestantismo, que niega la presencia real de Cristo en el sacramento de la eucaristía.

Pues bien, después de este poquito de historia de la fe católica creo que es necesario reflexionar sobre la festividad del Corpus Christi y los neocatecumenales. Para empezar, dudo mucho que la gente de mi edad y las jóvenes generaciones posteriores tengan claro lo de la transubstanciación. Es más, me temo que Kiko Argüello es el primero que no cree lo que la Iglesia católica dice al respecto.

Kiko y Carmen nunca han mostrado especial interés ni por el Santísimo Sacramento ni por el sagrario donde se custodia y venera. De hecho, han sido responsables de sacar los sagrarios de las zonas principales de los templos para aparcarlos en pequeñas capillas. En los templos de estética neocatecumenal no hay sagrarios.  ¿Por qué? Por varias razones bastante sorprendentes.

Para empezar, en las eucaristías neocatecumenales nunca se reserva una parte del Cuerpo de Cristo, sino que los panes ácimos ad hoc se consumen enteros en la eucaristía. Kiko y Carmen lo tenían muy claro: si Dios hubiese querido que se le adorase bajo la forma de "algo", se habría hecho carne en las piedras, que están por todas partes y son incorruptibles. El razonamiento es brutalmente incompatible con la fe católica.  Los neo-profetas ordenan que el pan se consuma durante las comidas, es decir, en el banquete. Fuera de este contexto, el pan no ha lugar.

Por mi experiencia en el Camino, cuando en una eucaristía neocatecumenal ha habido que reservar una parte de la Sagrada Comunión para llevársela a un hermano enfermo a su domicilio, la solución práctica ha consistido en consagrar una hostia clásica redonda, de las que se consagran en las misas de toda la vida de Dios, además de los panes ácimos correspondientes. El sacerdote, una vez consagrado el Cuerpo de Cristo, ha introducido la hostia en una cajita metálica y después ha llevado la comunión al enfermo, punto final.

Recuerdo con asombro cuando las máquinas de envasar al vacío se convirtieron en un electrodoméstico presente en muchos hogares. Los hermanísimos de la parroquia de La Paloma, Madrid, probablemente los más kiko-talibanes del país, se pavoneaban orgullosos con sus panes ácimos envasados al vacío, transportados desde España hasta el lugar más recóndito del mundo durante las peregrinaciones (Jornadas Mundiales de la Juventud) para preservar la pureza neocatecumenal incluso en las situaciones más difíciles.

Kiko y Carmen han reconvertido el sagrario en otra cosa. El Catecismo de la Iglesia Católica, que todo católico debe conocer, explica que Jesucristo está presente bajo las formas del pan y del vino desde el momento de la consagración eucarística. Cristo está en las hostias consagradas que quedan reservadas en el sagrario, más allá del momento en que la eucaristía concluye. Es decir, Cristo permanece en el copón del sagrario bajo el corporal que lo cubre.

Esto es algo tan básico en la fe católica que cuesta trabajo el hecho de tener que recordarlo a miles de católicos neocatecumenales que confiesan la fe católica, supuestamente. Deberíamos llevarnos las manos a la cabeza por tener que hablar de ello a estas alturas de la película.

Los neocatecumenales se sienten liberados de todas las normas que tradicionalmente han respetado los católicos a lo largo de siglos, para ellos son solo "escrúpulos" o "cosas de beatas", una suerte de prejuicios e incluso supersticiones característicos de los "religiosos naturales" que ellos tanto critican.

Pues no, señores neocatecúmenos. No son cosas de leguleyos. Son verdades de fe, de su fe, si es que esa es su fe, la católica. La Iglesia católica enseña que Cristo permanece en el sagrario porque Él está presente en el pan y el vino consagrados. Por eso los católicos hacen un gesto de reverencia -o deberían hacerlo- cuando pasan delante del sagrario. Por eso los católicos se arrodillan durante la consagración y vuelven a hincar la rodilla en el suelo cuando están delante del sagrario.

"Ah, no! De ninguna manera!...Ahí no está Dios, por eso yo no me arrodillo ni hago reverencias ante el sagrario", podría argumentar cualquier kiko y encima quedarse tan pancho. Bueno, si eso es lo que creen, que lo digan abiertamente ante los obispos y el Papa de la Iglesia católica. Que lo pongan por escrito y lo firme Kiko Argüello. Sin embargo, nunca lo harán porque entonces serían barridos de un plumazo.

Kiko y Carmen son más sutiles, no por inteligencia, sino por cobardía. Su modo de hacer las cosas es dando vueltas y vueltas sobre los conceptos y las palabras, retuercen las ideas hasta lograr salirse con la suya. Es lo que han hecho con esa especie de neo-sagrario que colocan en todas sus neo-construcciones.

Eliminan el sagrario del lugar principal de las iglesias y lo reconvierten en la piedra angular de su "Santuario de la Palabra" (en cristiano) o Yeshivá (en hebreo). Dos habitáculos, uno para la Biblia con tapas de plata (Kiko design) en la parte superior, otro para Cristo, no bajo la forma del Santísimo sino de cualquier otra manera, mediante una cruz de mesa también diseñada por el falso profeta. Ah, para culminar el despropósito, una Torá (textos sagrados de la religión judía) justo encima, en el piso inmediatamente superior, para que Torá-Biblia y Cristo sean un continuo.

Kiko y Carmen han construido una nueva religión, una fe sincrética que no es la fe católica. Si no es diabólico esto, entonces apaga y vámonos. Por favor, lean los post que Cruxsancta ha dedicado al Corpus Christi neocatecumenal en años anteriores. Los del Camino NO celebran el Corpus Christi como el resto de católicos hoy y en siglos precedentes. Ellos NO se sienten uno con Cristo en tan solemne festividad. Ellos NO reconocen a Cristo en el Santísimo.

Cuando les escuchen decir que ellos celebran una vigilia del Corpus, ya saben, no les crean. Ellos celebran SU particular reunión ante el Santísimo, de noche, sin testigos, para darse unos a otros lecturas escogidas al azar (el juego de las biblias parlantes de Kiko) y utilizar la Palabra de Dios como si fuera una profecía personal durante un año. Si en vez de lecturas de la Biblia al azar utilizasen las cartas del tarot, sería muy descarado. Pero el efecto es el mismo. Ellos NO hacen adoración nocturna del Santísimo. Que no nos engañen.

LaPaz