«Catequesis
después de la lectura
Decíamos
que esta convivencia, que llamamos del Shemá, tiene la misión de despertarnos,
de hacer resonar una trompa que los llame a estar atentos, a vigilar porque
llega el esposo. El esposo está ya
llegando y por esto los apóstoles van al mundo, enviados por Jesucristo
resucitado con esta frase:
Convertíos
y hacer penitencia porque el Reino de Dios está próximo, el Reino de Dios viene
con nosotros, viene con el Cuerpo de Jesucristo que opera aquello que anuncian
sus enviados.»
Ese es el
quid. Quien verdaderamente actúa en nombre de Cristo y no en el suyo propio,
hace las obras de Cristo… pero de aquel de quien sólo sale el juicio y la
murmuración, se puede asegurar que no actúa en nombre de Cristo, que el Reino
de Dios no va con él y que Cristo no va a operar lo que tal tipo anuncie.
«Nosotros
hemos hecho un cierto camino, dos meses de catequesis hace cuatro años, después
hemos estado dos años de precatecumenado escuchando la palabra de Dios, una vez
a la semana y hemos empezado a conocer un poquito el lenguaje bíblico y después
hemos hecho un primer escrutinio en una convivencia de cuatro días donde hemos
comenzado a ver un poco la realidad de vuestra vida: trabajo, familia, dinero,
es decir, la riqueza que proporciona el trabajo, la afectividad y el sueldo,
precisamente para entender que el Cristianismo no es solamente una cuestión de
escuchar la palabra, sino que es algo integral que abarca toda la vida interior
del hombre.»
No es baladí que se refiera a la ver -entrometiéndose- la vida de los demás, no la suya.
«No como una ley que debemos empezar a cumplir gradualmente,
poniendo en ello nuestra vida, es decir, invitando a Jesucristo en estas cosas,
sino exactamente todo lo contrario, es decir, iluminando todas las zonas de
nuestra existencia, precisamente para poder despojarnos del hombre viejo, del
viejo Adán, del hombre del pecado y poder revestirnos gratuitamente del hombre
nuevo. Por esto es muy importante hacer el Bautismo como lo hace la Iglesia
primitiva, completamente desnudos.
Dicen
Tertuliano, Orígenes y Clemente: que gran milagro era que vosotros estuvieseis
desnudos delante de tantos hermanos y no os avergonzaseis. Durante muchos
siglos se hizo el Bautismo completamente desnudos, precisamente por este
sentido de despojarse del vestido viejo y revestirse del hombre nuevo. La
desnudez en la Biblia es signo del hombre del sexo, del hombre del pecado.
Después cuando se entra en una época moralista se entraba desnudo directamente
a una tienda, para que nadie les viese. Pero era un asunto muy serio.»
Desmontando un
poco la película que cuenta Kiko, la realidad es que desde el principio el
Bautismo por inmersión convivió con el Bautismo por infusión y por aspersión.
Por ejemplo, cuando Pablo se dedica a bautizar estando en la cárcel, no le
llevaron una piscina portátil para ello, luego no bautizó por inmersión. En
cuando a que la inmersión requiriese la desnudez del neófito, es otro bulo
improbable.
«Decíamos
que en el primer escrutinio habíamos visto esta realidad de desnudez; por esto
lo primero que habéis hecho los dos primeros años de precatecumenado ha sido
denunciar vuestra realidad de pecado. Por medio de la palabra, a través de la
comunidad, a través de hermanos concretos de la comunidad que no podemos
soportar porque tienen actitudes que nos desafían, porque son unos neuróticos o
por lo que sea, nosotros comenzados a descubrir que nuestra fe no es tan grande
y precisamente por esto el precatecumenado tiene una misión muy importante que
es la de destruir el orgullo. Mucha gente se va, gracias a Dios, pero ahora
están regresando; se van porque no quieren que se les denuncie su pecado. Antes
de la comunidad te sentías a gusto contigo mismo, y después resulta que eres
peor: después no soportas a la mujer, al marido, no soportas a nadie, no te
soportas ni a ti mismo.»
El CNC saca lo peor de cada persona,
le roba su individualidad, la convierte en una mala falsificación, crea
problemas donde no los había, empeora los que sí había, y después de destrozar
cuanto haya podido, pretende ser la solución a esos destrozos que primero ha
causado.
«Antes
pensabas que lo soportabas todos, después comienzas a ver la realidad,
comienzas a mirar de frente lo que eres. Este combate que Jesucristo emprende en
el catecumenado es un combate para destruir nuestro orgullo.»
En el CNC, se
trata de destruir al hombre libre hijo de Dios, para sustituirlo por una
fotocopia zombificada.
«Antes
estábamos siempre revestidos con la educación, con la familia, después resulta
que lo primero que hace la palabra de Dios es una espada de doble filo, con uno
divide, destruye, y con el otro construye. Quien piense que la palabra de Dios
sirve sólo para construir se equivoca, la palabra viene a denunciar y penetra
hasta alcanzar el espíritu y allí cumplir realmente su misión. No se puede
coger de la palabra sólo lo que nos gusta y el resto tirarlo fuera. Hay un
momento en el que la palabra te llama verdaderamente a conversión.
Como no se convierta, me lo zampo |
Decía
que en el primer escrutinio comenzamos a ver vuestra relación con el trabajo,
la familia y el dinero y os dimos una catequesis sobre el dinero como símbolo
de los ídolos del mundo, como símbolo de nuestra seguridad: si nosotros somos
hombres de la carne, pondremos nuestra seguridad en el dinero.
Tenemos
que descubrirlo a través de este camino y por eso estamos reviviendo nuestro
Bautismo, porque el pecado original no es una mancha legal con la que nacemos y
que desaparece con el Bautismo y quedamos puros e inmaculados para siempre. El
pecado original es algo muy diferente y este concepto un poco extraño nace con
San Agustín y es un modo de ver el problema de una manera muy pobre.»
Nunca hay que desaprovechar la ocasión de malmeter contra la Iglesia y contra los padres de la misma.
«El
pecado original es una realidad que nos rodea, que es la que ha condicionado a
nuestros padres, que nos han gestado realmente en esta realidad. Si no fuese
así, entonces el Bautismo sería mágico, pues sin haber entendido nada nos viene
dada de punta en blanco una nueva realidad que nos da una nueva naturaleza. No
es cierto esto. El Bautismo nos es dado por la Iglesia tomando prestada la fe
de los padres o de los padrinos, pero para que el Bautismo pueda realmente
desprenderos del hombre viejo y daros gratuitamente el hombre nuevo, según lo
que dice la Escritura, es necesario que recibamos continuamente la catequesis,
es decir la Fe de la Iglesia y es necesaria nuestra libertad para aceptar esta
catequesis. Y puesto que esta gestación, esta catequesis en muchas personas no
se ha llevado a cabo, resulta que esta realidad de pecado continúa existiendo;
muchos de nosotros estamos en la Iglesia, tal vez desde hace mucho tiempo, y el
pecado siempre nos ha oprimido y hemos visto una realidad interna o externa de
pecado que era más fuerte que nosotros mismos.»