domingo, 9 de noviembre de 2025

Padre nuestro - parte 2 (IX)

 


Decía en la entrada anterior que en el kikismo se da la perversión, porque es perverso, de censurar y hostigar a la víctima de una injusticia mientras que al injusto se le dan palmaditas de ánimo.

Es a la víctima, no al verdugo, a quien Kiko dice lo siguiente:

«El demonio engendra en nosotros un hijo, un tumor gangrenoso, que se llama pecado. El demonio te dice interiormente: "¡No cedas, no perdones! Tú eres dios! A ti se te debe alabanza, respeto, amor. ¿Has visto lo que te han hecho? ¡No te pagan, no te aman! ¡Enfádate! ¡No cedas! ¡No perdones!" El demonio siembra en ti este principio interior que te domina, este principio falso, esta mentira primordial, porque él es el padre de la mentira: "¡Tú eres dios!"».

Ni una palabra de censura para quién ha dañado a un hermano, se ha aprovechado de él, le ha engañado. No pasa nada, diosito te quiere pecador, tú tranquilo, ya cuando diosito vea te convertirás sin esfuerzo ninguno, gratis. Pero mientras tanto a tu víctima se le niega el amor de Dios, la paternidad divina, el no esforzarse y el esperar sentado la conversión gratuita.

Insisto, hay perversión en esto, hay perversión en el kikismo. Y siguen los ataques contra la víctima, contra quien no ha obrado mal, sino que ha sido perjudicada por otro:

«Quizá has vuelto a creerte esta mentira primordial y de nuevo has querido ocupar el lugar de Cristo, has matado dentro de ti a Cristo, que es el Hijo del Dios. ¡Porque esta mentira del demonio trata de actuar todavía en nosotros, hermanos! El que es humilde, porque es consciente de haber despilfarrado los bienes del Padre con prostitutas, como el hijo pródigo, y de haber vuelto a la casa del Padre por la acción de la gracia divina, ése conoce verdaderamente quién es Dios: ¡Aquel que nos adopta como hijos, cuando ni merecemos entrar en su casa como criados!

¡Hermanos, no somos dignos de ser llamados hijos de Dios! También nosotros tenemos que decir: "¡Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros!". Pero ¿cómo reacciona Dios Padre también respecto a nosotros? ¡Cuando todavía estamos lejos nos ve, se conmueve, corre a nuestro encuentro, se echa a nuestro cuello, nos besa, nos pone el vestido mejor, nos pone el anillo en el dedo y las sandalias en los pies, y nos introduce en la fiesta!

Hermanos, ¡ése es el amor que Dios nos tiene! El que ha vivido este amor, vive ya en otra condición, tiene una forma completamente diversa de ver la vida: sabe que no merece absolutamente nada y lo ve todo como un don; si alguien le hace una ofensa, si alguien no le ama, como sabe que ha sido un traidor, le parece normal, es más, ¡está convencido de que merecería cosas mucho peores!».

Así una y otra vez, ni un aviso al malvado para que cambie de actitud. Eso sería un moralismo, según Kiko. Pero a la víctima se le reclama que se someta porque se merece cosas mucho peores. Con razón el CNC es para los últimos y los peores de todos.

«¡Dios nos colma de bienes y nos da constantemente su gracia! Es una bendición estar en el reino de Dios, donde ya no hay exigencias moralistas, sino el reposo constante y maravilloso en la voluntad del Padre. Los cristianos vivimos de maravilla en maravilla, de gracia en gracia, de regalo en regalo porque el yugo de Jesucristo es suave y su carga ligera.

¡El yugo del demonio, en cambio, es durísimo y pesadísimo! Se reconoce a los hijos del demonio porque viven siempre sufriendo, siempre cansados, siempre tristes. Dice un Padre del desierto que los hombres se dividen en dos: los que hacen la voluntad de Dios y los que hacen su propia voluntad; y a estos últimos, es decir, a los que hacen su propia voluntad, se les distingue de los primeros porque siempre están cansados, siempre fatigados, ¡porque el yugo del demonio es muy duro!».

Aquí hay otra falacia tremenda. Una mujer que viva sometida a un marido violento siempre está tensa, cansada, triste… Y entonces viene un ignorante que se las da de kikotista y suelta que lo que le pasa es que hace su voluntad no la de Dios y por eso sufre tanto. Mentira.

Se reconoce a los hijos del demonio porque dañan a los demás, pero Kiko carece de discernimiento para entenderlo.

«Hermanos, el yugo de Cristo es suave y ligero. Los cristianos seguimos las huellas de Cristo crucificado, porque el yugo de nuestro Señor es suave y ligero.

¿Cómo es posible, entonces, que algunos de vosotros penséis: "Esto no es verdad. He ido al Señor y en vez de descanso he encontrado reuniones hasta las dos, siempre con una comunidad horrible, etc. Me largo al mundo a hacer mi vida. Allí sí que se está bien"? ¡Algunos estáis cansados y pensáis así porque estáis con un pie en Cristo y con el otro en el mundo! ¡De ese modo ni estáis en Cristo ni en el mundo, y por eso no sois felices!».

Lo peor es estar con un pie -o dos- en la comunidad, eso sí que es malo para la salud, el bolsillo, la familia y, sobre todo, para el recto conocimiento de Dios.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.