domingo, 23 de junio de 2024

La "nueva teología" de Kiko

 

Esta es la penúltima entrada dedicada a analizar y diseccionar el estatuto que obliga al CNC, aquí toca resumir las conclusiones, pero primero un hecho (concreto): hay veces que a Kiko se le escapa una verdad entre tanto cuento como cuenta. 


Por ejemplo, en el siguiente párrafo:

«Tenemos un lenguaje neocatecumenal, claro. Como me decía Mons. Montero [obispo auxiliar de Sevilla]: es que si no tuvierais un lenguaje, tú no tenías nada que decir, Kiko, porque el idioma siempre produce la cultura. Si tenéis una palabra que decir en la Iglesia, estáis creando un nuevo lenguaje, una nueva Teología, nuevos términos. Si no dijéramos más de lo que han dicho los antiguos no aportábamos nada. Una forma nueva, un lenguaje, nuevos términos» (Convivencia con los obispos de América, Santo Domingo 1992).

Para Kiko todo lo que hay está obsoleto, él quiere imponer una teología a su medida, una religión a su medida, un diosito caprichoso ideado a su imagen y semejanza.

Esta es la verdad. Y para imponerla hace uso de una jerga no apta para no iniciados.

Sin duda, un importante problema en la construcción del lenguaje es el riesgo de incomunicación con la tradición teológica y espiritual y con el Magisterio de la Iglesia.

Por ejemplo, en el CNC, la palabra «resignación» se toma siempre en la tercera acepción de la Real Academia de «conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades» y se rechaza como actitud no cristiana porque se desconoce la primera acepción de «entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona», con lo cual, por ignorancia kikil, se hacen ininteligibles los textos en que se alaba como virtud.

Es más, en el CNC la «resignación» no es solo un tabú a evitar sino que se convierte en un defecto gravísimo, casi peor que el pecado grave de faltar a la comunidad, por lo que es perseguida y corregida con dureza.

Además existe la tentación de una valoración desmedida del lenguaje deformado propio que hace que los neocatecúmenos no reconozcan el verdadero significado de los términos que ellos emplean con otro sentido.

Por ejemplo, los neocatecúmenos no entienden que Eucaristía es el sacramento, no la liturgia eucarística, que se llama Misa.

El ECN finge que esta disparidad en el vocabulario no existe, y cierto es que trata de evitar el argot neocatecumenal, que solo asoma en contadas expresiones. Es lógico puesto que el ECN tiene como destinatarios naturales a los obispos, que deberían tener un cabal conocimiento de aquello que aceptan en su diócesis.

Pero también se dice que el ECN aporta una «clara y segura regla de vida» (Juan Pablo II al cardenal Stafford) a los responsables del Camino. En suma, se les ofrece una vía de comunicación con un lenguaje eclesial más común y propio del Magisterio, cuyas citas literales entrecomilladas llenan el ECN. Así, el mismo ECN es un medio correctivo de eventuales abusos del lenguaje neocatecumenal; la insistencia en la formación en el Magisterio y en particular en el Catecismo de la Iglesia Católica deberá operar el resto.

Si de verdad los responsables leyesen esos documentos.

En cuanto al objetivo directo del estatuto, el de la inserción del Camino Neocatecumenal en el Derecho de la Iglesia Católica, cabe recordar que, pocos meses antes de la epístola Ogniqualvolta, José Luis Díez Moreno escribía:

«Es éste de los neocatecumenales un grupo que concilia filias y fobias. Para unos incomparable, para otros un cúmulo de excentricidades. Los primeros aseguran que con esta forma de vida se sigue a Cristo, se participa en la Iglesia y nada mejor puede hallarse para una auténtica renovación personal y comunitaria. Los segundos creen que entre los neocatecumenales abunda la cerrazón, faltan contenidos teológicos, sobra ritualismo y se vislumbra fanatismo».

Años después se podía comprobar que la carta de reconocimiento no había producido sus frutos en la necesaria labor de moderación de estas posturas extremas, demasiado comunes entre los neocarecumenales.

El haber situado el Camino como una más entre otras realidades y al servicio del Ordinario del lugar, no impidió que desde el equipo responsable internacional para abajo muchos siguieran proclamando: «somos la Iglesia que se renueva llevando a la práctica en las parroquias el Concilio Vaticano II».

Por eso no es raro que proliferaran las acusaciones de sectarismo («sois una Iglesia paralela»).

En cualquier caso, los obispos quedan libres (potestad discrecional, que no arbitraria) para autorizar y con qué márgenes la realización del Camino en su diócesis, mientras los responsables del Camino vienen obligados a la íntegra aplicación del ECN, adecuando la praxis en cuanto sea preciso, incluso renunciando a invadir en fuero interno de los neocatecúmenos.

 

4 comentarios:

  1. Yo lo tengo clarisimo: la violación del fuero interno de las personas es la clave absoluta del CNC. Solo con que se leyera el Canon 220 al inicio de cada escrute se caía TODO como un castillo de naipes.

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  2. "Tranquilo tranquilo" una de las frasecitas cuando te vas rebelando contra el sistema ja ja ja ja ja

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  3. Cuando te rebelas contra el sistema te llaman perseguidor, endemoniado y loco. Te ponen en vergüenza delante de todos y hablan de ti cuando ya no estás, diciéndoles que pobre, no os veais como fulano que el demonio le fue enrredando y mirad como va a Misa a las 19 los sábados.

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  4. Cada día descubro algo nuevo en este blog...
    Desde que conocí el kkamino allá por los años noventa, siempre escuché a mi mujer (por entonces mi novia) otro mantra que hasta hoy en esta entrada, no he descubierto que era una kikada y es el tema de la palabra "resignación".
    La frase en concreto siempre era lo misma " la resignación no es cristiana" y a mí me mencionaba terrible porque era resignación nunca me había significado algo malo sino al contrario realmente un acto de fe y de entrega a los demás....
    Desde luego el Neo-invento es una auténtica secta de las más tóxicas y peligrosas que existen.

    Lázaro

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