miércoles, 23 de noviembre de 2022

Traditio symboli (y CL)

 

Ya queda poco del mamotreto de la traditio. Lo siguiente que viene en él es un comentario -así se denomina en el mamotreto- de un solterón que nada sabe sobre crianza de hijos, pero se permite dar instrucciones a los demás:

Comentario de Kiko sobre los niños de las comunidades neocatecumenales que deben hacer la Primera Comunión.

¿Deben? ¿Quién obligará a las criaturas a hacer la Primera Comunión?

Alguien me pidió que hablara de los niños que van a hacer la Primera Comunión. Os digo una cosa para que entendáis lo que nosotros hemos visto sobre qué hacer con los niños.

Ante todo nos parece que el momento más oportuno para hacer la comunión no es la Vigilia Pascual. Es bueno que vengan, pero no para hacer allí la Primera Comunión. El niño necesita que su Primera Comunión sea una celebración suya, personal. La Vigilia Pascual es muy rica y llena de cosas durante toda la noche; además, no nos parece pedagógico apartar al niño del ambiente de los otros niños.

En el catecumenado de adultos -el RICA-, sí se considera oportuno que en la vigilia de Pascua el neófito sea bautizado, reciba la comunión por primera vez y además sea confirmado. Pero Kikónides es un mundo aparte donde los menos indicados son quienes deciden cuales son las necesidades de los niños.

No hacemos una preparación especial, no seáis más papistas que el Papa, no os creáis más inteligentes que los demás. No hacemos ninguna preparación especial para los niños de Primera Comunión; si en la escuela hay una preparación que la hagan allá con los amigos, eso es lo mejor. Si en la escuela no los preparan y los preparan en la parroquia, dejad que los preparen en la parroquia y no os preocupéis, como si las hermanas que los preparan dijeran tonterías, porque no dicen tonterías; los preparan como los preparan en los colegios, les hacen aprender el catecismo, les enseñan un poco de oración. Luego nos encargaremos de completar esto.

Así eran las cosas en Kikónides antes de que inventasen los padrinos: jamás se ha ocupado el CNC de enseñar el catecismo a nadie, para eso estaba la escuela o la parroquia, y más adelante ellos se ocupaban de “completar” esa formación. 

Que el niño haga su Primera Comunión el día que le corresponda, según la preparación que haya hecho con los demás; no separarlo del grupo con el que haya sido preparado. Esto es lo que decimos tanto en Italia como en España.

Hay una cosa que nosotros hacemos, eso sí. Cuando el niño ha hecho su Primera Comunión y ha tenido su fiesta, con un vestido blanco o azul o como prefiráis, y ha recibido un bonito regalo (porque es un día importante, es su día; también desde el punto de vista pedagógico y psicológico es muy importante, porque el niño empieza a crecer, o sea ya no es un niño pequeño) entonces a partir de este momento lo introducimos en la comunidad. Esto es muy importante.

En el Cristianismo, lo importante es la Comunión, el sacramento, no dónde se recibe; en el Kikismo lo central es que sea en la comunidad, el dónde se lleva al centro, y el sacramento solo es la excusa.

Después de que hayan hecho la Primera Comunión los presentamos a la comunidad (esto ya lo hemos experimentado, fue maravilloso y lo haremos aquí este año). Antes de hacer la Primera Comunión, los niños normalmente no vienen a la Eucaristía (si queréis podéis traerlos algún día), también porque cuando vienen sin haber sido presentados a la comunidad vienen como niños, no se sienten partícipes, es difícil.

Hay que suponer que Kiko consultó la bola de cristal para saber como se sienten los niños que van a la comunidad arrastrados por sus padres.

En todo caso, lo normal es que hasta que empiezan a prepararse para recibir la Primera Comunión, los niños sean reunidos en el peor salón de usos múltiples que haya, al cuidado de niñeras descuidadas. Y que en el momento en que empiezan la preparación, salvo que se porten fatal, tengan que hacer acto de presencia en esas ukas en las que no se sienten partícipes, (que lo sabe Kiko, que están allí como quien va al cine, que sabe que no es actor, sino espectador), donde tienen que escuchar los ecos de los demás sobre hechos concretos que evidencian que son los últimos y los peores de todos, lo que debe de ser muy edukikivo.

Entonces, ¿cómo hacemos? Lo que hemos hecho ha sido esto; imaginad que hacen la comunión el 15 de mayo, que lo celebran en la escuela o en la parroquia con la participación de todos. El sábado siguiente se hace la presentación en la comunidad. ¿Como se hace? Es muy simple. Si son tres o cuatro niños, se puede hacer una única fiesta con estos tres o cuatro que hay que introducir en la comunidad. Presentarlos en la comunidad significa darles autoridad, darles un papel para que el niño sea una persona más que asiste a vuestra Eucaristía, que no se le trata como a un niño sino que es una persona más.

Esto último jamás se ha hecho. Lo que sucede es que a esos niños, cada sábado, se les somete en medio de la asamblea comunitaria a las preguntas del didáscalo, para ver si han atendido a las lecturas. No se les da ninguna autoridad, son sometidos a un trato que los adultos no padecen, para que quede claro que no son personas como los demás, que son niños.

En este día el presbítero y el maestro reúnen a los niños y hacen que ellos conduzcan la liturgia; un niño hace la monición ambiental, hacen los cantos, etc. Son ellos los que condicen la liturgia este día, también leen y hacen todo lo que normalmente hacer los adultos. Ellos también se hacen eco de la Palabra, deben ser los primeros en dar la resonancia, antes de la homilía.

Solo una vez vi un intento de someter a los niños a moniciones y lecturas. No funcionó, por supuesto. No solo por cuestiones logísticas, como que los niños necesitaban un escalón para llegar al atril, sino porque se trabucaban al leer, no se sabían los cantos ni tocaban la guitarra, ninguno quería monitar ni dar eco, etc.

Después de que los niños hayan hablado, habláis vosotros y luego habla el presbítero, como en una Eucaristía normal.

Eso, como en una uka normal, en la que la homilía del sacerdote se reduce a que es el último que habla, como si fuese un eco más, sin darle el carácter doctrinal que corresponde a una homilía. Y así se banaliza el sacerdocio ministerial.

Ese día se prepara un ágape y después de la Eucaristía, en el ágape, se da un regalo a los niños. Se lleva una tarta, algún dulce o algo por el estilo y se les hace un regalo: un reloj, una pequeña grabadora (que les gusta mucho), un regalo, lo que la comunidad quiera; la comunidad hace una colecta y da un regalo a los niños.

Desde este día en adelante, los niños que han sido introducidos en la comunidad vienen a la Eucaristía como vosotros; nunca se cuestiona, es absurdo sembrarles dudas, ellos han de saber que vienen como los demás y que se pueden estar en el equipo que prepara la Eucaristía como cualquiera de la comunidad.

Lo importante es dejar claro a los niños que faltar a la comunidad es pecado grave. Un pecado que no les han enseñado en la preparación para recibir la Comunión y que es de los más graves que pueden cometer.

Normalmente, en las comunidades donde lo hemos hecho, nunca faltan, están contentísimos y siempre hablan en la resonancia; además, llega un momento en que hablan tanto que hay que decirles que se callen. De todos modos siempre dan resonancias bellísimas y los adultos deben atender a lo que dicen los niños porque ellos son muy sinceros, muy inteligentes, y captan muy bien la Palabra. O sea, los ayudamos a sentirse en su comunidad, que se sientan normales, relajados, y eso es estupendo.

El abuelito kiko y sus cuentos. En la vida real los chicos no abren el pico más que bajo la presión del didáscalo. Y en las preces todos sueltan el mismo discurso memorizado: Te pido por papá, por mamá, por los hermanos y para que me ayudes en el cole.

Entonces desde los 8 años hasta el final de los 13 vienen a la Eucaristía con vosotros, nada más. Durante este período hay un momento muy difícil, que es el momento en que comienza la pubertad (11-12 años); ahora mismo estamos tratando de ayudarlos con el maestro de la comunidad, algún hermano que tenga el carisma, este don para ayudarlos, llevándolos al cine un día o llevándolos a la convivencia otro día. En Barcelona, ​​por ejemplo, hicieron una convivencia con los chicos preguntándoles cómo hacían las Laudes en casa con los padres, les hicieron comentar las Escrituras y rezaron Laudes con ellos. Bueno, os diremos cómo hacerlo más adelante.

¿En qué ayuda a un adolescente ser interrogado sobre algo que tiene lugar en la intimidad de su hogar? Alguien podría pensar que lo único que se busca es recabar información que poder emplear contra los padres.

En el período de la preparación al catecismo, en todo este período el niño no es libre. A los 14 años creemos que ya es espiritual y suficientemente adulto para poder responder libremente al anuncio de Jesucristo. Entonces, ¿qué le dices?: “Mira, te hemos acompañado hasta aquí. ¿Tú has visto signos en la comunidad, has visto signos en tus padres, has visto signos en los demás también? Bueno, ahora ve y escucha las catequesis y allí responderás sí o no”.  Entonces el chico va a escuchar todas las catequesis y al final, en la convivencia, le preguntarán: “¿Quieres entrar al catecumenado?”. Y podrá decir “no”, aunque suelen decir que sí.

Y si dice que no, los padres tendrán la misión de hacerle la vida imposible con chantajes emocionales sin fin.

Si tu hijo te dice: “Papá, no, no quiero seguir en el camino” (quizás lo dice para fastidiarte), tú le dices que siga hasta el 1er escrutinio, porque un día te lo agradecerá.

Un diálogo de sordos al estilo que se aprende en el CNC. El hijo dice que no quiere seguir y el padre, en lugar de intentar ponerse en su lugar y entender sus motivos, se enroca en que continúe hasta que él, que es la autoridad, diga. ¿Quién quiere fastidiar a quién?

La comunidad puede hacer una convivencia para celebrar su paso a su propia comunidad. En una comunidad de Roma le dieron un crucifijo como señal, para que se acordara de la comunidad. Y la comunidad cumplió así su misión.

En Barcelona, ahora han entrado todos los niños de catorce años: son seis, nos los presentaron ayer, están en la última comunidad apenas nacida y fue estupendo. Hicieron las catequesis, les contaban a sus padres: "Hoy ha sido pesado, habló uno malísimo, menos mal que se levantó otro...". Al final lo saben todo, ¿eh? Ayer estuvimos con ellos y estaban contentísimos, decían que estuvo estupendo, no faltaron a ninguna catequesis y cuanto hicieron las preguntas ¡se lo sabían todo!

También estaban orgullosísimos y deseaban dejar la comunidad de sus padres para tener su propia comunidad donde ya nadie tenga que obligarles. Porque a ti, si un día no vienes a la Eucaristía, nadie te dice nada, ¿verdad? 

¿Cómo? ¿Acaso deja de ser pecado grave faltar a la propia comunidad? ¡Qué notición!

Esto es lo que hacemos por ahora. ¿Os parece bien? Podemos mejorarlo, pero esto es lo que hemos experimentado y nos parece que va bien.

La “mejora” han sido los padrinos, los escrutes de los viernes, las movidas de los domingos por la tarde, la generalización de los pecados graves si se falta a cualquier cosa… Los hijos son esclavos del CNC.

 

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