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No te lamentes de las oportunidades perdidas. Mientras lo haces, quizás esté
pasando el último tren por delante de tu casa, tal vez está amaneciendo de
nuevo, acaso alguien esté llamando a tu puerta.
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No sigas castigándote por los errores cometidos. Es como repetir siempre la
misma asignatura. De este modo, nunca aprenderás la lección del amor que Dios
te regala cada día, ni el arte de conjugar la vida. El pasado pasó. ¡Desahoga
en Él tus afanes!
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Vive agradecidamente el presente: es tu tiempo y tu tarea. De lo contrario, tu
futuro puede convertirse en una vana ficción.
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En la adversidad y en la debilidad haz también memoria: reaviva energías que ya
usaste, despierta recursos qué conoces, desempolva entusiasmos que ya gozaste.
Saborearás de nuevo la vida.
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No uses de tu pasado como pretexto compensatorio, como arma arrojadiza contra
alguien, como acumulador de resentimientos: terminará por ser más fuerte que
tú.
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La nostalgia es actitud de necios. Lo mejor, lo más interesante, lo nuevo
(incluso cuando la soledad parece cegarte) es tu presente: acógelo, sácale
partida.
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Si ya no tienes objetivos, ilusiones y esperanza aterrizarás forzosa y peligrosamente
en el pasado. Deja, por tanto, que por algún resquicio de tu alma o de tus
ventanas, entre un poco de aire que mantenga vivo el rescoldo.
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Mira siempre agradecido a tu pasado. No te faltan motivos para ello. Descubrirás
que, a pesar de todo, ha valido la pena haber sido escogido desde la eternidad
de Dios para la aventura maravillosa de la vida.
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Vive cada día como una nueva oportunidad. En el pórtico de la Vida que te ha
sido prometida, ya puedes decir (con modestia, claro): Confieso que he vivido.
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"Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos". La fe
de los cristianos tiene su origen en la historia de Aquél que "pasó entre nosotros
haciendo el bien”. Pero no pasó. Sigue vivo. Ser y hacer memoria de Él es
apuntarse a la mejor conjugación: He vivido, vivo y... viviré.
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RECUERDA la frase de San Agustín: "Dios no manda cosas imposibles, sino
que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no
puedas y te ayuda para que puedas."
"En la Instrucción "Cuestiones relativas a la colaboración de los fieles laicos en el ministerio de los sacerdotes" del 15 de agosto de 1997, documento firmado por ocho congregaciones romanas, se especifica que la homilía "es una parte integral de la liturgia" y que "por lo tanto, debe reservarse para el ministro sagrado, sacerdote o diácono. Los fieles no ordenados quedan excluidos" (Artículo 3). El propósito de este documento era precisamente erradicar los abusos que ya se habían extendido por toda la Iglesia."
ResponderEliminarabusos que siguen existiendo en kikónides, con las prehomilías (moniciones), y las homilías privadas (ecos).
Buenos y sanos consejos que procuraré no olvidar.
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