Publicidad del Camino Neocatecumenal - Pascua 2017 (II)

En la versión española del mitin publicitario, se prosigue con el cuento de que todos los curas hindúes de todos los tiempos han sido unos inútiles incapaces de evangelizar.

A mí me decían en aquel momento (asegura cuando no le escucha ningún obispo): «Mira, Kiko, aquí la Iglesia católica es un horror: los curas están todos cansados de Misas y Misas y están deseando que lleguen las 8 de la tarde para hacer la última Misa, quitarse la sotana, ponerse una camisa y marcharse a beber cerveza. Esta es toda la ilusión que tienen, porque aquí es todo sacramentalización».

Afortunadamente, dice cuando no le escucha ningún obispo, eso está cambiando y ahora los curas hindúes en cuando “hagan” la última misa correrán a quitarse la sotana, ponerse una camisa y marcharse a cenar a la casa de alguna familia en misión. Con lo cual todo va a ir mucho mejor en la India.

Y no sólo en la India, porque un año más los sufridos kikotizados saldrán los domingos de pascua a las plazas a dar voces, cantar y bailar sin que nadie les haga caso:

«Primer encuentro: ¿Quién es Dios para ti? ¿Crees en Dios? ¿Por qué? ¿Has experimentado en tu vida que Dios existe?... Y hacemos los Laudes, cantamos, bailamos y después un hermano designado por vosotros hace este anuncio.

Segundo encuentro: ¿Quién eres tú? ¿Para qué vives? ¿Qué sentido tiene tu vida? Lo mismo. Y otro hace la catequesis.

Tercer encuentro: Anuncio del kerigma. La noticia de tu salvación. Si lo escuchas y lo crees te salvarás.

Cuarto encuentro: Kerigma, anuncio del Evangelio, llamada a conversión y penitencial. Se sientan algunos curas en la plaza y algunos se confiesan. Hemos tenido un éxito enorme otros años.

Último encuentro: ¿Qué es la Iglesia? ¿Cuál es tu experiencia de la Iglesia? ¿Quieres ser ayudado en una comunidad cristiana? Y después convocamos a los hermanos en algún local, porque cuando los hemos invitado a la parroquia no vienen. Hay muchísima gente en los encuentros. Pero, sin embargo, a las parroquias no vienen, no vienen porque no quieren significarse.»

La alienación kikótica es tremenda: llegan a creerse que unos hipotéticos transeúntes que se paran en la calle a confesarse, a enterarse de qué es la Iglesia, a escuchar experiencias sobre lo que es la Iglesia, si les dicen de reunirse en una parroquia, salen por patas… Claaaaro, porque arrodillándose en la calle para recibir la absolución no se significan, pero entrando en una parroquia se significan que lo flipas.

«Esto sucede en todos los lugares, o sea, que tenemos miedo que (sic) la estructura, a la parroquia; esta es la experiencia que tenemos en muchos sitios. Y cuando les hemos invitado a un salón que nos dejaba la parroquia, pues venía un tercio o el 10% de toda la gente que estaba allí. Por eso es importante buscar un sitio más laico, menos religioso en ese sentido.»

Luego viene el consabido cuento apocalíptico de lo mal que está el mundo: gente que hace turismo a Suiza para “eutanasiarse” (no aclara si el paquete turístico incluye la repatriación de las cenizas o del cuerpo anortajado del suicidado), gente que no se casa por todas partes, gente que vive sola por doquier, para concluir que la solución a tantísima soledad no son los clubes de ajedrez, sino las comunidades, claro, que se lo dijo la Virgen a él y sólo a él.

Y luego enlaza con un cuento del seder judío, que es la vieja alianza superada por la nueva, por más que algunos no se enteren.

«Los cristianos, no sé si vosotros lo sabéis, no mueren nunca, porque Cristo ha muerto por nosotros. Ya no morimos. Por eso los primitivos cristianos llamaban el Dies natalis al día de la muerte física, el día más feliz de su vida, el día de la entrada en el cielo de un cristiano. Y por eso el funeral de un cristiano es una fiesta; siempre es un fiesta si es que tenemos fe porque a todo esto se ha echado agua sobre el vino y la gente no tiene ni idea. Pero nosotros no, no somos un vino aguado, vosotros sois hermanos que Dios ha elegido desde antes de la creación del mundo para daros una misión, una misión importantísima, cada día más grande. Fíjate en lo que la Virgen dice: «¡No tienen comunidad, están solos esta sociedad! ¡Hay que hacer comunidades cristianas como la Santa Familia de Nazaret!». ¡Fijaros qué providencia de Dios, qué amor de Dios para tantos ancianos solos, para tanta gente sola!

Mirad, las familias en misión hacen catequesis en las familias. Y ¿qué sucede? Pues que la gente después de terminar la catequesis no se va; y son la 10 y media y no se van; y son las 11 y no se van. Y la mujer no sabe qué hacer y les trae una coca-cola o una pizza; no sé. ¡Y no se van! Y ¿por qué no se van? No se van porque están solos y han encontrado en la familia ––porque han presentado a los hijos a estos hermanos que son todos paganos, que son 10 paganos que están allí por primera vez que han venido a las catequesis––, pues, el ambiente de la familia cristiana, los hijos, les toca profundísimamente. Y no tienen ganas de ir a su casa porque en su casa están solos, solos, solos.

Por eso es una gracia inmensa que la Virgen haya dicho que hagamos comunidades cristianas. Vamos a salvar la sociedad. Y vamos, sobre todo, a hacer un acto de caridad enorme para los más pobres que son los ancianos solos, los más pobres la gente sola que está divorciada, separada y que no se casan.»

Y tras la novela de ciencia-micción de las obras de caridad que van a realizar los catecúmenos repartiendo coca-colas nocturnas a los paganos solitarios, viene (sólo en la versión española, en la que no hubo obispo) una nada sutil invitación a dejar las parroquias porque todo es preferible a tener que obedecer a la amada Iglesia.

Pero esa invitación queda para el siguiente capítulo.