La siguiente “monición” la hace Carmen. Eso es una novedad, la única, pues por lo demás Carmen tampoco sigue las directrices sobre lo que debe ser una monición y la hace larga, cargada de divagaciones y de contenido impropio.
«MONICIÓN AL CANTO DESPUÉS DEL TERCER SALMO
(Carmen)
Este día está insertado en dos misterios enormes: el sacramento de la Penitencia, que celebraremos esta mañana, y el sacramento de la Eucaristía, que celebraremos esta noche. También yo veo cuánto necesito este día.
Lo que hoy me sostiene es mirar hacia la casa de la luz, hacia la luz esplendente de la casa del Padre. Toda la revelación de Dios está destinada a la manifestación de su inmensa paternidad, creadora y regeneradora. La casa del Padre nos pone en camino para alcanzarla; la necesidad y la aspiración de nuestro corazón nos llaman a llegar a la casa del Padre, a llegar al Cielo».
Aquí se inserta una nota al pie que explica que «el templo tiene una significación escatológica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un umbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva al que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el pueblo de Dios está en marcha» (CIC 1186). La Iglesia, no la comunidad, no el grupito, por más que tanto Kiko como Carmen idolatren el grupito y renieguen de la Iglesia.
«Por eso el hijo pródigo, que -como nosotros- ha experimentado tantos problemas y tantas angustias, que ha experimentado el límite de todas las cosas, dice: "¡Padre, pequé contra el Cielo y contra ti!". ¡Pecar es pecar contra el Padre y contra el Cielo. El pecado de nuestra generación cierra, niega el Cielo y deja a los hombres sin esa luz esplendente que Dios nos ha ofrecido para caminar en la existencia; ¡la cosa más triste de nuestra generación son los jóvenes que no saben por qué caminan, a dónde van!
Siempre me ayuda el ver que somos un punto insignificante en un universo inmenso que la ciencia trata de explorar cada vez más. La tierra es como un átomo en medio de este universo impresionante en el que estamos navegando a toda velocidad.
¡Cuanto más aumenta nuestro conocimiento del universo, de la naturaleza, del hombre, tanto más podemos conocer y admirar la inmensidad de Dios, su inteligencia y su sabiduría creadoras que nos circundan! Es estupendo sobre todo ver el "código" maravilloso de su creatividad que Dios ha puesto en esa imagen suya que somos nosotros. El pecado estropea la imagen de Dios que hay en nosotros. Por eso el hijo pródigo dice: "¡Padre, he pecado contra el Cielo y ante ti". Y el Padre le manifiesta su perdón entregándole su anillo, su sello, su imagen, para que el hijo recupere y redescubra la grandiosidad inmensa de la paternidad divina que lleva dentro de sí mismo».
El Evangelio dice que el padre ordena vestirlo, ponerle un anillo y calzarlo, en ese orden y que se celebre su regreso con una fiesta. En ningún sitio dice que sea “su” anillo, el del padre, lo que dice es “un” anillo. Y lo que manifiestan las acciones del padre es que lo recibe como hijo, no como siervo. Podría haberlo perdonado y dejarle como encargado de los establos, que era lo que el hijo proponía, pero el padre no solo le da su perdón, además le restituye su lugar en la casa.
«El hombre es un prodigio inmenso. Nuestro cerebro, por ejemplo, todavía es un gran misterio para nuestra ciencia que no consigue entender verdaderamente cómo funciona. Nosotros somos en verdad una obra grandiosa y prodigiosa que aún está toda ella por descubrir. ¡Pero la cosa más importante es descubrir que Dios es verdaderamente nuestro Padre, descubrir su paternidad dentro de nosotros, descubrir el "código" de Dios que hay dentro de nosotros! Ésta es la revelación sorprendente que Dios nos ha hecho en su Hijo Jesucristo: ¡Dios es Padre, Dios es nuestro Padre!
Toda la Escritura nos presenta el amor de Dios, su ternura amorosa, sus "entrañas" de amor, su amor "entrañable". En este sentido, la Escritura nos presenta el rostro "materno" de Dios, su amor "maternal", como dice el Papa Juan Pablo II en la Mulieris dignitatem. Como explica muy profundamente el Papa, Dios, que habita en una luz inaccesible, ha querido manifestar visiblemente en la creación que Él es misterio de comunión de amor y de eterno engendrar; por eso, a su imagen y semejanza, ha creado al hombre, que es unidad amorosa y fecunda de dos, hombre y mujer: "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó". En la comunión de amor hombre-mujer, y en la unidad de su paternidad-maternidad, tenemos una imagen visible del inmenso e inescrutable misterio de amor y de eterno engendrar que es Dios».
Da la impresión de que Carmen trata de resumir lo que ha entendido de la Mulieris dignitatem, pero no sé hasta qué punto acierta. Porque una nota a pie de página explica que San Juan Pablo II, en esa encíclica, afirma que el “engendrar” y la paternidad de Dios es totalmente distinta a la “unidad de dos” humana, por ser las primeras completamente espirituales y divinas por esencia.
«Dice S. Pablo: "Doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra"».
En realidad, la carta de San Pablo a los efesios dice: «doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra». Y alguna otra traducción dice «doblo mis rodillas ante el Padre, creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra». Y no aparece la palabra paternidad. Ni tampoco maternidad.
«Efectivamente, la paternidad y la maternidad de Dios va infinitamente más allá de toda imagen, de todas las paternidades y maternidades humanas que podamos experimentar nosotros. Por ejemplo, el Hijo es engendrado eternamente sólo por el Padre y permanece -digamos así- dentro del Dios Único, mientras que el hijo humano es engendrado por los dos progenitores, por el padre y por la madre, y es un hombre distinto de ambos».
Y precisamente por ello el “engendrar” de hombre y mujer, tan similar al de cualquier mamífero, está lejísimos del “engendrar” divino. De hecho, una nota a pie de página pone que «Dios transciende la paternidad y la maternidad humanas: Nadie es padre como lo es Dios» (CIC 239).

A esta señora nunca se le entendieron sus ideas e inventos
ResponderEliminarhttps://youtu.be/HvzHabxDNrQ?si=2XJJE3hYZEQMoZgb
No sé porque me da la impresión de que Carmen es como una mística del new age.
ResponderEliminarY los cientos de mártires cristianos que viven su Fe, asesinados por asistir a la Misa Dominical recorriendo 20 o 30 Km, especialmente en Africa, Medio Oriente?, y No tienen una Macro Causa Festivalera de beatificación, Nadie se acuerda de ellos y nadie va a besar su tumba, ellos no viajaron nunca por el Mundo por falta de recursos, tampoco recibieron homenajes en Universidades, No renunciaron a su Fe Católica y les costó la vida. Espero que la Curia Romana, el Vaticano, tome conciencia de que las beatificaciones meteóricas y mediáticas no hacen bien a la Iglesia y se tome mas en serio los procesos de las mismas.
ResponderEliminarEstuve mirando con sorpresa un nuevo icono de Kiko, que le regalara al Papa , recientemente. Supuestamente está hecho tomando como referencia a San Francisco Javier. Pero...¡Sorpresa! Es el propio rostro de Kiko. Nada que ver con ninguna de las imágenes oficiales en la Iglesia de San Francisco Javier. ¿Hasta dónde será capaz para impulsar su santidad?
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