«Hermanos, cantemos al Señor. Él habita en los (sic) laudes de su pueblo. La primera cosa que tiene que hacer un cristiano cuando se levanta por la mañana es rezar los (sic) Laudes, bendecirle al Señor, alabarle, darle gracias, cantarle y decirle: "¡Señor, Tú eres estupendo, maravilloso, magnífico! Alabar es lo contrario de murmurar, de blasfemar, de maldecir, de hablar mal del Señor: "¡Mi vida es un asco! ¡Dios no existe!"».
Nada en contra de quienes lo primero que hacen al levantarse es cantar a Dios, por supuesto. Yo no lo hago. Pero no puedo evitar acordarme de la parábola de aquel padre que tenía dos hijos, uno decía a todo que sí, pero hacía lo que le daba la gana; el otro era un protestón, pero después recapacitaba y hacía lo que su padre quería de él… Pues eso.
«Dice S. Pedro que hemos sido elegidos, llamados, para dos cosas. Primero, para sufrir con Cristo la injusticia sin resistirnos al mal, sin defendernos del mal que nos hacen, para que brille en nosotros la naturaleza divina: "Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas. El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia" (1 P 2,20-23). Por tanto, cuando vosotros respondéis al mal con el mal, cuando respondéis con violencia a las injusticias que os hacen en el trabajo, en la familia, etc., estáis traicionando a Cristo y la naturaleza divina que os ha sido dada en el bautismo».
Quien primero “traiciona a Cristo y la naturaleza divina” es el que comete la injusticia, pero como de costumbre Kiko carga contra la víctima, no sea que el malhechor esté en las filas de los kikotistas, lo que no es infrecuente.
«Segundo: "Habéis sido llamados a heredar la bendición" (1 P 3,9), a bendecir al Señor precisamente porque le habéis conocido, porque ha intervenido de manera especial en vuestra vida, porque os ha elegido en función de los demás: de tu prima, de tu madre, de tu hermana, etc. Por eso a ti se te pedirá mucho más».
Esto hay que aclararlo. Kiko parece considerar que el estar en una comunidad neocatecumenal es una intervención especial de Dios. Falso. Haber recibido el bautismo sí es una gracia de Dios, tanto en tu vida como en la de tu prima, tu madre, tu hermana, etc. Pero hay que tomarse en serio la advertencia de que Kiko exige mucho más a quienes están en su área de influencia. No Dios, sino Kiko te exigirá más a ti que a tu prima, tu madre, tu hermana, etc. por el simple hecho de que reclama a quienes se dejan seducir por sus cantos de sirena.
«Hermanos, hemos sido llamados a cargar con la injusticia, mostrando que en nosotros habita la naturaleza divina, y para bendecir al Señor. ¡Quizá, después de tantos años, todavía no cargáis con ninguna injusticia!»
Quizá por eso Kiko manda a Jesús Villada a cerrar canales, porque no soporta ser desobedecido. Pero Kiko reclama a los demás lo que él mismo no hace, sobre todo a las mujeres que, no por casualidad, son las primeras víctimas del CNC.
«Cuando tu marido te insulta: "¡Eres un loca, una cretina!", respondes insultando todavía peor. Hemos sido llamados a responder al mal con el bien y a bendecirle al Señor. Si le damos gracias por las cosas buenas, ¿cómo no le vamos a dar gracias por las cosas que nos parecen malas? Tal vez nunca le has dado gracias al Señor por una enfermedad».
Nunca he pensado que el mal o la enfermedad vengan de Dios. Tampoco la muerte. Eso no viene de Dios, viene del enemigo.
«En el Camino, durante tantos años, la Iglesia os está dando leche como a un lactante, os está dando de comer como a un niño pequeño: celebraciones, catequesis, convivencias, etc., para reavivar, para fortalecer en vosotros la naturaleza divina, que es muy frágil frente a un mundo malvado y perverso. Llega un momento en el que la Iglesia tiene que ver en quiénes de vosotros la naturaleza divina que habéis recibido, la naturaleza de hijos de Dios, está produciendo frutos, está realizando obras. ¡Dime cuáles son tus obras y yo te diré quién es de verdad tu padre!».
Mucho ojo con esto. Kiko no tiene derecho, porque nadie se lo ha dado, a interrogar a nadie sobre sus obras, mucho menos si lo hace en público, mucho menos cuando él jamás da ejemplo, jamás se le ha visto pedir perdón a Carmen, por ejemplo, ni mucho menos poner la otra mejilla cuando un presbikiko canta kikirikantos sin su permiso.
Y aquí, por fin, termina lo que según el mamotreto es una “monición” al canto después del primer salmo.

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