jueves, 6 de marzo de 2025

Leer antes de entrar en el Camino (y IX)

 

El dinero es kk, pero paga helicópteros

Aspectos económicos (Concetto)

En las kikotesis el dinero era presentado como un ídolo. Había que tratarlo como basura. Por eso, siempre que se recogía dinero se pasaba una bolsa negra, utilizada para la recogida de residuos.

Al nace una nueva comunidad, las demás compraban dulces y vino espumoso para celebrar con los nuevos neohermanos su entrada en el Camino (empezaban a ser considerados hermanos en Cristo a partir de ese ritual, antes no, antes eran religiosos naturales cargados de supersticiones). Al final del festejo, llegado el momento de reunir el dinero para pagar los gastos, si no se recaudaba la suma necesaria, incluso los de las comunidades más antiguas eran invitados a participar en la colecta. De esta manera los recién llegados quedaban impresionados por esta hermandad y se sentían como en familia.

Durante las convivencias de inicio de curso o los ritos de paso se recaudaba dinero para pagar hoteles o dejar ofrendas en las casas religiosas que nos hospedaban. Se pasaba con el “saco” mientras se cantaban cantos del Camino y el katekista nos animaba a despreciar el dinero: "desprendeos de vuestros bienes y recibiréis el ciento por uno". A veces incluso animaba a la gente a emitir cheques, especialmente a aquellos que no tenían dinero en efectivo. En ocasiones incluso sugirió dejarlos en blanco. Nadie era obligado a punta de pistola a echar dinero, pero la invitación era apremiante y todos ponían lo que podían. Alguno, carente de efectivo, echaba objetos de valor.

Al principio, cuando nos explicaron cómo se realizaban las colectas, nos dijeron que los hermanos más necesitados podían no “echar” en la bolsa, sino “tomar”. Luego, cuando presencié una colecta por primera vez, me di cuenta de que sacar algo de la bolsa era casi imposible. Era muy profunda y sacar dinero de allí habría sido una acción evidente para todos.

Muchas veces no se alcanzaba la cantidad necesaria, y entonces se hacía una segunda o tercera ronda de la "bolsa". Cuando se alcanzaba la suma necesaria, nos decían que había sido gracias a un hermano que se había convertido, pagando la importante suma que faltaba. De esta manera quedábamos impresionados y animados a "convertirnos" también nosotros. Después de cada ronda, en una sala contigua a la que estábamos reunidos, los "responsables" vaciaban las bolsas. Habiendo sido yo mismo "responsable", yo las vacié muchas veces y siempre era una sorpresa. De la bolsa caía de todo: dinero, cheques (algunos incluso en blanco), objetos de oro (anillos, collares, broches, incluso con piedras preciosas) y, en ocasiones, quinielas de fútbol (en el Camino, de hecho, se ponía mucho énfasis en que quienes jugaban a juegos de azar no confiaban en Dios y por eso jugarlo era considerado pecado).

Las cifras recogidas eran notables. En las convivencias regionales de tres días en hotel, éramos normalmente unas 450 personas. La cuenta del hotel rondaba (en 1997) los 80 millones de liras. Hay que tener en cuenta que estas 450 personas no eran más que un tercio del total de participantes en la convivencia regional: de hecho, los autorizados a participar (kikotistas y responsables de toda Sicilia) eran más o menos 1.400. También se recaudaba dinero para las niñeras que cuidaban a los hijos de los participantes durante su ausencia.

En estas ocasiones también se recogía dinero destinado al sostenimiento de los seminarios neocatecumenales y a la construcción del gran centro de acogida para las comunidades del Camino que, al terminar el itinerario, realizan la peregrinación ritual a Tierra Santa. La cantidad de dinero recaudada para los seminarios y para el centro de Galilea superaba a menudo la cantidad para el hotel. Para estos dos últimos fines, también se recaudaba dinero durante la preceptiva convivencia de transmisión.

Por ser el responsable de mi comunidad, tenía la tarea de recoger este dinero y enviarlo a los responsables en Roma. De vez en cuando me daban un nombre y una cuenta bancaria diferentes. Nunca me quedó claro el motivo por el que me informaban diferentes nombres y cuentas bancarias, yo pensaba que era más adecuado hacer referencia siempre a la misma cuenta. De esta forma se habría podido "pagar" incluso de forma privada, en tiempos en los que no estaban previstas convivencias e incluso personas no pertenecientes al Camino podían haber realizado pagos. Podría haberse hecho como las grandes asociaciones de voluntarios u organizaciones benéficas.

En el rito final del segundo escruticidio (o el primero de la etapa de la Iniciación a la oración) se realizaba el exorcismo del dinero. Colocados ante una Cruz, cada iniciado arrojaba en una cesta un sobre que contenía una considerable suma de dinero. Al realizar este gesto, debía pronunciarse una renuncia a Satanás.

Mi comunidad estaba entre las más pobres, pero sé que en otras comunidades muchos han renunciado a tierras, apartamentos, automóviles, etc. Las sumas recaudadas eran siempre muy elevadas. Nos decían que estos bienes irían a la parroquia anfitriona y al obispo local, como ofrenda de caridad. Claramente a este dinero había que sumarle el de gastos de manutención: hotel, niñeras, etc. También en esta ocasión, una vez finalizado el rito, la celebración se lleva a cabo en un restaurantes de lujo. Los gastos de estos banquetes de lujo corrían íntegramente a cargo de la comunidad, no de los kikotistas [que eran los que elegían el sitio y el menú]. Éstos, de hecho, “realizaban un servicio” y nunca participaban en los gastos. Tampoco participaban cuando venían a visitar a la comunidad y se sumaban al ágape que organizábamos. En esas ocasiones también traían a sus hijos.

Al final de cada convivencia regional o de transmisión regresábamos a casa despojados de bienes materiales. A menudo regresábamos solo con la gasolina del depósito. Con dolor pienso en los momentos en los que nos esforzábamos en ahorrar para destinar ese dinero al Camino. A menudo dijimos "no" a las peticiones legítimas de nuestros hijos, que se veían obligados a conformarse con lo mínimo. Los zapatos y la ropa se desgastaban al límite; las diversiones y las pequeñas propinas que se dan a los niños no entraban en la política familiar: era dinero destinado al Camino.

El diezmo

Todos los que llegan a la "Iniciación a la oración" (momento en que el Obispo nos entrega el breviario) tienen el deber de pagar el "diezmo": dar al menos una décima parte del salario mensual a la comunidad. Lo recaudado debe ayudar a los hermanos menos favorecidos y el responsable de la comunidad decide quién se beneficia de la ayuda económica y en qué medida, en función del importe recaudado y las solicitudes.

Muchas veces se sabía que alguien pedía "ayuda" sin necesitarla realmente y por eso muchos no diezmaban voluntariamente y a veces surgían fuertes conflictos. Aproximadamente un año después de la Iniciación a la oración, los kikotistas vinieron a visitarnos y el responsable les hizo saber que se recaudaba poco en los diezmos. Entonces los kikotistas nos reprocharon que todavía estábamos apegados al dinero y nos dijeron que por eso la comunidad no podía crecer.

Le preguntaron al responsable, el doctor P.Pg., si daba ejemplo, es decir, si al menos él echaba la cantidad adecuada. Él respondió que, a pesar de haber invitado repetidamente a los hermanos a corresponder y pagar el diezmo, no fue escuchado y por eso decidió, junto con su esposa, destinar su diezmo a las monjas de la Madre Teresa de Calcuta. En ese momento los kikotistas (y especialmente don P.P.) se enfurecieron.

Reprendieron ásperamente al matrimonio responsable delante de la comunidad, acusándolos de no amarla y de haber desobedecido a los kikotistas y al Camino. El responsable no tuvo oportunidad de responder debido al excesivo entusiasmo de sus interlocutores. Estaban especialmente furiosos con la esposa que intentaba minimizar y defender a su marido. Confieso que, mirando al presbítero, me parecía ver al pastor transformarse en lobo, tal era la rabia que expresaba, sin preocuparse por el efecto que causaba en los presentes. Los gritos se podían escuchar desde la calle y estábamos conmocionados y aterrorizados.

Desde ese momento P. Pg. ya no volvió al Camino. La esposa asistió a algunas reuniones más antes de dejarlo. Hoy, con la serenidad de quien se fue sin presión externa, me pregunto: "Al inicio de esta experiencia, ¿quién nos advirtió que tendríamos que sacrificarnos económicamente sin siquiera tener la libertad de elegir a quién dirigir nuestra caridad?". También me pregunto si hay en la Iglesia asociaciones o grupos que hagan pagar el diezmo a sus miembros.

Lejos de nosotros la idea de juzgar o acusar. Nuestro deseo ha sido dar testimonio para comprender mejor lo que viven y sufren en la comunidad los seguidores del Camino Neocatecumenal, y para que las autoridades puedan dar respuesta a muchas dudas.

 

Principio del formulario

Concetto Bonaccorso & Hermine (Marina) Niess

 

3 comentarios:

  1. Buena pregunta: ¿hay en la Iglesia otro movimiento que haga pagar diezmo y no se pueda preguntar que se hace con ese dinero?

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  2. https://dalvenvainor.com/la-verdad-camino-neocatecumenal/

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  3. El diezmo no era ilegal en la iglesia por derecho canónico?

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