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A esta criatura le han dicho que diosito lo quiere para salmista |
En una entrada reciente se explicó lo que son el abuso espiritual y el abuso de conciencia, males que, por desgracia, existen en la Iglesia y también en algunos grupos que a fuerza de sentirse mega elegidos se apartan de la Iglesia para no contagiarse el clericalismo de los religiosos de misa de 12.
Lo siguiente, escrito por un feligrés de una parroquia en EE.UU. ocupada por el neocatecumenado, es un hecho concreto de abuso espiritual y de conciencia a fin de ganar presbis para la causa del Camino Neocatecumenal.
«Nuestro actual vicario parroquial, a quien los del CNC llaman rebelde porque no comparte plenamente las decisiones del párroco neocatecumenal y da cuentas de sus actos solo ante el arzobispo, me contó cómo llegó al sacerdocio y que su caso no es una excepción, sino algo bastante habitual entre los salidos de los seminarios Redemptoris Mater.
Él se “levantó” junto con un grupo de amigos en una de esas convocatorias en las que Kiko pide vocaciones. Había que dar espectáculo y ellos, todos menores de edad, eran figurantes. Imaginaba que anotar su nombre junto al de sus amigos no tendría la menor repercusión, que se olvidarían de ellos por ser demasiado jóvenes.
Sin embargo, dos años después recibió una llamada y le preguntaron si estaba listo para entrar en el seminario (todavía era menor de edad). En esos dos años no había habido ningún seguimiento, solo las reuniones de la comunidad. Él dijo que no, es más, explicó que salía con una chica, pero igualmente le invitaron a acudir a Italia, a una reunión de los responsables del CNC con los candidatos al seminario. Le dijeron que en esa reunión podría decidir libremente, sin presiones.
Él pensó, ¿un viaje a Italia? ¿por qué no?
Fue a la reunión y en las “sesiones de calentamiento” dijo que no estaba interesado en el seminario. A su alrededor todos insistían en que al levantarse, dos años antes, siendo un adolescente, había manifestado que su vocación era el sacerdocio, que Dios no le habría dejado levantarse si no lo fuera así. La presión del ambiente le hizo dudar de sí mismo, de su entendimiento, de lo que Dios quería de él. Para acabar con sus dudas, alguien le comentó que tendría cierto margen para elegir destino. Así que en la sesión definitiva puso su nombre dentro de una bolsa, aunque pidió ser enviado a un país de habla hispana.
En contra de las promesas recibidas, fue seleccionado para un semivacío de EE. UU.
En lugar de negarse, pensó que era mejor no alborotar, porque al no ser adulto y no iba a conseguir un visado para entrar en EE.UU. a estudiar en un seminario perdido. Sin embargo, unos meses después obtuvo el visado.
Se dijo a sí mismo que no había por qué desperdiciar la ocasión de viajar a EE.UU. Iría y unas semanas después reconocería ante los responsables del seminario que eso no era para él y regresaría a casa con una experiencia nueva. Sin embargo, pasó un año antes de que le dejaran volver a su país (carecía de medios propios para organizar el regreso en contra del parecer de los mandamases). En ese año pasado fuera su grupo de amigos se había disgregado y la chica con la que salía se había mudado a otra ciudad. Su entorno le hizo pensar que nada de eso era por casualidad, que Dios quería que volviese al seminario.
Y lo hizo.
Cada vez que intentaba expresar sus dudas sobre su vocación le insistían en “hacer memorial de su historia” y ver que era decisión de Dios que fuese presbítero.
Es buena persona, pero ilustra de qué tácticas se sirve el Camino para ocupar los semivacíos: jóvenes inseguros, manipulables, despistados o que sencillamente buscan un camino para escapar de la miseria.
En una JMJ, este presbítero decidió que quería volver a su patria, casarse y vivir en su pequeño pueblo, alejado del CNC para siempre. Por una vez se mantuvo firme en su decisión, pero su kikotista (contra su voluntad) se negó a cambiar el billete de regreso a Nueva Jersey por otro que lo llevase a su patria.
También me contó que en sus años en el seminario continuamente estaba en crisis… Lo que tal vez explica por qué todos parecen tan infelices. Por otro lado, los seminaristas de cualquier seminario no neo eligen el sacerdocio después de haber pasado por la universidad e incluso de haber estado comprometidos, así que los que culminan los estudios y son ordenados son más genuinos que los tristes chicos de los R.M., siempre en crisis y siempre manipulados».
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