A propósito del errado esquema kikil sobre la “historia de la salvación”, voy a contar la leyenda de las diez tribus perdidas de Israel.
Casi un milenio antes de Jesucristo, el reino hebreo, se dividió en dos. Al sur, con capital en Jerusalén, estaba el reino de Judá, y al norte, con capital en Samaría estaba el reino de Israel. Este hecho está más o menos reflejado en el defectuoso esquema kikil.
La historia del reino de Israel es breve. Allá por el año 732 a.C. fue conquistado por los asirios, quienes tomaron cautiva a la población y la deportaron a las cercanías de la ciudad de Nínive, capital del imperio neoasirio.
«En el año nueve de
Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y llevó a Israel cautivo a Asiria y los
puso en Halah, en Habor, junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos»
(2° de Reyes, 17: 6).
Los asirios no invadieron el otro reino hebreo, Judá, que
quedó como estado tributario.
Siglo y medio después, en 587 a. C, el reino de Judá
corrió la misma suerte, pero a manos de los babilonios, bajo el reinado de
Nabucodonosor II, quien se llevó a los pobladores de Judá al destierro célebre
en la ciudad de Babilonia.
Al contrario de los
asirios con los habitantes deportados de Israel, los babilonios no dispersaron
a la población judía; en cambio les permitieron vivir en un distrito de la
ciudad de Babilonia hasta que años después, en 538 a. C., Ciro el Grande de
Persia derrotó a los babilonios, tomó su capital y permitió que los hebreos
regresen a la tierra prometida por su Dios, reconstruyeran el templo y mantuvieran una semiindependencia
hasta la caída del imperio persa en 332 a. C.
Pero, la suerte de los deportados a Nínive es más
oscura: dispersados por todo el imperio asirio, los indicios señalan que fueron absorbidos por las poblaciones locales.
No hay evidencia histórica de que los israelitas deportados
por los asirios lograran permanecer durante más de dos siglos como grupo
organizado. Tampoco hay, en los registros asirios, evidencia de que en su seno
hubiera una comunidad hebrea funcional.
No obstante, en los profetas está escrito que al final
de los tiempos Israel volverá a la tierra prometida.
Este es un esquema más realista |
De ahí la importancia de
localizar a los descendientes de las diez tribus perdidas. O a lo mejor es
que el resto de Israel ha quedado reducido a los hijos de Judá y nada más. O que la profecía no hace referencia a la descendencia de Abraham según la carne...
Lo que falta es que esos herejes kikorros digan que el camino neocatecumenal es una de las tribus perdidas de Israel.
ResponderEliminarLeyendo este artículo uno no puede dejar de ver ciertos paralelismos con el comportamiento colectivo de cierto "movimiento" katólico que, oh casualidades, incorpora muchos rasgos de sus "hermanos mayores y padres en la fe":
ResponderEliminarhttps://redinternacional.net/2023/11/02/la-psicopatia-biblica-de-israel-por-laurent-guyenot/
Se me olvidó incluir un dato en la entrada. La política asiria para debilitar al enemigo consistía en el movimiento forzado de poblaciones, no construían campos de concentración ni exterminaban a los nativos, sino que los deportaban y, a la vez, ocupaban la tierra vaciada con otros pobladores pues al fin y al cabo alguien tenía que cultivar y pastorear y producir bienes para los vencedores.
ResponderEliminarAsí que las diez tribus de Israel fueron deportadas y desaparecen de la historia y otro pueblo, con otra cultura y otra religión es asentado en la tierra de Israel. Este pueblo extranjero, que se juntó con los habitantes que habían quedado, dio lugar a los samaritanos.
De ahí el odio de los judíos por los samaritanos. No solo eran mestizos de israelitas y gentiles, sino que además deformaron la religión judía con añadidos abominables a ojos de Yahvé. O eso decían los doctos del lugar.
Entonces los neocatecumenales qué vienen siendo?
ResponderEliminarLos tontos útiles de un vivo.
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