Para la última entrada de
agosto traigo información sobre un artículo solo para kikólatras.
Se trata nada menos que
de la existencia de un librito de 52 página editado en 2018 en el que se pueden
encontrar todos los pintarrajos habidos en la que fue la casa de la familia
Gómez de Argüello Wirtz.
Anverso
Reverso
En dicho librito podrán
encontrarse imágenes tan edifikikantes como las siguientes:
La conferencia episcopal nigeriana ha tenido a bien poner las
pilas a sus sacerdotes acerca de abusos que no van a ser admitidos en las
celebraciones litúrgicas.
Ojalá otras conferencias episcopales tomasen nota y adoptasen
medidas contra las cacofonías, los bailoteos, especialmente reprobables si en ellos participa un presbi revestido, los experimentos con miel y leche
y demás.
El bailecito del presbi
CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE NIGERIA
Para: Todos los
Sacerdotes Católicos en Nigeria
SOBRE LOS ABUSOS DURANTE LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS
1. La sagrada liturgia es
el corazón de nuestro culto y la cumbre de nuestra vida cristiana. Es un acto
de culto divino que pertenece a toda la Iglesia y debe ser salvaguardado con la
máxima reverencia y fidelidad. Sin embargo, con profunda preocupación y justa
indignación observamos un aumento alarmante de aberraciones durante el culto en
toda nuestra nación, perpetradas por algunos de nuestros propios sacerdotes.
Estos abusos incluyen desviaciones de las oraciones y rúbricas prescritas de la
Misa, incluida la Plegaria Eucarística; manejo irreverente de la Eucaristía; deambular
mientras se lleva la custodia durante la exposición del Santísimo Sacramento y bendecir
a la gente utilizando gestos similares a asperjar con agua bendita; música
inapropiada, incluso la importación de música secular en la liturgia; baile
indecoroso, incluso con la custodia de la Eucaristía; comercialización de la
liturgia en la forma de aceptar demasiados estipendios y recaudación de fondos
justo en mitad de las celebraciones litúrgicas; el uso del púlpito para potenciar
intereses personales; incorporación de costumbres locales que son incompatibles
con la fe bajo el paraguas de la inculturación; fallo en el uso de vestiduras apropiadas;
falta de preparación adecuada para cada aspecto de la celebración litúrgica; la
invención de ritos, como la Dedicación del Niño, en la que algunos sacerdotes
colocan al niño en el altar, cuando, en la enseñanza de la Iglesia, un niño es
consagrado a Dios durante el bautismo; bendición de objetos no aprobados por la
Iglesia como sacramentales; y muchas otras. Estas graves violaciones no son solo
una afrenta directa a la santidad de la liturgia, sino también una fuente de
escándalo y vergüenza para la Iglesia en Nigeria.
2. Quede inequívocamente
claro: la liturgia no es un patio de recreo privado para la innovación
personal. No es una plataforma para la autoexpresión del celebrante. Se trata
de un encargo sagrado, transmitido por la Iglesia, que debe celebrarse según
las normas y tradiciones establecidas. La Constitución sobre la Sagrada
Liturgia del Concilio Vaticano II es clara: “La reglamentación de la sagrada
Liturgia es de competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica” (SC, 22).
Cualquier sacerdote que se tome la libertad de desviarse de estas normas es
culpable de una grave traición a su deber sagrado y está desviando de la fe a
los fieles.
3. Condenamos, en los términos más enérgicos posibles, todos y cada uno de los
abusos dentro de la sagrada liturgia. Tales acciones no son meros errores de
juicio; son violaciones del orden sagrado y deben ser tratadas como tales.
Recordamos a nuestros sacerdotes que el altar no es un escenario para
representaciones teatrales, ni la liturgia es un lugar para novedades. La
Iglesia nos ha dado directivas claras sobre cómo debe celebrarse la liturgia, y
estas deben seguirse sin excepción. La fidelidad a las leyes de la Iglesia
no es opcional, es obligatoria. Los fieles no merecen nada menos que la
celebración verdadera y reverente de los misterios de nuestra fe.
4. A nuestros obispos, los principales liturgistas de sus diócesis, les
encomendamos solemnemente: tomen medidas inmediatas y decisivas para corregir
estos abusos. Los fieles esperan de ustedes liderazgo, y es su sagrado deber
asegurar que la liturgia en su diócesis se lleve a cabo con la dignidad y
reverencia que exige. Como se afirma en las leyes universales de la Iglesia,
“Al Obispo diocesano, en la Iglesia a él confiada y dentro de los límites de su
competencia, le corresponde dar normas obligatorias para todos sobre materia
litúrgica” (Canon 838 §4). Donde sea necesario, se deben emplear medidas
penales para hacer que los sacerdotes infractores rindan cuentas, haciéndoles
comprender la gravedad de sus acciones y disuadiendo a otros de cometer delitos
similares. Los directores diocesanos de liturgia y los vicarios foráneos
(decanos) deben colaborar estrechamente con sus obispos en esta sagrada tarea.
Es imperativo que trabajen juntos para asegurar que los sacerdotes dentro de
sus jurisdicciones se adhieran estrictamente a las directivas de la Iglesia.
Este esfuerzo colaborativo es esencial para mantener la unidad y santidad de
nuestro culto litúrgico.
5. A nuestros sacerdotes les decimos: A Ustedes se les ha confiado la sagrada
responsabilidad de celebrar los misterios de nuestra fe. Esta no es una
responsabilidad que se pueda tomar a la ligera, ni que permita interpretaciones
personales. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II
nos recuerda que “La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a
todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las
celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma” (SC,
14). Esto sólo se puede lograr cuando la liturgia se celebra con el decoro, la
reverencia y la fidelidad que exige. Los abusos y las desviaciones de la forma
prescrita no solo son inaceptables, sino que son un grave perjuicio para los
fieles y para la Iglesia.
6. En conclusión, renovemos todos nuestro compromiso con la celebración
adecuada y fiel de la liturgia. La liturgia es un anticipo del banquete
celestial, un encuentro sagrado con lo divino, y debe realizarse siempre con la
máxima solemnidad y reverencia. Cualquier acción que disminuya este encuentro
sagrado debe ser condenada y corregida con la seriedad que merece. Extendemos
nuestra sincera gratitud a todos los sacerdotes que, en su celebración de la
liturgia, permanecen fieles a las enseñanzas y tradiciones de la Iglesia. Su
compromiso con la reverencia, el decoro y la fidelidad sostiene la santidad de
nuestro culto y sirve como un brillante ejemplo para todos. Que nuestras
celebraciones litúrgicas reflejen siempre la belleza, el orden y la santidad
que deben transmitir, acercando a los fieles al misterio de Cristo; y que
nuestra Señora, asunta al cielo, interceda por nosotros para que seamos fieles
a las enseñanzas de su Hijo y de la Iglesia. Amén.
Dado este día quince de agosto del año del Señor dos mil veinticuatro, en la
Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
+Lucius Iwejuru Ugorji
Arzobispo de Owerri
Presidente CBCN
+Donatus Aihmiosion Ogun,
OSA
Obispo de Uromi
Secretario CBCN
+Augustine Ndubueze Echema
Obispo de Aba
Presidente del Comité de Liturgia CBCN
Me pregunto si los
neocatecumenales son conscientes de que el Antiguo Testamento es diferente para
los católicos (específicamente católicos, no cristianos) que para los judíos.
Me refiero a que en la
Biblia católica el Antiguo Testamento tiene más libros que en la biblia judía.
Ello es debido a que hay
en concreto siete libros de los que no solo no se conserva ningún resto escrito
en hebreo o en arameo, sino que además se sospecha que el original fue escrito
en griego. Son libros que proceden de los judíos alejandrinos, los hebreos de
la diáspora, y que no han existido nunca en los rollos conservados por los
judíos palestinos.
A los libros cuya
inspiración divina nunca ha sido cuestionada se les llama “protocanónicos”
(primer canon) y a los otros se les conoce como “deuterocanónicos” (segundo
canon) o “apócrifos” (en referencia a que se desconoce su autor) y puede
decirse de ellos que para los católicos son tan sagrados como los primeros,
para los protestantes y los judíos, no.
Los libros que no son
sagrados para los judíos son: Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico
y Baruc. Y además quitan algunos capítulos al libro de Daniel.
La razón por la que la
Iglesia los reconoce es que son referenciados en el Nuevo Testamento en los
discursos de Jesús y de sus apóstoles:
Mat. 2:16 – El
decreto de Herodes de matar a niños inocentes fue profetizado en Sab. 11:7
– matar a los santos inocentes.
Mat. 9:36 – el
pueblo era “como ovejas sin pastor” es lo mismo que Judit 11:19 – ovejas
sin pastor.
Mat. 7:16,20 – La
declaración de Jesús “por sus frutos los conoceréis” sigue a Eclesiástico
27:6 – el fruto revela el cultivo.
Juan
10:22 – la identificación de la fiesta de la dedicación está tomada
de 1 Mac. 4:59.
Heb
11:35 – Pablo enseña sobre el martirio de la madre y sus hijos
descrito en 2 Mac. 7:1-42.
Lucas
2:29
– La declaración de Simeón de que está listo para morir después de ver al Niño
Jesús sigue a Tobías 11:9.
1
Cor. 10:20 – lo que los paganos sacrifican lo ofrecen a los
demonios y no a Dios se refiere a Baruc 4:7.
Éxodo
23:7
– no matarás al inocente y al justo – Dan. 13:53 – no matarás a una
persona inocente y justa.
Los católicos reconocen estos libros como inspirados desde mucho antes de Trento. En concretos son citados en el listado de libros inspirados decretado en el Concilio de Roma del 382, listado que se reafirma en el Concilio de Hipona en 393 y de nuevo en el III Concilio de Cartago en 397 y una vez más en el IV Concilio de Cartago en 419.
Y en todos ellos se
dispuso que la Escritura Sagrada, toda ella, fuese leída en las iglesias, pese
a que en el CNC, siempre tan alejados de la realidad, se empecinan en el relato
de que nadie conocía en Antiguo Testamento antes del II Concilio Vaticano.
Será más bien que el que no quería no lo conocía, porque la Iglesia siempre ha insistido en proponer su lectura y conocimiento. Y a nadie se le prohibía acceder a la Biblia.