Testimonio de Isabel
Isabel se muda a Australia después de casarse. En la parroquia conoce a un matrimonio enviado desde Italia “en misión evangelizadora”. Nace entonces en esa parroquia una comunidad neocatecumenal.
«Caminamos en esta comunidad durante 28 años –dice Isabel– convencidos de que todas sus enseñanzas provenían del magisterio de la Iglesia Católica. Lamentablemente, después de muchos años, entre el shock y la incredulidad, dudamos que este camino sea un camino de fe, que sea una iniciación al Cristianismo, como está definido en los estatutos. Me sentía cada vez más juzgada por los katequistas y cada vez más infeliz. Se crearon dinámicas familiares que me hicieron dudar de la legitimidad del Camino y de los métodos de los katequistas, que hacen todo lo posible para denigrarte como ser humano y como cristiano».
En las catequesis iniciales se propone una visión idílica y feliz de comunidad. Sin embargo, a menudo se experimenta soledad, depresión, falta de comunión. En muchos casos se experimenta el ser aislado, ignorado o, peor aún, rechazado por los demás. «A menudo había conflictos dentro de la comunidad, discusiones, malentendidos, celos; solo se hace hincapié en el pecado, las imperfecciones y debilidades de la gente».
Según Kiko, la iniciación al Cristianismo solo es posible dentro del Camino Neocatecumenal, que contiene todo lo necesario para la práctica de la fe.
«Durante las convivencias mensuales –continúa Isabel– compartimos nuestra vida de manera muy profunda y personal, incluso en aspectos detallados e íntimos de la relación entre marido y mujer. Desafortunadamente, los hermanos luego hablaban de lo que se compartía, y lo hacían incluso fuera de la comunidad. Entonces se presentó la ansiedad y comencé a sentirme muy vulnerable porque hacían juicios sobre nosotros. Me dijeron que era una moralista y una justiciera, que me creía mejor que otros y por eso no aceptaba recibir injusticias y abusos de la comunidad. Compartí toda mi vida y, cuando dejé de hacerlo, el katequista me dijo que el demonio mudo quería que me guardara todo dentro».
Los katequistas reclaman ser consultados como guías en el discernimiento en cualquier acontecimiento de estrés, problema o dificultad. Los catecúmenos se vuelven así dependientes de ellos, hasta el punto de idolatrarles como "enviados de Dios". No está permitido tener opinión propia ni duda sobre el camino, de lo contrario serás considerados engañado por el demonio, endemoniado o desobediente a Dios o a los catequistas.
«Ahora que nos hemos ido –concluye Isabel– solo nos quedan nuestros hijos, que han abandonado la fe católica por los traumas sufridos en CN. Al haber crecido los ocho hijos en la vida comunitaria y al no haber tenido la oportunidad de hacer otros amigos, nos encontramos sin amigos y completamente solos. Estamos trabajando en las relaciones con nuestros niños, dañadas por la enseñanza de CN, con la esperanza de que puedan mejorar. Todo nuestro tiempo estuvo dedicado a la comunidad y a la posconfirmación organizada por el CN con los mismos katequistas siempre a cargo de todo. Los katequistas siempre nos han dicho que fuera del CNC estaba la condenación y la pérdida de la fe». Pero fue en el Camino donde sus hijos perdieron la fe.