«Tercera
tentación: tentación de los ídolos
La tercera tentación es la de la gloria del poder. En
el fondo, la religión es algo que me sirve, que me da la felicidad total. Y si
no me da la felicidad, no me sirve. Entonces, en el desierto, cuando Moisés sube
a la montaña, el pueblo ya está cansado de este Dios que les lleva al desierto,
que hace tanto calor, que les da un alimento muy pobre, muy miserable, entonces
hacen como hacían las religiones de los caldeos, de los babilonios. Estas
religiones tenían sus ídolos, los persas tenían el dios de la fertilidad, que
si uno lo invoca, le respondía. Sucedía porque el demonio estaba allí. Si tú
invocas al demonio y le pides gloria, él te responde, viene y te la da. Así era
en la Iglesia primitiva, todos los ídolos eran confirmados por el demonio. Si
tienes una enfermedad y vas a un hechicero y se lo pides, te curará. Pero,
¿cómo...? ¡Claro! ¿O el demonio no está allí? ¿Quién lo dice? Si lo único que te
importa es tu voluntad, ¡que sea lo que tú quieres!»
Un
kikotreto está invariablemente lleno de barbaridades. Pero lo de los ídolos de
la Iglesia primitiva de tiempos de Moisés ya es de vivir en un universo
kikolelo.
«Entonces los hebreos se hicieron una imagen, porque
en realidad ¿qué les importaba? Fecundidad, felicidad, gloria. Entonces el demonio
le dice a Jesucristo... mira al hombre: en el fondo, ¿qué es lo que quiere? Ser
amado, ser estimado, la gloria. La gloria significa el amor. Fíjate, por
ejemplo, yo soy pintor y he sentido mucho esta tentación, es decir, realizarme
como artista, como genio, como todos los artistas: la gloria humana, tener éxito,
ser alguien, conocido por todos. El demonio le pregunta a Jesucristo:
"¿Por qué tienes que pasar por el fracaso?" Jesús en el fondo
es un fracasado. “Mira, si me adoras te doy todos estos reinos", porque el
demonio es el rey de estos reinos, del respeto humano. Jesús se da cuenta de
que el mundo le podría dar la vida. Le dice a Jesús que él le podría convertir
en un gran, grandísimo personaje, como hoy se recuerda a Sócrates.
"¿Quieres la gloria? Te la doy si me adoras". Entonces Jesús le dijo:
"Vete, Satanás, está escrito: "Adorarás al Señor tu Dios, a Él
solamente darás gloria".
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón. Tentación del pan. Aquellos que murmuráis cuando la vida no os resulta cómoda. Se trata de
la primera tentación, aquí también entra la sexualidad, cuyo dios es Eros. Una
forma de comodidad es la sexualidad.»
Aquellos que murmuran sobre persecuciones inexistentes y enemigos imaginarios cuando les dicen que tienen que devolver un seminario que no es suyo.
«La segunda tentación es la de la vida. Amar a Dios
con toda tu alma, con toda tu vida. Ser cristiano significa arriesgar la vida.
No, no quiero sufrir, no doy mi vida. Si quieres hacerme un milagro, cambiarme
la historia, entonces sí.
Tercera tentación, la fuerza: amar a Dios con todas
tus fuerzas, con el trabajo, con el dinero. ¿Por qué queremos dinero? ¡Porque
el dinero significa estima, respeto! Dinero, gloria... Hijo, trabaja, tienes
que ser el primero. Esto es lo que me decía un sacerdote: "Piensa Kiko que
si fueras Picasso, que gloria para la Iglesia". Y todos a conseguir el
número uno. Vamos a la conquista de la sociedad, implantemos nuestro reino.
Jesús está llamado a cargar sobre sí los pecados del mundo, cuando en realidad
el mundo piensa lo contrario. Entonces, hermanos, con esto finalizo. Bien, para
Israel las fuerzas significan el dinero y con el dinero buscamos la gloria. Por
ejemplo, Al Capone, que ganó tanto dinero y era uno de los más respetados en
Chicago, popularísimo entre la gente, era el hombre más respetado de Chicago.
En su funeral había tanta gente como si hubiese muerto el alcalde. El diablo te
ofrece el dinero, la gloria. Pero Jesús dice: "No podéis servir a Dios y a
Mamón: si amas a uno, desprecias al otro". Si amas el dinero, desprecias al
otro. No tienes tiempo para rezar, para ir a la comunidad, para hacer las
catequesis, luego desprecias a Dios.»
Los tristes
catecúmenos nunca tienen tiempo de participar en las actividades parroquiales,
no se puede contar con ellos para la cuestación del domund, para la limpieza
del templo o de las salas, para el ropero, para cáritas, para que reciban
formación de catequistas (que no de kikotistas), para que colaboren con quienes
son verdaderos catequistas… En palabras kikiles: luego desprecian a Dios.
«Pero si amas a Dios, entonces desprecias el dinero.
Para la convivencia solicitas permiso en el trabajo, pero solicitas tantos de
esos permisos que al final te despedirán del trabajo. Y eso significa
arriesgar. Significa que desprecias al dios dinero. Si sigues al demonio,
entonces amas el dinero, pero si sirves a Dios, entonces te desprendes del
dinero. ¡Tienes que decidir! Este segundo escrutinio significa romper: si
quieres seguir a Dios o al dinero.
Porque en esta sociedad en la que estamos, que es
una sociedad de consumo, hay gente que son sacerdotes de su propio trabajo, que
le dan el culto que solo se debe a Dios; también trabajan los domingos,
trabajan 18 horas, son buenísimos como
trabajadores, dan la sangre, dan la vida. Hay gente que adora el dinero, todo tiene
como base el dinero. El sufrimiento de todas las familias, ¿dónde está? ¡En el
dinero! El 99.9% de los problemas matrimoniales, ¿dónde está? En el dinero. Los
problemas de los hijos con los padres y de los padres con sus hijos, ¿dónde
están? ¡En el dinero!»
Como no
tiene ni idea de lo que es un matrimonio, ni entiende lo que es tener hijos, se
pone a echar balones fuera y llega a una conclusión tan falsa como mendaz.
«El dios que mueve nuestra vida, ¿dónde está? En el
dinero. Aquí se trata de ver.
¿A qué sirven las comunidades? En una parroquia hay 10
comunidades. ¿A qué sirven las 10 comunidades? ¿Qué hacen? Son buenas personas,
hacen catequesis para niños, que antes no lo hacían. ¿A quién sirven? No sirven
de nada si hacen catequesis a los niños y no son cristianos, si no se da el
nuevo hombre que no se resiste el mal, que ama a Dios con todo el corazón, con
toda la mente y la fuerza, es una asociación más en la parroquia, gente buena
que ayudan a los sacerdotes, y la gente de fuera dice: "¡Bienaventurados
los que tienen tiempo para perder: ¡yo no!"»
Está
suavizando mucho lo que percibe la “gente de fuera” respecto a los catecúmenos.
Porque efectivamente perciben que no son cristianos, y por tanto piensan que
están perdiendo el tiempo, pero también perciben su tristeza, su crispación,
que hablan mal de todos, que murmuran de todos… y saben que no son
bienaventurados, sino todo lo contrario.
«Podemos cantar el Shema con Jesucristo que lo ha
cumplido plenamente, que nos lo quiere dar cumplido en el Espíritu Santo.
Canto: Shemá Israel (en pie)»
Un rasgo
del kikismo es que la oración de los judíos se canta de pie, en cambio la
Comunión, que es mucho más, se hace sentado en el metacrilato. Porque los
signos son importantes. Y no hay que confundir a diosito con Dios.
«Oraciones espontáneas
Padre Nuestro
Paz
Bendición
Descanso (se ordena a los hermanos que traigan papel
y lápiz)»