«Monición al canto.
En respuesta a esta Palabra, quiero enseñaros un
canto nuevo, el salmo 94, que dice: "Si hoy escucháis su voz", si
verdaderamente sientes que esta voz que viene a vosotros es la Palabra de Dios,
es la voz del Señor que os llama personalmente, no endurezcáis el corazón.
Canto: Salmo 94
Monición a la III lectura
Terminaremos esta celebración con una palabra muy breve;
entiendo que estáis cansados, pero tal vez no os dais cuenta del privilegio de estar
sentado aquí, de ser convocado aquí por el Señor para escuchar esta Palabra.»
Tal vez sea
conveniente aclarar a los kikotizados que escuchar los tostones de Kiko no es
escuchar a Dios. Y que para recibir la palabra de Dios lo mejor es no perder el
tiempo escuchando tostones.
«Está claro que las palabras que yo puedo deciros no
son nada si el Señor no las hace resonar en vuestro interior, si el Espíritu
Santo no os urge interiormente y os dice que esto es realmente Dios y os da de
comer, os hace asimilarla de modo que se haga carne en vosotros, os hace ver,
entender.
Sabéis que la parábola del sembrador dice: La
semilla que cae en el camino es como aquellos que oyen la Palabra de Dios y no
la entienden, vienen los gorriones y se la llevan. Aquellos que escuchan la
Palabra y la entienden son como la semilla que cae en tierra buena y da fruto,
algunos 60, otros 40, y otros 100.
Quisiera deciros una palabra: el Señor nos invita a
convertirnos y nos invita a convertirnos inspirándonos en esto: nos invita a
meditar sobre el sufrimiento de la tierra. Nos dice, esa señora que conoces,
que sabes que tiene cáncer, que es una buena persona, de una familia buena,
maravillosa, ¿por qué crees que tiene cáncer y sus hijos se quedarán sin madre
y su marido estará desesperado?, ¿crees que es un castigo de Dios? ¿Crees que
le pasó a ella porque es peor que tú? Aquellos que viven hoy destruidos, que
sufren hambre, que tienen al marido que se emborracha, los que tienen los hijos
que consumen drogas y se destruyen, o aquellos otros a los que suceden estas cosas,
o aquellos otros sobre los que cayó la torre de Siloé -como dice la Palabra- y
los masacró a todos (para Israel todos los acontecimientos son permitidos por
Dios y cuando Dios lo permite que tal vez significa que tenían algún pecado
tremendo que tuvo que ser castigado, porque para un israelita es muy importante
morir en una liturgia, con la sinagoga, con los sacerdotes, no morir de forma tan
terrible en un accidente, y la gente entonces piensa que debían ser grandes
pecadores, ya que Dios permitió que muriesen de esa manera), ¿crees que eran
más pecaminosos que vosotros? O que hizo algo aún más terrible que aquellos que
mezclaron la sangre de un pagano con la sangre de los sacrificios, haciendo un
sacrilegio. Cuando Dios ha permitido para ellos esta cosa espantosa de seguro
que tenían que ser grandes pecadores. ¿Pensáis que eran más culpables que vosotros?
Yo os digo que no.
Os doy mi experiencia, hermanos: estuve durante tres
años en un poblado y durante un año en otro. Una de las cosas que más me espantó
fue esto: fui a vivir a un poblado porque la mujer que hacía las tareas
domésticas en la casa de mis padres un día de Navidad empezó a llorar y le
pregunté por qué. Ella me contó su vida, que su hijo estaba en la cárcel, y yo quedé
consternado, tal vez yo fuera ingenuo, tonto, se me cayeron los brazos cuando
ella me contó lo que le sucedía, sin exagerar. Esa mujer estaba casada con un
hombre cojo que se emborrachaba todas las noches, llegaba a las dos de la
noche, cogía un bastón y la golpeaba cada noche, había intentado violar a los
hijos y otras cosas horribles. ¿Por qué le pasaba esto a esa mujer? Se levantaba
a las cinco de la mañana para ir a limpiar casas.»
Es decir,
todas las noches después de las 2 de la noche recibía bastonazos y a
continuación se dormía plácidamente hasta las 5. Y yo me lo creo.
«¡Explícamelo! Quiero saber por qué. Porque esa
mujer tenía una vida de infierno y a mí me parecía una santa. ¿Qué pecado había
cometido? Me fui a vivir con ella, tenía diez hijos y yo intentaba ayudar al
marido y a los hijos...
El Señor me permitió, viviendo allí, ponerme en
contacto con el siervo de Yahvé, me encontré cara a cara con el siervo
sufriente y me quedé mudo y dije: aquí no se salva nadie, cuando venga el Señor
que no me encuentre lejos de esta gente pobre, voy a vivir en una chabola, voy
a vivir como un monje pobre a sus pies, para lavarlos, para decirles que soy un
pecador.
Eso es lo que hice en mi vida. He visto cosas impresionantes,
personas con enfermedad de Parkinson, obligadas a pedir limosna, ladrones, etc.
Os invito, hermanos, con esta Palabra, a meditar
esta noche sobre vuestra realidad. Os invito a ver que todas las cosas que
suceden, que suceden a vuestros familiares, no son castigos de Dios sino que
son acontecimientos que el Señor permite
para vuestra conversión, para haceros un discurso mucho más profundo, para no
permitiros permanecer sentados burguesamente en vuestra realidad. La vida del
hombre es algo serio, somos peregrinos aquí, nuestra vida tiene que caminar en
tensión hacia algo y Dios
no puede soportar a ese matrimonio con la panza así de grande, sentados ante
el televisor, con su hermoso coche, con casa junto al mar, con sus hijos
pequeños, que no quiere ningún problema. Dios no tolera que uno reduzca a esto
la vida y envía ladrones y envía enfermedades para que el hombre no encoja su
vida y la transforme en una porquería, cuando la vida es una cosa muy seria e
importante.»
Por
descontado nadie mejor de Donki puede saber lo que agrada a diosito y lo que no
tolera. Y como es un diosito muy desagradable, nada de raro tiene que se
complazca enviando muerte y destrucción. El kikismo es así.
«Aquellos que tienen unos cuantos años más y que
hicieron la guerra saben lo que es la vida, que es realmente seria. La vida
está en función de algo, por eso hay
algo en la vida que se llama tiempo, envejecimiento; bendito sea el Señor que
envejecemos, bendito sea el Señor que morimos. ¡Qué aburrida sería la vida si
no! Estos hechos nos obligan a reflexionar sobre la vida, hacia dónde vamos,
sobre lo que realmente es nuestra existencia. El Señor te trae aquí porque
quiere traer tu existencia a algo.»
Si tanto detestan al Camino, porque los bloggeros siguen en él? o se desviven por averiguar cómo va?
ResponderEliminarLo de detestar a todo lo que se mueva es muy del cnc. Y también es muy del cnc hacer juicios sobre las intenciones de los demás.
EliminarEs lo que aprenden en la comunidad. Por sus frutos les conoceréis.
"Está claro que las palabras que yo puedo deciros no son nada si el Señor no las hace resonar en vuestro interior, si el Espíritu Santo no os urge interiormente y os dice que esto es realmente Dios y os da de comer, os hace asimilarla de modo que se haga carne en vosotros, os hace ver, entender." - San kk de las fuentes consoladoras.
ResponderEliminarAhora resulta que el Espíritu Santo es el vehículo para la lavativa de koko.
Claro, el que no hace kaso a kk, no tiene espiritu, y aquel que es desobediente y no hace caso a las palabras de kk o le lleva la contraria a los kateks estan engañados por el del moño.
EliminarChristian Py
Bendiciones para todos.
ResponderEliminar