De un “selecto fruto” del Camino

Para quienes no sepan de la vida y milagros, sobre todo de los milagros, del señor Mendoza, dueño de la privada UCAM (Universidad Católica San Antonio de Murcia), LaPaz ha tenido la gentileza de hacer un breve recopilatorio que ilustra los intereses de este cartagenero dizque católico que describe como pilares de su vida el estudio, el trabajo y el deporte... (y a mí que eso me trae a la mente la "religiosidad natural de los indios", tan denostada por algún kikito...).

Para abrir boca, un vídeo donde este prohombre kikiano habla de sí mismo y de esos pilares de su vida... y nos descubre que iba por el mundo de buenecito moralista, con lo que los detesta Pako Gómez.
  

Seguidamente, un resumen parcial de sus méritos académicos y extra-académicos, tan importantes para nuestro protagonista:

"Cursó estudios en la Facultad de Medicina de Murcia, sin concluir, diplomándose en Psicoanálisis y Psicoterapia de Grupo en el Instituto Psicoanalítico de Murcia. Diplomado en Reeducación Física Especializada y en Psicopatología del Lenguaje y su Rehabilitación en el año 80 por la Administración Institucional de la Sanidad Nacional (AISNA). 
 (...)

Además, obtiene el título de Graduado Superior en Teología de la Iniciación Cristiana, en reconocimiento al haber finalizado el Camino Neocatecumenal y haber renovado solemnemente las promesas bautismales".

Es una pena que hayan olvidado indicar que Centro de Estudios Superiores es el que otorga un título sin más requisito que haber finalizado el neo-catecumenado y haber renovado solemnemente las promesas bautismales (en el Jordán, añado). Porque por este blog hay unas cuantas que acumulamos los mismos méritos que el señor Mendoza para obtener tal título “por la face”, “by the faccia” o “dalla cara”.

Tal vez el olvidado centro de estudios sea alguna facultar RM, como la Facultad de Teología Redemptoris Mater de Lima (Perú), que al poco de tener como obispo a J.L. del Palacio, decidió conceder al señor Mendoza el doctorado Honoris Causa.

Además el laico Mendoza posee una amplia colección de medallas al mérito y condecoraciones, otorgadas en virtud a su desinteresada colaboración en temas tan variados como la formación post-grado de los agentes de la Guardia Civil por un precio al parecer nada módico o los servicios prestados al Vaticano, que le valieron la distinción de la Orden de San Gregorio Magno, que es la más alta distinción que se pueda conceder a quien, por ser seglar y casado, no puede ser nombrado obispo ni cardenal.

Pero en lo social, si por algo destacan los hechos concretos del señor Mendoza es por su trasnochada forma de convertir sus creencias en ataques contra los demás (¿dónde habrá adquirido ese estilo?), sea a cuenta de la orientación sexual de su prójimo: «el mal llamado matrimonio homosexual es una abominación a los ojos de Dios» (es obvio que un cristiano tan adulto como Mendoza es capaz de leer la mente y las intenciones del mismo Dios), o sea a cuenta de que el prójimo de turno se permite tener una opinión diferente a la suya: «Mi universidad está siendo víctima de una persecución ideológica por parte del fascismo de izquierdas de la Región de Murcia», opinión que, por descontado, el señor Mendoza califica de irrelevante y sin validez porque él lo dice: «se apoyan en informes que para mí no tienen ninguna validez».

A ver si el Papa Francisco toma nota y en lugar de ese buenismo de blandi-blup tan denostado por los kikianos pata negra que le lleva a decir: «si alguien es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?», se pone las pilas y sigue el ejemplo del laico Mendoza, que desafía sin inmutarse a ese aprensivo Jesús que tuvo la ocurrencia de decir que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico salvarse.