No resistáis al mal

Para el CNC el carisma se mide por la capacidad para sostener una cosa y su contraria con tanto más aplomo cuanta mayor sea la falta de coherencia. Si además la defensa a ultranza de lo que sea y de su contrario se lleva a cabo no sólo en la misma conversación, sino incluso en la misma frase, el carismático adquiere la consideración de infalible gurú sin espaldas y santo en vida.

Pero mejor ilustrarlo con hechos concretos.

Tú no puedes; la hembra-salmonete, sí puede

Todo cristiano es llamado a no resistirse al mal (Mt 5,39). En el CNC este llamamiento convive con estas otras máximas

• “En tus fuerzas, tú no puedes”. En simplonas y generalizadoras palabras de Kiko, “Todo el mundo ha experimentado su esterilidad de buenas obras, para que nadie crea que las obras que hace son resultado de sus fuerzas” (del mamotreto de inicio de camino).
• “De ti no sale nada bueno y queriendo hacer el bien, obras el mal” (cf. Rm 7,19).
• “El Cristianismo no es un moralismo. Jesucristo no es un ideal de vida. Jesucristo no vino a darnos el ejemplo ni a enseñarnos a cumplir la ley” (kikotesis de inicio, día 7).
• “Cuando Dios te lo regale, harás obras de vida eterna sin ningún esfuerzo”: “El Sermón de la Montaña tú lo cumplirás sin esfuerzo, porque el Espíritu Santo lo cumplirá en ti. Porque el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros, y en vosotros se gestará Jesucristo” (kikotesis de inicio, día 5).

De modo que un catecúmeno que ponga su catecumenado por delante del llamamiento recibido de Dios, no tiene que hacer nada, no debe afanarse por seguir a Dios (eso sería un moralismo propio de religiosos naturales), ni es de recibo que se distraiga con devociones particulares que Dios no necesita para nada (“¿Acaso Dios necesita de la sangre de su Hijo, de su sacrificio para aplacarse?”, mamotreto de inicio de Camino), sino que debe fiarse de lo que le digan sus curtidos kikotistas y poner todo su afán (ahora sí, porque si es afán por el Camino, entonces no es moralismo sino voluntad de Dios) y toda su esperanza en que a través del CNC y sólo a través del CNC, Dios que es Quien le ha llevado al CNC, le regale lo que en sus fuerzas no puede lograr.

Porque eso de “mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza” (2Cor 12,9) y de “todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Fil 4,13), en el Camino es sustituido por “te basta la comunidad, que su fuerza se nutre de tu debilidad” y por “en la comunidad todo lo alcanzaré… cuando el kikotista lo estime oportuno, cuando me konvierta, un esfuerzo más… y otro… otro más…”.

Te basta la comunidad y el CNC: yo te bendigo

Es decir, mientras que en el Cristianismo Dios actúa hoy y de forma personal; en el Camino a ninguna parte que no se acaba nunca Dios te deja abandonado en manos de unos guías para quienes lo importante no son las personas, sino la comunidad, guías que dispondrán de tu vida porque tú por ti mismo no puedes agradar a Dios y ellos son los que tienen que transformarte para que puedas alcanzar la meta… alguna vez, cuando te konviertas, en el futuro, siempre en el futuro, nunca se alcanza ese futuro.

Entonces, para un catecúmeno, ¿sigue vigente el mensaje evangélico de no resistirse al mal o ha sido abrogado por el “no está en tus fuerzas y no lo podrás alcanzar si nosotros no te guiamos”?

Pues las dos cosas. O dicho de otro modo: depende.

¿De qué depende?

Básicamente, de dos factores: Depende de quién proceda el mal y depende de quién lo reciba.

Para explicarlo, me voy a apoyar en un escalofriante testimonio de LaPaz: 

Este testimonio pone de relieve que el hecho de que peligre la vida de una o más personas es secundario frente a la consigna de no resistirse al mal, siempre y cuando sea ésta la consigna que toque aplicar. Antes bien, hay que someterse a ese mal porque el kikotista ha dispuesto que es Dios quien lo envía. Y nadie ignora que quien se resiste a Dios, que es un Dios celoso, es destruido.

"Te bendigo para que puedas hacer mi voluntad"

Por tanto, con todas las dosis de amor neocatecumenal que se precisen, es decir, con el repertorio de ofensas y amenazas que haga falta, hay que hacer saber a las víctimas que no tienen derecho a esperar a que Dios les regale, sin ningún esfuerzo, el amor al enemigo, que eso de que no está en tus fuerzas obrar el bien es para los vicios, las faltas y los delitos, pero que cuando te juegas la vida, esté o no esté en sus fuerzas, te callas y apechugas con lo que tienes, porque es Dios quien lo ha dispuesto para ti. Y si no lo aceptas, a lo mejor Dios te tiene que destruir un poquito, pero lo haría para tu conversión y con muchísimo amor, faltaría más.

Porque el kikotista, con su discernimiento al que no se le oculta nada, ve lo que los demás no pueden ver, y lo que dice ver es que el agresor está actuando conforme a la voluntad de Dios, porque es Dios quien propicia y permite que el bendito agresor no pueda en sus fuerzas dejar de agredir, es Dios quien está detrás del hecho concreto de que queriendo hacer el bien a su hijo, a este padre agresor le salga hacerle el mal, porque Dios quiere que este hombre experimente que el Cristianismo no es un moralismo y que aunque peque a su hijo, Él le sigue amando (al agresor, al agredido que le den); de forma que cuando haya asimilado bien esta realidad inmutable del amor de Dios por él (incluso si para que la asimile del todo “tiene que” matar al hijo), Dios le pueda regalar el hacer obras de vida eterna sin el menor esfuerzo por su parte.

Es decir, para y con el agresor se aplica la doctrina del “tú no puedes ahora, podrás más tarde” (cf. Jn 13,7). Y dado que hay en él una imposibilidad para optar por el bien y no devolver (supuesto que la agresión fuese consecuencia de alguna acción previa del hijo) mal por mal (1Pe 3,9), se concluye que el agresor no es responsable ni culpable de su resistencia al mal, puesto que no actúa libremente, sino que es Dios quien, retirándole el libre albedrío que le hace humano, le fuerza a obrar como lo hace.

Es conveniente acostumbrarles cuando son pequeños

Constátese el uso torticero y abyecto que el CNC hace de las palabras de S. Pablo, pese a que no se prestan a tergiversación alguna (como las del Papa), respecto a que quien impele al hombre a obrar el mal que no quiere no es Dios, sino el maligno.

En conclusión, para la ultra-visión de rayos X espirituales -gamma celestiales - catódicos del más allá de un kikotista, quien agrede, amenaza, lesiona o traumatiza a otro está haciendo lo que Dios ha dispuesto que haga para su konversión y salvación (la konversión y salvación de la víctima es irrelevante); mientras que quien se resiste a las agresiones o a ser cómplice de las mismas actúa engañado por el maligno y colabora con el “demoño”, que quiere que todos se pierdan (cf. 2Pe 3,9 al revés), porque la víctima no tiene derecho a resistirse al mal, no vale para ella la excusa de que Dios no le ha regalado el poder hacerlo sin ningún esfuerzo, lo tiene que hacer, por puños, por codos, por rodillas o porque si se resiste le amenazarán con las penas del Infierno.