Hechos concretos catecumenales

Cuando se formó la comunidad, sólo había dos matrimonios con niños, el resto éramos o jóvenes solteros o maduritos con los hijos ya adultos. Pronto la comunidad devino en club social con facciones diferenciadas y antagónicas.

Estaba la facción de los yupies, que contaba con un par de corresponsables y con las dos salmistas chachis, al que se arrimaron muchos; la menos numerosa facción de los protestones, donde se juntaron los que no tragaban a los primeros; y además había un resto formado por quienes no queríamos ser de ninguna facción. En este resto estuvo el primer responsable que tuvimos.

Por supuesto, quienes nos llevábamos las patadas de todos éramos los que pasábamos de ser de unos o de otros. En especial, el responsable, que pronto dejó de serlo. De hecho, uno tras otro, todos los neutrales abandonaron el cnc.

Hoy en día, diezmados, mermados, más gordos, más calvos e igual de amorosos, la facción de los yupies y de los protestones siguen enfrentadas.

Pero mejor una anécdota para ilustrar como se tratan entre ellos. Hasta el día de hoy, al menos.

En una ocasión participé en una preparación en la que sólo estuvimos mujeres. Vino a ser hora y pico de preparación y más de doble de cotorreo. Acabamos tardísimo, mejor dicho, prontísimo, como a las 2:00 de la madrugada.

Y luego me tocó reparto de comadres. Dejé a la primera, en aquel entonces estudiante universitaria, y madre soltera –sí, esas cosas pasan en el CNC-, en su portal; conduje 5 km más para dejar a la segunda, empresaria en paro, en su casita. Ya sólo me quedaba la tercera comadre, funcionaria pre-jubilada, que afortunadamente vivía a 2 manzanas de mi casa, por lo que los 3 Km que aún me faltaban me acercaban a la cama con la que soñaba desde hacía un rato.

Paré el coche en doble fila, sin echar freno de mano ni nada, pensando que sería cuestión de segundos que esta hermana se despidiera y se fuese. Pero para algunos, la hermandad se traduce en disponer a su antojo de los bienes, del tiempo, de la paciencia, de la buena voluntad, del sueño y del cansancio de quien haga falta.

Te pondré en tu verdad, quieras o no

Y como esta hermana no tenía al día siguiente reuniones en la oficina ni tenía que madrugar para ir a oficina alguna, debió pensar que aquel era momento y lugar ideal para sacar un tema que no se había abordado en las precedentes horas de cháchara: despellejar y poner a caldo a la estudiante y madre soltera.

Ante mi mudo estupor, la empresaria en paro y la pre-jubilada, que tampoco tenía que levantarse pronto por la mañana, dedicaron casi 20 minutos a, digámosle así, ver a Cristo en la madre soltera. ¡Y cómo lo veían! Cierto es que la madre soltera –militante yupie- le había hecho un feo muy feo a la empresaria en paro –lideresa de los protestones-, cierto que la empresaria tenía motivos para estar dolida y cierto que la madre soltera también se dedicada a despotricar de la empresaria a sus espaldas. Pero, ¿a qué venía aquel ojo por ojo y diente por diente?, ¿el beso de la paz que se habían dado un rato antes había sido talmente como el de Judas?

¿Por qué no paré aquel despelleje? Por el mismo motivo que no pude parar ninguna de las barbaridades que he presenciado en los escrutinios: porque te sueltan que lo que hacen es ‘poner en la verdad’ al otro. Y que no ‘ponerle en la verdad’, sería maligno y mezquino, impropio de un hijo de la luz. Y si además el cura del equipo asiente tan feliz ante semejante afirmación, a ver quien osa replicar por segunda vez.

Por cierto, este suceso tuvo lugar cuando la comunidad andaba por el paso de la Tradicio, paseando de casa en casa para promocionar el CNC, digo, para anunciar a Cristo. El resultado de esos paseos fue nulo, lógicamente, pues cualquiera que rascase un poquito advertía que los hechos de los anunciadores, cargados de rencores y rencillas, contradecían a sus dichos, pletóricos de irreal amor al otro.

Le traigo la vida eterna y sólo cuesta el alma

Y es que el carácter histriónico de Pako tiñe a su criatura de tal forma que los kikokúmenos no saben distinguir autenticidad de impostura. Para ellos sólo lo más exagerado, lo más exacerbado, lo más impostado y falso es lo único que toman por auténtico.

Como en el siguiente caso, que empezó con el paso de la iniciación a la oración y sospecho que dura hasta hoy.

Es en ese paso donde ‘es entregado’ un rosario a cada kikokúmeno y donde inopinadamente, se les dice que ‘tienen que’ –en el CNC todo es por puños- rezarlo a diario. Es más, también te dicen todo lo que tienes que rezar a lo largo del día:

Al levantarte, las Laudes, sí o sí; a las 12:00 de la mañana, el Ángelus, sí o también; luego se exhortaba a quien pudiese a rezar tercia, sexta y nona, seguidamente el rezo del rosario que volvía a ser sí o sí y para todos y de nuevo optativo, vísperas. Y si a alguien le parecía poco, también podía rezar completas.

Además, adornan la ‘entrega’ con afirmaciones como que lo que te están ‘entregando’ es a la Madre de Dios y Madre Nuestra, que talmente como le fue ‘entregada’ a San Juan en el Calvario, ahora eres tú quien debe recibirla en tu casa y en tu vida y honrarla diariamente con el rosario. Y completan esta ‘entrega’ en la que nada hay voluntario ni libre sino que todo es imposición e impostura, con cuentitos made in K en los que invariablemente el rezo del rosario en algún lugar lejano y nada concreto ha obrado signos y prodigios, como los siguientes:

Aquí a María la entrego yo, y al que no le guste, se va

Me dice el padre: figúrate que el primer día me obliga a ir a buscar una iglesia (en Alemania están cerradas siempre) se empeñó que tenía que llamar al párroco, llamo y casualmente abre una monja. -¿Qué quieren? –Es que mi hijo tiene que decir una cosa al párroco. Normalmente encontrar al párroco es imposible, hay que pedir audiencia; providencialmente bajó el párroco y le dice el niño: -Quería preguntarle si me puede Vd. abrir la iglesia porque necesito rezar el rosario delante del Señor. El párroco se quedó muy sorprendido, pero al final aceptó. Imaginaros la escena: una iglesia enorme vacía; delante del sagrario, al fondo, un niño pequeño de rodillas rezando el rosario, y detrás el párroco, la monja y el papá mirando. Pues el párroco se quedó tan impresionado que le dijo al niño: te prometo que todas las veces que me pidas que abra la iglesia, la abriré para ti. Después de ese niño, vinieron un montón de niños pequeños.

Otra anécdota: me dice una madre que le dice de repente el niño que no ha rezado el rosario y que le tiene que llevar a una iglesia. Le dice la mamá: ¿ahora? ¿sabes qué hora es? ¡las 10 de la noche! En Alemania una iglesia abierta a las 10 de la noche es impensable. –No, no, coge el coche y vamos a una iglesia. Le hizo a la madre coger el coche y cuando encontraron una iglesia con la puerta cerrada, le dice el niño: ¡párate aquí! Se puso de rodillas delante de la puerta de la iglesia en la calle (porque dice que Dios ve a través de las puertas) y allí rezó el rosario. Y la madre metida en el coche sorprendidísima”.  (Anuncio Cuaresma 2007)

Pues la kikokúmena de mi anécdota –del bando protestón, para más señas-, atormentada por traumas infantiles y por su dificultad para aceptar a su padre, se obsesionó con que la oración la curaría. Así que se aplicó a rezar todo lo mencionado a diario, en casa y en el trabajo. Las Laudes las rezaba antes de ir a trabajar, pero el Ángelus, tercia, sexta y nona los rezaba en su trabajo, ante la mirada asombrada de sus compañeros.

Sé por ella misma que hubo toques por parte de su jefe, porque los trabajos que le encomendaban nunca estaban a tiempo. Pero ella no cejó. Y sucedió que no le renovaron el contrato.

No ha vuelto a encontrar trabajo en lo suyo, y tantos años después sigue atormentada por los traumas y sigue su destructiva relación de amor/odio hacia su padre. Tengo para mí que el milagro que ella espera de la oración llegaría de forma natural si simplemente dejase la casa de sus padres y se independizase, que edad para hacerlo tiene de sobra. Pero ella es de las que espera que el fuego deje de quemar por el poder  de la oración, en lugar de soplar para apagar la llama.

Al principio he comentado que en la comunidad no había niños. Luego llegaron las bodas y los nacimientos, no siempre en ese orden. En menos de dos décadas, los niños superaban a los comuneros. Esa es, según Pankoñito el fantástico, la comunidad ideal, en la que reina el amor y la concordia y todos son felices y comen perdices. La realidad es que es la época de las crisis matrimoniales, en la que reinan las rencillas y el egoísmo y todos están amargados como si comieran mocos con lombrices.

En esa época, allá por los pasos del Padre Nuestro y luego de la elección, los matrimonios aprovechaban escrutinios y convivencias de mes para lavar en público temas que nunca debieran de haber salido de su alcoba. Es a lo que en el CNC llaman, ‘tomar la vida en peso’. Porque según el CNC, sólo quienes lavan en comunidad sus problemas personales y familiares y también sus vicios y pecados, son considerados ‘adultos maduros’.

Sé lo que hicistéis

Así es como sé quienes han sido adúlteros, quien onanista, quien reprimió su tendencia homosexual, quien ha abortado, quien ha fornicado, quien ha robado, quien ha estafado, quien no soporta a su hijo, quien sufrió abusos de un familiar, quien detesta a quien… Conozco sus defectos, sus vicios, sus pecados… y no he visto transformación, ni conversión, ni milagros en ellos.

Y ahora me gustaría tratar de lo que he visto en sus hijos… pero lo dejaré para otra entrada.