¡Ay del que escandalice!

Un recuerdo imborrable de los segundos escrutinios es la insistencia con que los kikotistas nos inculcaban la imperiosa necesidad de que el que supiese de alguna situación de escándalo por parte de alguien de la comunidad, la contase públicamente.

Lo justificaban en razón de la importancia del catecumenado (aunque en realidad se referían al kikokumenado), por lo que si alguno de los que iban a ser escrutados había causado escándalo, no podía ser admitido al catecumenado sin expiar previa y públicamente su culpa y su pecado.

Este aviso, reiterado hasta la saciedad, iba acompañado de ejemplos para hacernos discernir entre lo que era una situación de escándalo y lo que no lo era. Me explico:

En el kikotismo, que a algún marido se le vaya la mano de vez en cuando, no provoca escándalo. Pues todos deberíamos saber que hay mujeres tan chulas que necesitan un marido rudo para entender cual es su sitio. Descuidar a los hijos, mientras sea por atender la ‘obligaciones’ de la comunidad, tampoco es causa de escándalo. En cambio, el amancebamiento, la tendencia homosexual, la bigamia, las denuncias judiciales o el no vivir ‘abiertos a la vida’, sí son escándalos que cierran el paso al kikokumenado, a menos que el escandaloso se redima siguiendo las indicaciones nada voluntarias que le impongan los kikotistas de turno.

Confesiones CNC: en revoltijo

Debidamente concienciados sobre las verdaderas causas de escándalo según Pako-kiko el doliente, al final de cada eskruticinio, el kikotista pregunta al responsable y a la comunidad entera si alguien sabe algún hecho escandaloso del escrutado. En los escruticinios que llevo presenciados, lo más usual es que los hechos escabrosos los cuenten en primera persona los propios interesados, en lugar de esperar a que sea algún piadoso hermano quien, en lugar de advertir sobre el tema en privado, lo saque a la luz en público.

Confesiones en la Iglesia

Sin embargo recuerdo con claridad una ocasión en la cual la rencilla familiar no salió durante el eskruticinio, sino que fue al final del mismo, al ser interrogada la comunidad por los posibles escándalos vergonzantes de la persona recién escrutada, cuando una hermana muy amiga de esta persona, pensando que le hacía un favor, sacó a relucir que esta persona había sido vilmente robada por su propia familia, y que no satisfechos con haber sido perdonados y no denunciados, la vituperaban y maltrataban de forma sistemática.

Resultó que en la misma comunidad había una pariente en segundo grado de esta abnegadísima persona (lo que me lleva a pensar que la omisión durante su escrutinio de su, digámosle, virtud heroica al no resistirse al mal, no fue un lapsus, sino plenamente consciente). Porque la pariente, al escuchar lo que se estaba diciendo en contra de su familia, intentó aclarar que ni robo ni maltrato, sino simple malentendido.

Sucedió entonces que los kikotistas mandaron (ni invitaron ni pidieron, ordenaron) callar a la pariente desmentidora que intentaba aclarar el verdadero alcance de la trifulca familiar y que la verdad no estaba de parte de la persona escrutada. Pero no la dejaron hablar, la obligaron a abandonar la sala para que la persona escrutada pudiese contar con toda libertad los robos y vejaciones de los que había sido objeto por parte de sus parientes.

De lo que se deduce que los kikotistas no buscan la verdad ni la justicia, ni les interesa que la parte ofendida pueda defenderse. O tal vez es que quedaría fatal que se descubriese que, en realidad, la injusticia era practicada por la parte kikista y que eran los religiosos de Misa de 12 los que sobrellevaban estoicamente la mala fama que les daba la parte kikista.

Años después, pese a los esfuerzos kikiles, se supo todo. La persona que tanto despotricaba contra sus parientes no está bien de la cabeza. Y con la edad va a peor. Ahora ya no sólo habla mal de sus más allegados, sino también de sus amadísimos hermanos de comunidad, que también la maltratan de palabra y de obra, dice.

Pues resulta que la consigna fue creerla y hacerla hablar mientras los supuestos malvados eran religiosos de domingo, pero ahora ya no, ahora que los malvados son kikolos, lo piadoso es hacerla callar.