Desde hace algún tiempo hay algunos acérrimos de la “k-usa y tira” (©
Sepul) que parecen sentir gustirrinín publicitando los dichos de cierto divo,
de tal forma que sin tener el librillo de marras ni tampoco interés por leerlo,
no me dejan de llegar fragmentos del mismo.
No puedo dar razón de los criterios
empleados para elegir unos dichos sobre todos los demás, pero sí creo advertir
ciertas tendencias que se repiten en los fragmentos seleccionados por los
mismos seguidores del divo, tendencias que, en mi opinión, son para hacérselas
mirar por un psicólogo.
Por ejemplo, he aquí las anotaciones 45 y 46:
45 - ¿Cómo podré amar al Señor
con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas?
Con todo tu corazón: aceptando, sin murmurar contra Dios, los sufrimientos, las
incomodidades propias de tu situación
(falta de sueño, cansancio, enfermedad, conflictos con el que caminas,
incomprensiones…), y ayunando.
Con toda tu alma o tu mente:
aceptando la cruz que crucifica lo más profundo de tu yo (humillaciones, destrucción de tus obras y proyectos, fracasos…), y rezando.
Con todas tus fuerzas: poniendo todo tu
trabajo al servicio del Señor, y dando limosna, aceptando la total precariedad
para ser libre.
46 - ¿Y cómo podré amar a mi prójimo como a mí mismo? Considerándolo
superior a ti. Sobre todo a los
pobres, los que sufren enfermedades o son víctimas de algún vicio terrible:
droga, lujuria, alcoholismo, etc. Estando en la verdad de ti: que eres un gran pecador.
Hay uno que se pregunta cómo
podrá hacer para amar al Señor. Y ese mismo se contesta que son los demás los
que tiene que aceptar los sufrimientos, las incomodidades, la enfermedad, los
que tienen que ayunar, todo ello sin murmurar; son los demás los que tienen que
aceptar las humillaciones, los fracasos, la destrucción de todo lo suyo; son
los demás los que han de poner todo su trabajo al servicio, dice, del Señor.
Pero hago notar que el que se pregunta considera que él, lo que es él
personalmente, no tiene por qué mover ni un dedo, son los demás los que han de
hacerlo todo.
Ídem de ídem cuando el uno se
pregunta cómo actuar para amar a su prójimo: se responde que son los demás, no
él, quienes tienen que considerar a todos superiores a ellos mismos y
convencerse de que ellos, los otros, los demás, son grandisisisisisisísimos
pecadores, hijos del Demonio e incluso peores que el mismo Lucifer.
Lo dicho, tendría que hacérselo mirar,
él y aquellos que babean con semejantes dichos.
No obstante, hay algunos dichos
que me parecen muy acertados. Suelen ser dichos muy breves y muy generalistas
(sabido es que a algunos las generalizaciones sólo les gustan cuando son ellos
quienes las emplean). Por ejemplo:
Me
ha parecido un dicho muy oportuno que habría que hacer memorizar y repetir al
divo cada vez que tenga ganas que escupir contra los obispos hostigadores, los
curas clericalistas que son culpables de que todos se divorcien, etc. Por
ejemplo, tendría que haber repetido cien veces ese dicho antes de autorizar la
publicación de la siguiente sarta de acusaciones gratuitas:
389 - Hoy, jueves 3 de Junio
del 2004
Vuelvo a estas páginas
después de haber sido zarandeado y sacudido, expuesto a ludibrio público,
insultado…
Me han llamado a pintar la
Catedral de Madrid, honor que no merezco. En el ábside de la Catedral he
pintado un gran Pantocrátor que preside todo el crucero. Son siete paños
grandes como una corona mistérica: el Bautismo, la Transfiguración, la
Crucifixión, el Pantocrátor, la Resurrección, la Ascensión y Pentecostés. Sobre
las pinturas 7 vidrieras y debajo del Pantocrátor una gran vidriera de Cristo
resucitado.
En la Catedral se han casado
el Príncipe Felipe y Doña Leticia. La boda fue televisada y se dice que la
vieron en todo el mundo: 1200 millones de personas.
Las pinturas de ábside se
vieron poco porque ya se había desencadenado una campaña contra mí y contra las
pinturas.
Después de la boda se desató
una persecución sorprendente. Comenzaron a aparecer artículos en los periódicos
insultándome: “Pintamonas santurrón que ha llenado de chafarrinones la
Catedral”, es un ejemplo. Todos los días aparecían críticas contra la fealdad
de la Catedral y sobre todo contra la “corona mistérica”.
La primera acusación que me
hizo mucho daño fue que yo era un principiante y no un profesional, acusando
sobre todo al Cardenal Rouco. La segunda fue que las pinturas eran un plagio de
un pintor de Santo Domingo, de la Capilla del Seminario “Redemptoris Mater”.
Esas pinturas las había mandado hacer yo, copiadas de la corona mistérica que
hice en Florencia. Lo más grave es que lo del plagio lo dijeron en todos los
telediarios. La tempestad continuaba, sumándose a ella la firma de gente
importante, como el escritor Antonio Gala y Francisco Umbral… Llegó a su ápice
cuando los telediarios dijeron que la Real Academia de Bellas Artes había hecho
un comunicado sobre las pinturas deplorando la obra por su ínfima calidad, etc.
Un escritor, académico de la
lengua, en un artículo me compara con una chinche molesta que hay que fumigar.
Termina así: “Pero hay chinches contra las que se debió emplear un gran
destacamento de fumigadores y aún no bastaría. ¿Quién se atreve ahora contra
esta chinche enorme y terrible, que grita su triunfo por las noches bajo el
chisporroteo de las velas que domina malignamente en la Almudena, y celebra
misas negras en honor de la superchería triunfante, casi en un escenario de
terror?”
Soy
de natural confiado, pero mi larga experiencia en el Camino me lleva a no
aceptar a ciegas nada que no pueda contrastar. Por ello no me sorprendí en lo
más mínimo cuando no encontré en las hemerotecas ninguna referencia al “Pintamonas santurrón que ha llenado de
chafarrinones la Catedral”. Ni una. Sencillamente esa presunta cita sólo
existe en las anotaciones de uno que no destaca por su sinceridad.
Por supuesto tampoco encontré a ese presunto escritor y académico de la lengua que escribe sobre las chinches.
Por supuesto tampoco encontré a ese presunto escritor y académico de la lengua que escribe sobre las chinches.
Nada
sorprendente, cuando conviene a los intereses personales, la persecución hay
que fabricársela como sea porque, como dice en otra de sus anotaciones...
194 - El que no posee la
gloria de la humildad busca la gloria de los hombres…