«Monición a la primera lectura (Carmen)
Esta palabra
nos presenta una belleza maravillosa y sorprendente. No se trata de una página
literaria de un gran poeta, sino que está escrita dentro de una historia que no
es tan romántica. Es una palabra del profeta Baruc, el capítulo 5, Israel está
en pleno exilio, Israel está pasando el verdadero escrutinio. El pueblo es
llamado al arrepentimiento, a reconocerse pecadores. Dice el profeta Baruc: “Hemos
pecado y hemos pecado contra el primer mandamiento porque no escuchamos Tu voz,
sino que íbamos detrás de otros dioses”.»
El capítulo 5 del libro de Baruc no tiene esa
presunta cita. Lo de poner comillas sin venir a cuenta de nada parece no ser
sólo cosa de Kiko.
«El pueblo
está en el exilio, y así la Iglesia hoy se abre como en un nuevo éxodo con el
camino del regreso. Es una palabra estupenda.
Os invito a
no mercadear con esta palabra, a hacer propósitos con falsa humildad, indignos
de esta palabra. Esto es para nosotros, nos lo da la Iglesia y viene a cuento
en este escrutinio porque veremos, como dijo Kiko, estas montañas, este
orgullo, esta arrogancia, nuestro ego que se alza sobre todas las cosas, y
estos valles que son todos los barrancos que no podemos llenar. El Señor nos da
una misión muy grande y muy importante en función de todas las naciones.»
Pues la están pifiando muy seriamente, la
misión, digo.
«Dejemos
que esta Palabra brille en toda su grandeza. Escuchamos.»
Las lecturas de ese día eran las del Domingo II
de Adviento, ciclo C, siendo la primera Ba 5, 1-9
«Monición
al canto (Kiko)
Esta palabra
se está cumpliendo, esta palabra que Dios nos da es un retorno de nuestro
exilio, donde hemos encontrado tantos valles horribles, como decía Carmen, que son
la falta de afecto que tenemos desde la infancia, tantas jugarretas que nos han
hecho en el trabajo, en la vida..., tantas cosas malas.»
Una característica común a todo grupo sectario es el interés por hacer ver todo lo vivido fuera del grupo como 'malísimo de la muerte'. Hay que hacer pensar que el grupo es el paraguas protector sin el cual todo se irá al garete.
«La
arrogancia que es el collar de hierro, que son las montañas del orgullo, la
soberbia... El Señor quiere hacer un camino enteramente llano, donde se rellenan
los valles y se abajan las montañas y podemos llamarnos hermanos y vivir en el
amor, donde no hay en nosotros estas tremendas diferencias que sufrimos en la
historia de cada día.»
Menudo fracaso, porque en la comunidad se les llena la boca de hermanos y hermanas, pero menudos mordiscos se atizan unos a otros.
«Este
camino, hermanos, es un éxodo que estamos haciendo, que nos lleva del exilio a
la Jerusalén celeste, al Reino de Dios que está llegando. Hoy, este escrutinio,
que es un paso adelante, nos permite el reposo. Comenzamos a gustar un poco de
ese descanso que sabe a vida eterna. Experimentamos algo maravilloso en este camino:
un perdón que viene del Señor, un aceite que desciende dentro de nosotros y
cura nuestras heridas más profundas. Y no hay nada más hermoso, eso es lo que
la Iglesia llama Paz. Probablemente muchos nunca hayan probado esta paz.
Siempre preocupados, afanosos, sin reposo. Aquí hay un reposo, el domingo inaugura
este descanso. El Señor nos ama, quiere entrar en nosotros.
Cantamos, hermanos,
este Salmo 125 que dice: "Grandes cosas ha hecho el Señor por nosotros,
porque al ir se va llorando, pero se vuelve cantando. Nuestra boca se llena de
risas". Eso es lo que Dios está haciendo en nosotros. Estamos volviendo,
todavía no hemos llegado. Por tanto, cantemos como aquellos que se acercan
felices a la liberación y a la Casa, que vienen de la esclavitud y el
sufrimiento.»
El salmo, como se desvela en la monición (que
es un ejemplo de lo que según el padre Farnés no debe ser una monición) fue el 125.