miércoles, 24 de junio de 2015

Los criterios del doctor Lifton



Robert Jay Lifton es un psiquiatra y sociólogo que en su vida profesional estudió los traumas causados por las técnicas de coerción empleadas en los campos de concentración chinos tras la II Guerra Mundial para convertir al comunismo a los disidentes y a los prisioneros de guerra. Sus conclusiones, plasmadas en su obra La reforma del pensamiento y la psicología del totalitarismo, caracteriza las técnicas de “lavado de cerebro” en 8 criterios.
Actualmente médicos, psicólogos clínicos y sociólogos, toman los criterios del Dr. Lifton como referencia para determinar si un grupo se vale de medidas coercitivas para manipular la conducta de sus partidarios.
En esencia, se conoce como persuasión coercitiva o lavado de cerebro a aquellas técnicas que logran cambiar las actitudes de una persona, sin que la misma se dé cuenta o sin su cooperación voluntaria. Crear una nueva actitud implica que el afectado hará de buena gana cosas que antes pudiera detestar, cosas que antes de la manipulación sólo habría consentido bajo tortura, dolor físico o drogado. Con la diferencia de que antes, en situaciones extremas se podía conseguir que lo hiciera, pero su actitud no estaba cambiada.
La persuasión coercitiva modifica no sólo la conducta, también la actitud, para que el individuo acceda a hacer lo que antes detestaba sin sentirse forzado a ello, incluso de aparente buena gana, pues ha sido manipulado para que piense que lo quiere hacer, pero no es un acto voluntario, es un acto inducido desde fuera.
Sin más, los criterios que determinan si un grupo aplica técnicas de reforma del pensamiento sobre sus afiliados son las siguientes:
Sé lo que haces en tu tiempo libre
  1)   Control de la comunicación. El grupo decide con quiénes se pueden comunicar y relacionar los adeptos, y limita sus fuentes de información. Esto puede ser en forma de
  • Prohibición explícita (“Los jóvenes no podéis entrar en las "redes sociales", en Facebook, Twitter, Tuenti, etc.: "retiraos todos de eso; el que quiera obedecer que obedezca, y si no, que se vaya", del anuncio Adviento 2010)
  • Prohibición implícita ("Comprendo que la mitad de vosotros estáis todos enviciados, ya no podéis vivir si no os sentáis frente al ordenador. Cuando estuvimos en China, en Taiwan, les dije a los curas: mirad, aquí está el ordenador y aquí está la Biblia. Elegid", del mismo anuncio)
  • como consecuencia de las demandas de participación en el grupo, por lo que el adepto no tiene tiempo para otras actividades (“Vamos a partir en misión. Las comunidades que han sido ya enviadas en misión en Roma están contentísimas; hombre, hay burgueses gordos y viejos que solamente piensan en su comodidad, en sus vacacioncitas, en sus cositas… esos que se vayan del anuncio Pascua 2008).
¿Este pirindolo fálico es místico?
2)   Misticismo artificial. No es difícil crear experiencias místicas que refuercen la sensación de "estar avanzando en el sendero": velas, incienso, rezos o mantras, música y otros elementos pueden usarse para convencer al adepto de la validez de las prácticas: “en las celebraciones de la Palabra y de la Eucaristía la Liturgia tiene que estar muy cuidada. Porque los hermanos que están caminando hacia el redescubrimiento de su Bautismo tienen que ver en los signos el amor de Dios. El Trípode, recordad, de Palabra, Liturgia, Comunidad. Tenéis que saber todos el significado del Presbiterio, del Ambón, de la Cruz, de la mesa, de las alfombras, de los iconos, del cirio Pascual, del Baptisterio... la forma oval o circular de la Asamblea... no han sido puestos así al azar, sino que todo tiene una explicación teológico-litúrgica. El hermano sabe, por ejemplo, viendo la mesa  que el Señor prepara para él una mesa en frente a sus enemigos; Lo cantamos también: El Señor es mi Pastor, nada me falta. Preparas una mesa ante mí, frente a mis enemigos. O bien, viendo la sala recubierta de alfombras sabe que pertenece a Dios y no al mundo. Las alfombras reflejan la realeza y al mismo tiempo pertenencia. Todos los reyes tienen alfombras en sus palacios, están adornados de alfombras, y cuando los reyes salían, para hacer alguna visita, al poner el pie fuera del palacio se les extendía una larga alfombra que impidiese que sus pies quedaran contaminados” (mitin a los ostiarios –hostiarios en el original-).
3.   Redefinición de los términos. Cada grupo tiene su propio lenguaje, su propia interpretación de las palabras, incluso las de uso común. Aprender a usar este vocabulario crea en el adepto una fuerte sensación de pertenencia al grupo: hay cosas que sólo los del grupo pueden entender, porque sólo ellos están en el secreto del significado asignado a palabras aparentemente comunes.
Esto sólo vale como 20 sobre 100, dice Pako
Por ejemplo, uno de fuera podría pensar que Eucaristía y Misa es lo mismo, o sacerdote y presbítero. Hay que pertenecer a cierto grupo para saber que “los niños del Camino Neocatecumenal que se preparan a la Primera Comunión con  la parroquia, ésta tiene una misa para los niños de la Primera Comunión y quisiera que fueran los nuestros a esa misa, con lo cual nosotros no estamos de acuerdo. Porque nuestros niños no viven la situación de los otros niños que vienen a las catequesis, absolutamente, es completamente distinto. Sería pasarles de una cosa que vale cien a una cosa que vale como veinte (mitin a los didáscalos).
4.   Primacía de la doctrina sobre la persona. La experiencia personal no puede contradecir al dogma. Si el grupo dice que en un rito se siente la voz de Dios que te llama a salir de la tumba y retornar a la vida, el adepto dice o cree que eso ocurre. Si admitiera que no sintió nada, se justifica de inmediato con la noción de que "aún no ha avanzado lo suficiente" o la “dureza del corazón que cierra el oído” o  que no obedecer al guía impide la conversión.
Por ejemplo, un gran jefe blanco afirma “Esta oración: “Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí”, es la oración del corazón, la oración que los monjes orientales repiten sin interrupción. Es una oración que hace que caigan las lágrimas. De repente, después de haberla repetido quince mil veces te llega un amor a Jesús, una iluminación tan grande...” (catequesis de inicio). Si a uno, por más que lo repite no le llega nada, el problema no es la doctrina, es la incredulidad de ese uno, que mata la conversión. 
El dogma es infalible... y Pako dice que esto es arte
5.   Infalibilidad del dogma. El dogma es incontrovertible, ya sea por tratarse de una revelación divina o por ser la palabra del maestro, que para el caso vale lo mismo, porque afirma haber tenido revelaciones divinas.
De esta forma, todo lo que se le ocurra al gran gurú resulta ser designio divino: “Esta sinfonía se llama “El sufrimiento de los inocentes”(…) Vais a escuchar ahora el resultado de todo un trabajo espiritual profundo, de sufrimiento. Al final, el Señor ha tenido misericordia de mí y me ha dado algunos signos de que era voluntad suya, que no se trataba de mi vanidad sino que era Dios el que estaba suscitando esto. (…) Dios me dio un signo. Esos días celebrábamos la Misa todos los días con los músicos, todos los días oración, conversión, catequesis. (…)Y me llevé un susto cuando ese día el evangelio era: “…una espada atravesará tu alma”. Yo no sabía qué día era ese ni qué evangelio tocaba; el día lo habían puesto los músicos no lo había elegido yo. Un pequeño detalle, un signo de que Dios estaba presente, que nos apoyaba” (anuncio Cuaresma 2011).
6.   Culto a la confesión. La confesión pública no sólo permite “redimir” los pecados, sino que establece fuertes lazos de complicidad entre los adeptos y anulan la individualidad en favor del grupo: Durante este tiempo, nadie se ha metido con vuestra vida. Pero ahora vamos a empezar a hablar precisamente de ella. Ahora vamos a empezar a cuestionar nuestra propia vida y a sopesar nuestra realidad humana. Ahora vamos a empezar a revisar un poco nuestra vida, nuestro trabajo, nuestra familia y nuestros afectos: nuestra esposa, nuestro marido, nuestros hijos, nuestra novia. Vamos a empezar a revisar un poco nuestras riquezas, nuestra relación con el dinero. Porque ser cristiano es una realidad integral que coge toda la persona (convivencia del primer escrutinio).
¿Por qué no le enseñarán a él a llevar los pecados de ella?
7.   Demandas inalcanzables de pureza. Si se establece una norma inalcanzable, el adepto vive en un estado continuo de vergüenza y culpabilidad que lo vuelve vulnerable a otras demandas. Así, por ejemplo, una persona acaudalada que no puede abstenerse del sexo como le pide el grupo, fácilmente se desprende de su dinero a modo de compensación y "purificación". Todo ello conduce a una sensación de impotencia y de dependencia: el individuo sin el grupo es lo ‘pedor’, pero en el grupo espera alcanzar la meta reservada únicamente a los ‘elegidos’.
Un ejemplo usual de demanda inalcanzable de virtud es el siguiente: “Por eso, si un matrimonio está bautizado y es cristiano adulto, cristiano, es indisoluble, ¡es indisoluble! Porque aunque el marido crucifique a la mujer, la mujer ya sabe que ella - que es Cristo - tiene la misión de llevar los pecados del marido, dejarse crucificar, subir a la cruz y ofrecer por el marido sus borracheras” (mitin a obispos. New York 1997).
8.   Dispensación de la existencia. El grupo decide quién tiene derecho a vivir y quién no. Si no en esta vida, al menos sí en el más allá prometido a los adeptos que cumplan con todas las reglas. Es decir, el grupo establece las normas de salvación.
Esto fomenta la dependencia del grupo: la verdad, la vida y la salvación reside en el grupo, fuera sólo hay caos, muerte y sufrimiento.

lunes, 22 de junio de 2015

Catequesis de inicio. Día 12 (IV y final)



"Dice S. Pablo: Abraham dio gloria a Dios. ¿Sabes lo que es dar gloria a Dios? Tener esta fe de Abraham: creer que Dios es tan grande que puede sacar de un viejo fracasado, de una mujer estéril, la vida. Él cree porque Dios se lo ha prometido. Tú darás gloria a Dios, si crees que Dios puede hacer de ti, que eres un pecador, lujurioso, egoísta, atado al dinero, un hijo de Dios que ame como Jesucristo. ¿Crees esto? Esto lo hará Dios, no tú. POR ESTO EL CRISTIANISMO ES UNA BUENA NOTICIA PARA LOS POBRES Y LOS DESGRACIADOS. El cristianismo no exige nada de nadie, lo da todo.

El hecho de que Abraham creyese que Dios cumpliría la promesa, le contó como justificación. Pero esto la escritura no lo dice sólo para él, sino también a vosotros que creéis en la promesa que os anunciamos ahora: crees que Dios es capaz de transformar tu vida, crees que Dios te ama tanto que puede hacer de ti un hombre nuevo, crees que Cristo murió por tus pecados y resucitó para tu justificación.

Trnidad que da la vida
Jesucristo resucitó para demostrar que tus pecados están perdonados, porque viviente y resucitado puede vivir dentro de ti y te puede perdonar. Porque Él se hizo pecado por ti. Si Él se hizo pecado en tu lugar, también ha muerto y resucitado en tu lugar, y ahora que ha resucitado quiere venir a darte su misma vida. Os hemos anunciado, hermanos, que el primer hombre es llamado alma viviente; el segundo, JESÚS RESUCITADO, ESPÍRITU QUE DA VIDA. Cristo ha sido constituido primogénito de una nueva creación. Jesucristo puede dar la vida. Tú también eres llamado para ser transformado en espíritu que da vida, y podrás dar vida a los hombres, al igual que, en este momento, yo os estoy dando la vida a vosotros, a través de la Palabra de Dios depositada en mí, como Él, el Señor, la depositará en vosotros, y daréis la vida a otros hermanos.

Este espíritu que da vida, que es Jesucristo, no es un individuo aislado; Jesús es el amor total a todos los hombres. Por ello, la mejor forma de entender la nueva creación que Dios ha hecho, es la Iglesia, es la Comunidad. Porque Jesús, este hombre nuevo, ama en tal modo que tiene una nueva dimensión, el primogénito de una nueva creación que Dios quiere hacer en Él para muchos hombres: también para ti. Quiere que tú tengas esta nueva vida. Jesús resucitado está en un puesto que Dios ha preparado para ti y para mí, porque tu vida tiene una dirección y un sentido maravillosos. Pero Dios no quiere que tu vida adquiera este sentido al final, sino ahora. Y por esto te ayuda diciéndote qué es la fe, te está iluminando hoy lo que será tu camino.

Como a Abraham, Dios te está llamando desde Ur. Y te promete algo. Tienes que ponerte a caminar. Y sucederá contigo lo mismo que le sucedió a Abraham: nacerá este hijo. Tal vez a veces también deba ser probada tu fe, para que quizás te agarres más fuerte a tu fe. Dios le dice a Abraham: Coge a tu hijo Isaac, y sube al monte y sacrifícamelo allí. Es Dios quien lo dice”.
Ya sabes, cuando el kikotista de turno diga alguna burrada en un escrute, recuerda que es Dios quien la dice.

Así se pintan manos en el kikismo
“Muchos tienen una idea de Dios muy errónea. Piensan que Dios es “buenecito” según su manera de ver. Estamos engañados por falsas imágenes de la primera comunión. Una señora me dijo: “¡Ah, cuando habla en voz baja, me recuerda a Jesucristo, pero cuando empieza a gritar no...” Porque creemos que Jesucristo era meloso, de azúcar, así, con las cejas depiladas y la mano así… ¡Cuidado! Vamos a desmitificar algunas ideas de Dios, de lo contrario no podremos entender al Dios de la Biblia, que es el mismo Dios que se manifiesta en Jesús, que es un Dios potente. Jesucristo se enoja y le dice a los fariseos: raza de víboras, porque sois todos sepulcros blanqueados por fuera, pero por dentro llenos de basura y carroña. No creo que para decir eso hablase dulcemente...

Quiero decir con esto que podemos tener un concepto de Dios particular y decir: ¿cómo es que Dios le pide a un padre que sacrifique a su hijo? No lo podemos entender, porque nos hemos hecho un Dios dulcecito: Dios es como le place a Él, no como tú quieres. Porque Dios es más grande que tú, te trasciende. Tú no puede meter a Dios en tu pequeña cabeza, porque si Dios entrase en tu razón, no le servirías, porque nadie sirve uno más pequeño que él. Podemos poseer a Dios sólo en la medida de lo posible: que es la esperanza.

Dios ordena a Abraham: “Sube al monte Moria y sacrifícame a tu hijo.” Porque Abraham, que es amado por Dios, se ha puesto en una posición tal que empezaba a dudar, y era capaz de no hacer la voluntad de Dios, por el amor exclusivo que tenía a este hijo. Que te puede suceder a ti”.
Desde luego, hay muchos kikines a quienes les sucede, por el desmedido amor a su idolito comunitario.

Renuncia a tu hijo para ser digna de mi
“Mira si es el mismo Dios el del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento. Si Dios le dice a Abraham que sacrifique a su hijo, piensa en lo que dice Jesucristo: “Quien no renuncia a su hijo, a su padre, a su madre, a su esposa, a su propia vida, no puede ser discípulo mío”. “Quien no odia a su padre, no es digno de mí”. Esta traducción “odio” es literal. Jesús habla paradójicamente con esta expresión. Quien pone alguna cosa por encima de Jesucristo y de su voluntad, reconoce un ídolo como máximo dios, como única verdad. Y entonces pondrá siempre en primer lugar el amor que siente por sí mismo o por su esposa. Y si Dios dice: Ve allí, y tú dices: mi esposa dice que no... y si el amor a la esposa es superior, no obedecerás a Dios. Pues, tu Dios es tu esposa.

Lo mismo le sucede a Abraham con su hijo. Y la única forma en que puede salvarse a sí mismo es hacer lo que Dios le pide. Porque Dios no le ha prometido sólo este hijo, sino una descendencia más numerosa que las estrellas del cielo. Pero comienza a pensar: ¿si todo esto fue una casualidad y Dios no existe? Porque tal vez algún otro anciano como yo haya podido tener un hijo. Abraham está apegado a su hijo y la situación es peligrosa. Pero como Dios lo ama, va a purificar su fe, dará un nuevo impulso a su fe. Y Abraham obedece.

Dios comienza a salvar a Abraham partiendo de sus propios supuestos: que son sus deseos de tener un hijo y una tierra. Tal vez incluso contigo Dios comenzó a ayudar dándote una familia e hijos y dinero. Pero la felicidad que Dios quiere darte es mucho más grande, va mucho más allá.

La felicitad que imagino, con el cochecito...
Uno de los problemas que Dios tiene contigo y conmigo es que la felicidad que le pedimos es la que nos imaginamos, y sucede que la felicidad que Dios quiere darte es mucho más grande y ni siquiera la podemos imaginar. Dios lucha con esto. ¡Qué pobreza si la única felicidad que Dios ha preparado fuese la que nosotros pensamos! Por esta razón el hombre constantemente empequeñece su vida. Por esto Dios viene continuamente en ayuda del hombre. Y cuando tú dices: yo ya soy feliz, tengo una buena carrera y un buen trabajo, unos hijos maravillosos y mucho dinero, tengo un coche extranjero y también una casa para las vacaciones, lo tengo todo...

Bien, tal vez el siguiente te nazca subnormal. O tu hijo se suicide con la moto que le compraste cuando terminó la escuela.

Dios no puede permitir que te aplanes y empequeñezcas, que te introduzcas en una vida mezquina y pequeña cuando es mucho más lo que Dios quiere darte. Él no quiere que te sientes, quiere que camines lejos. Él te quiere guiar a interrogarte acerca de la vida”.
Según Pako, para ganar a uno, Dios no duda en ‘suicidar’ a otro… ¿será que la vida del otro valía menos o incluso nada?

“La felicidad que Dios quiere darte es mucho más grande; quizás esta idea de que tienes lo que quieres te está impidiendo tener una felicidad mayor, porque te contentas con basura. Te conformas con ser un esclavo. Esto le sucedió también al pueblo de Israel que era esclavo en Egipto y no querían seguir a Moisés: se había adaptado a ser esclavo. Por esto Dios no permite que el hombre se paralice y a través de ciertos acontecimientos le pone en movimiento. (…)

Abraham obedece y sale al monte. El hijo pregunta: ¿dónde está la víctima? Y Abraham le dice: Dios proveerá.

Esta es una palabra de Dios. Imagínate a este pobre viejo que va andando con el corazón roto. Pensaría: ¿cómo es posible que Dios me mande esto? ¿Cómo me puede ordenar que destruya a mi hijo? Esta paradoja obliga Abraham a trascender a su razón: no entiende nada, pero piensa que Dios es poderoso y proveerá.

S. Pablo dice: Abraham creyó que Dios es tan poderoso que podía resucitar a su hijo. Por esto, al hombre que tiene fe cuando se le muere un hijo no le suceda nada. Se confía, no se afana porque las cosas vayan como él quiere. Todos nosotros queremos que se nos explique lo que está pasando; queremos que Dios esté a nuestro servicio. Abraham dice: Dios proveerá.

Ocultando lo que escandaliza al mundo
Esta es una Palabra de Dios. ¿Cómo provee Dios? Dios frente al acontecimiento de la muerte provee un cordero; imagínate que acontecimiento de muerte tiene Abraham: debe sacrificar a su hijo... pero Dios provee un cordero. EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO. Jesucristo es el Cordero de Dios que ha proporcionado para todos los acontecimiento de muerte. Imagínate que mañana tu novia rompe contigo, esto te deja destruido. ¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué permite Dios que mi esposa tenga cáncer? ¿Por qué Dios permite que este hijo mío muera? ¿Por qué existe la muerte y el sufrimiento? Tú exiges que te lo expliquen por qué no lo entiendes. La cruz es el símbolo de la muerte. Y la gente dice: ¿por qué, si Dios es tan bueno, permite que los niños mueran de hambre? LA CRUZ ESCANDALIZA AL MUNDO.

La cruz es lo que nos destruye. Las cruces que tienes cada día: el trabajo que no te gusta, que no tienes dinero, que tienes que vivir con tu suegra, todo lo que te destruye es tu cruz.

Y ante la cruz, ¿cuál es la respuesta que Dios ha dado? Hacerla gloriosa. La cruz es gloriosa y luminosa. Porque Dios provee. Porque Jesús dice: todo está escrito. POR QUE EL SEÑOR DE LA MUERTE Y DEL MAL TRAE LA VIDA Y EL BIEN. POR QUE DIOS HA PROVISTO A TU CRUZ, AL ACONTECIMIENTO DE MUERTE QUE NO ENTIENDES: JESÚS RESUCITADO; EN ÉL ESTA CRUZ NO TE MATA MÁS, SINO QUE TE GLORIFICA.
 
Card. Pell... tampoco así se ve la cruz
Porque sabemos que la muerte ha sido destruida. Quién tiene la vida eterna y sabe que no muere, que le vengan cruces, que le venga enfermedad y sufrimiento, sabe que no muere. Que le venga una guerra, él tranquilo con paz y con alegría. Esto te lo aseguro. Yo he visto a una mujer de treinta años en cama de por vida, más feliz que yo. Y he visto a un leproso sin fe que se suicidó.

La cruz es la piedra angular. Para algunos es la roca sobre la que levantan su casa. Para otros, es la piedra que cae sobre ellos y les destruye. Algunos por su causa se suicidan y otros ven en ella el rostro de Dios, porque a través de ella descubren que son limitados, que no pueden hacer nada, pero que hay uno que los salva. Abraham tenía una cruz mucho más grande en Ur. A través de ella pudo descubrir que Dios existe y que a los viejos, a los fracasados, a los muertos, a los pecadores y a los idiotas les ayuda y les salva de forma gratuita”.

viernes, 19 de junio de 2015

Catequesis de inicio. Día 12 (III)



“Abraham es una palabra que ilumina hoy tu realidad: es una Palabra sobre la Fe. ¿Quieres saber si tienes fe? Mira a Abraham. Si esta palabra hoy se cumple en ti es que tienes fe; si estás fuera de esta Palabra comienza a pensar que te tienes que convertir, es decir, comienza a pensar que esta Palabra te invita a entrar en ella. Porque no son hijos de Abraham los nacidos de la carne. Porque Abraham tuvo dos hijos. Uno de la esclava y otro de la libre. Pero el que heredó la promesa no fue el hijo de la carne, no fue el hijo de su razón, sino el hijo de la fe, el hijo que Dios había prometido que tendría de su esposa estéril.

(…) S. Pablo dice a los Hebreos: Si hay un pueblo que cree, aunque sean gentiles e incircuncisos, y confían en Dios como confió Abraham y se ponen en camino como él, éstos son hijos de Abraham”.

¿Entendido? La fe kikil no tiene nada que ver con creer en Dios, sino con obedecer por encima de la razón, del corazón y de la conciencia.

Tú buscas la felicidad
“Abraham es un hombre que busca la felicidad. ¿Qué es lo que buscas tú en esta vida? La felicidad: la realización de nosotros mismos, tratando de ser. Abraham trató de ser, pero no lo consiguió. Él hizo muchas cosas en su vida, pero ahora que ya es viejo, no encuentra un sentido a su vida. Lo intentó con su fuerza, con su razón, con su inteligencia, con su conocimiento como lo has intentado tú, y lo he intentado yo, para dar sentido a tu vida. Y él se ha casado, ha dado patadas, ha sufrido, ha trabajado como un negro. Sin embargo llega a una edad en que piensa que todo lo que ha hecho no le ha dado la felicidad.

Yo estaba en Florencia, hospedado en un hospicio para ancianos, mientras daba catequesis en la ciudad. (…) Vi que estos ancianos me decían a mí mismo: y este que está aquí, que ha tenido tantas ilusiones, ¿qué pensará ahora? Este hombre ha sido un hombre joven, orgulloso, ha tenido hijos, ha luchado, ha hecho dinero, ha envidiado, hoy se encuentra sobre una silla sin que nadie venga a verle, sabiendo que no va a salir de aquí y que cada invierno mueren muchos de ellos. ¿Qué pensará de su vida? ¿Qué sentido tiene todo lo que hizo? ¿De qué ha servido? ¿En función de qué ha vivido?

Esto es un poco la figura de Abraham: un hombre viejo que se siente fracasado, casi al límite del suicidio. Se encuentra en un punto de no querer trabajar más, porque su vida no tiene sentido.

Pero a este hombre Dios le dice: YO DARÉ UN SENTIDO A TU VIDA.

Yo te daré un sentido. Ven conmigo
Si esta es una palabra de Dios no es sólo para Abraham, ESTA PALABRA HOY DIOS TE LA DICE A TI. Por esta razón, la Iglesia la proclama hoy.
Es decir: QUE SI HOY, ESTA NOCHE, AQUÍ HAY ALGUIEN QUE SE SIENTE COMO ABRAHAM, CUYA VIDA SEA UN POCO FALLIDA Y SIN SENTIDO, QUE ESTÉ CANSADO Y SIN FELICIDAD, ESTA NOCHE DIOS LE DICE: YO TE DARÉ UN SENTIDO, YO TE DARÉ ESTA FELICIDAD, VEN CONMIGO, YO TE DARÉ LO QUE BUSCAS.

Estas catequesis, hermanos, son una llamada de Dios para todos los que están en Ur; una llamada a salir, a ponerse en camino. PORQUE ABRAHAM ES TAMBIÉN FIGURA DEL CATECUMENADO.

Porque Abraham es un hombre que tiene que aprender a creer. Porque la fe no es como una magia que se produce de forma instantánea. La fe es algo que uno debe aprender caminando: LA FE ES UN CAMINO. La fe debe ser purificada y madurada. Abraham debe aprender a creer. Por esto Dios le hace andar este largo camino.

Dios, como a Abraham, por medio de esta catequesis te llama a salir de Ur y ponerte en camino. Si has puesto tu confianza en el dinero, en la familia, en los hijos, en la esposa, y realmente no te sientes realizado, Dios te invita a dejar tu seguridad, tu clan (no físicamente) y a depositar tu confianza no en ellos, sino en Él. Te invita a creer en una promesa: En estas catequesis hemos prometido que a lo largo del catecumenado recibirás la seguridad de la resurrección, recibirás la seguridad absoluta de que no morirás, que entrarás en la tierra prometida, que Jesucristo nacerá en ti, que tú harás obras de vida eterna, dejándote matar por el otro, amando al enemigo. Sabéis que Palestina es símbolo del Reino de los Cielos. Bien, aquí se os promete que vais a entrar en la tierra prometida, la tierra en la que ya ha entrado Jesucristo resucitado, que es la eternidad: Jesús, con la naturaleza humana, ha entrado en la divinidad, en la eternidad; en Jesucristo la humanidad ha vencido a la muerte. Ahora un hombre puede ser pobre o rico, porque si la muerte no ha sido vencida, si esta humanidad termina con la muerte y todo se descompone y se corrompe, me diréis de qué sirve la vida. Comamos y bebamos porque mañana moriremos.

Aquí se te hace esta promesa. Esta noche la palabra de Dios te invita a creer en Dios, a ponerte en camino apoyándote en Dios; te invita a creer que Dios es el que de la matriz muerta que eres tú -eres estéril de buenas obras- Dios puede sacar vida, puede hacerte nacer de nuevo y transformar tu vida; esta palabra te invita a creer que la muerte que tienes dentro de ti -estás muerto porque no tienes vida, porque la que tienes carece de sentido, porque no puedes liberarte de tu egoísmo, porque no puedes en absoluto tener una descendencia feliz, porque no puedes diseñar tu vida, porque no puedes salir de la fosa, hagas lo que hagas, porque se corromperá cualquier cosa que hagas- Dios puede sacar la vida, puede de tu esterilidad de obras de vida eterna hacer nacer a un hijo que será tu felicidad. Este hijo se llama Isaac. Isaac es figura de Jesucristo.

En la Biblia Isaac es Jesucristo: él que carga con la leña hacia el monte.

Para Abraham, la descendencia significa continuar viviendo en este niño. La descendencia para ti es tener la vida eterna, tener a Cristo resucitado dentro de ti. Esto es lo que hemos prometido aquí.

Aquí no queremos engañar a nadie. Aquí tendrás que seguir este catecumenado que realmente te da (al final) el Espíritu de Jesús, amar como Jesús. Pero esto no lo hacéis vosotros, porque no podéis.

Nosotros os enseñaremos...
Por esto el catecumenado es una gestación. Nosotros os vamos a entregar al Espíritu Santo, os enseñaremos a tener fe, os vamos a enseñarte a creer, os conduciremos por el camino”.
Nosotros hacemos todo eso, Dios que se aparte y no estorbe.

“Abraham tiene que aprender, como vosotros tendréis que aprender a caminar, en muchos momentos abandonados sólo con esta Palabra que os hemos prometido. Porque cuando termine esta primera parte de las catequesis nosotros nos vamos, os dejamos caminar por un año sólo con esta promesa que habéis recibido como Abraham; que en este camino llegaréis a tener un hijo, es decir, llegaréis a tener la felicidad total. Y será un tiempo maravilloso. Luego regresaremos y experimentaréis algo nuevo.

Haréis la misma experiencia de Abraham: Abraham ignora a Dios y las cosas le van mal; va a Egipto y se mete en un  lío terrible. Pero estos golpes que recibe le hacen experimentar que cuando se apoya en Dios, todo va bien, pero cuando confía en sí mismo... Porque Dios cumple sus promesas. Dios no es mentiroso. También tú aprenderás esto. Experimentarás que lo que te hemos prometido se realizará en tu vida realmente.

Imaginaos, hermanos, como Jesucristo está en toda la escritura. Jesucristo es todo lo que anuncia la escritura. Y Abraham en el fondo anuncia lo mismo que Jesucristo, que es la Palabra de Dios hecha carne.

Dice Jesucristo de Abraham: ABRAHAM VIO MI DÍA Y SE RIO.

Yo os preguntaría: ¿cuándo vio el día de Jesucristo? Los fariseos que escucharon a Jesús decir esto, le dijeron: estás loco, ni siquiera tienes cuarenta años, y dices que Abraham vio tu día; con razón decimos que estás endemoniado, ¿quién te crees que eres? ¡Qué tonterías dices!

La fe no es creer a Pako
Jesús dice: Abraham vio mi día y se echó a reír. Abraham vio realmente el día de Jesucristo, vio su obra. ¿Cuál es la obra de Jesús? Dejarse matar por los pecados de todos los hombres, entrar en la muerte confiando en que Dios no le abandonaría en la fosa; y Dios lo resucitó de entre los muertos para nuestra justificación. Esta es la obra de Jesucristo. ¿Cuándo vio esto Abraham? Cuando tuvo a Isaac. Abraham vio con sus propios ojos que el Dios de Yahvé (sic), el Dios de la escritura (no hay un Dios del Antiguo Testamento y otro del Nuevo) de la matriz muerta de su esposa, de la muerte, Dios trae la vida cumpliendo lo prometido. Y esto lo ve y se ríe.

La fe no es creer algo con los ojos vendados; no es creer en algo con la incertidumbre de si existe o no. La fe de Abraham es coger al niño, sostenerlo en sus brazos y reírse. Los que habéis tenido hijos -¿Te acuerdas de cuando tuviste al primero?- es una experiencia extraña. Bien, imagínate lo que pensó Abraham cuando tuvo a este hijo que siempre había deseado y que nunca había tenido: imagina lo que habrá sentido al tenerlo ahora cuando él tenía 90 años y su esposa era estéril.

(…) Abraham no tiene nada: Dios no le ha elegido porque sea bueno o mejor que cualquier otro. Cómo aun ahora Dios no te está eligiendo porque seas mejor. De hecho, S. Pablo dice que Dios siempre elige a lo peor para confundir al mundo, elige al más pecador y lo más bajo para confundir a aquellos que se creen alguien.
Abraham vio el día de Jesucristo y se rio. También tú lo verás y reirás. Te digo esto: que en este camino verás lo que te hemos anunciado, que verdaderamente tu vida adquirirá un sentido maravilloso, que serás capaz de amar a todos los hombres como Jesucristo los ha amado, que tendrás dentro de ti a Jesús revivido, que tu vida tendrá un sentido impresionante, la vida eterna, la shekiná; la presencia de Dios pondrá su tienda en ti y tú serás realmente templo de Dios. Y todo esto lo recibirás gratuitamente, porque Dios te ama y te quiere regalar una vida maravillosa para siempre. Esto lo experimentarás en el camino neocatecumenal como lo experimentaron Abraham y la Virgen María.

El cristianismo no es tortura, pese a algunos
Porque el cristianismo no es una tortura. Jesús no vino a torturar a nadie, no ha venido a decir: sacrificaos, pecadores, sufrid y aguantad como yo he sufrido. Que nadie diga cosa similar. Jesucristo ha venido a sufrir para que tú no sufras, vino a morir para que tú no mueras: Él sí muere, tú no; de modo que te regala gratuitamente la vida, a ti y al último desgraciado de la tierra, al más pecador, al más vicioso, al asesino, a quien quiera que sea le regala una vida eterna que nunca termina.

Mira lo que S. Pablo dice de Abraham: “Abraham esperando contra toda esperanza creyó, y fue hecho padre de muchas generaciones”, conforme a lo que Dios le había dicho: “Así será tu descendencia”; No vaciló su fe a la vista de su cuerpo sin vigor, era un anciano, tenía cien años, dice S. Pablo, y la matriz estéril de Sara. NO VACILÓ ANTE LA PROMESA DIVINA. (Dios le había dicho: Yo te juro que tu mujer tendrá un hijo, a pesar de que es estéril y que tú eres viejo tendrás una tierra. Este juramento Dios no lo hizo sólo para Abraham, lo hizo también para ti) LA INCREDULIDAD NO LE HIZO VACILAR, SU FE LE DIO FORTALEZA Y DA GLORIA A DIOS CONVENCIDO DE QUE PODEROSO ES DIOS PARA CUMPLIR CUANTO HA PROMETIDO. ESTO LE FUE REPUTADO COMO SALVACIÓN, LE FUE COMPUTADO COMO JUSTICIA. Y las Escrituras no dicen que le fue computado como justicia sólo para él, sino también para nosotros, a quienes debe atribuirse la fe, a nosotros que creemos en aquel que resucitó de entre los muertos a Jesucristo, Señor nuestro, que fue entregado por nuestros pecados y fue resucitado para nuestra justificación”(Romanos 4).