Robert Jay
Lifton es un psiquiatra y sociólogo que en su vida profesional estudió los traumas causados por las técnicas de coerción empleadas en los campos de concentración chinos tras la II
Guerra Mundial para convertir al comunismo a los
disidentes y a los prisioneros de guerra. Sus conclusiones, plasmadas en su
obra La reforma del pensamiento y la
psicología del totalitarismo, caracteriza las técnicas de “lavado de
cerebro” en 8 criterios.
Actualmente médicos, psicólogos
clínicos y sociólogos, toman los criterios del Dr. Lifton como referencia para
determinar si un grupo se vale de medidas coercitivas para manipular la conducta de sus partidarios.
En esencia, se conoce como persuasión coercitiva o lavado de cerebro
a aquellas técnicas que
logran cambiar las actitudes de una persona, sin que la misma se dé cuenta o
sin su cooperación voluntaria. Crear una nueva actitud implica que el
afectado hará de buena gana cosas que antes pudiera detestar, cosas que antes
de la manipulación sólo habría consentido bajo tortura, dolor físico o drogado.
Con la diferencia de que antes, en situaciones extremas se podía conseguir que
lo hiciera, pero su
actitud no estaba cambiada.
La
persuasión coercitiva modifica no sólo la conducta, también la actitud, para
que el individuo acceda a hacer lo que antes detestaba sin sentirse forzado a
ello,
incluso de aparente buena gana, pues ha sido manipulado para que piense que lo
quiere hacer, pero no es un acto
voluntario, es un acto inducido desde fuera.
Sin
más, los criterios que determinan si un grupo aplica técnicas de reforma del
pensamiento sobre sus afiliados son las siguientes:
Sé lo que haces en tu tiempo libre |
1)
Control de la comunicación. El grupo
decide con quiénes se pueden comunicar y relacionar los adeptos, y limita sus
fuentes de información. Esto puede ser en forma de
- Prohibición explícita (“Los jóvenes no podéis entrar en las "redes sociales", en Facebook, Twitter, Tuenti, etc.: "retiraos todos de eso; el que quiera obedecer que obedezca, y si no, que se vaya", del anuncio Adviento 2010)
- Prohibición implícita ("Comprendo que la mitad de vosotros estáis todos enviciados, ya no podéis vivir si no os sentáis frente al ordenador. Cuando estuvimos en China, en Taiwan, les dije a los curas: mirad, aquí está el ordenador y aquí está la Biblia. Elegid", del mismo anuncio)
- como consecuencia de las demandas de participación en el grupo, por lo que el adepto no tiene tiempo para otras actividades (“Vamos a partir en misión. Las comunidades que han sido ya enviadas en misión en Roma están contentísimas; hombre, hay burgueses gordos y viejos que solamente piensan en su comodidad, en sus vacacioncitas, en sus cositas… esos que se vayan” del anuncio Pascua 2008).
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¿Este pirindolo fálico es místico? |
2)
Misticismo artificial. No es
difícil crear experiencias místicas que refuercen la sensación de "estar
avanzando en el sendero": velas, incienso, rezos o mantras, música y otros
elementos pueden usarse para convencer al adepto de la validez de las
prácticas: “en las celebraciones de la
Palabra y de la Eucaristía la Liturgia tiene que estar muy cuidada. Porque los hermanos que están
caminando hacia el redescubrimiento de su Bautismo tienen que ver en los signos el amor de Dios.
El Trípode, recordad, de Palabra, Liturgia, Comunidad. Tenéis que saber todos
el significado del Presbiterio, del Ambón, de la Cruz, de la mesa, de las
alfombras, de los iconos, del cirio Pascual, del Baptisterio... la forma oval o
circular de la Asamblea... no han sido puestos así al azar, sino que todo tiene
una explicación teológico-litúrgica. El hermano sabe, por ejemplo, viendo la
mesa que el Señor prepara para él una
mesa en frente a sus enemigos; Lo cantamos también: El Señor es mi Pastor, nada
me falta. Preparas una mesa ante mí, frente a mis enemigos. O bien, viendo la sala recubierta de
alfombras sabe que pertenece a Dios y no al mundo. Las alfombras
reflejan la realeza y al mismo tiempo pertenencia. Todos los reyes tienen
alfombras en sus palacios, están adornados de alfombras, y cuando los reyes
salían, para hacer alguna visita, al poner el pie fuera del palacio se les
extendía una larga alfombra que impidiese que sus pies quedaran contaminados” (mitin a los ostiarios –hostiarios
en el original-).
3. Redefinición
de los términos. Cada grupo tiene su propio lenguaje, su propia
interpretación de las palabras, incluso las de uso común. Aprender a usar este
vocabulario crea en el adepto una fuerte sensación de pertenencia al grupo: hay
cosas que sólo los del grupo pueden entender, porque sólo ellos están en el
secreto del significado asignado a palabras aparentemente comunes.
Esto sólo vale como 20 sobre 100, dice Pako |
Por ejemplo,
uno de fuera podría pensar que Eucaristía y Misa es lo mismo, o sacerdote y
presbítero. Hay que pertenecer a cierto grupo para saber que “los niños del Camino
Neocatecumenal que se preparan a la Primera Comunión con la parroquia,
ésta tiene una misa para los niños de la Primera Comunión y quisiera que fueran
los nuestros a esa misa, con lo cual nosotros no estamos de acuerdo. Porque
nuestros niños no viven la situación de los otros niños que vienen a las
catequesis, absolutamente, es completamente distinto. Sería pasarles de una cosa que vale cien a una
cosa que vale como veinte” (mitin a
los didáscalos).
4.
Primacía de la doctrina sobre la persona. La
experiencia personal no puede contradecir al dogma. Si el grupo dice que en un
rito se siente la voz de Dios que te llama a salir de la tumba y retornar a la
vida, el adepto dice o cree que eso ocurre. Si admitiera que no sintió nada, se
justifica de inmediato con la noción de que "aún no ha avanzado lo
suficiente" o la “dureza del corazón que cierra el oído” o que no obedecer al guía impide la conversión.
Por ejemplo, un gran jefe blanco afirma “Esta oración: “Jesús, hijo de David,
ten misericordia de mí”, es la oración del corazón, la oración que los monjes
orientales repiten sin interrupción. Es una oración que hace que caigan las
lágrimas. De repente, después
de haberla repetido quince mil veces te llega un amor a Jesús, una iluminación
tan grande...” (catequesis de inicio). Si a uno, por más que lo repite
no le llega nada, el problema no es la doctrina, es la incredulidad de ese uno,
que mata la conversión.
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El dogma es infalible... y Pako dice que esto es arte |
5.
Infalibilidad del dogma. El dogma es
incontrovertible, ya sea por tratarse de una revelación divina o por ser la
palabra del maestro, que para el caso vale lo mismo, porque afirma haber tenido
revelaciones divinas.
De esta forma, todo lo que se le
ocurra al gran gurú resulta ser designio divino: “Esta
sinfonía se llama “El sufrimiento de los inocentes”(…) Vais a escuchar ahora el
resultado de todo un trabajo espiritual profundo, de sufrimiento. Al final, el Señor ha tenido misericordia
de mí y me ha dado algunos signos de que era voluntad suya, que no se trataba
de mi vanidad sino que era Dios el que estaba suscitando esto. (…) Dios
me dio un signo. Esos días celebrábamos la Misa todos los días con los músicos,
todos los días oración, conversión, catequesis. (…)Y me llevé un susto cuando
ese día el evangelio era: “…una espada atravesará tu alma”. Yo no sabía qué día
era ese ni qué evangelio tocaba; el día lo habían puesto los músicos no lo
había elegido yo. Un pequeño detalle, un signo de que Dios estaba presente, que
nos apoyaba” (anuncio Cuaresma 2011).
6. Culto a la confesión. La confesión pública no sólo
permite “redimir” los pecados, sino que establece fuertes lazos de complicidad
entre los adeptos y anulan la individualidad en favor del grupo: “Durante este tiempo,
nadie se ha metido con vuestra vida. Pero ahora vamos a empezar a hablar
precisamente de ella. Ahora
vamos a empezar a cuestionar nuestra propia vida y a sopesar nuestra
realidad humana. Ahora vamos a empezar a revisar un poco nuestra vida, nuestro
trabajo, nuestra familia y nuestros afectos: nuestra esposa, nuestro marido,
nuestros hijos, nuestra novia. Vamos a empezar a revisar un poco nuestras
riquezas, nuestra relación con el dinero. Porque ser cristiano es una realidad
integral que coge toda la persona” (convivencia del primer escrutinio).
¿Por qué no le enseñarán a él a llevar los pecados de ella? |
7.
Demandas inalcanzables de pureza. Si se
establece una norma inalcanzable, el adepto vive en un estado continuo de
vergüenza y culpabilidad que lo vuelve vulnerable a otras demandas. Así, por
ejemplo, una persona acaudalada que no puede abstenerse del sexo como le pide
el grupo, fácilmente se desprende de su dinero a modo de compensación y
"purificación". Todo ello conduce a una sensación de impotencia y de
dependencia: el individuo sin el grupo es lo ‘pedor’, pero en el grupo espera
alcanzar la meta reservada únicamente a los ‘elegidos’.
Un ejemplo usual de demanda inalcanzable de virtud es el siguiente: “Por eso, si un matrimonio está
bautizado y es cristiano adulto, cristiano, es indisoluble, ¡es indisoluble!
Porque aunque el marido crucifique a la mujer, la mujer ya sabe que ella - que
es Cristo - tiene la misión de llevar los pecados del marido, dejarse
crucificar, subir a la cruz y ofrecer por el marido sus borracheras”
(mitin a obispos. New York 1997).
8. Dispensación
de la existencia. El grupo decide quién tiene derecho a vivir y quién
no. Si no en esta vida, al menos sí en el más allá prometido a los
adeptos que cumplan con todas las reglas. Es decir, el grupo establece las
normas de salvación.
Esto fomenta la dependencia del grupo: la verdad, la vida y la salvación
reside en el grupo, fuera sólo hay caos, muerte y sufrimiento.