Retomo la arenga donde la dejé, después de berrear el shemá, el abuelete anima a los chicos para que no se duerman:
«Bueno, hermanos, ánimo. Esta es la palabra que el Señor Jesús dice al escriba que le pregunta: “Maestro, ¿cuál es el primer mandamiento de la Ley?”, Jesús dice: “¿Qué lees en la Torá?”. El escriba dice: “Shema, Israel, escucha, Israel, el Señor es Uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Haz esto y tendrás vida eterna”. Jesús dice: “Has respondido bien, haz esto y también tú tendrás vida eterna”. ¡Vida eterna! Dios aparece en el monte Sinaí y muestra al mundo el camino de la felicidad. ¿Cuál es el camino a la felicidad? Amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma...».
Y ahora, a desfacer los entuertos que este tipo tan sensible lía en cuanto abre la boca.
Primero. La pregunta del escriba es “Maestro, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. Esa otra pregunta de cuál de todos los mandamientos es el más grande, el más importante, el primero de todos NO ESTÁ en Lucas 10, está en Mateo 22 y quien la formula NO ES UN ESCRIBA, sino un doctor de la ley.
Segundo. Ni a la pregunta del escriba ni a la del doctor de la ley Jesús responde con una invitación a leer la torá. A NINGUNO DE LOS DOS. Al primero le responde así: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Y entonces el escriba le cita el shemá. Al segundo, al doctor, es Jesús quien le recita el shemá para concluir que toda la ley y los profetas están incluidos en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
Es decir, en Lucas un escriba pregunta por la vida eterna y Jesús le pide que se conteste él mismo a su pregunta, lo que da lugar a que el escriba recite el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Y en el diálogo la torá no está ni se la espera.
En la tergiversación de Kiko, la pregunta es la que hace un doctor de la ley al cual Jesús contesta que toda su ley que tantos años lleva estudiando está sometida al mandamiento del amor de Dios y del prójimo.
Tercero. Jesús alaba la respuesta del escriba y le marca el camino: Haz esto y vivirás. En cambio, al doctor de la ley no le dedica una palabra más.
Lo importante en la respuesta de Jesús al escriba -al escriba, no al doctor de la ley- es que se carga el enorme mastodonte de la ley judía: los sacrificios, los holocaustos, los diezmos de la menta y el comino, las lavativas rituales, los animales impuros, los días especiales y demás parafernalia. La respuesta de Jesús es que nada de eso es lo importante, que nada de eso garantiza la vida eterna, que lo único que conduce a la vida es amar a Dios y al prójimo.
Y esa declaración suya VA EN CONTRA DE TODA LA LEY JUDAICA. Por eso dejó que el escriba se contestase a sí mismo.
En cambio, la tergiversación de Kiko parece que trata de encaminar a que se busque la vida en la torá… Pues pobrecitos los que lo intenten.
Pero sus tergiversaciones y esfuerzos por llevarlo todo al Judaísmo no han terminado:
«Me ha impresionado que Jesús dice: “No os regocijéis porque los demonios se os sometan, más bien regocijaos porque vuestros nombres están escritos en los cielos”. En ese mismo momento Jesús se llenó de alegría y no pudo evitar aclamar a Dios, como hacen los judíos cuando sienten una emoción del Espíritu: dejan todo, se ponen de pie, levantan las manos y se regocijan como lo hace Jesús. En ese mismo momento Jesús exultó de gozo en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has decidido en tu benevolencia. Todo me ha sido dado por vosotros, y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”».
Dos apuntes.
Primero. Los judíos -o hebreos, como dice Kiko- no creen en el Espíritu Santo. Así que poco parecido hay entre los ritos “emocionales” judíos y el gozo de Jesús.
Segundo. La presunta cita está manipulada y es falsa. Donde dice “todo me ha sido dado por vosotros”. La verdadera cita es “Todo me ha sido entregado por mi Padre”.
A partir de aquí, empieza el acostumbrado desbarre para convencer a la audiencia de que lo único bueno en sus vidas es la comunidad, que no se la carguen con el juicio y la murmuración, que se sometan a los loros, etc.:
«Debemos estar contentos de ser cristianos, que Cristo habita en nosotros: nos ha elegido, nos ha dado una comunidad, nos ha dado catequistas, nos ha dado una misión de salvación para esta generación. Algo grande y maravilloso, que no sabemos cómo agradecerle; demos gracias al Señor si somos humildes, siendo humildes los unos con los otros: esta es la mejor forma de agradecimiento. “Señor, por tu amor y tu bondad nos sometemos unos a otros”.
La gente debe volver a decir lo que decía la Iglesia primitiva: "Mira cómo se aman" y el amor se expresa en la humildad. El Señor nos invita a ser humildes unos con otros, en el servicio, en el amor, en el no juzgar. No podemos juzgar, debemos obedecer al Señor que dijo: "No juzguéis, no juzguéis", no podemos juzgar, haríamos mal al Señor que nos dijo: "No juzguéis". Incluso si vemos hermanos cometiendo errores, no podemos juzgarlos. “Considerado el último y el peor de todos”, dicen los padres del desierto, que son aquellos cristianos que, viendo las dificultades de vivir la fe en las ciudades, decidieron ir al desierto, buscar una cueva y quedarse allí con una Biblia».
Lo que no puede hacerse con un hermano “cometiendo errores” es dejarlo en el error. Corregir no es juzgar, corregir es amar.
Lo de el aislamiento de los padres del desierto para “vivir la fe” es otra incoherencia en un gueto que tiene como principio fundacional que la fe no se puede vivir sin una comunidad. Pues nada, Kiko insiste:
«Estos Padres del desierto están entre los primeros frutos de Cristo, porque tocados por el Señor dejaron el mundo, lo dejaron todo y se fueron al desierto para estar solos, solo con el Señor y la Escritura, su Palabra. Es una cosa hermosa que yo también hice una vez, fui a una cueva con las Escrituras, es hermoso estar en la presencia del Señor, dentro de ti, y el Señor está feliz de que dejes todo por él (sic), ¡qué felicidad!».
¡Cómo te pasas, Kiko! Se metió en una cueva una vez para huir del sol de Murcia y en cuanto le entró hambre se acabó la cueva y se fue a buscar un aperitivo.
«Hermanos, ¡qué gran cosa ser cristianos, qué gran cosa es que Cristo habite en nosotros! Cristo está en ti, pero también está en el hermano, en la hermana, y cuando la comunidad se reúne, entonces Cristo se agranda, estalla por el Espíritu Santo, se manifiesta en el amor recíproco, para que seamos un espectáculo para el mundo. : “¡Mira cómo se aman, mira cómo se aman!”. Si no tenemos amor por nuestros hermanos, debemos ser humildes para reconocerlo y pedirle al Señor que nos dé amor por nuestros hermanos. No un amor sensible, para sentir amor así, sino un amor verdadero, un amor cristiano profundo. Debemos aprender a amar a los hermanos. El Señor nos enseñará. Somos un espectáculo, hermanos, es una cosa enorme: sois personas a las que Dios ha llamado para vivir en nosotros este amor: nos ha dado una comunidad, una comunidad en la que, cada vez que se reúne, Cristo se expande, crece en nosotros. Es una cosa maravillosa: ¡ser cristianos, Cristo en nosotros!» .
Después de cincuenta años, todavía no han aprendido a amar a los hermanos. Mejor que se convenzan ya de que la kikotina no funciona.