CELEBRACIÓN PENITENCIAL
“Antes de nada hay que ensayar
los cantos de la celebración con la gente. Mientras tanto los otros miembros
del equipo pueden preparar el lugar en que tendrá lugar el ágape.
Buscad lectores. Si no encontráis
quien pueda proclamar bien la Palabra, los del equipo leéis las lecturas. Pero
bien: fuerte, proclamando la Palabra a la asamblea con autoridad. Si no leéis bien arruináis la
celebración, porque las lecturas son largas y la gente se cansa y no
escucha”.
Clarísimo,
en el kikismo Dios no puede hacer nada si tú lees mal.
“La celebración hacedla si es
posible en la Iglesia colocando los bancos en asamblea, en forma hexagonal u
octogonal, dejando un hueco en el centro donde se coloca a un lado el atril, y al
otro una cruz procesional. El crucifijo es importante porque la segunda lectura
se refiere a la serpiente de bronce levantada. A mí me gusta la cruz de bronce procesional,
porque con ella se puede ver mejor el paralelismo. Que no se os ocurra hacer la
celebración con los bancos alineados en batallón... Los presbíteros están todos
juntos revestidos de alba y estola, el presidente en medio de púrpura. Cuidad estos
detalles que influyen mucho en la forma de las celebraciones de la comunidad,
después de la primera fase de conversión, después de las catequesis. Todos
estos son signos que se deben tomar en cuenta.
Si es posible, poned una
alfombra en el centro. Se
debe explicar bien, a los presbíteros, antes de empezar, el sentido de la
celebración. Por esto es importante que esta celebración la preparéis
con el párroco o con los sacerdotes más cercanos, así ellos mismos podrán contar a
los otros sacerdotes las cosas concretas de la celebración. Porque tal vez a
vosotros los sacerdotes no os escucharían. Sin embargo, si al párroco lo habéis instruido bien,
habéis preparado bien el terreno para que él mismo expliqué cómo se han de hacer
las cosas y por qué. En cuanto a la celebración, se tiene que desarrollar
conforme al nuevo ritual del sacramento de la penitencia. Conviene traer varios
sacerdotes para que la confesión privada sea lo más rápida posible y más libre.
Decid a los sacerdotes que concreticen la absolución de acuerdo con el nuevo
ritual aprobado por la reforma del sacramento de la penitencia.
Después de confesar de pie,
para la absolución te arrodillas y el que te confiesa concluye la absolución con
la imposición de manos sobre la cabeza del penitente. La imposición de manos
para el perdón ya se hacía en la Iglesia primitiva.
Decidles también que no se alarguen
haciendo dirección espiritual.
Aleccionas al cura o pasa lo que pasa |
Si alguna persona tiene
problemas particulares, se le dice de resolverlos después de la celebración. Que
los sacerdotes ejerzan su misión propia de administrar el sacramento en forma
breve y afectuosa, exaltando la misericordia de Dios, así como la regeneración
y la santificación obtenida por la muerte y resurrección de Jesucristo”.
¿Es
serio se cree Pako que los sacerdotes necesitan que él les aleccione sobre lo
que conviene que digan?
“En el momento de las
confesiones, los sacerdotes se ponen delante, en la parte interior de la
asamblea, para que se vea mejor el signo del rito. Se sitúan de espaldas entre
ellos, volviendo la cara a la asamblea (como en la figura). El presidente, sin
embargo, no se mueve de su lugar. Nada de confesiones en el confesionario o en una esquina porque de lo
contrario se pierde el signo. También invitamos a los sacerdotes a
confesarse unos con otros al comienzo de las confesiones. Es un signo fuerte para
la gente”.
Va
a resultar que para Pako el signo ese es más importante que el Sacramento que,
como no es tan ‘tikismikis’ como el signo, no se pierde ni en el confesionario
ni en lugar alguno.
Lo importante para Pako: todos en medio |
“Esta celebración en el fondo es
una catequesis mistagógica, es decir, podéis hacerlo repartiendo el trabajo
entre el equipo o que uno solo haga todas las moniciones y la introducción a
los cantos. Cómo os parezca mejor, es importante, sin embargo, que se haga muy
bien, con la convicción de que Cristo pasará a través de este Sacramento para
darnos vida y ponernos en un camino de conversión. Porque esta celebración pone
a la gente en camino hacia el agua de regeneración del Bautismo, a fin de que vuestro
Bautismo alcance su plenitud.
Tanto las moniciones como la
introducción a los cantos son un partir el pan de la Palabra para la asamblea. Preparadlos bien. Hacerlos
con fuerza y kerigmáticamente. Orad para que Dios os envíe el Espíritu Santo
para hacerlo proféticamente”.
¡Ala!
Ya se está adjudicando una misión que está reservada a los sacerdotes.
“El rito penitencial será en el
fondo una oración comunitaria expresión de una Iglesia en conversión. Mantenemos la confesión individual,
porque se debe conservar y también porque tiene su valor”.
Faltaría
más, como que el Sacramento es precisamente esa confesión individual que
mantiene como a la fuerza y no la parafernalia que monta alrededor.
Asamblea antes que Sacramento |
“En esta celebración se pone en primer plano
la Palabra de Dios que nos llama a conversión. Recuperamos la comunidad, la Asamblea, en la que todos
juntos en camino empezamos a entrar en una liturgia de conversión que ha sido
preparada por algunas catequesis en las que se ha anunciado el Amor de Dios y el
perdón de los pecados. Ahora se va a realizar todo esto en un sacramento, porque Dios nos da el poder no sólo
para anunciar el perdón, sino también para darlo, para comunicarlo, para
transmitirlo a través de un signo”.
En el mamotreto la palabra Sacramento casi siempre está en minúsculas
–y obstinadamente lo corrijo- y la palabra asamblea está en mayúsculas –también lo corrijo-. Aquí lo he dejado tal y como viene en el original, con la
barbaridad de que ellos dan el perdón a través de un signo, y no el sacerdote a
través de un Sacramento. Tampoco es peccata minuta lo de poner en primer plano
la Palabra de Dios, por delante del Sacramento, porque la Palabra de Dios no es
Dios, pero en el Sacramento quien actúa sí es Dios.
“En la monición ambiental es
esencial decir que el Misterio Pascual de Jesús se hace presente en esta
celebración para perdonar los pecados. Quien a través de este rito se confiese
pecador dejándose juzgar por la Palabra y crea que Dios tiene poder para
resucitarlo ahora, se le da el perdón, esto se cumple.
Carmen:
La fuerza de esta celebración
es que se llama a la gente a conversión, incluso si no se confiesa de nada particular.
Porque estamos viviendo un tiempo mixto en el que la penitencia está bastante
recubierta y revestida y no se entiende bien. Esta celebración, sin embargo,
debe ser una llamada a conversión, que ponga a la gente en el camino de la
conversión. La absolución y el perdón pueden venir más tarde, como sucedía en
la institución penitencial de la Iglesia primitiva.
No pongáis demasiada fuerza al
decir: “Esta noche se te perdonan los pecados”, porque de lo contrario se corre
el peligro de que la gente
se confiese mágicamente, como ha hecho
durante toda su vida. Aunque seguramente lo hará así”.
Lisa
y llanamente está diciendo que la gente de Iglesia, que son los que se han
confesado ‘durante toda su vida’, en general, no es cristiana. Y tras el juicio
de intención, se queda tan pancha.
“LA FUERZA ESTÁ EN LA PALABRA
DE DIOS QUE LLAMA A LA GENTE A CONVERSIÓN Y LES PRESENTA DELANTE UN CAMINO PENITENCIAL
DONDE REALMENTE VAS A EXPERIMENTAR LA SALVACIÓN Y EL PERDÓN DE LOS PECADOS. ESTE
CAMINO ES EL CATECUMENADO, QUE ES UN CAMINO LARGO DE CONVERSIÓN HACIA LAS AGUAS
DE BAUTISMO.
MONICIÓN AMBIENTAL
Después de estas primeras
catequesis, el penúltimo día os anuncié el Kerygma, la buena noticia de que
todos tus pecados te son perdonados Dios ha hecho un juicio sobre nuestros
pecados, sobre nuestros robos, sobre nuestros adulterios, sobre toda nuestra
situación de pecado y el juicio ha sido la misericordia. Pero ahora, hermanos,
aparece un segundo juicio, y es que tú aceptes o no esta misericordia.
Aceptar esta misericordia
significa en primer lugar aceptar que somos pecadores, que estamos en el error
y que andamos por caminos tortuosos. Si reconocemos nuestro pecado, Jesucristo viene
esta noche, a través de los presbíteros de su iglesia, a concedernos el perdón.
(…)Estoy aquí, hermanos, para
deciros que Jesucristo a través del tiempo sigue vivo y presente en su Iglesia
para ofrecer gratuitamente el perdón, continúa haciendo presente al mundo el
inmenso amor de Dios.
Por tanto, hermanos, comenzamos
la celebración de la conversión. Jesucristo, presente aquí, manifestación máxima
del rostro del Padre, aparece esta noche dándonos la posibilidad de conversión.
Es la Palabra de Dios, proclamada esta noche en asamblea que nos llama a
conversión: denuncia nuestro pecado y nos invita a no tener miedo, mostrando a Jesucristo,
que nos ama y nos perdona y está dispuesto a darnos un Espíritu nuevo capaz de
no pecar si creemos en Él.
Esta noche, el misterio de la
Pascua de Jesucristo se hace presente aquí abriendo un camino de conversión
para pasar de nuestra situación de muerte a causa del pecado, a la vida eterna.
CANTO DE ENTRADA: Hacia ti,
morada santa.
SALUDO
DEL PRESIDENTE E INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
MONICIÓN
A PRIMERA LECTURA
Hermanos, la primera lectura,
que se va a proclamar en medio de esta asamblea es del libro del Génesis. Tal
vez nosotros, hermanos, no estamos muy acostumbrados a escuchar. Debemos comenzar un camino para
recuperar la asamblea cristiana. Un camino hacia el pueblo de Dios que es
el pueblo de la escucha, un pueblo que se reúne a cantar salmos al Señor, a escuchar
su Palabra, a orar, sin prisas, convencido de que verdaderamente Jesucristo se
hace presente para salvarte, para perdonarte, para resucitar a quienes estamos aquí.
Comenzamos este camino hacia el Padre a través de esta lectura en la que se hace
presente la explicación de tu pecado y del mío.
Escuchamos la historia del
pecado de Adán y Eva. No es una historia pasada. Esta Palabra explica tu
realidad porque Adán y Eva eres tú, Adán y Eva soy yo hoy”.
De
eso va esto: todo por la asamblea, por la comunidad, nada por Dios.
PRIMERA LECTURA: Gn 3, 1-24
El viejo Adán |
INTRODUCCIÓN AL CANTO
Hermanos: la palabra que se ha
proclamado se cumple hoy y ahora en medio de nosotros. Dije al principio que
Adán y Eva somos tú y yo, porque al igual que Adán, tú y yo hemos escuchado un
día la catequesis del maligno que nos ha dicho: ¿por qué no puedes comer de ningún
árbol del paraíso? El maligno nos ha dicho que en el fondo si no podemos hacer
una cosa, no podemos hacer ninguna, no somos libres, la ley nos limita.
Y hemos pensado: pero es cierto, esta cosa es buena. Y el árbol parecía bueno
para adquirir sabiduría. Y hemos dicho: ¿por qué Dios no me deja hacer esto si
es bueno y apetecible?
(…) Mira lo que dice la Biblia
del pecado: el pecado no es algo que se lleva la gloria de Dios. El pecado nos
mata. Los que cometen pecado mueren. Por esto Dios no quiere que pequemos,
porque nos ama y sabe lo que nos sucederá.
En el fondo, pecar es sentirse
más inteligente que Dios, es valorar a Dios menos que tu razón. Y tú y yo,
hermanos, hemos comido y no hemos aceptado que haya alguien por encima de
nuestra razón, algo que no comprendemos. La verdad para ti y para mí nunca ha
sido otra cosa que lo que podemos razonar y entender. Hemos querido caminar de
acuerdo a la seguridad que nos da nuestra razón”.
Debe
ser una nueva teología esta de que pecas porque te sientes más inteligente que
Dios. La razón nos diferencia de los animales y nos hace imagen y semejanza de
Dios, de ahí a disponer por qué sí que el pecado es un razonamiento, hay un
abismo.
La vieja Eva |
“Y al comer nos sucedió lo
mismo que a Adán: hemos conocido el miedo, hemos probado la muerte, la muerte
espiritual, la muerte óntica, hemos conocido el mal, la separación de Dios. Y
Dios es vida. Hemos probado la muerte y hemos empezado a tener miedo. (…) Todo
lo que te molesta se convierte en símbolo de la muerte óntica, la muerte de
nuestro ser interior. Esta es nuestra situación. Por esto no somos felices. Por
esto hoy has sufrido en el trabajo, porque el trabajo no ha sido como tú quisieras.
Porque cuando las cosas no salen como tú piensas, te destruye y tú no quieres morir.
Ninguno de nosotros quiere morir.
Pero hermanos, también ha sido proclamada una Palabra de Salvación. Aquí hemos oído que Dios ha dicho: el Hijo de la mujer te herirá en la cabeza (a la serpiente). En la escritura, sabemos que hay una mujer. Jesús en las bodas de Caná llama a su madre: “Mujer” y en la Cruz, también”.
Debe
ser un Apocalipsis apócrifo sólo para kikistas ese en el que es el hijo de la
mujer quien hiere la cabeza de la serpiente.
Hermanos: si alguno de vosotros
que estáis aquí hoy está esclavizado por el miedo a la muerte, sepa que esta
palabra de salvación se cumple hoy, porque el Hijo de la mujer viene a aplastar
la cabeza de la serpiente que está en tu corazón.
Mamarracho de mujer, hijo y oreja |
Mirad hermanos, os digo una
cosa. Hay tres formas de estar en el mundo: dos falsas y una verdadera. La
primera es la del hombre que no quiere aceptar la realidad de su maldición.
Hemos escuchado que Dios dice: por tu culpa maldita será la tierra: produzca
espinas y cardos: trabajarás con fatiga la tierra, con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado: La primera actitud es
la del hombre que no quiere aceptar esta Palabra de Dios. Pero la Palabra de
Dios es profética y, por tanto, se cumple siempre. Y este hombre viendo que es
verdad, que el mundo es hostil, que el trabajo y la vida se convierten en un
infierno, intenta escapar de este mundo y se inventa su mundo: se aliena. Hay
muchos tipos de alienación. Incluso
la religión puede ser un tipo de alienación, como las drogas, el alcohol, el
fútbol. Con todas estas cosas tú huyes del mundo y te haces uno para ti,
para huir de tu familia, del trabajo. Es el hombre que no se encarna en su
realidad, porque no pueden soportar que la tierra esté maldita. Son personas
que escapan refugiándose en el deporte, en el fútbol, que al volver a casa
no quieren que su mujer saque los problemas, porque llegan cansados y ya tienen
bastantes problemas.
La segunda forma es al
contrario. Es la de quien no acepta la maldición del mundo, ni siquiera acepta
su condición de pecador y quiere cambiar el mundo con los puños. No acepta un
mundo con el pecado, con las guerras, con los vicios, etc.; le horroriza y
trata de luchar para construir un mundo perfecto; quiere imponer su mundo a todos. Aquí están todos
los movimientos políticos que se os ocurran. A éstos se les preguntar: ¿cómo te
gustaría que fuese el mundo? ¿Te gustaría que todos los hombres fuesen buenos?
¿Te gustaría que nadie pasase hambre? Si respondemos sinceramente a esta
pregunta, veremos que el mundo que queremos es un mundo donde no hay espacio
para la libertad, porque es un mundo en el que no hay lugar para el pecado.
Hitler quería construir su
mundo: un mundo perfecto. Pero siempre es un mundo en el que se necesita una
policía férrea, cárceles, etc. porque no puede haber pecado. Porque el pecado
destruye la sociedad. ¡Es claro! Es muy fácil ser engañado”.
Sí
es fácil dejarse engañar por uno que sugiere que quienes se dejan la piel
intentando paliar el hambre, lo que persiguen es un mundo tipo Hitler. Es
repulsivo. Sobre todo cuando ese uno no pierde ocasión de ‘invitar’ a los
padres a anular la libertad de sus hijos para que caminen sí o sí.
Trío de pecadores |
“Pero hay una tercera posición:
y es la de aquellos que aceptan esta Palabra proclamada y la hacen suya; aceptan
que lo que Dios dice es la verdad: que somos pecadores, que el mundo está
maldito por el pecado de los hombres. Y al aceptar esta realidad siguen escuchando
esta Palabra y esperando que Dios venga a bendecir la tierra: Dios. Nosotros estamos
aquí porque esperamos que Dios envié al Mesías realmente en medio de nosotros
para transformarnos, para restaurar su reino, un reino en el que todos los
hombres puedan ser eternamente felices. Pero sólo Dios es el que sabe cómo
hacer un reino en la Verdad.
No se puede aceptar esta
salvación, sin embargo, si no aceptas tu propia realidad de pecado. Somos
pecadores. Por lo tanto, hermanos, si hacemos que esta Palabra entre a lo
profundo de nosotros, nos llegue, nos situé y nos juzgue y decimos, dando
gloria a Dios, que es verdad que hemos querido nosotros ser Dios, que no
aceptamos obedecer a nadie y que la única ley es la de nuestra razón. Nos reconocemos
pecadores.
CANTO: Salmo 50