domingo, 22 de junio de 2025

Tantum ergo Sacramentum

 


Hoy iba a publicarse la segunda parte de la telaraña neocatecumenal, pero lo dejo para el martes porque hoy es la solemnidad del Corpus Christi (allí donde no se ha celebrado el jueves pasado) y prefiero dedicar la entrada a contrastar la doctrina católica, basada en la tradición y la revelación divina, y las erradas ocurrencias de los iniciadores del CNC.

 

La Iglesia:

«El Dios que se hace carne y da su vida por nosotros permanece con nosotros en esta forma particular de encarnación, en el pan celestial, que alimenta nuestra hambre de vida. No hay comunidad sin la Eucaristía. Además, la Eucaristía forma la comunidad. La Eucaristía es el punto de partida de la vida comunitaria. De ahí sacamos la fuerza para entregarnos los unos a los otros. Al celebrar el sacrificio de Cristo por la vida del mundo, el sacrificio de cada uno también cobra sentido. Es allí, en la celebración, donde se nos abren los ojos para ver nuevos cielos y tierras, para aprender el estilo de Dios, que es dar vida a los demás, amarnos unos a otros» (Card. Pierbattista Pizzaballa, O.F.M. Patriarca latino de Jerusalén).

«No es el individuo --sacerdote o laico--, o el grupo quien celebra la liturgia, sino que es sobre todo la acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su propia historia, su rica tradición y creatividad. Esta universalidad y apertura fundamental, que es característica de toda la liturgia, es una de las razones por las que esta no puede ser creada o modificada por la misma comunidad o por los expertos, sino que debe ser fiel a las formas de la Iglesia universal» (S.S Benedicto XVI. C. DEL VATICANO, miércoles 3 octubre 2012).

 

La errada prédica que repiten los loros neocatecúmenos:

«Lo primero que nos encontramos es la ASAMBLEA. …

Entonces, hay una asamblea que se reúne. No se concibe, de ningún modo un ritual individual. ... Porque el sacramento no es sólo el pan y el vino, sino también la asamblea; la Iglesia entera que proclama la Eucaristía. No puede haber una Eucaristía sin la asamblea que la proclama. ...

No hay Eucaristía sin asamblea. Es una asamblea entera quien celebra la fiesta de la Eucaristía; porque la Eucaristía es la exaltación de la asamblea humana en comunión; porque el lugar preciso en que se manifiesta que Dios ha actuado es en esta Iglesia creada, en esta comunión. Es de esta asamblea que brota la Eucaristía» (Carmen la difunta de categoría superior, mamotreto I).

 

¿Os dais cuenta, neocatecúmenos, de que os lo han tergiversado todo? Os dejáis guiar por unos que en lugar de poner en el centro la Eucaristía, ponen la comunidad. Y la idolatran hasta el punto de inventarse que «faltar a la comunidad es pecado grave», en tanto que a la Eucaristía la desprecian, por eso no se arrodillan ante ella, por eso comulgan sentaditos, por eso no importa no haberse confesado, por eso el presbi solo es un comensal más y no un alter Christus... y por eso desobedecieron y desobedecen la orden de corregir la forma de comulgar y la orden de asistir a las misas de los parroquianos a secas.

¡Así os va!

 

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