Socorro, mi novio está en el Camino

 

Una de las casuísticas más usuales en los correos que recibo es la de “mi novio está en una comunidad neocatecumenal y yo no” o viceversa, ella está en el Camino y él no.

Casi siempre sucede que quién no es neocatecúmeno es feligrés de toda la vida, por lo que no se plantea ninguna duda a la hora de empezar una relación con alguien que se declara creyente y cristiano (o en camino de serlo). Es más, como los feligreses de toda la vida son gente sensata y abierta, tampoco ha puesto ningún problema para acompañar a la otra parte a alguna “uka” sabatina y conocer a los colegas de la comunidad. La mayor parte de las veces el enamorado feligrés incluso ha soportado las kikotesis iniciales, no por convicción de necesitar un refuerzo en su fe, sino tratando de entender el extraño entramado de esas “ukas”, celebradas con mucho ruido en una deslavazada sala de usos múltiples, en las que nadie se arrodilla en la consagración y todos comulgan sentados.

Por lo común es tras aguantar las kikotesis y los modos y maneras de los kikotistas cuando el feligrés de toda la vida asume que el CNC no es para él, es más, le cuesta entender que sea para alguien que dice querer ser cristiano, pero por supuesto, respeta la decisión de su pareja de estar en una comunidad… Y entonces se plantea si ese respeto irá en ambos sentidos, es decir, si también su pareja respetará que no quiera entrar en ninguna comunidad.

Cuando les surgen esas dudas es cuando me escriben.

Todos cuentan que su relación va fenomenal, que se quieren muchísimo, que si la otra parte quiere seguir en el Camino, que siga, pero ya dice mucho el simple hecho de que por negarse a entrar en el CNC se planteen si su noviazgo tiene futuro.

No manifiestan disparidad de opiniones sobre la paternidad responsable ni sobre gananciales o haciendas separadas, por ejemplo, no, siempre el posible problema que me plantean es: Yo vivo mi fe de otra manera y no me gusta el CNC, ¿destruirá eso mi noviazgo?

La última persona que me ha escrito, muy sensata y perspicaz, me informaba de que su novió hará pronto los segundo estropicios, digo, escrutinios. No sé qué conocimiento tendrá esta joven sobre el CNC, pero ha atinado al pensar que se aproxima el momento de la verdad.

No en vano la etapa previa a los segundos estropicios es el pre neocatecumenado. Pero al pasar la puerta de estos segundos estropicios se entra en el neocatecumenado propiamente dicho. Y los kikotistas, que tienen la llave de esa puerta por designio de Kiko, no de la Iglesia, no dejan que la traspase todo el mundo.

En la verdadera Iglesia, no se entra al catecumenado cuando se vive en situación “irregular”, en concubinato, por ejemplo, o siendo patrón de un antro de consumo de drogas. En cambio, en el CNC lo que cuenta es el sometimiento a los designios del kikotista de turno, que suelen ser designios emanados del mismo Kiko por aquello de que los kikotistas son loros de repetición con poca capacidad para la improvisación.

Por tanto, hay una serie de recetas preestablecidas que son las que se aplican a los escrutados para decidir si se les abre la puerta o se les cierra en las narices.

A los solteros sin compromiso de cierta edad (basta que tengan veinticinco años) los mandan a “hacer una experiencia” monacal, a los matrimonios se les reclama la apertura a la vida, que no es lo mismo que la paternidad responsable, y en el caso de solteros ennoviados con alguien de fuera del CNC, la receta establece que hay que “convertir” al pagano. Y les trae sin cuidado que el pagano no sea tal, sino feligrés de toda la vida, porque para ellos eso es el peor tipo de paganismo, porque encima saben más e identifican los abusos litúrgicos que se cometen en el Camino.

Quizá hasta ahora hayan hecho la vista gorda, pero en los segundos estropicios al ennoviado con una “de fuera” le dirán que ponga a prueba a diosito, porque si la relación “es de Dios” entonces ella se convertirá, de lo contrario, la fidelidad a diosito exigirá poner fin a la relación con ella. Y también le machacarán con el mantra de que si la relación no “es de Dios”, entonces da igual que reniegue de diosito por ella, porque no funcionará y ambos serán inmensamente desgraciados, de modo que le hará un favor si la deja antes de que sea demasiado tarde y los dos se destrocen y se amarguen la vida.

Y ahora mi propio apartado de recetas. No son infalibles, pero lo que yo puedo aportar es información y argumentos para rebatir lo que he visto que se empleaba con otras parejas en situación similar. Por suerte son bastante predecibles y siempre recurren a los mismos mantras.

El primero de todos consiste en enviar al novio a “convertir” a su novia, que ya es creyente, con el argumento de que la pareja no puede funcionar si no tiran los dos en la misma dirección y no pasan el tiempo libre juntos, lo que para ellos significa que la novia debería fastidiarse e ir con su novio a todas las cosas de la comunidad.

La forma de responder es que en efecto conviene pasar el tiempo libre juntos, pero como el CNC no es para todos, cosa que ellos mismos reconocen, es él quien debe dejar la comunidad para buscar con ella otro sitio en la Iglesia en el que los dos estén cómodos. Sospecho que por eso le tiene el padrecito Mario tanta tirria a Akuna, porque se ha llevado a más de uno y más de dos.

También hay que explicar con mucho cariño que “poner a prueba a Dios” es, en realidad, tentar a Dios. Y es un pecado. A Dios no se le pueden exigir pruebas, no se le puede reclamar “si esta es la mujer que me tienes destinada, entonces haz que entre en la comunidad” porque el mismo derecho tendría ella a pedir “haz que mi novio deje en Camino”.

Por último, el clima que se crea en el segundo estropicio está diseñado para reblandecer las neuronas y bajar las defensas. Son noches y noches y más noches de dormir poco y mal por asistir a unos interrogatorios infames en los que se hurga en la intimidad de cada persona y se cometen abusos de autoridad. Es difícil mantener la cabeza despejada cuando todo contradice la lógica. Los kikotistas decretan que no ven claro el noviazgo, los amigos lo secundan como si fuese evidente, si la familia de él está en el Camino también apoyaran que ese noviazgo no parece “de Dios”, y por si el novio necesita algo más para entender lo que todos menos él consideran obvio, sucede que si no obedece la puerta se cierra para él, es decir, será obligado a bajar a otra comunidad y perderá a su grupito de amigos.

La presión será muy muy fuerte.

Pero la oración confiada todo lo puede.

Mucho ánimo.