Retomando el hilo de la llamada convivencia de
inicio de curso 2016-1017, las Laudes del viernes empiezan como suelen: con una
advertencia.
«No hagáis como en Masá y Meribá,
donde vuestros padres, en el fondo, dudaron de mí y no quisieron hacer mi voluntad»,
dice Kiko.
Y en mitad de las Laudes, interrumpiéndolas y
rompiendo el ritmo, viene la “monición” al canto nuevo, que es un parcheado de
un himno del siglo IV escrito por Romano el Meloda. Del siglo IV, es decir, de
esa etapa oscura que arranca con la conversión de Constantino en la que el
Espíritu Santo deja a la Iglesia a su suerte, según la doctrina kikil.
A Europa sólo le resta una esperanza: «Pero sabéis que
Dios ha profetizado que cuando el anticristo venza, será derrotado por el soplo
de la boca de la segunda venida de Cristo. Y este soplo es el anuncio del kerigma, del cual Dios, junto a otros en la Iglesia, ha encargado al Camino Neocatecumenal, y haremos retroceder al
anticristo en toda Europa» (del original italiano).
Menos mal que Kiko sabe lo que Dios encarga a cada
quien, porque no se le escapa nada de los planes de Dios para los demás y para
el mismo anticristo.
La siguiente “perla” es: «El demonio ocupa el lugar de Dios en el
corazón del hombre, pero anunciando el kerigma tenemos el poder de expulsarle y
liberar a los hombres de la esclavitud del demonio y de la concupiscencia de la
carne». Ellos solitos se bastan y sobran como exorcistas, el
sacramento de la Confesión queda obsoleto con ellos.
Luego,
en lo que llaman kerigma, figura una tontería antológica, ontológica e incluso
óntica: «No
habéis recibido la fe, porque vuestras obras sean buenas. No es por obras, para
que nadie se gloríe: "Ah, Dios me dio la fe porque yo era honesto, porque
yo buscaba la verdad». Pues si alguien se gloría por tener fe, es
que su fe es de cartón-piedra.
Pero
la tontería es el preludio del mantra más usado en el CNC: «La fe viene por la
predicación. La predicación aumenta en nosotros la fe. Dios me inspira lo necesario
para vosotros». Pero que nadie piense que él se gloría por semejante
predilección de Dios que le escoge para que los demás adquieran la fe sin mover un dedo, no, que sabe perfectamente que es un inútil.
Y la cosa continúa con alabanzas a sí mismo, que
se quiere mucho: «Dentro de mí el amor divino me lleva a
dar mi vida por vosotros». Y además a darla gratis total,
como les pasa por la cara a sus seguidores, pese a la evidencia de que los seguidores se han pagado el viaje, él no; y los seguidores se pagan la estancia en Porto San Giorgio, él no.
A continuación les revela que en el
mundo hay dos clases de personas: los que se pasan el día viendo pornografía y
fornicando porque no tienen un catequista y los que han sido elegidos antes de
la creación del mundo para ser salvos gracias a su catequista. De esta forma se
va generando en ellos la creencia de que los demás son sub-humanos, destinados
a la condenación eterna por no ser del CNC. Por eso es tan importante lo de «Obedeced,
obedeced a los catequistas que os ha enviado el Señor para conduciros hacia Él».
Y tras el segundo mantra fundamental del Camino,
se pasa a la acción, es decir a las órdenes y las prohibiciones: «No seáis cretinos como los paganos, que incineran
el cuerpo. En el Camino nadie se hace incinerar, y si alguien quiere hacer esto,
le echáis del Camino». Obviamente que sus órdenes y prohibiciones no se ajusten a lo que dice la Iglesia, a alguien que sabe mejor que nadie lo que quiere Dios, le importa un pito.
Y tras impartir órdenes imperativas, que no
consejos, sobre cómo, qué, dónde y por cuanto tiempo escrutar, se da tiempo a
los convocados para que cumplan las imposiciones recibidas.
Se continúa a las 18:00, con una “charleta” a
cargo del padre Mario, que se suponía era una homilía, pero que dedicó casi por
entero a Carmen (pese a que ella no salía en el Evangelio que se leyó). Así
hizo conocer a su audiencia que la finada se cayó en una ocasión, en otra se
rompió una costilla, luego se volvió a caer… Una vida tremenda de dolores,
sufrimientos y vicisitudes que ella sobrellevaba sin quejarse de nada, salvo de
los obispos hostigadores y de los cardenales que les hacían la guerra.
Y tras la penitencial, se reanudan los dichos
sobre la heroica vida de “la Carmen” (así la llama Kiko y así se recoge en el
mamotreto en italiano), esta vez a cargo de Kiko: que si llamó homosexual al
cardenal Silvestrini, que si fumaba incluso delante del Papa, que en una
ocasión el cardenal Bertone le llamó la atención por fumar y ella le hizo
callar arguyendo «Entiendo que el humo le ponga nervioso, por todos los que fueron
quemados aquí abajo», cuenta de nuevo que a él le llamaba idiota
para ponerle en la verdad y añade «Le pregunté: “¿qué tal ha ido el kerigma?” Me dijo: "un
rollo". Cuando en Piacenza hice una pintura de 30 metros de altura, enorme,
le pregunto: ¿Carmen, qué opinas? Y dice: "¿De esta porquería?"». Y añade algo que no aconsejo practicar a nadie que desee
ser cristiano: «Era
fantástica y ahora echo de menos a alguien que me insulte un poco. Puedo pagar
para que me insulten un poco».
Y esto, más el visionado de un vídeo casero sobre
el entierro de “la Carmen”, fue lo que dio de sí el primer día de “convivencia”.