Desfile de presbikikos y ayudantes |
Como advertí en la entrada precedente, de improviso Kiko cambia de registro para lanzar una ¿advertencia? ¿reconvención? a los presbikikos:
«Para que un cristiano sea santo es imprescindible saber vivir en castidad. ¿Es posible que un joven viva hoy en castidad? Es posible, con la ayuda del Señor, aceptando que hay sufrimiento (…). Y los chicos quieren ver esto sobre todo en los presbíteros».
Por desgracia, como de costumbre hay errores de base en la cháchara de Kiko. Para empezar, es un error garrafal haber alentado y permitido el acceso al presbikikado de quien no aprendió antes a vivir en castidad. Para seguir, el asunto de la castidad no es solo para jóvenes ni solo para solteros, cuanto daño hace la falta de castidad de los casados. Mucho le falta por aprender a Kiko para poder dar lecciones.
Continúa Kiko con un par de descubrimientos que no le harán acreedor de premio nobel alguno:
«Dios nos ha dado una nave espacial que es nuestro cuerpo, que es muy complejo y perfectamente articulado. Tiene un mecanismo tal que si tú tocas una palanca roja todo un engranaje se pone en movimiento. Estamos programados por el Señor, por la naturaleza (…) Entonces digamos que si un sacerdote mira a una mujer a los ojos, una vez, otra vez, se pone en marcha este mecanismo llamado libido. Y si tú sigues con esa mujer, llega un momento en que esa palanca hace clic por sí sola».
En suma, hay un defectillo en el diseño nave espacial del varón que hace que con un par de miradas a los ojos a una mujer se le descontrole la libido. Se empieza con estas tonterías y al final algún lumbreras decreta que la mujer se cubra con un burka para no alterar la sensible libido masculina. Pues mejor que los sensibles se pongan una venda en los ojos.
En el siguiente párrafo queda meridiamente claro lo que preocupa a Kiko:
«También le puede suceder a un hombre casado, con una secretaria, con cualquiera. Cuando todo este mecanismo se pone en marcha estás perdido, porque la naturaleza tiene un poder tan grande que la libido se impone y ya no quieres ir a la comunidad, simplemente tienes una necesidad urgente de estar con esa mujer. Hay barreras que vienen en nuestra ayuda, como el pensamiento de la familia, de la comunidad... Pero si se pone en marcha, podéis abandonar el Camino, la familia, el presbiterio, todo. Entonces, si una persona se enamora, es como una catástrofe, incluso para un casado».
Obsérvese la escala de valores, primero el Camino y la comunidad, ya después todo lo demás, sea la familia o la presunta vocación.
A continuación aclara que la pornografía nada tiene que ver con el enamoramiento (¿Será posible que los kikos no sepan esto y haya que explicárselo?) y concluye:
«Y debemos decirles a nuestros hijos: "Cuidado, si estáis preocupados, destrozados, medio deprimidos porque vuestros padres o en el colegio no os entienden, es muy fácil que el demonio -porque el demonio existe- os invite a gratificaros [con la pornografía]". Es importante, poder hablar con los padres o con la comunidad».
Y así se lanzan balones fuera. La epidemia de adictos a la pornografía que hay dentro del CNC no es porque la kikotina sea nociva, la culpa es de los padres o del ambiente del colegio; y el falso remedio es contarlo todo en la comunidad:
«En un instante, se juega todo y el organismo entra en un mecanismo que ya no se controla. Y salta todo, la fe, la comunidad, los estudios, todo. Cuando esta cruz [la afición a la pornografía] se manifiesta, una cosa que ayuda es decirla en la comunidad. Y también hablar de ello con el equipo de katekistas».
No tiene nada de particular que a continuación exprese que el objetivo es preservar a la comunidad:
«Di desde lo más profundo de tu ser: “¡Señor, yo no puedo, ayúdame tú!”. “Señor, si no me ayudas tú, yo estoy perdido”. Y te ayuda. Y Él te dice a tu corazón: “¿De verdad quieres que te ayude? ¿No quieres ver más pornografía? ¿No quieres pecar?”. “No, no quiero traicionarte, no quiero destruir a mi familia, no quiero dañar a mi comunidad. ¡Ayúdame!"».
Y a continuación insiste en que el presunto remedio está precisamente en entregarse al kikismo a jornada completa todos los días:
«Sois katekistas y todos habéis experimentado esto: la castidad es facilísima cuando estáis en misión, pero cuando uno va a casa a descansar y no evangeliza... ¿Qué pasa? Esto lo hemos experimentado todos. Es facilísimo, uno empieza a ver la televisión, o se conecta a internet...».
En suma, lo que Kiko reconoce es que nada tiene que ver la vida de los kikotistas con el teatrillo que representan cuando salen a kikotizar.