Otras cuestiones que dudo que se mencionaran en el anuncio publicitario de Cuaresma son las peculiaridades que deben ser observadas en las celebraciones durante este tiempo. A saber:
Desde el comienzo de la Cuaresma hasta la Vigilia pascual no se dice Aleluya en ninguna celebración, incluidas las solemnidades y las fiestas. En su lugar se canta el versículo que presenta el Leccionario.
Se permite el uso de instrumentos musicales solo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este tiempo.
No se puede adornar el altar con flores durante el tiempo de Cuaresma, excepto en las solemnidades, fiestas y el Domingo IV «Lætare».
Tampoco se baila, aunque eso no lo dicen las normas por la sencilla razón de que jamás el baile ha sido parte de la liturgia occidental.
Aprovecho este blog para que tales particularidades, que no son opcionales, sino normativas, lleguen a los neocatecumenales, a ver si se aplican. Porque a su muy sensible jefazo le gusta decir que ellos celebran con mucha dignidad y solemnidad, en un ambiente exquisitamente preparado y todos los asistentes con sus mejores ropas, todos participativos y muy conscientes de lo que celebran, pero la realidad es otra.
La verdad es que las salas de usos múltiples donde se juntan suelen tener una decoración espantosa de colores chirriantes (recuérdese la opinión de un seminarista ortodoxo sobre los kikonos), el mobiliario de metacrilato es bastante cutre y no contribuye a que el ambiente sea solemne, sino todo lo contrario, la música es estridente, los intérpretes aficionados mediocres y, quizá influenciada por el entorno, la asamblea no se distingue por su recogimiento ni su actitud solemne o digna.
Y para muestra, el siguiente vídeo. La imposición kikil de no dormir en toda la noche lleva a algunos a abusar de los estimulantes, y luego pasa lo que pasa.