miércoles, 17 de diciembre de 2025

Padre nuestro - parte 2 (XVIII)

 


Sigue el rollo para “monitar” una lectura:

«¿Por qué en algunos de vosotros la palabra de Dios no logra actuar? ¿Por qué, aunque habéis hecho no sé cuántos años de Camino, la vida divina no consigue actuar en vosotros? ¿Por qué todavía, cuando os llega la tentación, cuando os encontráis con hechos que no os gustan, experimentáis que no tenéis fuerza y pecáis, pecáis, pecáis? ¿Por qué el pecado todavía tiene poder sobre vosotros? Os lo dice Jesucristo en la palabra que vamos a escuchar ahora: "¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi Palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. ¡El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios!".

A lo mejor os sorprende que Jesucristo os diga esto después de tantos años de Camino, pero es precisamente así. Esta catequesis profundísima de Jesucristo es precisamente para este momento del Camino, para esta etapa del "Padre Nuestro". En efecto, el Evangelio observa que Jesús dijo esto "a los judíos que habían creído en Él"».

Según el Evangelio, a los judíos que habían creído en él les dice: «Si os mantenéis en mi Palabra, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (cf Jn 8, 31-32). Y ellos se mosquean porque dicen que no son esclavos de nadie. Y a quienes llama hijos del demonio es a unos judíos que querían matarle, que también lo dice el Evangelio: «Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre» (Jn 8, 37-38).

No se sostiene que los judíos que creían en él, a la misma vez, quisieran matarle. O bien dejaron de creer en él o bien no todos los que se interesaban por lo que decía creían en él.

 «Hoy os lo dice a todos vosotros, que estáis en el Camino desde hace tantos años, que habéis creído en Cristo. Precisamente a vosotros el Señor os dice: "Tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. ¡Tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios!"».

Mejor que Kiko se aplique eso a sí mismo, aplicarlo solo a los demás es un juicio, y no le corresponde a él enjuiciar a nadie, por muy creído que se tenga lo de ser kikotista supremo con poder de cerrar canales sociales ajenos.

«Cuando Jesucristo se presenta invisiblemente delante de nosotros a través de un hecho de nuestra historia que no conseguimos dominar, que nos humilla porque nos hace ver que no somos Dios, porque nos muestra quiénes somos en realidad, podemos rebelarnos y matar a Jesucristo, podemos aceptar que Dios no sea el Señor de la historia y tratar de erigirnos a nosotros mismos en padres de la historia, en dioses. Matar a Jesucristo es rebelarse frente a la historia, no aceptar la voluntad de Dios y pecar respondiendo al mal con el mal, no hablándole al marido o a la mujer, largándose de casa, yendo con otra mujer, haciendo violencias, masturbándose, envidiando, etc.».

Hay que resaltar que la audiencia son neocatecúmenos desde hace muchos años, y la prueba de que de nada ha servido tanta comunidad son los ejemplos que Kiko pone como acciones típicas y propias de ellos: largarse de casa, dejar a la esposa por otra mujer, hacer violencias… Daña menos al prójimo quedarse en la misa de 12 de la parroquia y no querer ser de los últimos y peores.

«El demonio te seduce y te dice constantemente que tu yo no tiene que ser anulado por nadie, y entonces te invita a afirmar tu yo pecando. El demonio siempre te repropone esto y te invita a ratificarlo con hechos: "¡Ni tú, ni tu familia, ni tus proyectos, tienen que ser anulados por nadie!". Cuando aceptamos esto, pecamos, caemos en una trampa gravísima.

Esta trampa del demonio es tan grave que está haciendo que hoy nuestra sociedad se esté descomponiendo. Tantos matrimonios se divorcian porque caen en esa trampa del demonio; aunque ven que sus hijos están aterrorizados sólo con la idea de que sus padres se separen, aunque los hijos resulten destruidos, pasan olímpicamente, no les importa: ¡se separan porque ya no se soportan, porque se detestan, porque se están devorando mutuamente

Kiko, desde su supina ignorancia, suele incidir en dos aspectos del drama de una separación matrimonial. Una es que la pareja se daña mutuamente (“se detestan, se están devorando”); otra es que él se empecina en que a los hijos no les aterroriza y destruye esa violencia que viven, sino la separación. Pues es falso.

«Separación, divorcio, violencia, permisivismo, pornografía, prostitución, droga, eutanasia, aborto: ¡trampas terribles del demonio que están descomponiendo a nuestra generación! ¿Y dónde está el meollo de toda esta corrupción tremenda? ¿Cuál es el punto crucial a partir del cual el demonio está descomponiendo nuestra sociedad? ¡La familia!».

De nuevo Kiko yerra. El punto crucial es el ser humano. La pornografía, la prostitución, la violencia, la droga, la eutanasia, el aborto… afectan a todos casados y solteros. El demonio va contra los hijos de Dios, no contra las familias. Y no son problemas nuevos desconocidos en otras épocas.

«¡Por eso, a través del Camino Neocatecumenal, el Señor está tratando de resanar realmente a vuestras familias! ¡Si se reconstruye la familia, se reconstruye la sociedad!».

Esto es un uso fraudulento del nombre de Dios.

«Ahora, hermanos, escuchemos en esta mañana la palabra de Cristo que iluminará nuestra relación con Él. En Jesucristo hemos sido hechos hijos de Dios, que es comunión de personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunión de amor. ¡Por eso, como sabéis, la Sagrada Familia de Nazaret es imagen de la Trinidad!

Ánimo, porque la palabra divina, el evangelio de la gloria, tiene poder de exorcizar a los demonios, de desmontar en nosotros las trampas del demonio. Hoy el Señor nos vuelve a proponer la renuncia al demonio y el renacer de Él como hijos de Dios. A nosotros nos toca defender esta filiación, esta naturaleza divina, contra los ataques del demonio que, como dice la revelación, persigue a la mujer y al resto de su descendencia: a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús (cf Ap 12,17).

El demonio tienta a los cristianos, a los que quieren seguir seriamente a Jesucristo. El demonio no necesita tentar a los que son del mundo; para éstos son más que suficientes las tentaciones de las concupiscencias del mundo y de la carne: sexo, dinero, éxito, etc. Un joven monje le dijo a su padre espiritual: "¡Padre, me tienta el demonio!". El anciano le contestó: "¿A ti? ¡Imposible! ¡A ti el demonio no necesita tentarte! ¡A ti te bastan las tentaciones del mundo y de la carne! Tú, hijo mío, estás todo lleno de ti mismo, de amor al mundo, de lujuria, de codicia, de orgullo. Te voy a decir a quién le tienta el demonio: a Moisés y a los que son como Moisés, es decir, a los que Dios ha elegido para salvar a los hombres de la esclavitud de Egipto. ¡A éstos, que son humildes como Moisés, es a los que tienta el demonio!".

Así habla un kikotista, siempre dispuesto a sacar los trapos sucios ajenos delante de todo el mundo.

«Hoy día muchos, también dentro de la Iglesia, ya no creen que existe el demonio. Nosotros lo creemos, pero no como una charlotada; es una cosa muy seria. Para los que han sido arrancados del mundo, para los que resisten a las concupiscencias de la carne y quieren vivir en serio su filiación divina, para ésos está preparado el demonio con sus seducciones y con sus obras. Ayer nos decía S. Juan: "¡El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo!". ¡Ánimo! El demonio está preparado para haceros la guerra en las últimas etapas del neocatecumenado, pero no tenéis que tener (sic) miedo: ¡Jesucristo le ha derrotado, lo ha destruido, y nos hace partícipes de su victoria!

 

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA: Juan 8,12-59»

 

lunes, 15 de diciembre de 2025

Testimonio sobre el diezmo

 


Lapaz
 Publicado: 13 Abr 2010 05:53

Yo fui muchísimos años benefactora de la Fundación que financia a los Seminarios Redemptoris Mater (al principio los donativos iban directamente a cada seminario) y al final dejé de hacerlo porque estaba más que harta de saber los abusos que algunos se permitían a costa de "vivir en la gratuidad de los Hijos de Dios".
Y lo siento porque habrá quienes realmente no vayan así por la vida, pero se acabó. Estaba realmente harta de que los seminaristas y los Redemptoris ya ordenados fueran los niños mimados de la comunidad, mientras que había hermanos pasando hambre, sí, pa-san-do ham-bre, y nunca llegaban las bolsas para ellos. Sus niños no tenían ni para beber un mísero vaso de leche y resulta que teníamos a "sus majestades" con todo de primerísima calidad y todo a pedir de boca. Cómo sería la situación que muchos hermanos de la comunidad decidieron dar directamente el diezmo a estas familias necesitadas en mano, hacerles compras para todo el mes, etc. en vez de darlo a la bolsa de los diezmos. Y estoy hablando de personas a puntito de terminar el Camino, eh, no de unos recién llegados.
Por no hablar de otras cosas: el responsable y su mujer y sus numerosos hijos viviendo sin trabajo, en el paro a temporadas y en otras por otras situaciones. En la comunidad había más familias numerosas y también necesitadas, como digo, y otras que las pasaban canutísimas para llegar a fin de mes.
Pues bien, jamás de los jamases el responsable tuvo que renunciar ni a su jardinero particular (contratado, eh, que no se lo hacían gratis), ni a sus ropas de marca ni a comer buenas merluzas y buenas chuletas. Nunca. Y además alardeando de la gratuidad y de la providencia de Dios. Mientras había hermanos a su lado sentados con la luz cortada, sin teléfono, sin gas, y pasando hambre, insisto. Y esto lo veíamos muchos, muchos, pero de esos muchos solo unos poquísimos tuvimos los ******* de decirlo. Y así terminamos, claro, con un rabo rojo y oliendo a azufre, porque estas cosas son propias del demonio, del juicio, etc.
Igual que me parece de vergüenza que los sacerdotes Redemptoris sean enviados a ejercer a donde sea pero conservando el sueldo de la Diócesis donde hayan sido ordenados. Pongamos que un sacerdote de Perú estudia y se ordena en España y luego es enviado a la Chimbamba a ejercer. Sus ingresos son los que cobra un sacerdote en la Chimbamba más lo que le entreguen de diezmos los de las comunidades a las que allí atienda más el sueldo de la Diócesis de aquí de España más los sobres que corren cuando viene a España una vez al año a retirar todo el sueldo acumulado en el banco. Si esto es vivir en la providencia que venga Dios y lo diga.
Esto es una vergüenza y esto debería hacerse público para que la gente sepa lo que hay y lo que no hay. Que sabiendo que ese sacerdote junta al mes el doble de lo que cobra una humilde pensionista o una familia con el subsidio a lo mejor cambiaban mucho las cosas, y en vez de dejar que tus hijos no puedan beber ni un vaso de leche, te planteas alimentarlos y luego ya veremos.
Respecto a los que se creen que me van a contar algo nuevo del Camino estando dentro y yo fuera, que se ahorren los rollos. He oído cientos y miles de experiencias a lo largo de veinte años allí, de mi parroquia y de otras decenas de ellas, incluso de comunidades en países extranjeros. Y yo he acogido en mi casa a muchos de esos Redemptoris que el mes de vacaciones se dan una vueltita por España, por supuesto con el viaje financiado por comunitarios, y a cobrar la paga y todos los sobres rebosantes de billetes. He visto la cama prácticamente cubierta de sobres con dinero... y tan contentos haciendo recuento y diciendo "platita fresca".

sábado, 13 de diciembre de 2025

Padre nuestro - parte 2 (XVII)

 


Para quién ya esté despistado, recuerdo que todos estos rollos tomados del mamotreto de la parte intermedia del paso del “Padre nuestro” están intercalados en “los” laudes neocatecumenales, que son cualquier cosa menos laudes.

Entre rollo y rollo han colocado salmos y a continuación, en lugar de lecturas, toca un nuevo rollo a cargo de Kiko, rollo que según el mamotreto es una monición. 


«MONICIÓN A LA PALABRA

Como sabéis, esta etapa del "Padre Nuestro" está centrada en una catequesis que os dimos la primera noche de la convivencia de apertura. Ahora os la vamos a recordar».

Con lo de “primera noche de la convivencia de apertura” no se refiere a la lejana primera convivencia tras las kikotesis iniciales, sino a la primera parte del “Padre nuestro”. Es decir, que la segunda parte de este paso es lo mismo que la primera.

«En el Evangelio de S. Juan no está la oración del "Padre Nuestro" (como tampoco está la institución de la Eucaristía). Esto a alguno le puede parecer raro, pero no lo es. ¡El capítulo 8 del Evangelio de S. Juan es una catequesis profundísima de Jesucristo que muestra que rezar el "Padre Nuestro" no es simplemente recitar una fórmula!».

El capítulo 8 del Evangelio de Juan narra discusiones de Jesús con los judíos. Y a ningún judío se le habría ocurrido dirigirse a Dios como Padre, ni Jesús les regaña por no hacerlo, lo que les dice es que no conocen a Aquél a quien rezan.

«Como sabéis, los Evangelios son resúmenes hechos por una Iglesia que se encuentra en evangelización por todo el mundo conocido. Los apóstoles ven con alegría que Jesucristo les acompaña y que potencia su predicación, su misión, con milagros, signos y prodigios. El Espíritu Santo les asiste, les inspira y les recuerda las acciones y las palabras de Jesús; ¡éstas, al ser hechas presentes de nuevo por los apóstoles en la evangelización, vuelven a actuar con poder en las personas que escuchan la predicación! Los evangelios, por tanto, no han sido hechos en un despacho, antes de empezar la misión, sino que son un resumen del "material" que llevaban los apóstoles en la evangelización.

Aún hoy, cada vez que se proclama la palabra de Jesucristo, se realiza, se actualiza: el Espíritu de Jesucristo acompaña con su potencia a la Palabra proclamada.

Estáis en la etapa del "Padre Nuestro". Ser hijos de Dios es un don inmenso que hemos recibido, que ha sido sembrado en nosotros por la Iglesia en el bautismo. Pero los dones del bautismo no actúan en nosotros sin nosotros; por eso dice S. Agustín: "Aquel que te creó sin ti, no te salvará sin ti"».

Discrepo. Quién recibe el Bautismo recibe la filiación divina. La puede pisotear, pero recibirla la ha recibido, es hijo de Dios, aunque sea libre de rechazar la salvación.

«Dios nos ha creado libres y podemos hacer que los dones del bautismo no produzcan fruto en nuestra vida. Dios nos ha llamado a vivir eternamente, pero nosotros podemos destruirnos y matarnos».

Discrepo de nuevo. La condenación es eterna. Es decir, quien se condena no es que se muera y se acaba todo, también los condenados resucitarán, pero no para el cielo, sino para el infierno.

«Aunque nos puede parecer que somos poco libres, porque estamos condicionados por neurosis y por tantas otras cosas, somos verdaderamente libres: en la zona más íntima, más profunda de nosotros mismos, allí donde se da la fe, somos libres para responder sí o no a la gracia divina.

¡Nuestra filiación divina no produce frutos en nuestra vida sin nosotros! Por eso Jesucristo, al volvernos a presentar la oración del "Padre Nuestro", nos dice que lo primero que tenemos que hacer es esto: negar, renegar, renunciar profundamente a toda la paternidad del demonio en nosotros».

Kiko es así de teatrero. O quizá se crea que quién le escucha a él escucha a Jesucristo que vuelve a presentar lo que solo presentó una vez para siempre a los demás. No solo eso, incluso dispone lo que dice Cristo en esa segunda presentación de la oración del padrenuestro.

«Antes del bautismo hay que hacer la renuncia a Satanás, a sus obras, a sus seducciones. Vosotros estáis recorriendo un camino de redescubrimiento del bautismo; en el 2° escrutinio, en la entrada al catecumenado postbautismal, renovasteis la renuncia a Satanás; al final del neocatecumenado renovaréis solemnemente las promesas bautismales y tendréis que volver a hacer una renuncia al demonio».

No sé si se creen muy originales porque no saben que toda la Iglesia renuncia a Satanás en la solemnidad de Pascua, no solo ellos.

«¡Durante todo este tiempo de neocatecumenado que os falta, tenéis que hacer que esta renuncia al demonio, a sus obras, a sus seducciones, sea algo verdadero en vuestra vida!»

¿Y después de terminar el neocatecumenado pueden volver a las andadas?

«Porque no es que se renuncia al demonio de una vez para siempre. En efecto, constantemente el demonio nos vuelve a poner delante la mentira primordial: "¡Dios no te ama! ¡Dios no existe! ¡Tú eres dios! ¡Haz lo que te dé la gana!". Constantemente el demonio nos invita a ocupar el lugar de Dios, a matar a Jesucristo, a destruir la imagen divina en nosotros, la nueva naturaleza que nos hace hijos de Dios. ¡Hermanos, no podemos ser verdaderamente hijos de Dios si destruimos en nosotros con el pecado la filiación divina, si no queremos la filiación que Dios nos da, sino que queremos la filiación que nos propone el demonio!».

Uno de los muchos errores del kikismo es el radicalismo de negar la filiación divina a quien cae en la tentación: si has pecado ya no eres hijo de Dios, lo eres del demonio. 

No es verdad.

El hijo pródigo siguió siendo hijo de su padre cuando se fue de casa, cuando dilapidó su herencia, cuando pasó hambre y necesidad. No es que volviera a serlo cuando regresó, es que lo fue siempre, en todo momento, porque esa filiación no dependía solo de él, sino también de su padre.