Hay que encontrar más chicos dispuestos a vestir de negro |
El viernes, primer día de reunión, termina con la proyección de los dos vídeos, el que relaciona escuchar música moderna con caer en la adición a la pornografía y con matar a la primera chica que se cruza por delante, y el otro que trata de encontrar chavales dispuestos a llenar los semivacíos.
Al día siguiente, la reunión debería reanudarse con el rezo mañanero de la Iglesia. Pero la errada praxis del Camino sustituye las laudes por los laudes, un refrito de discursos grandilocuentes, kikirikantos y lecturas, que poco tiene que ver con el auténtico rezo de las laudes de la Iglesia.
En esta ocasión Kiko arranca los neolaudes del siguiente modo:
«Cantamos el himno a la cruz gloriosa del Señor resucitado, árbol de mi salvación. Es un secreto impresionante para toda Europa: en cuanto falta la fe, falta la luz de la cruz, y ya no se puede tolerar la cruz ni en el matrimonio, ni en los hijos, ni en el trabajo, ni en ningún lugar, en ningún sentido. Nosotros cantamos que la cruz es gloriosa; de ella me nutro, en ella me deleito».
Tengo la triste impresión de que en el CNC se trivializa el misterio de la cruz. Ya escribí alguna entrada sobre esto, pero insistiré en ello.
El cristiano no idealiza la cruz, no la cubre de romanticismo ñoño, no se recrea en los problemas, las dificultades ni las pruebas, porque la única cruz gloriosa es la de Cristo, ninguna más. Y la cruz de Cristo es gloriosa no por ser el patíbulo de un reo condenado a muerte por blasfemo, no por ser un terrible instrumento de castigo, es gloriosa por ser el altar donde se consumó la nueva alianza, es gloriosa porque Dios aceptó el sacrificio redentor de su Hijo.
Por eso no hay que confundir la única cruz que es árbol de salvación con los problemas que cada ser humano tiene en su vida, llamados cruces en algunos ámbitos.
«Sabéis que perder el sentido de la cruz significa ser como la sal que ha perdido su capacidad de salar y no sirve más que para ser arrojada y pisoteada por los hombres. El cristiano así ya no tiene la capacidad de sufrir, ya no ve el sentido de la cruz en la realidad histórica de su vida y se rebela contra ella y se convierte en enemigo de la cruz de Cristo, es como la sal que pierde su capacidad de salar».
El discurso de Kiko, además de banal, es una manipulación mezquina.
Si en un matrimonio uno de los esposos se va a vivir con otra, la parte perjudicada tiene derecho a defender sus intereses. Y ello no significa que no “acepte su cruz”, como dicen bobaliconamente en el CNC. Y si un hijo maltrata a sus padres, estos tienen derecho a defenderse sin ser acusados de ser “enemigos de la cruz de Cristo”. Es absurdo que se anime a echar de casa al hijo que se niega a caminar y, en cambio, haya que dejar que el padre violento maltrate a la familia, o de lo contrario se lanzará la acusación de ser enemigos de Cristo.
Bueno, pues tras estas majaderías, en la presunta monición de un canto de respuesta a un salmo, que es despropósito que solo se lleva a cabo en LOS kikolaudes, Kiko anima a la audiencia a tentar un poco más a Dios:
«¿Recuerdas cuando tuviste la séptima cesárea? ¿Recuerdas cuando tu marido tuvo una crisis y parecía que el matrimonio estaba destruido y tú clamaste a mí? ¿Recuerdas ese problema? ¿Te ayudé o no? ¿Te ayudé o no?
(…)
Evidentemente si no tenemos problemas, no clamamos a Dios: las pruebas están ahí para que podamos gritar a Dios y descubramos que Él está ahí. El Señor dice a su pueblo en Egipto: “No os he dado un regalo, ni dos, ni tres: diez regalos, diez veces el Faraón os oprimió y yo lo permití. Fui yo quien endureció el corazón del Faraón para daros diez regalos”. Así dice la Escritura: Dios endureció el corazón del Faraón y el Faraón atacó al pueblo con cosas horribles».
Y así, una vez más, Kiko insiste en que todos los males vienen de Dios, que es quien permite la opresión y las cosas horribles y para más escarnio las llama “regalos”.
La innecesaria monición al tercer salmo la emplea Kiko para recordar a su audiencia que todos ellos son especiales, porque todos los demás, toda la humanidad, está ciega, menos ellos, que gracias a la kikotina tienen delirios que les hacen ver espejismos.
«La gente está ciega, aunque el amor de Dios las rodee, no pueden verlo en absoluto. El Señor ha tenido misericordia de nosotros y nos ha hecho ver, nos ha hecho despojarnos de estas escamas, nos ha hecho ver el amor de Dios que antes no veíamos. Para ver este amor -vosotros lo habéis visto en el Camino Neocatecumenal- Cristo tuvo que acercarse, tocaros con su saliva».
Alguien que ha sido curado por Dios debería poder ver las obras de Dios. En el kikismo no es así, lo único que ven los neocatecumenales son las obras de su padre el acusador. Es decir, esa presunta curación visual solo les muestra pecados, pecados y más pecados:
«Este barro es la profecía que hace sobre nuestros pecados, que se hace a la luz de la Cruz de Cristo, de lo contrario la gente no tiene pecados, ningún pecado. Todos firman un certificado de buena conducta, como decimos en la catequesis. ¡Ve a decirle a alguien que es tacaña y egoísta! Nunca podrá reconocerlo. O que es avaro, sensual, egoísta, vago, no puedes decírselo porque eso lo destruiría. … Entonces, este barro que el Señor ha puesto en vuestros ojos, poco a poco, al principio era difícil ver nuestros pecados».
Y si hasta aquí el
discurso era incongruente, a partir de ahora Kiko se contradice a sí mismo:
«Después nos hizo oír: "Id y lavaos" y nos hemos lavado en el Bautismo. ¡Y hemos visto!
¡Veo, veo!
¿Qué ves?
Veo la misericordia, el amor, a Dios que me lavó cuando estaba tan sucio. Todos los días recubría mi suciedad con trajes, con máscaras, porque pensaba que si mostraba mi suciedad me rechazarían, no me querrían. Pero el Señor me dejó desnudo y he visto que me amaba, incluso tomó sobre sí mi suciedad».
Por partes, empezando por el final.
Ahora dice Kiko que “todos los días”, es decir, toda la vida se ha preocupado de ocultar su suciedad bajo telas y máscaras, lo que es inconsistente con el argumento primero de que nadie ve sus pecados hasta que la kikotina se los revela, porque si no ves, no se te ocurriría ocultar lo que para ti no existe porque no lo ves.
Por tanto, o bien Kiko se engaña cuando juzga ciegos a todos o bien se engaña cuando juzga hipócritas a todos. En ambos casos, Kiko juzga sin misericordia al otro, que es Cristo.
Además ahora dice que es el agua del Bautismo lo que da la vista. Es decir, no se necesita el CNC ni la ingesta continuada de kikotina ni llenar infinidad de bolsas, sino que la Iglesia es la única a quien Dios ha concedido la gracia de los Sacramentos.
Por tanto, quien quiera ver el amor de Dios que deje de idolatrar el Camino y vuelva a la Iglesia de Cristo.