sábado, 5 de abril de 2025

No imitar, por favor (I)

 

Otras cuestiones que dudo que se mencionaran en el anuncio publicitario de Cuaresma son las peculiaridades que deben ser observadas en las celebraciones durante este tiempo. A saber:

Desde el comienzo de la Cuaresma hasta la Vigilia pascual no se dice Aleluya en ninguna celebración, incluidas las solemnidades y las fiestas. En su lugar se canta el versículo que presenta el Leccionario.

Se permite el uso de instrumentos musicales solo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este tiempo.

No se puede adornar el altar con flores durante el tiempo de Cuaresma, excepto en las solemnidades, fiestas y el Domingo IV «Lætare».

 Tampoco se baila, aunque eso no lo dicen las normas por la sencilla razón de que jamás el baile ha sido parte de la liturgia occidental.

Aprovecho este blog para que tales particularidades, que no son opcionales, sino normativas, lleguen a los neocatecumenales, a ver si se aplican. Porque a su muy sensible jefazo le gusta decir que ellos celebran con mucha dignidad y solemnidad, en un ambiente exquisitamente preparado y todos los asistentes con sus mejores ropas, todos participativos y muy conscientes de lo que celebran, pero la realidad es otra.

La verdad es que las salas de usos múltiples donde se juntan suelen tener una decoración espantosa de colores chirriantes (recuérdese la opinión de un seminarista ortodoxo sobre los kikonos), el mobiliario de metacrilato es bastante cutre y no contribuye a que el ambiente sea solemne, sino todo lo contrario, la música es estridente, los intérpretes aficionados mediocres y, quizá influenciada por el entorno, la asamblea no se distingue por su recogimiento ni su actitud solemne o digna.

Y para muestra, el siguiente vídeo. La imposición kikil de no dormir en toda la noche lleva a algunos a abusar de los estimulantes, y luego pasa lo que pasa.

 


jueves, 3 de abril de 2025

El juicio final de Kiko

 

Sugerí en una entrada que el kikono del juicio final distorsiona y estropea los verdaderos iconos de dicha temática. En esta entrada me propongo argumentar tal afirmación.

Primero la imagen tradicional del icono del Juicio final.

Se lee de arriba abajo y está dividido en cuatro secciones.

La parte superior representa el cielo, por eso las imágenes descansan sobre nubes. En el centro de todo está Dios, de cuerpo entero, creador del universo representado con círculos concéntricos; al lado de la cabeza de Dios está el Espíritu Santo; a su derecha, la Jerusalén celeste, donde los justos se sientan al banquete de su Señor; a su izquierda se representa la historia de la salvación, con las dos venidas del Hijo y los dos ángeles que sostienen el gran rollo abierto de la Palabra de Dios; por último, a la derecha del todo (según se mira el icono), unos ángeles armados expulsan a los ángeles rebelados, los demonios, que caen por el borde del icono hasta el infierno.

La segunda sección representa el tribunal de Dios. En el centro, Cristo Pantocrator, a quién flanquean, en pie, los intercesores de la humanidad, Santa María y San Juan, a sus pies, postrados de hinojos, Adán y Eva, ella revestida de rojo, símbolo de la sangre y, por ende, de la vida, hasta los pies de él llega la gran serpiente anillada que surge del infierno.

A ambos lados del pantocrator, sentados en sitiales, los apóstoles (los once más San Pablo), instituidos jueces y con la ley en las manos. Y tras ellos una muchedumbre de ángeles, quizás ángeles custodios en su papel de defensores.

La tercera sección se dedica a los que van a ser juzgados. En el centro hay un altar custodiado por ángeles; bajo el altar, una copa con todas las lágrimas derramadas por la humanidad y la mano que sostiene a los que se doblan; a la derecha del altar, los benditos de Dios y a la izquierda, los condenados, a través de cuyas filas pasa un río rojo que nace en el infierno y muere a los pies de Jesús. Tanto el ángel de la derecha como el de la izquierda del altar sostiene un escrito, el primero apunta hacia el cielo con las buenas obras contenidas en él, el segundo apunta hacia el infierno con las malas obras escritas en su papel. Y por un borde del icono los demonios expulsados del paraíso caen y por el otro los monjes ascienden al cielo gracias a las alas que surgen de ellos.

La cuarta sección es la más compleja y anárquica. En centro está dominado por la serpiente anillada, el dragón antiguo. A su izquierda, dos círculos, el primero contiene los cuatro animales de la visión de Daniel, el segundo representa la resurrección de los muertos, el mar devuelve a los ahogados y de las tumbas salen los sepultados; más abajo, un lago de fuego en el que reina Satanás, que sostiene en brazos al anticristo; debajo del lago hay siete cuevas, una por cada pecado capital. A la derecha de la serpiente, María en un trono, servida por ángeles, y Daniel, acompañado por otro ángel, y un tercero, delante de ellos, mantiene a raya a un demonio; bajo María, la puerta estrecha, la única que conduce al cielo, San Pedro con la llave y una muchedumbre. El círculo inferior representa a los patriarcas, y junto a ellos al “buen ladrón” del Evangelio, que esperan en el paraíso.

Y entre el infierno y los que esperan para atravesar la puerta, un hombre atado a una columna, el hombre mundano.

Esta es una representación antigua. Con el tiempo, se introdujeron algunos cambios en el icono del Juicio final y, en concreto, la escuela de Novgorod rompió el molde con elementos nuevos:

  • Desaparecen las nubes para representar el cielo.
  • Los santos admitidos en la Jerusalén celeste visten túnicas blancas, igual que Dios Padre, y no banquetean.
  • Dios Hijo, en cambio, viste de oro, no de blanco.
  • En los círculos que representan la creación destaca la figura del profeta Ezequiel.
  • En lugar de un óvalo para la primera venida de Cristo, se representa el Calvario y la tumba vacía, para dar más énfasis a la historia de la salvación.
  • Los demonios expulsados están encerrados dentro de un círculo negro que representa la ausencia de luz.
  • Se omite la gráfica caída desde los cielos hasta los infiernos.
  • Las hileras de justos que se presentan al juicio, capitaneadas por Moisés, se sitúan a la izquierda del altar, y los condenados a la derecha.
  • Los patriarcas son representados fuera del paraíso, no así el buen ladrón, situado junto a los ángeles que sirven a María.
  • Algunos ángeles tienen alas negras.
  • La representación de los pecados capitales se vuelve abstracta, simplemente siete rectángulos que pavimentan el lago de fuego.
  • La puerta estrecha se simplifica y su coloración es peculiar, como poco.

Este icono de la escuela de Novgorod es el que Kiko imita. 




Lo malo no es lo que copia, sino los elementos ajenos e impropios que inventa e introduce en su kikono; y los que excluye del mismo.

  • La Jerusalén celeste se convierte en un lugar con salitas para pequeñas comunidades.
  • Hay unas líneas negras bajo los círculos del Pantocrator que representan las ruedas de la merkabá (¿para qué necesita ruedas un platillo volador?)
  • No hay ángeles defensores tras los jueces. Ni uno solo.
  • No hay altar, sino un trono vacío.
  • No hay separación entre “benditos de mi Padre” y condenados.
  • Daniel queda relegado a un rincón, sin ángel que le acompañe.
  • No se sabe a quién mira Moisés, tal vez a los resucitados devueltos por el mar y el polvo de la tierra.
  • Aparece de la nada una figura desnuda bajo una balanza que sostiene la mano de Dios. Esta figura, central en el kikono, es el enjuiciado, el reo. Y el suyo no es un juicio de misericordia, sino de humillación, por eso está desnudo y por eso hay espectadores en el margen izquierdo, tal y como sucede en una comunidad cualquiera durante un escruticidio cualquiera.
  • Y no menos grave: la serpiente anillada ha desaparecido de la composición.

Imagen tomada de https://thoughtfulcatholic.com/kikos-judgments/ con algunos añadidos

    Esto es muy serio. Según Kiko el demonio es algo así como el lacayo de Dios que hace ciertos trabajos sucios, según Kiko, todo sucede porque Dios lo quiere, así que la ausencia de la serpiente señala que fue Dios quien quiso la caída de Adán y Eva, les preparó una trampa en la que ellos cayeron con el objetivo final de someterlos a un juicio de humillación.

¿Alguna duda de que Kiko y su CNC no son católicos?