Gracias a la muerte y resurrección de Cristo hay ahora una salvación eterna en acción. Os hemos dicho que Cristo crucificado es impronta de la sustancia divina, imagen, impronta, es decir, a Dios nadie lo ha visto, pero Cristo crucificado nos ha mostrado como es Dios. ¿Cómo es Dios? ¿Quién es Dios? Cristo crucificado es Dios. ¿Qué nos ha mostrado? Que Dios es amor a ti, amor en una dimensión, en la dimensión del enemigo, cuando éramos sus enemigos, no le importó sufrir en su carne por nuestra maldad. Escucha bien. No le importó que mi maldad y la vuestra lo clavaran en la cruz.
Falso. ¡Claro que le importó! No hubiese tenido mérito de otra forma, pero aceptó la condena injusta por nuestra salvación.
Por esto el cristiano acepta ser clavado en la cruz por su esposa, por los defectos del marido, por los defectos de los amigos, por los defectos de los hijos. Un sacerdote por las faltas de los feligreses. Esto significa ser cristiano fundamentalmente, no que imitemos a Cristo.
El absurdo y la contradicción por bandera: No imites a Cristo, pero acepta la cruz como Cristo.
¿Por qué Cristo ha tomado nuestros pecados? Porque nuestros pecados provocan la muerte, el castigo del pecado es la muerte. ¡Él murió por nosotros! Por eso la resurrección de Cristo es la prueba de nuestra justificación, porque la muerte ha sido perdonada para todos, la prueba es que con la resurrección de Cristo todos hemos resucitado y la muerte ya no tiene poder sobre nosotros. Lo que justifica es la muerte de Cristo porque el Padre aceptó la acción vicaria de Cristo, la muerte de Cristo por cada uno de nosotros.
Esta noticia de que Cristo murió por tus pecados no es una tontería. ¿Por qué no lo es? Porque Dios anhela amarte, pero no solo amarte en esta forma como lo hizo en Cristo, sino amarte aún más: ser uno en ti.
Ahí queda eso: diosito quiere amarte a ti más que a Cristo. Y se queda tan fresco.
Porque el amor de Dios es completamente unitivo. Quiere ser uno con nosotros. Por eso os predico que Cristo, que fue constituido por Dios sumo sacerdote, intercede por cada uno de vosotros porque quiere ser perfectamente uno dentro de nosotros. Cristo y Kiko uno, perfectamente uno. San Pablo dice: no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mí. Esta es la esencia de Dios y si tú no la aceptas, frustras a Dios, Él te creó para que participes del misterio de la Santísima Trinidad. El amor que el Padre tiene por el Hijo, coeterno con Él, tiene un amor inmenso, y este amor genera una nueva persona, que es el Espíritu Santo. Las tres personas, un solo Dios.
Me da que Kiko de teología cero patatero, porque eso de que el Espíritu Santo se genera como fruto de algo…
Por esto os digo, hermanos, en el nombre de Cristo convertíos y creed en la buena noticia de que Dios os amó eternamente en su Hijo. Pensó en su Hijo, para que vosotros fueseis creados en Cristo, como todo el universo, y os pensó en Él para que pudierais participar de su amor, porque os ama, nos ama. ¿Por qué Dios es así? Qué cosa más curiosa: porque es así y basta. Es amor a nosotros totalmente. Un día descubriremos qué es realmente este amor que no es un sentimiento, no es un sentimiento: sentir amor por Cristo está mucho más lejos, esto lo sientes cuando tu enemigo está a punto de cortarte el cuello, cuando el enemigo te busca.
Lo dice el que llama enemigos a quienes le dicen la verdad: le dicen que dejó La Almudena hecha un adefesio y ve enemigos y demonios. Le dices que sus pinturas son feas y que no sabe componer y ve enemigos y demonios y no le da la gana reconocer que tienes razón.
Ahora estamos como en un albergue para luego quedarnos con él (sic) eternamente en el cielo. Por eso ánimo, hermanos.
Quiero deciros lo que escucho del Señor: si no vivís bien la Cuaresma y la Pascua no cumpliréis la voluntad de Dios, porque vosotros y yo necesitamos que crezca en nosotros un hombre nuevo.
¿Cómo era eso de que no te diría “debes hacer, debes hacer”? Pues tres tazas. Y usando el nombre de Dios para que te creas obligado por Él a acudir a todos los kikolarres.
Este hombre nuevo debe ser crucificado con Cristo por el mundo, debe ser luz, pero si tú no eres el hombre nuevo, tú no permites nada a nadie, solo eres un soberbio y un orgulloso.
Quede claro: si no haces lo que se te exige, eres un soberbio y un orgulloso, que para eso Kiko se cree el juez supremo del universo.
¿Qué medios tenemos para que el hombre nuevo crezca en nosotros? La Vigilia Pascual. Dice Cristo: guardaos de la levadura de los fariseos que es la hipocresía. ¿Cuántos aquí sois hipócritas? ¿Quieres que el Señor muestre la hipocresía de todos vosotros? Los apóstoles se preguntaron: ¿qué dice? ¿Será porque no conseguimos panes para comer? Cristo responde: ¿Cómo estáis pensando que no habéis traído panes?, ¿no os acordáis de la multiplicación de los panes? Os hablo de la hipocresía de los fariseos.
Una cita falsa y mentirosa para amenizar un tostón publicitario lleno de engaños.
En la Vigilia Pascual dejamos la levadura vieja que es la hipocresía de los fariseos, la levadura del faraón, la hipocresía. Este es un fruto de la Vigilia Pascual, el Señor pasa y nos invita a morir y a resucitar con Él.
Otra metida de pata. El Señor nos ofrece la resurrección. La muerte ya fue vencida y Él no invita a nadie a hacer algo que ya fue hecho por el único que podía hacerlo.
Esto es tan grandioso que la iglesia primitiva celebraba cincuenta días de Pascua, como un solo domingo, cincuenta días de felicidad, cincuenta días de vida celeste.
Quizá no se haya enterado de que la Iglesia nunca ha dejado de celebrar la Pascua durante cincuenta días. Quizá sea porque en Kikónides las reuniones pascuales son tan tensas, con tantos malos rollos y tantos juicios que parece cualquier cosa menos Pascua.
La Cuaresma es la imagen de la vida terrena, el tiempo pascual es la imagen de la vida celeste de los primeros cristianos. Debemos recuperar esto después de que la Iglesia misma casi lo había perdido, porque había perdido sus raíces, pero Dios nos suscitó a nosotros -junto con otros- para ayudar a la Iglesia y al mundo.
Mentira rancia. La Iglesia jamás ha perdido la Pascua y no puede perder sus raíces, salvo que Kiko quiera hacer mentiroso al mismo Dios.
Así que ánimo, esta Cuaresma nos levantamos a rezar, nos sacrificamos por amor a Cristo y damos limosna por la evangelización.
Bueno, también en esta Cuaresma, hermanos, haremos una colecta para ayudarnos con la evangelización, porque la necesitamos.
¿Dónde queda lo de no proyectarse y dejar que Dios provea? Si de verdad lo necesitan, ya proveerá Dios, y si no provee es que le place que pasen necesidad, como dicen los kikotistas a quienes no dan el diezmo porque no les llega el dinero. Lo que queda claro, es que el menda quiere que “la limosna” sea a su favor.
Ánimo, hermanos, recordad rezar por mí, Ascensión y el P. Mario.
El burro siempre delante.
Cantamos este canto: "Hermanos, a nadie demos ocasión de tropiezo". ¿Os lo sabéis? Lo ensayamos para que lo recordéis.
Canto
Oraciones espontáneas
Padre Nuestro