fuente: http://todoerabueno.blogspot.com/2013/04/meditacion-para-preparar-la-mision-en.html
Este articulo esta relacionado a nuestra anterior publicación, que nos hablaba sobre la mala preparación y ejecución de "La Gran Mision" neocatecumenal por las plazas:
"Gran Misión" que pocos o nadie se detiene a escuchar, algo anda mal.
Querido hermano neocatecumenal:
Cuando te prepares para salir a anunciar el Evangelio en las plazas
Piensa en Adán y Eva, desnudos como gusanos, engañados hasta la médula,
Piensa en la pena del Creador y en su amor pisoteado por los ángeles,
Piensa en el transcurso de los siglos, sin verdadero Dios, ni verdaderos maestros
Piensa en los profetas enmudecidos por el filo de las espadas
Piensa en la niña María, agraciada de parte a parte, extrañamente humilde y muerta a sí misma
Piensa en el Verbo de Dios hecho embrión para que la muerte sea posible y dé la Vida
Piensa en la pequeña aldea, en las tablas de madera, en los gestos divinos repetidos cien veces en el trabajo
Piensa en Juan Bautista, asesino de ídolos, la cabeza ensangrentada sobre una bandeja de fiesta
Piensa en los miles de versículos de Evangelio articulados en tres años para iluminar la Tierra
Piensa en los cientos de milagros realizados para convencer al espíritu de que ceda el paso a la fe
Piensa en la pequeña oveja perdida que, reencontrada, hace llorar de alegría al Buen Pastor
Piensa en el hijo pródigo pavoneándose en la casa paterna con su hermoso vestido de oro, sus sandalias y su anillo
Piensa en María Magdalena, apóstol de los apóstoles, perla de Cristo, joya de misericordia
Piensa en la obra de la Cruz, la corona de espinas en la cabeza, el costado atravesado, el amor desmesurado para pagar el rescate de los abyectos humanos
Piensa en el buen ladrón que, por una sola palabra llena de arrepentimiento, de respeto y de amor hacia Cristo, se sentó esa misma noche en el Paraíso, en la mesa de los elegidos
Piensa en el último mandato: "Id, y enseñad a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas que os he mandado"
Piensa en san Pablo haciéndose todo en todos para ganar a todos
Piensa en los cuarenta golpes de látigo menos uno que él recibió y en las piedras que hirieron su frente
Piensa en los peligros afrontados, en los esfuerzos, en las vigilias y ayunos a los que se sometió
Piensa en el aplomo de los apóstoles, los rostros serenos, las voces densas y preparadas, frente a sus jueces
Piensa en las fauces de las fieras abriéndose sobre la paz de los mártires
Piensa en las torturas infligidas, los senos cortados, la carne desgarrada por las tenazas, las quemaduras por el hierro al rojo vivo, el aplastamiento por las mazas
Piensa en la multitud de los santos y santas que gastaron su vida hasta el fin a fuerza de amar
Piensa en el universo monástico apasionado por la oración y la penitencia, intercediendo noche y día por las almas que se burlan de él
Piensa en los sacerdotes canonizados que celebraron cotidianamente el Sacrificio de la Misa, respetando los ritos sagrados de la Santa Iglesia, viviéndolos intensamente, rodeándolos de belleza
Piensa en su vida interior edificada sobre al oración íntima, la fidelidad al breviario y al santo rosario
Piensa en su obstinación en pasar largas horas en el confesionario, lavando las almas con el agua viva de la gracia
Piensa en los millones de hombres que mueren sin sacerdote y sin ninguna oración
Piensa en los millones de bautizados que no conocen ya dónde está la Salvación
Piensa en los millones de niños que no reciben ya el bautismo
Piensa en la invisibilidad de los sacerdotes en las calles de nuestro país
Piensa en los hombres de buena voluntad que nunca escucharon hablar del Cielo, de Cristo y de su Madre
Piensa en las pobres almas abandonadas a la horizontalidad del universo terrestre
Piensa en las disputas y divisiones internas de la Iglesia que frenan la acción del Santo Espíritu en las almas
Piensa en la desesperanza que se extiende desesperadamente en una multitud de corazones
Piensa en la pregunta del final puesta por Cristo mismo: "Cuando el Hijo del Hombre vuelva, ¿encontrará la fe sobre la tierra?"
Piensa en todo ello, olvídate de ti mismo y deja que tu corazón arda.
Y el Espíritu Santo te explicará lo que has de hacer.
Amén.
(El texto de esta letanía está tomado/adaptado del libro "Au diable la tiédeur", de M-M Zanotti-Sorkine. Otro día lo transcribo literalmente. Hoy os dejo esta versión porque a mí me ha ayudado a poner los ojos en la importancia de la misión "ad extra", hacia afuera. Por respeto hacia toda esa multitud de mártires que nos ha transmitido la fe).