jueves, 26 de junio de 2025

Telaraña neocatecumenal (y III)

 


A pesar del ambiente nada propicio para el razonamiento sereno y a pesar del adoctrinamiento, siempre hay alguno que conserva el razonamiento crítico, se cuestiona lo que le venden y hace preguntas.

¿Cómo contraataca el CNC contra la gente preguntona?

 

Conservar el razonamiento crítico

En primer lugar, es importante conocer los puntos débiles de todos y cada uno.

Poderosa herramienta de control psicológico son las confesiones públicas obtenidas en escrutinios, resonancias y rondas de experiencias. En estos momentos, caldeado el ambiente y en confianza entre “hermanos”, salen a relucir toda suerte de problemas personales, vicios, defectos, pecados y delitos. En ocasiones parece una competencia por ver quién dice en pecado más gordo, pues previamente se ha insistido en que solo los pecados que salgan a la luz podrán ser sanados, y que la comunidad solo amará a cada hermano en la misma medida en que este se muestre tal y como es, sin ocultar ningún error pasado o presente.

Los responsables de comunidad y sobre todo los kikotistas quieren conocer, hasta en los detalles más espinosos, los problemas individuales, sustituyendo, de facto, al confesor o director espiritual. Pero sin secreto confesional, porque no son sacerdotes.

En segundo lugar, desde el primer día se esparce la semilla de la intervención divina para convencer a los captados de que el CNC fue inspirado nada menos que por un soplo de la Santísima Virgen María, por tanto, la organización es perfecta, diseñada desde lo alto, nadie tiene derecho a pretender cambiar nada y cualquiera que critique su praxis es considerado un rebotado, un endemoniado o un faraón. Y quien se opone a la organización, incluso un sacerdote o un obispo), será tratado como un enemigo personal.

Si aun así algún hermano se permite plantear dudas o sugerencias de mejora o formular críticas, se le acusa inmediatamente de murmurar y dañar a la comunidad. Esto es una falta terrible y para resarcir el daño causado el murmurador tendrá que acusarse públicamente ante la comunidad, pedir perdón a todos y ser consciente de que si reincide no podrá continuar el camino.

Esto destruye la autoestima y el sentido crítico de la persona.

Quien no haya vivido esta experiencia no puede imaginarse el fanatismo que se infunde en el alma de los seguidores.

Entre las muchas enseñanzas proclamadas a martillazos, una de las más repetidas era: “Solo Dios debe ser amado verdaderamente” (donde 'Dios' significaba el CNC). “¡Si tu cónyuge se interpone en tu camino, ódialo! Harás lo mismo con cualquiera que quiera separarte de la comunidad: ¡hijos, hermanos y padres incluidos!”.

Muchos matrimonios han sido víctimas de este fanatismo.

Estando en la comunidad, uno no advierte que todo está planificado para matar el pensamiento crítico. Las reuniones pseudolitúrgicas nocturnas son largas, ruidosas y agotadoras para debilitar cuerpo y mente hasta lograr que lo impuesto por los responsables sea aceptado ciegamente con tal de concluir de una vez.

Adormecer la mente es parte del proceso de adoctrinamiento. Pero el objetivo va más allá y es un proceso en tres fases.

La primera es hacer ver que todo lo anterior al ingreso en la comunidad y en el CNC estaba mal: tu vida era un desastre, nadie te quería bien, tú tampoco eras capaz de amar a nadie, vivías en el esfuerzo de fingirte buenecito por temor a que te dieran la espalda.

En esta fase, además, es fundamental demoler las certezas de los católicos practicantes. Se les dice: «Dios, para salvar a todos los hombres, necesita que la Iglesia sea sacramento de salvación, y la Iglesia sacramento, en las parroquias de hoy en día no existe por ninguna parte, sino que son oficinas donde la gente va a misa, se bautiza, pero no es un sacramento universal de salvación; entonces, por esto, Dios te ha llamado para que se haga visible la Iglesia de Jesucristo como Sacramento de Salvación» (mamotreto II, el del primer escruticidio).

Y también: «La mayor parte de los que llamamos cristianos son un escándalo para los que ya no van a la Iglesia» (Ibid.).

Se ridiculizan las devociones tradicionales: «Nos hemos acostumbrado a un Dios blandito, a un Sagrado Corazón con las manitas así y con las cejas depiladas, todo retocado, todo azúcar y miel, todo dulce y tierno...» (Ibid.).

La estrategia se ve mejor desde fuera o con el tiempo, desde dentro es muy complicado que se advierta que es un mensaje pensado para gente insegura, insatisfecha, con problemas, gente dispuesta a comprar sin pestañear que su vida ha sido un desastre, pero no tanto por culpa suya como por las circunstancias, porque ha vivido en un engaño, porque incluso la Iglesia le ha fallado y le ha mentido, ya que no era la de verdad.

Entonces se llega a la segunda fase, que es la venta del producto milagroso: la comunidad en la que todos van a amarte tal y como eres a condición de que obedezcas ciegamente las órdenes de los kikotistas, pero sobre todo, se trata de vender que la única iglesia verdadera es el CNC: «El Camino es la Iglesia misma, lo que es muy distinto al grupito de devotos de San Vicente, al movimiento de las familias cristianas, o al grupo de Acción Católica. … Si descubres que la Acción Católica no da fruto, y no sabes adónde ir, puedes encontrar la fe en este camino, que hará que sea eficaz tu acción católica (Ibid.).

«Cuando seas escrutado, piensa que estás ante Jesucristo, incluso si yo soy un imbécil, un canalla y un idiota; cuando estés sentado hablando conmigo, en ese momento estarás hablando con Jesucristo. Nosotros hacemos un servicio en Su nombre y Dios nos inspira» (Mamotreto IV).

La tercera etapa es convencerte de que tu salvación, y la de todos los tuyos, depende de que jamás des la espalda al CNC, al fin y al cabo ¿adónde podrías volver, si han hecho bien el trabajo de convencerte de que la única Iglesia está en la comunidad y de alejarte de cuantos sean ajenos al grupo?

Dice Kiko: «Cuanto tu entraste en la comunidad también tú eras un politeísta y para ti la verdad y la vida estaba en el trabajo, en la familia, en tu autoafirmación personal, en tus hijos, en la sociedad, en el automóvil, en tantísimas cosas; en estas cosas te has buscado, y les has pedido la vida, la felicidad» (Mamotreto III).

«Hay mucha gente a la que fastidia estar en la comunidad, pero que no puede dejarla porque la Palabra le ha descubierto la verdad y la realidad del mundo y ya no puede alienarse porque… ¿adónde irían? Si la sal pierde su sabor no sirve para nada más que para ser pisoteada por los hombres. Te convertirías en un desgraciado, no servirías para nada, porque si al menos fueses como uno de esos que no han conocido el catecumenado y no saben nada, entonces te alienarías con la TV o te harías socio de un equipo de futbol e irías con gran ilusión a verlos jugar. Pero tú has sido marcado a fuego y esto no te lo puede quitar nadie» (Ibid.).

 

martes, 24 de junio de 2025

Telaraña neocatecumenal (II)

 

La ocultación de información junto con el uso desaprensivo de avalistas dignos de toda confianza (“Dios es quién te ha traído aquí”, “el Papa nos apoya”, “todo está aprobado por el Papa y los dicasterios”, “venimos en nombre del obispo”…) es la primera de las herramientas para ahogar el juicio crítico en la audiencia, pero no es el único.

 

Contrastar opiniones

Cuando se escuchan cosas raras, como la pretensión de “obediencia debida” al kikotista, sería conveniente informarse en otra fuente.

Para combatirlo, además de la feroz crítica contra la Iglesia de los religiosos de misa de 12, los líderes sectarios organizan las actividades de modo que se limite y minimice la relación con el mundo exterior: no se autoriza la presencia de extraños, se insta a no comentar lo que sucede en la comunidad con los de fuera porque, dado su desconocimiento de las verdades reveladas solo a Kiko y Carmen, “no podrían entenderlo”, y así eluden posibles advertencias y, no menos importante, pasa desapercibido el lento pero continuado cambio que se va produciendo en la mentalidad del captado.

A medida que “se camina”, las exigencias aumentan, cada vez se pasa más y más tiempo en las cosas de la comunidad: preparaciones, reuniones, convivencias, pasos, salidas por las casa, perekikaciones, domésticas, garantes, ensayo de cantos, reuniones con los kikotistas, “scrutatios”, anuncios publicitarios varios, alianzas… de forma que se conviva más con los hermanos postizos de la comunidad que con la familia. Así los temas de la comunidad no se comentan con esa gente que, parientes o no, se vuelven casi desconocidos porque siguen sin poder entender nada, ya que Dios no los ha elegido, una pena.

Además, los kikotistas desaconsejan, casi siempre con sarcasmo y rudeza, compaginar la comunidad con cualquier otra devoción, y advierten a los neófitos que deben cuidarse de cualquiera que les diga cosas distintas a las que ellos enseñan, pues en la misma Iglesia Católica hay muchos que los "odian" aunque son "los verdaderos" imitadores del cristianismo de los primeros siglos, y otros muchos se han vuelto unos clericalistas y solo saben dar las recetas de los religiosos de domingo, que no son válidas para quien aspira a un cristianismo adulto.

Previendo las dificultades, advierten a los seguidores: "Si tu padre, tu madre, tu esposo dudan de la santidad del CNC, es el demonio quien habla: ¡No lo escuches!".

También se les advierte que muchos tendrán la tentación de abandonar el Camino y volver a la comodidad de su religioncita natural. Eso sería un grave error porque "fuera del Camino solo hay perdición e infelicidad".

 

Sentirse fuera de lugar

En el transcurso de la vida todos pasamos por periodos de vulnerabilidad debido a fracasos, enfermedades graves, precariedad o falta de ideales. E incluso si todo va bien, necesitamos sentirnos comprendidos, aceptados, amados.

Pues bien, como sucede en todas las sectas, en el CNC hay un momento en que explotan lo que los psicólogos llaman la 'Bomba de Amor', que da la impresión de amistad, armonía y amor. Esta atmósfera se vende como una prueba concreta de que el grupo es agradable a Dios, que lo colma de bienes y bendiciones. ¿Qué más haría falta para mantener allí al neófito? Nada, solo Dios basta.

Este primer sentimiento de estar donde Dios quiere que estés se ve reforzado por el machaque continuo sobre la necesidad de la comunidad: Según ellos, que hablan con Dios cuando les peta, “el hombre se salva en comunidad” y fuera de la comunidad no se salva; en la comunidad todos son hermanos, los de fuera son extraños, poque solo en la comunidad vas a ser amado tal y como eres, sin tratar de cambiarte, los de fuera no te aman, si se acercan a ti es por el interés, porque algo quieren de ti… Así todo el tiempo.

La sensación de pertenencia se acrecienta con el uso de un lenguaje particular. Tienen cantos particulares y tics para reconocerse entre ellos, como lo de saludarse o despedirse con la paz. Emplean palabras incomprensibles para los extraños, como "kerygma", "koinonía", "kénosis", "existencial", "óntico", "cruz gloriosa" y cambian el sentido que le dan a otras palabras más comunes, para ellos “cura” indica un ordenado ajeno al CNC, porque los que están al servicio del CNC no son curas, son presbíteros; llaman “catequista” al loro que repite los dichos de Kiko; llaman “rebotado” a quien no comulga con ruedas de molino, etc.

 

Que la comunidad sea solo una actividad más entre otras

Hacer pensar a los captados que son especiales porque el mismo Dios los ha elegido uno a uno, antes de la creación del mundo, para una misión fundamental, y hacer que desconfíen y desprecien a todos los de fuera, que ignoran las grandes verdades del kikismo porque Dios así lo ha dispuesto, no es suficiente.

Además se les inculca la noción de que el vehículo imprescindible para no defraudar a Dios es el CNC. Y de ello se desprende que faltar a la comunidad sea “pecado grave”. Se puede ser putero o tratante de mujeres y no pasa nada, Dios te ama pecador, pero quien no se toma en serio las cosas de la comunidad y falta cuando le peta se juega la vida eterna.

Y para reforzar más este mensaje, los niños nacidos dentro del CNC se crían en un ambiente cerrado, pues se busca, no solo con los niños, también con los adultos, que no tengan otras amistades externas reales.

Se invita a todos a desprenderse de los afectos, porque ser un sentimental y un afectivo es malísimo, es una neurosis que impide alcanzar la estatura de un adulto en la fe y además es pernicioso para los hijos. Insisten hasta convencer de que si no eres capaz de arrastrar a tus seres queridos a la Comunidad, ¡ES MEJOR PERDERLOS!

Cualquiera que se comprometa con uno de fuera tiene la misión kikiana, porque divina no es, de obligan al extraño a entrar en el Camino. Si fracasa, será invitado a poner primer a la comunidad (aunque lo enmascaren con “poner a Dios primero”) y cortar la relación.

Lo mismo sucede con los casados. Si uno camina y otro no, el caminante tiene la obligación del “convertir” al no caminante. Y si fracasa, se deja caer la sospecha de que esa no era la persona que Dios tenía pensada para el caminante. Hay situaciones, por ejemplo cuando el no caminante impide que los hijos caminen, en que los kikotistas plantean la separación de facto. Todo sea por el bien de la comunidad.

Porque para ellos la familia es un ídolo, la pareja es un ídolo, el trabajo, los estudios, las amistades, las aficiones, los deportes, cualquier compromiso social, las devociones privadas… Todos son ídolos que deben quedar supeditados al gran Manitú neocatecumenal. Nada justifica faltar a la comunidad.