domingo, 16 de marzo de 2025

Hijo, aprende a morir un poco...

 

Conferencia Episcopal Española:

«El ayuno se practica el miércoles de ceniza y el viernes santo, y la abstinencia ambos días y todos los viernes de cuaresma».

«El ayuno que ha de guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, consiste en no hacer sino una sola comida al día; pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la mañana y a la noche, guardando las legítimas costumbres respecto a la cantidad y calidad de los alimentos» (21 noviembre 1986, «Boletín de la Conferencia Episcopal», n. 16, 1987, págs. 155 y 156).

«La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años».

 

El ayuno de alimento no es opcional en la Iglesia, pero solo es dos días al año, porque si algo se repite de forma rutinaria, pierde su sentido. La Iglesia ordena ayunar en recuerdo de los cuarenta días de Jesús en el desierto.

Pero como madre sabia no exige lo imposible. Sus hijos no pueden retirarse durante cuarenta días a la soledad de un desierto, no pueden detener su actividad durante cuarenta días, así que el ayuno se adapta a las circunstancias y la edad de cada uno.

 

Pero el kikismo no sigue las normas de la Iglesia, sino los caprichos de uno muy sensible que carga sobre los demás pesados fardos que él ni con un dedo quiere mover.

Por eso, Ascen la caducada “invita” desde hace varios años a someter a un ayuno absurdo a cuantos están en la órbita del kikismo, sin importar edad ni circunstancias. Y además a hacerlo todos los viernes de Cuaresma.

Omite el miércoles de Ceniza, que jamás ha tenido importancia en el CNC y, en cambio, se inventa un ayuno irregular y abusivo todos los viernes del tiempo cuaresmal. Y además, en un rasgo típico de los grupos coercitivos y manipuladores, presenta el abuso como una grandísima idea sin la cual ni se transmite la fe a los hijos ni se prepara uno debidamente para la gran Pascua.

«Ese amor tan grande que han tenido Kiko y Carmen por la familia, por poder transmitir la fe a los hijos, por traer a los hijos a la Pascua, por prepararlos para la Pascua. En todo esto tuvieron ideas geniales, como la idea genial de invitar a la familia a comer los viernes sólo pan y agua, mientras se habla de algún personaje de las Escrituras o de un santo. Esto es muy importante para preparar a los niños para la Pascua. No perdáis este regalo, animo a las familias a hacer este ayuno familiar» (Tostón publicitario de Cuaresmas 2024).

Un rasgo del kikismo es que jamás se invita a ofrecer por nadie los actos penitenciales. Además, ni por asomo se propone a los pobres captados emplear el tiempo de ayuno en rezar a Dios, no, mejor que hablen, que empleen el tiempo en transmitir las consignas del sensible, que hay que asegurarse de que los niños las memoricen bien.

Y esto no es lo único:

«El año que viene tendremos que venir a Roma para el Jubileo. Por eso os invitamos a hacer algo más sencillo, quizás llevarlos a lugares donde duerman en el suelo» (Tostón publicitario de Cuaresmas 2024).

¿Quién obligará a esta pobre gente a que tengan que ir a Roma para el Jubileo? ¿Será que no saben que se puede ganar sin abandonar el país? ¿Será que quieren abrumar a alguien haciendo mucho multo y mucho alboroto?

¿Qué tiene que ver el Jubileo con la práctica de dormir en el suelo? ¿Será que el kikismo no entiende que el Jubileo es mucho más que un acto penitencial? ¿Será que no entienden las indulgencias?

 Si esto decía el año pasado, este año no iba a ser muy diferente. Primero Ascen menciona a Carmen, como para dar a entender que es la finada Carmen y su alta categoría superior la que ha determinado lo que es correcto que los neocatecúmenos hagan en Cuaresma y a continuación, sin el menor respeto a lo que decreta la Iglesia, dispone:

 «Es bueno enseñar a los niños a morir un poco, a sacrificarse, a morir un poco. Esto es especialmente importante los viernes de Cuaresma: el ayuno a pan y agua que hacemos en familia: es un sufrimiento, quizás los niños dicen: “Tengo hambre”, pero así aprenden un poco a morir, no confiando en las propias fuerzas, sino empezando a mirar a Cristo crucificado» (Tostón publicitario en Cuaresma 2025).

Un disparate de principio a fin. ¿Qué tiene de bueno que los niños aprendan a “morir un poco”? ¿Hay que maltratarlos con ayunos absurdos para que aprendan?

Ascen no propone enseñar a los niños a rezar ni a ofrecer sacrificios por otros, sino solo hacerles pasar hambre para morir un poco, al parecer persuadida de que solo así, en la debilidad física, se acercarán a Dios. ¿Será que el método de trasmisión de la fe neokiko es un fracaso y hay que recurrir al maltrato en busca de resultados?

Insisto una vez más: la Iglesia jerárquica debería tomar medidas, porque las “invitaciones” que hace Ascen a los neocatecumenales sobre cómo actuar con sus hijos no solo son ajenas a la tradición de la Iglesia, es que además huelen a maltrato infantil.

viernes, 14 de marzo de 2025

Paradoja neocatecumenal

 

Paradoja

Hay una gran paradoja en el Camino que la Iglesia, por simple respeto a sí misma, a la Tradición y a la Verdad que debe defender, tendría que corregir con todas sus consecuencias, que no serían pocas.

Me refiero a la paradoja del “catequista” catecúmeno, aunque tiene otras derivadas que también se describen en esta entrada.

La incongruencia es obvia. No se recibe el grado de doctor sin tener primero acreditado el de licenciado o ingeniero, no se puede cursar el máster de una carrera universitaria sin superar primero todos los cursos obligatorios; del mismo modo, no se puede ser catecúmeno y catequista a la vez, porque el catecúmeno, por su propia definición, aún no es cristiano, mientras que el catequista ha de acreditar que lo es para recibir tal nombre.

Esto es así en la Iglesia, siempre ha sido así.

En el CNC, sin embargo, todo el que entra, no importa si se trata de un consagrado o de un seglar, no importa si recibió el bautismo o no, es, porque al muy sensible Kiko le da la gana, un neocatecúmeno cargado de religiosidad natural nociva y sin pizca de fe de la buena. Precisamente sostienen Kiko y sus loros que el objetivo del neocatecumenado es deshacerse del hombre viejo de la religiosidad natural y abrazar el hombre nuevo de la fe verdadera. Y que dada la alta meta propuesta y la innata dureza de corazón de todo ser humano, es imprescindible y necesario que tal neocatecumenado sea laaaaargo, disparatadamente largo.

La absurda paradoja es que tras unos cuatro o cinco años de preneocatecumenado, nada más ingresar en el neocatecumenado kikil, es decir, nada más traspasar la puerta de los segundos escrutidios, los kikotistas reúnen a la comunidad para elegir lo que ellos llaman “catequistas”. Hasta entonces la comunidad ha tenido un responsable o un matrimonio responsable y unos corresponsables, a partir de ese momento, siendo recién nacidos al neocatecumenado mágico kikil que se abre tras superar los segundos estropicios, digo, escruticios, los que salgan elegidos serán, dicen, “catequistas”.

Pero eso es imposible por su propia definición, pues ya se ha dicho que el que cursa una carrera no puede ser doctor de la misma, ni el que acaba de entrar en el catecumenado puede ser catequista.

Por tanto, es obvio que los elegidos lo son para ser kikotistas, no catequistas.

Esto es importante. De la misma forma que la Iglesia no consiente el intrusismo en el sacerdocio debería prestar más atención y regular el intrusismo en las órdenes menores y no permitir que se las den de “catequistas” unos que son, si acaso, catecúmenos (y para su desgracia lo van a ser toda la vida, sin llegar nunca a ninguna parte).

Hay, como advertí al principio, dos paradojas más en la inefable ilógica kika: la de los no bautizados y la de los presbis.

Por los lares europeos es casi inexistente la presencia de no bautizados entre las filas del Camino. No tiene nada de particular puesto que siempre han pescado dentro de las parroquias y porque en el presente casi todos los que entran en el CNC son hijosde o parientes de otros neocatecúmenos. Pero voy a suponer que se dé el caso de que un no bautizado acabe en una comunidad neocatecumenal.

Este no bautizado caminaría como todos los demás, salvo que justo antes de procederse a la comunión eucarística (todos sentados, como si estuvieran en un club social privado, no en una solemne liturgia) se le haría abandonar la sala de usos múltiples y retirarse a otra sala para recibir instrucción por parte de un catequista del movimiento, cosa en sí misma imposible, porque ya se ha demostrado que en el CNC no hay catequistas, todos son catecúmenos.

Siguiendo con este supuesto, el cometido del presunto catequista (cuya existencia en el CNC es imposible) sería instruir al no bautizado en los dogmas y la doctrina cristiana, y valorar la asimilación de lo enseñado por parte del alumno, de tal modo, que adquirido el conocimiento imprescindible y siempre que el catecúmeno se adhiera a Cristo de forma racional, consciente y libre, sea declarado digno de entrar en el banquete.

En el Camino, caso de pescar a algún no bautizado, se procura acelerar la formación para que cuanto antes sea un neocatecúmeno como todos los demás.

Entonces, preferiblemente en la gran noche de Pascua, el catecúmeno recibe el bautismo y la comunión (que consume sentado), y deja de ser catecúmeno para siempre, porque ha entrado de hecho y por derecho a ser cristiano. Ahora es uno con todos los cristianos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Sin embargo, en el Camino, el no bautizado que recibe el bautismo y, por tanto, deja de ser catecúmeno, sigue de por vida siendo neocatecúmeno. Lo que es un sin sentido. Pero el absurdo es lo de menos, lo grave es lo que implica: para el kikismo, pasar a ser cristiano no tiene el menor valor, por eso y por su carencia de discernimiento son incapaces de ver lo paradójico que es el hecho concreto de que quién ha sido hallado digno y preparado para recibir los sacramentos, tenga que seguir en un neocatecumenado cuyo objetivo, dicen, es formar a los alejados para que sean dignos y conscientes de su cristianismo.

Por si no se entiende lo pongo aún más claro: todo aquel que sea hallado digno de recibir los sacramentos de iniciación cristiana está en situación de dar por terminado el Camino Neocatecumenal, sin más rituales kikomágicos ni más pasos, y pasar directamente a la comunidad de los que han terminado el Camino que no lleva a ninguna parte.

Y esto mismo aplica a presbikikos y sacerdotes: quién no es cristiano no puede recibir la orden sacerdotal, ni siquiera puede recibir el subdiaconado. Si alguien es hallado digno de recibir el presbiterado, es que para él el catecumenado ha terminado. Por tanto, de forma automática, a todo ordenado se le deberían convalidar los pasos y demás kikadas insignificantes y carentes de valor. Lo contrario, hacer que quien ha recibido una orden sagrada siga siendo neocatecúmeno sometido a otros neocatecúmenos con ínfulas de catequistas, hace pensar si no habrá una flagrante falta de rigor en la decisión de quién es digno de recibir el presbiterado.

Por eso sostengo, aquí y donde haga falta, que la Iglesia debería intervenir y poner orden, impedir que se tengan por catequistas quienes no lo son, y más importante, impedir que se tome a chacota a los cristianos y a los ordenados.