Ya que es víspera de Reyes, hoy paso de kikadas y voy a dedicar la entrada a una anécdota.
Hay cerca de mi casa un comercio que pasa de lo políticamente correcto y por Navidad adorna su escaparate con un precioso nacimiento de figuras de cerámica revestidas con túnicas y mantos de tejido.
Este año me he percatado de un detalle en el que no había reparado antes: la pose de la figura de San José.
Como suele ser habitual, el Niño está casi desnudo y recostado entre pajas, la madre está arrodillada a su lado, en actitud orante, ensimismada y maravillada ante su Hijo, y el padre está en pie, al otro lado de Niño, con la vista fija en éste y un bastón florecido en una de las manos.
El detalle (y no he encontrado en la red imagen que lo reproduzca) es la otra mano, la derecha, que no está caía a un lado ni apoyada sobre el pecho, sino que San José tiene el brazo levantado y la mano extendida, con dos dedos estirados y los demás doblados.
Está bendiciendo a su Hijo.
Me ha parecido un detalle precioso. San José el justo, de quien no se guarda una sola palabra en los Evangelios, porque lo importante no fue lo que dijera, sino lo que hizo, entregó su vida al servicio del Niño y de la Madre que le fueron confiados.
Y fue el primero en bendecir al Niño, el primero que sabía a quién bendecía. Luego llegaron los pastores y los magos de oriente, con sus cantos y sus regalos, pero él fue el primero en acoger al Hijo de Dios.
Feliz noche de Reyes a todos.