viernes, 14 de marzo de 2025

Paradoja neocatecumenal

 

Paradoja

Hay una gran paradoja en el Camino que la Iglesia, por simple respeto a sí misma, a la Tradición y a la Verdad que debe defender, tendría que corregir con todas sus consecuencias, que no serían pocas.

Me refiero a la paradoja del “catequista” catecúmeno, aunque tiene otras derivadas que también se describen en esta entrada.

La incongruencia es obvia. No se recibe el grado de doctor sin tener primero acreditado el de licenciado o ingeniero, no se puede cursar el máster de una carrera universitaria sin superar primero todos los cursos obligatorios; del mismo modo, no se puede ser catecúmeno y catequista a la vez, porque el catecúmeno, por su propia definición, aún no es cristiano, mientras que el catequista ha de acreditar que lo es para recibir tal nombre.

Esto es así en la Iglesia, siempre ha sido así.

En el CNC, sin embargo, todo el que entra, no importa si se trata de un consagrado o de un seglar, no importa si recibió el bautismo o no, es, porque al muy sensible Kiko le da la gana, un neocatecúmeno cargado de religiosidad natural nociva y sin pizca de fe de la buena. Precisamente sostienen Kiko y sus loros que el objetivo del neocatecumenado es deshacerse del hombre viejo de la religiosidad natural y abrazar el hombre nuevo de la fe verdadera. Y que dada la alta meta propuesta y la innata dureza de corazón de todo ser humano, es imprescindible y necesario que tal neocatecumenado sea laaaaargo, disparatadamente largo.

La absurda paradoja es que tras unos cuatro o cinco años de preneocatecumenado, nada más ingresar en el neocatecumenado kikil, es decir, nada más traspasar la puerta de los segundos escrutidios, los kikotistas reúnen a la comunidad para elegir lo que ellos llaman “catequistas”. Hasta entonces la comunidad ha tenido un responsable o un matrimonio responsable y unos corresponsables, a partir de ese momento, siendo recién nacidos al neocatecumenado mágico kikil que se abre tras superar los segundos estropicios, digo, escruticios, los que salgan elegidos serán, dicen, “catequistas”.

Pero eso es imposible por su propia definición, pues ya se ha dicho que el que cursa una carrera no puede ser doctor de la misma, ni el que acaba de entrar en el catecumenado puede ser catequista.

Por tanto, es obvio que los elegidos lo son para ser kikotistas, no catequistas.

Esto es importante. De la misma forma que la Iglesia no consiente el intrusismo en el sacerdocio debería prestar más atención y regular el intrusismo en las órdenes menores y no permitir que se las den de “catequistas” unos que son, si acaso, catecúmenos (y para su desgracia lo van a ser toda la vida, sin llegar nunca a ninguna parte).

Hay, como advertí al principio, dos paradojas más en la inefable ilógica kika: la de los no bautizados y la de los presbis.

Por los lares europeos es casi inexistente la presencia de no bautizados entre las filas del Camino. No tiene nada de particular puesto que siempre han pescado dentro de las parroquias y porque en el presente casi todos los que entran en el CNC son hijosde o parientes de otros neocatecúmenos. Pero voy a suponer que se dé el caso de que un no bautizado acabe en una comunidad neocatecumenal.

Este no bautizado caminaría como todos los demás, salvo que justo antes de procederse a la comunión eucarística (todos sentados, como si estuvieran en un club social privado, no en una solemne liturgia) se le haría abandonar la sala de usos múltiples y retirarse a otra sala para recibir instrucción por parte de un catequista del movimiento, cosa en sí misma imposible, porque ya se ha demostrado que en el CNC no hay catequistas, todos son catecúmenos.

Siguiendo con este supuesto, el cometido del presunto catequista (cuya existencia en el CNC es imposible) sería instruir al no bautizado en los dogmas y la doctrina cristiana, y valorar la asimilación de lo enseñado por parte del alumno, de tal modo, que adquirido el conocimiento imprescindible y siempre que el catecúmeno se adhiera a Cristo de forma racional, consciente y libre, sea declarado digno de entrar en el banquete.

En el Camino, caso de pescar a algún no bautizado, se procura acelerar la formación para que cuanto antes sea un neocatecúmeno como todos los demás.

Entonces, preferiblemente en la gran noche de Pascua, el catecúmeno recibe el bautismo y la comunión (que consume sentado), y deja de ser catecúmeno para siempre, porque ha entrado de hecho y por derecho a ser cristiano. Ahora es uno con todos los cristianos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Sin embargo, en el Camino, el no bautizado que recibe el bautismo y, por tanto, deja de ser catecúmeno, sigue de por vida siendo neocatecúmeno. Lo que es un sin sentido. Pero el absurdo es lo de menos, lo grave es lo que implica: para el kikismo, pasar a ser cristiano no tiene el menor valor, por eso y por su carencia de discernimiento son incapaces de ver lo paradójico que es el hecho concreto de que quién ha sido hallado digno y preparado para recibir los sacramentos, tenga que seguir en un neocatecumenado cuyo objetivo, dicen, es formar a los alejados para que sean dignos y conscientes de su cristianismo.

Por si no se entiende lo pongo aún más claro: todo aquel que sea hallado digno de recibir los sacramentos de iniciación cristiana está en situación de dar por terminado el Camino Neocatecumenal, sin más rituales kikomágicos ni más pasos, y pasar directamente a la comunidad de los que han terminado el Camino que no lleva a ninguna parte.

Y esto mismo aplica a presbikikos y sacerdotes: quién no es cristiano no puede recibir la orden sacerdotal, ni siquiera puede recibir el subdiaconado. Si alguien es hallado digno de recibir el presbiterado, es que para él el catecumenado ha terminado. Por tanto, de forma automática, a todo ordenado se le deberían convalidar los pasos y demás kikadas insignificantes y carentes de valor. Lo contrario, hacer que quien ha recibido una orden sagrada siga siendo neocatecúmeno sometido a otros neocatecúmenos con ínfulas de catequistas, hace pensar si no habrá una flagrante falta de rigor en la decisión de quién es digno de recibir el presbiterado.

Por eso sostengo, aquí y donde haga falta, que la Iglesia debería intervenir y poner orden, impedir que se tengan por catequistas quienes no lo son, y más importante, impedir que se tome a chacota a los cristianos y a los ordenados.

 

miércoles, 12 de marzo de 2025

Que gane el peor

 


Va siendo hora de tratar el tema de la sucesión de Kiko, a quien se le notan y le pesan los años.

Parece obvio que Kiko va a aguantar como responsable supremo todo lo que pueda y le dejen los demás (en los últimos años no hay ocasión en que tome la palabra que Ascen no se sitúe a su lado, por si hay que reconducirle). Y el Vaticano lo va a permitir (más vale lo malo conocido...), aunque no es fundador de nada y aunque Carmen siempre aseguró que quién aportó los cimientos del neocatecumenado caminante fue ella.

El punto es cuánto más aguantará Kiko y cuanto más le van a dejar fingir que está al mando los que aspiran a controlarlo todo dentro del CNC.

Ya se advierte cierto revuelo entre los más pata-negra de los pata-negra. Y los indicios indican que los italianos son los más activos en la tarea de asegurarse los mejores puestos para el asalto al trono.

Auguro que la lucha será despiadada y que Ascen tiene muchísimas papeletas para que prescindan de ella. Ni siquiera Mario tiene asegurado el puesto, no solo porque también está muy cascado, sino porque hay otros presbikikos afilando las armas, deseosos de ocupar su lugar. Y estaría muy bien que sustituyeran a ambos, ya que están caducados según las normas impuestas por el Papa para quienes ocupan cargos en cualquier tipo de asociación y movimiento.

Ya sabéis que la idea es que el sucesor sea elegido en un cónclave al que acudirían los setenta y dos electores del CNC. Las reglas concretas por las que se regiría ese cónclave no están nada claras. Lo que sí se percibe es que los italianos toman posiciones en todas partes. Gennarini extiende sus largos hilos de influencia y acumula seguidores, poder y bienes muy materiales, no espirituales.

No tengo la menor duda de que esta batalla la ganará el último y el peor de todos.

Y tampoco tengo duda de que habrá mucha disidencia interna que hará todo lo posible para obligar al sucesor a cumplir la orden de someterse a nueva elección a los cinco años.

La única duda es cuándo aguantará el Camino antes de la descomposición final.

 

lunes, 10 de marzo de 2025

Esto no se contó en el tostón publicitario de Cuaresma

 


Este año no tengo ni idea de la publicidad que los neocatecumenales hayan repartido en su anuncio de estación, pero como siempre repiten lo mismo sé que han hablado de las tentaciones de Cristo. Y como lo que ellos trasmiten una y otra vez es una visión sesgada, voy a intentar resumir aquí algo del tesoro de conocimiento de la Iglesia relativo a ese singular episodio.

El papa San Gregorio Magno dejó dicho que las tentaciones que supera Jesús son las mismas con las que la serpiente engañó a nuestros primeros padres: «Pues le tentó con la gula, con la vanagloria y con la avaricia; y tentándole le venció, porque se sometió con el consentimiento. En efecto, le tentó con la gula, cuando le mostró el fruto del árbol prohibido y le aconsejó comerle. Le tentó con la vanagloria cuando dijo: “Seréis como dioses”. Y le tentó con la avaricia cuando dijo: “Sabedores del bien y del mal”; pues hay avaricia no sólo de dinero, sino también de grandeza; porque propiamente se llama avaricia cuando se apetece una excesiva grandeza. Y con esto fue con lo que el diablo sedujo a nuestro padre a la soberbia, con estimularle a la avaricia de grandezas» (S. Gregorio Magno, Cuarenta homilías sobre los Evangelios, Hom. XVI, 2, p. 597).

Adán y Eva tenían a su disposición cuanto necesitaban y aún más, pues según una antigua tradición judía, Dios había dispuesto que los ángeles les sirvieran. La creación estaba sometida a ellos y, sin embargo, en lugar de consultar a Dios cuando la serpiente les mete dentro la duda, desconfían de Él y deciden experimentar por su cuenta.

Y la consecuencia de sus actos es que son expulsados a un lugar que produce espinos y abrojos (Gn 3,18) y al que solo con gran esfuerzo se le saca el alimento necesario para vivir.

A ese lugar de espinos y cardos, al desierto, es conducido Jesús después de su bautismo. Nuestros primeros padres llegaron allí a la fuerza, expulsados del paraíso. Jesús entra de forma voluntaria.

Nuestros primeros padres estaban pletóricos de fuerza cuando fueron tentados, pues en el paraíso no había posibilidad de que enfermasen ni se debilitasen. En cambio, en el desierto, el enemigo espera, deja pasar el tiempo para que Jesús se debilite y es entonces cuando se manifiesta.

Y las tentaciones son las mismas, aunque los neocatecumenales, loros de repetición de Kiko, no de la Iglesia ni de san Gregorio, las presentan como tentación del pan («¿Cómo es que Dios os ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?»; «Di que estas piedras se conviertan en panes»; «No solo de pan vive el hombre»), tentación de la historia («Seréis como dios»; «Tírate del pináculo del templo»; «No tentarás al Señor tu Dios») y tentación de los ídolos («Conoceréis el bien y el mal»; «Todo esto te daré si postrado me adoras»; «Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él servirás»).

Sin embargo, Jesús triunfa donde Adán y Eva fracasaron. Y dice el evangelio que el demonio no se rinde, sino que se retira hasta otra ocasión propicia. Y también dice uno de los evangelistas que entonces, vencida la tentación y rechazado el demonio, los ángeles acuden y sirven a Jesús. En el desierto, en el lugar de muerte, el proceder de Jesús restaura el plan de Dios, restaura el servicio de los ángeles de que disfrutaban nuestros primeros padres en el paraíso.

Este es el mensaje, que solo a través de Cristo, verdadero y único camino, se puede dejar atrás al hombre viejo para que nazca un hombre nuevo.

El mensaje no es que pobrecito Jesús, cuánto ayunó, cuánta sed pasó; ni es que ahora toca a los demás padecer un poco rompiendo la noche, yendo a laudes a las 6:30 h, tragándose las injusticias de los hermanos abusones de la comunidad y obedeciendo a los kikotistas. Esto no vale para nada.

El mensaje es que Jesús vino a hacer la voluntad de su Padre a fin de obtener para nosotros la filiación divina.

Pero nada de esto se comentó en el rollete publicitario de temporada.