martes, 9 de diciembre de 2025

Padre nuestro - parte 2 (XVI)

 


«Decía, entonces, que la Escritura habla del amor de Dios con las imágenes de la paternidad y de las entrañas maternas».

Aquí una nota a pie de página recuerda que «los padres humanos son falibles y pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios» (CIC 239).

«¡Y, en la revelación de Dios, la máxima expresión, la imagen más perfecta del rostro materno de su paternidad, es la Virgen María! ¡Ella es la imagen por excelencia del rostro materno de Dios Padre! Por eso, a mitad de esta etapa del "Padre Nuestro", haremos con vosotros una peregrinación al santuario de la Virgen de Loreto. En ese importante paso del Camino, os ayudaremos a redescubrir el misterio de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Ella, en virtud de la paternidad del Padre, engendra virginalmente en su seno al Hijo de Dios encarnado. Así podréis redescubrir también el misterio de la maternidad de la Iglesia, que nos gesta en la piscina bautismal como hijos de Dios y que nos inicia a la vida nueva y a la madurez de la fe».

En el Camino les gusta mucho decir que ellos “ayudan a redescubrir” no sé cuántas cosas: la gracia del Bautismo, a María, a la Iglesia como madre… La verdad es que para poder ayudar a redescubrir cualquiera de esos asuntos tendrían que ser gente de Iglesia, cosa que ninguno de ellos es.

«Todo esto que os estoy diciendo os puede parecer demasiado teológico. Es cierto que nuestras palabras son pobrísimas para explicitar estas cosas; efectivamente, estas cosas son sobre todo para vivirlas sacramentalmente. Jesucristo ha entregado a la Iglesia el Bautismo, las aguas de la regeneración, sacramento de las entrañas maternales del amor inmenso de Dios mismo con el que nos hace renacer, nos gesta como hijos suyos. En la Eucaristía, memorial de la muerte y de la resurrección de Jesucristo, nos nutre dándonos a comer y a beber el Cuerpo y la Sangre de su Hijo Único. Y de las aguas bautismales de la regeneración brota el sacramento de la Penitencia mediante el que Dios nos sigue regenerando».

Una verdad importante ha dicho Carmen: Los sacramentos pertenecen a la Iglesia, no a los carismas, si el CNC fuese uno, sino solo a la Iglesia. Por tanto, el Camino necesita lo que no le pertenece, lo que ha sido entregado a esa Iglesia con la que no quiere fundirse.

«Os digo todo esto porque esta mañana Dios, en la celebración penitencial, nos invita a entrar en su ternura maternal, en sus entrañas maternas de amor. Por eso no basta que tú renuncies al pecado; es necesario sobre todo que renuncies a tu "padre" y a tu "madre"; se trata de renacer, como le dice Jesucristo a Nicodemo. Esa es la obra impresionante que Dios ha hecho en nosotros mediante el Bautismo y la obra que todavía quiere realizar en nosotros en el sacramento de la Penitencia».

Hay que empezar por reconocer y renunciar al pecado, que es de lo que va el sacramento de la penitencia. Mejor no hacerle mucho caso a Carmen.

«El Concilio ha querido poner de manifiesto la grandeza inmensa del lenguaje sacramental, la potencia enorme de los misterios sacramentales. Esta noche celebraremos ese banquete maravilloso que es la Eucaristía, en el que Dios nos da a comer la incorruptibilidad de la resurrección de Jesucristo ¡Pero a un banquete no van los muertos, sino los vivos! Para celebrar la Eucaristía no basta ponerse bonitos vestidos; ¿para qué sirve ponerles vestidos a los muertos? ¡Por eso el Señor nos invita antes, esta mañana, a despojarnos de todo lo que hay en nosotros que pertenece a la corruptibilidad, a la muerte, mediante el sacramento de la reconciliación, que tiene el poder de resucitar a los muertos!

Nosotros traducimos por "misericordia" la palabra hebrea "rahamim". "Misericordia" es una traducción muy pobre que no expresa la riqueza enorme que tiene la palabra "rahamim"».

Por aclararlo. En hebreo, rahamim no tiene ninguna riqueza insondable, es pura y llanamente la palabra que designa la misericordia o la compasión. No hay más.

«La expresión "misericordia", en efecto, nos hace pensar más bien en algo sentimental y negativo: compasión, piedad, etc., mientras que la palabra "rahamim" viene de "réhem", que quiere decir "matriz", "útero". ¡La misericordia de Dios es la matriz regeneradora de Dios, sus entrañas maternas, las entrañas de su amor maternal en las que nos regenera como hijos suyos!»

Cierto, en hebreo esa palabra que solo quiere decir misericordia o compasión, que son términos que a Carmen le parecen sentimentales y negativos, viene de matriz, de madre, del amor incondicional de una madre. Y misericordia, que es traducción correcta y completa de rahamim, viene de corazón compasivo con el necesitado. Nada de pobreza lingüística.

«¡Entrar esta mañana en el sacramento de la misericordia de Dios, en este sacramento fundado en las aguas bautismales de la regeneración, es entrar en la matriz regeneradora de Dios, en sus entrañas maternas, en las entrañas de su amor maternal, para volver a ser regenerados como hijos suyos!

El Papa nos decía: "Los Padres de la Iglesia han hablado del sacramento de la penitencia como nuevo bautismo, como segundo bautismo, segundo, tercero, décimo, etc."».

Los padres de la Iglesia hablan de la penitencia como segundo bautismo, nada más, no como bautismos sucesivos, no como tercero, décimo, etc. Y dudo que algún Papa ignorase que es incorrecto lo de tercer o décimo bautismo, por más que en el mamotreto figuren unas comillas impropias, puesto que no se indica el origen de la presunta cita.

«Efectivamente, la Penitencia es la posibilidad de hacer presente, de actualizar en nosotros una vez más, esta mañana, el Bautismo regenerador. Por eso la conversión y el sacramento de la Penitencia no son algo triste, sino todo lo contrario: ¡es la oportunidad que Dios nos da hoy de volver a experimentar el baño maravilloso de la regeneración y de la unción del Espíritu del Señor, para reavivar en nosotros la filiación divina, la vida nueva de hijos de Dios!»

Y todo esto, según el mamotreto, es una monición de Carmen a un canto.

Lo que yo te diga, prima.

 

domingo, 7 de diciembre de 2025

Cómo reconocer una aparición verdadera

 

Primera aparición mariana de todos los tiempos

De un tiempo a esta parte, los neocatecumenales reciben la consigna de conmemorar el aniversario de un "soplido", una "voz", una alucinación o no se sabe qué. Ellos no festejan la Inmaculada Concepción de María, ellos festejan lo que sus kikotistas, que son loros de Kiko, les dicen que hay que festejar. Y punto.

Con tal ocasión, traigo un fragmento de una publicación de Mons. Vittorino Girardi, misionero y obispo emérito de la diócesis de Tilarán-Liberia en Costa Rica, acerca de cómo distinguir una verdadera aparición mariana de un cuento kiko:

 

«Recuerdo aquí, aunque brevemente, los criterios para discernir una posible verdadera aparición.

1.     La persona a la que la Virgen se le aparece y le habla, tiene una vida cristiana y moral muy elevada [Nada que ver con lo que era la vida de Kiko, que tenía veinte años, se había vuelto ateo y, según él, no conoció a ningún cristiano hasta cinco años más tarde]. Bastaría pensar en Santa Bernardita, en el caso de Lourdes o en los Santos niños Francisco y Jacinta en Fátima. Los videntes son personas limpias de corazón, incapaces de mentir, como son incapaces de sacar provecho personal del supuesto “privilegio” de las apariciones. Son personas que, en general, han experimentado, particularmente después de las apariciones, grandes sufrimientos e injustificadas incomprensiones. Su vida espiritual, con las manifestaciones de María Virgen, ha ido creciendo, llegando a una extraordinaria madurez cristiana (santidad).

2.     Las apariciones se presentan como “encuentro personal”. María Virgen trata con delicadeza y con sorprendente respeto a los “videntes”; se adapta a ellos, a su cultura, les habla en su idioma familiar, facilitando así un diálogo cercano y hasta cariñoso [No hay diálogo en el caso de Kiko, lógico, Kiko no es de diálogos sino de monólogos y le gusta tener siempre la última palabra].

3.     El mensaje o mensajes que la Virgen comunica siempre está en plena consonancia con todo el conjunto de la doctrina cristiana, transmitida por la Iglesia. Nunca esos mensajes han pretendido “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo [En cambio, Kiko pretende que la Iglesia está equivocada desde Constantino y que él es el gran restaurador, el único inspirado por el Espíritu de Dios], sino, que tienen como fin, impulsar y ayudar a los cristianos a vivir más plenamente algún aspecto de nuestra fe.

4.     Los videntes, a pesar de los obstáculos que inicialmente encontraran en la misma Autoridad eclesiástica, siempre se han mostrado del todo dóciles y obedientes [No como uno que en seguida esgrime el comodín de la persecución]. Con paciencia supieron esperar que el hecho sobrenatural se “impusiera” por sí mismo, no tanto por lo que ellos dijeran o hicieran. Confiaron e hicieron con sencillez lo que se les decía. Prefirieron la humillación de ser juzgados “mentirosos”, a caer en la tentación de engreírse por sentirse privilegiados. Con breves palabras: en esas circunstancias, practicaron de modo heroico, la fe, la esperanza y la caridad.

La fidelidad a estos criterios ha hecho que la Iglesia, durante el siglo XX aprobara sólo cuatro apariciones: la de Fátima (Portugal) en 1917; las de Beauraing y Banneux (Bélgica), en 1932 y 1933 respectivamente; y la de Betania (Venezuela) en 1976».

Y esto es todo, la Iglesia no ha aprobado ni va a aprobar el soplido en la nuca.