viernes, 29 de abril de 2022

Pérdida de tiempo neocatecumenal (IX)

 

Ya os conté el otro día lo que dice Cicerón de la cruz de Cristo. Dice que jamás en el mundo se podrá pensar un suplicio más atroz. Porque sabéis que a los crucificados -eso el demonio lo pensó- no les tocaban ningún órgano vital, ni los pulmones ni el corazón ni a nada, solamente las manos, o sea los pulsos, y los pies. Por eso podrían estar sufriendo tres días enteros o cuatro y tres noches con sufrimientos tan horribles que la naturaleza, como se asfixiaban, se “necrosificaban” (sic) los pulmones; al no respirar, entonces, el mismo cuerpo… Se agarran apoyándose en los clavos con un dolor indescriptible, de forma que dicen que los crucificados gritaban y gritaban. Tienen que levantarse para coger aire y de nuevo se derrumbaban ¡BRAS! Eso, una hora, otra hora, una noche, dos noches, un día, otro día… 

Es interesane lo que dice Cicerón, jamás se pudo pensar algo tan horrible; tanto es así que tener misericordia de un crucificado sería matarlo para que deje de sufrir, como se hace con los caballos. Cuando un caballo se hiere o lo que sea o se rompe una pata le pegan un tiro para que no sufra.

Pues Jesucristo quiso participar de esta monstruosidad que inventaron los romanos para someter a los pueblos bárbaros.

Esa monstruosidad, según Kiko y según la carta a los gálatas, ya se conocía en la época en que se escribió el Deuteronomio, es decir, mucho mucho tiempo antes de la aparición del primer romano. A lo mejor los inventores fueron los queridos hermanos hebreos por inspiración demoniaca.

Un romano no podía ser crucificado, un ciudadano romano. Así que el pobre Jesucristo gritaba y gritaba desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde la Virgen María estuvo debajo viendo como Cristo subía y bajaba, subía y bajaba pegando gritos, y eso era un dolor tan atroz que una espada atravesó el alma de la santa Virgen María.

Y Kiko, con su vena sádica, se diría que disfruta imaginándoselo.

Por eso, yo he hecho la sinfonía de los inocentes dedicada a la espada. Espada, espada, bruñida para matar, la espada que profetiza el profeta Ezequiel y que la Virgen asumió ella para salvarlos a todos de la espada. Bueno hace 70 años la espada tiró dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, hace 76 años ha habido 90 millones de muertos de dos guerras mundiales, y puede venir la espada de nuevo sobre toda la tierra, porque Ezequiel dice… ¿Por qué ve la espada?

Comienza citando pecados de sexuales, el padre que violenta la hija, el otro que se acuesta con la nuera, el otro que se acuesta con la madre; va diciendo los pecados, primero pecados de incesto y de sexo, después sigue con pecados de dinero, de soborno, de asesinatos, bla, ble, ble y Ezequiel. Y en la sinfonía he hecho una celebración sinfónico catequética y delante de todos los hebreos leo el profeta Ezequiel y esa palabra -porque toda palabra de Dios es eterna y es perfecta-, si de nuevo se cumplen en el mundo… ¿Cuántos abortos hay en España? Cuántos asesinatos, cuántas mujeres matadas, cuánta droga, cuánta… cuántas prostitutas son vendidas como esclavas en toda Europa. Decidme. ¿Cuánto incesto hay? Incesto. Es algo horrible. Niñas de nueve años son violentadas por su tío, durante años, aterrorizadas.

¿Ser lo contaría el tío en un kikolarre?

Oye, muchachos, nos escandalicéis, muchachitos pequeños, nada, ya sois adultos, estáis en el camino y se os puede hablar como a hombres, ¿verdad que sí? Este chaval dice que sí, así que sí.

No. En la sala de usos múltiples hay niños y jóvenes que no tendrían que estar allí. Pero la culpa es de sus padres y de los kikopresbis que no se atreven a intervenir.

Hicieron un programa sobre señoras de cuarenta años que todas habían sufrido este tipo de cosas y contaban lo que había sido su vida y las consecuencias que había tenido… ¿Sabéis cuantas niñas son violentadas en todas partes, en América Latina?… Nosotros, por el camino, lo sabem… En África…

El hombre es un egoísta y si ve una niña mona, se la manga, digamos así, se la come. No le importa nada, aunque esa chica después estará toda su vida marcada para siempre, su efectividad, su sexualidad… pues está todo lleno.

El otro día, en la televisión, dijeron que en la parte de Nápoles 300.000 incestos había calculado el gobierno. Y ¿qué hacer? ¡Hombre!, había que convertir a la humanidad, había que anunciar el Evangelio. Y ¿quién anuncia el Evangelio? ¿Tú? No hay dilación, tenemos que anunciar la salvación, hay que llevar… Porque el hombre, si le anuncias el kerigma y lo escucha, inmediatamente Dios le envía desde el cielo su naturaleza, el Espíritu Santo, y lo transforma en otra persona.

Esta es la mejor prueba de que la kikotina no funciona. Más de medio siglo llevan algunos venga a escuchar y jamás han sido transformados en otra cosa que en los más peores de todos. Y eso significa que la naturaleza de Dios ni la huelen.

Lo hemos escuchado aquí. Dice San Pablo: si hemos conocido a Cristo en la carne ahora ya no lo conocemos así, porque ahora el que está en Cristo -que ha recibido el Espíritu Santo dentro- es una nueva creación. A Cristo no necesitamos conocerlo fuera de nosotros, como un amigo, porque está dentro de nosotros, somos una nueva creación en Dios, algo que es un prodigio, si es que nosotros logramos convencer a alguien en las parroquias de esto, y esto que no sea palabrería, palabras huecas, que esto sea cierto, real, potente. Este es el punto.

No es fácil, no es fácil. Pues entonces, por eso yo no tengo más remedio que anunciaros el kerigma. 

El kerigma dice así: que Dios, que habiendo construido este universo y habiendo puesto a la humanidad en un paraíso, jamás pensó Dios en la muerte, ni existía la muerte antes del pecado original, que dice la escritura que la muerte ha entrado en el mundo por la envidia del demonio. La muerte. Pues una de las cosas que más muestran lo que es Dios es el pecado original, es que Dios permita que el hombre maté a Dios. Y se transforma en un monstruo. Pues estos pecados que he contado de incestos, de droga, de asesinatos, son el producto del hombre que ha matado a Dios y se ha hecho él Dios de sí mismo y hace lo que le da la gana.

Es decir, todos esos neocatecúmenos adictos al porno han matado a Dios. A eso les ha llevado tanta kikotina.

Bueno, pues una de las cosas que más muestran la infinita misericordia de Dios es que Dios haya hecho al hombre libre hasta el extremo de que puede hacer estas barbaridades. Y Dios no manda un ángel a un hombre que va a violentar una chica: “No hagas eso que te vas a cargar, que la vas a destruir la vida”. No. Debe permitir que se mate, que se adultere, que se robe… Nos ha hecho libres en un extremo enorme y la única cosa que ha hecho, después de que la humanidad… Mirad, la humanidad, después del pecado original, estaba tan pervertida, había tal cantidad de violencias, de asesinatos y de guerras, que Dios se arrepintió de haber hecho al hombre. Lo dice la escritura. Dijo: me he equivocado.

Lo dice la escritura kikiana, esa que también dice que un lorokista jamás se equivoca.

Pero sabéis que en vez de destruir todo, toda la humanidad entera, con el diluvio, matándolos a todos… ¿qué pasó? Pues encontró un hombre que se llamaba Noé y le dijo que se pusiera a hacer un arca. Imagínate, en medio, allí, del… Pero ¿qué haces? Un arca. ¿Esto qué es? Bueno, sabéis ¿no? Y con Noé y ocho personas, que son la imagen- el número ocho- del bautismo cristiano, comienza de nuevo una humanidad en la tierra.

Los llama borriquillos y los trata como si lo fueran.

 

miércoles, 27 de abril de 2022

Pérdida de tiempo neocatecumenal (VIII)

 

Tras la lectura, lo que sigue es la tergiversación interesada de lo leído, que es algo que se practica mucho en ciertos ambientes:

Esto es una palabra muy potente: mirad, es ahora el momento favorable, es ahora. Y dice: estad atentos a no recibir en vano la gracia de Dios, porque de este encuentro hay un caudal, hay una lluvia copiosa de la gracia del Espíritu Santo. La podéis rechazar, estar aquí sentado como un idiota y te entra por aquí lo que digo y te sale por allí y no te mueves para nada. Puedes, porque sois libres todos para escuchar.

De este encuentro solo hay un montón de monsergas sobre un pintamonas engreído cuya vanidad le lleva a creerse que ha compuesto una sinfonía. Es imposible que el Espíritu Santo esté detrás de la sarta de embustes que ha soltado el menda.

Dios ha querido salvar… la fe viene por el oído, o sea si escucháis hoy vuestra fe puede crecer si escucháis. Por eso Dios, cuando aparece en el monte Sinaí, ¿qué dice? Shemá Israel -la palabra shemá, en hebraico significa escucha- escucha Israel, escucha. Escuchad, hay cantos de victoria, dice el salmo, en las tiendas de los justos. ¡Escuchad!

Bien pues, por eso dice: paraque ya no vivan más para sí. Antes, cuando os he dicho que las comunidades partirán en misión y os he dicho que el peligro más grande que tenemos es el de instalarse, aun siendo catecúmeno -pues te cansas del camino y no vas en comunidad, etcétera-, pero las comunidades que están en misión, como ellos no han elegido ni el lugar ni el sitio y han sido enviados por el obispo o por el Papa, les ha enviado a una zona dificilísima, no saben por qué están todos contentos. Te lo digo yo: porque ya no viven más para sí mismos. Y esto -ya no viven para sí, viven la vida que el obispo les ha mandado hacer, la vida que ha hecho Cristo, que tienen que ir a una periferia dificilísima a predicar el Evangelio por las casas con musulmanes y no musulmanes y lo que sea, etcétera-, pero no vivir para ti mismo hace que las raíces de tu fe estén frescas, vivas, y no sabes por qué estás tan contento, de forma que la comunidad, si antes faltaba alguien de la comunidad ahora que están en misión no falta ninguno, y están todos contentísimos.

Eso debe ser en Kikónides del Arcoíris. A las comunidades de verdad, verse obligadas a dar la vida por el CNC, que es algo que no salva ni vale para nada, les pone una cara de amargura y de mala hiel que no pueden con ella.

Yo tuve una reunión con todos los responsables de todas las comunidades en misión… Y los párrocos… Los párrocos contentísimos, etcétera.

Figúrate si están todos contentísimos que jamás jamás han sacado un vídeo de lo contentos que están, no sea que se note demasiado la tristeza infinita que llevan en los ojos.

Bien, hermanos, pues esta palabra de San Pablo: es ahora el momento de vuestra salvación. Bueno, pues voy a decir brevemente, porque todos tenéis que conocer el kerigma, porque tenéis la misión de anunciarlo y todos tenéis que conocer el Evangelio, porque todos tenéis la misión de anunciar el Evangelio.

La palabra Evangelio significa buena noticia, buena nueva, que es lo mismo que dice la palabra kerigma -kedysh-: anuncio, anunció, ¡un gran anuncio! os tengo que decir a todos, una novedad, una noticia, una noticia.

Y dale, por más que lo repita sigue siendo falso que Evangelio sea lo mismo que kerigma. Kerigma es proclamación, anuncio y se pueden anunciar cosas malísimas como la guerra.

La noticia, para que sea noticia, tiene que ser actual -ahora-, tiene que ser eficaz ahora, no una noticia de ayer o de hace 2000 años que murió Jesucristo, ahí, en una cruz. No, no. El kerigma comporta en sí otra cosa mucho más grande.

Porque, por ejemplo, han descubierto ahora las ondas gravitacionales. No sé si habéis oído hablar de eso. Han descubierto ondas gravitacionales y están viendo si algunas de estas ondas, a través de ellas, pueden llegar al 'Big bang', bueno, a la explosión. Porque sabéis que estamos en un universo que está en constante expansión. No sé si lo sabéis, a lo mejor sois unos borriquitos, pero formamos parte de una galaxia. Las galaxias -todo está lleno de galaxias- están todas marchando a miles y miles de velocidad, ciento de miles de velocidad por segundo, hay unas velocidades ingentes.

Cuando yo estudiaba no existía la velocidad por segundo como unidad de medida. A lo sumo existía la aceleración, que no es lo mismo.

Nosotros también somos una galaxia -las galaxias son en forma de espiral, ¿verdad?- y nosotros estamos en el penúltimo anillo de nuestra galaxia. Por eso vemos por la noche el último anillo de la galaxia que se llama la Vía Láctea con miles y miles y miles de estrellas.

Pues esta explosión con la cual Dios crea este universo y dentro de esta galaxia hay un planeta pequeño, azul, que se llama la Tierra y en ella estáis vosotros, estamos todos, y Dios nos pensó, dice la revelación que Dios pensó en ti y en mí antes de la creación del universo. Y ¿por qué pensó en ti? Pues porque -y esto toca la naturaleza misma de Dios- dice la epístola a los hebreos que Cristo crucificado es impronta de la sustancia divina. 

Esta mentira la repite mucho. San Pablo dice que Cristo es impronta de la sustancia divida. Cristo. Cristo a lo largo de toda su vida como ser humano, no solo en esas horas que pasó crucificado, sino que en toda su vida es impronta de la sustancia divina. El “matiz” no es poca cosa.

Sustancia. La palabra sustancia es una palabra filosófica. Sustancia. ¿Qué es la sustancia? De qué está hecho. ¿Qué es la sustancia de esto? Pues el bronce, no sé. Y la sustancia de Dios, ¿cómo es? ¿tú la has visto? ¿de qué está hecho? ¿es una nube? ¿qué es Dios? ¿cuál es su sustancia? Pues dice la epístola a los hebreos que Cristo crucificado -por eso yo cojo normalmente esta cruz y os la presento, este monigote, aquí, de bronce- es impronta de la sustancia divina.

De nuevo, a repetir la mentira. Y el insulto a Cristo.

La sustancia, o sea lo que forma, lo que hace que Dios sea amor.

Amor. Y ¿qué es el amor? Pues el amor no se puede contener a sí mismo, se da. Dice la epístola de San Juan: hemos tocado con nuestra mano, hemos visto, hemos tocado lo que estaba en el Padre, dentro del Padre y que ahora se ha manifestado, la vida eterna. Por ejemplo, eso en la primera epístola de San Juan.

Entonces, la sustancia divina es que Dios es de por sí dador de amor, tiene que crearte a ti y a millones y a millones, tiene que darse totalmente, darse hasta la muerte. Lo ha pensado así, a ti y a mí, este pobrecillo que fue crucificado…

No puedo entender que los kikopresbis dejen que el gurú diga estas cosas. Dios no tiene que crear nada ni a nadie, no está obligado, no necesita a nada ni a nadie y tampoco tiene que darse hasta la muerte ni tiene que asegurarse de que esa muerte sea la más incruenta posible. Dios creó el universo porque fue su voluntad, no por que tuviese que hacerlo. Y ese mismo Dios aceptó cargar sobre sí las consecuencias del pecado de la criatura. El pecado conduce a la muerte. Dios no se dio hasta la muerte, Dios cargó con los pecados y entró en la muerte, porque cargado con ellos no había otro camino para Él.

Pero Kiko no entiende lo que es el Cristianismo y suelta unas aberraciones de avío.